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If I Ain't Got You

En mi mente, marcas como Tommy Hilfiger y Guess eran consideradas como un lujo. Sin embargo al encontrarme en el centro comercial, pensé que dirigirme a Celine para buscar el regalo de Yoongi, sería un lindo detalle a pesar de jamás haber tenido ni unos calcetines de la marca. Pero cuando tomé la chaqueta azul del escaparate, recibí un pequeño infarto al ver el precio e hice cuentas de los meses sin intereses que tendría que pagar el resto de mi vida, me di cuenta de que mi regalo jamás lograría hacer justicia a lo que él estaba acostumbrado.

Debía ser sincera conmigo: No había cosa en este mundo que pudiera darle. Se sentía casi como pretender regalarle joyas de fantasía a la Reina Isabel en su cumpleaños o un sedán a un piloto de carreras.

Así que dejé a un lado la opción de la ropa como regalo de cumpleaños y volví a la agencia arrepintiéndome por sacrificar mi preciada hora de comida.
Ya estando frente a mi computador, perdí poco más de una hora buscando algún obsequio en Amazon que pudiera agradarle. No obstante, siempre volvía al mismo lugar: Lo que para mí sería un regalo costoso que reflejaba más de cinco días laborales equivalentes en mi salario, para él sería un objeto ordinario que podría adquirir en un abrir y cerrar ojos.

Las finanzas de Yoongi para ese entonces se describirían coloquialmente como: "Oh, debo ahorrar para comprar un Lamborghini" Y media hora después: "Listo."

Sentía que para él, ya nada sería suficiente y mi esfuerzo se vería mediocre.

Entonces no lo pensé más, fingí trabajar el resto de la hora que me quedaba para salir y antes de ello, me pasé estratégicamente por la cafetería de la agencia esperando encontrar a alguien que haya vivido con Yoongi los últimos nueve años y cuya experiencia podría orientarme.

Debo decir que fue una salvación encontrar a Jimin esperando pacientemente en la fila del café mientras atendía su celular.
Caminé decidida hacia él y para llamar su atención, toqué dos veces su hombro izquierdo. Él volteó un poco norteado pero al final, cuando me vio, subió suavemente las comisuras de labios y entrecerró robóticamente los párpados inferiores. Adorable.

— Hola Miah. — Dijo avanzando un lugar más en la larga fila; a pesar de ser ocho de Marzo, el invierno seguía latente. — ¿Cómo estás?

— No tan bien. — Respondí sabiendo que preguntaría la razón. — ¿Y tú?

— Definitivamente mejor que tú. — Sonrió. — ¿Qué ocurre?

— Estoy teniendo problemas para encontrar algo qué regalarle a Yoongi.

Jimin rodeó la mirada asintiendo en repetidas ocasiones. Rascó la parte inferior de su nuca con algo de confusión y después continuó la conversación.

— Yoongi siempre dice que no es necesario comprarle regalos.

— Lo mismo dijo en Navidad y nadie le hizo caso.

Y tenía razón. Él solía argumentar que los obsequios eran innecesarios; la diferencia fue que Navidad no lo pasamos juntos y por lo tanto, una llamada a las 12 de la noche fue suficiente para ambos.

— Yo tenía planeado comprarle un cinturón Fendi que quiere desde hace tiempo pero ya no lo hacen, solo lo puedes conseguir llamando al director ejecutivo Serge, en Italia. — Continuó teniendo la ingenua intención de cederme su idea. — Yo pensaré en otra cosa.

— Algo que me alcance la vida para pagar. — Sugerí.

Por mi expresión, Jimin pareció comprender a lo que me refería y se vio sutilmente ruborizado al no encontrar alguna otra opción accesible para mí. Guardó silencio, avanzamos dos lugares más en la fila y cuando casi llegábamos a la caja, parecía que la gracia divina había iluminado su imaginación.

— Hace unos días perdió uno de sus audífonos en el avión. — Sonrió. Ante este panorama, me sentí un poco más tranquila. Unos audífonos de $300 dólares parecían el regalo perfecto: no muy caro, no muy accesible, me vería atenta y él los usaría. Estaba decidido. — Puedes regalarle eso o ... ¡Uhh! Una almohada de viaje.

Asentí pensando en que podría armar un bonito regalo. Al salir del trabajo correría a la Apple Store más cercana a mi departamento, compraría los audífonos, buscaría un envoltorio que reflejara empeño pero no taaanta importancia y al siguiente día se lo daría a la hora de mi descanso.

A continuación, Taehyung apareció caminando en dirección contraria, con un chocolate caliente en las manos.

— Oye, ven. — Musitó Jimin hacia él. Taehyung retiró los lentes oscuros sobre el tabique de su nariz y caminó hacia nosotros. —  ¿Ya tienes regalo para Yoongi?

— Hola Miah. — Saludó y yo le regresé la sonrisa. — Sí, ayer compré unos audífonos. ¿Por?

Salí de trabajar con un montón de ideas latentes que al principio parecían grandiosas pero al pensarlas con detenimiento, terminaba desechándolas porque no les encontraba sentido.
Pasé por la tienda de electrónicos, ropa, zapatos, colonias, librería... Nada me parecía suficiente.

Solo había una cosa que no había intentado.

Fue hasta que llegué al restaurante Mediterráneo en Insadong donde acordé cenar con Minhyuk ese viernes, que me propuse intentarlo.

¿Y quién mejor que mi hermano para auxiliarme?

— Necesito tu ayuda. — Dije en cuanto llegué a la mesa donde Minhyuk ya aguardaba sentado, contemplando el menú.

Sin embargo, lejos de saludarme o declarar que había ordenado por mí, apartó tajantemente la vista de la carta entre sus manos, frunció el semblante palidecido y tomó mi mano como si estuviera dispuesto a ayudar a una completa extraña por la que sintió empatía.

— ¿Estás bien? — Interrogó estudiando mi rostro. — ¿Qué pasó?

No recordaba que esa frase fue la misma que usé en mi última noche en Nueva York, después del ataque de Paul en mi departamento. Recuerdo que aquella noche, recurrir a mis amigas cercanas me causaba cierto conflicto porque ante todos, él y yo éramos la pareja perfecta. Así que en medio de una tempestad, completamente sola, Minhyuk fue la primera persona a la que recurrí; no tomé en cuenta que seguramente ni siquiera podría contestar debido a que aún se encontraba en servicio. Solo llamé y por fortuna coincidí con sus días de descanso.

"Minhyuk. Necesito tu ayuda. Necesito irme de aquí." Fueron las palabras exactas.

Tal vez le afectó tanto como a mí; pude notarlo cuando nos reencontramos en el gimnasio del instituto y lo primero que salió de sus labios al abrazarme fue "Lamento no haber estado ahí".

— Relájate. — Sonreí siendo completamente consciente del origen de su preocupación. — Estoy bien, Hyuk.

— ¿Segura?

— Sí. — Contesté tras colgar mi bolso en el perchero y tomar asiento frente a él. No obstante, la expresión aturdida en su semblante tardaba en desaparecer. Un pequeño malestar tuvo presencia en mi pecho y sentí la necesidad por disculparme. — Lamento haberte asustado. — Sin embargo no duró demasiado. — Jaaaaa... Realmente me amas ¿Verdad?

— Bien, me voy.

Minhyuk hizo un ademán levantándose del asiento y yo sostuve la muñeca. Por supuesto que no se iba a ir, solo que sí lo creía capaz de no querer ayudarme si comenzaba a jugar con eso.

— No, ya. Espera. Necesito tu ayuda... Es sobre Yoongi.

Volvió a tomar asiento, dio un trago al agua fría con hielo frente a él y después recargó los antebrazos en la mesa.

— Cómprale unas sandalias de piel o una almohada de viaje. — Respondió anticipándose a todo, acertando. ¿Por qué todos insistían con la almohada de viaje para Yoongi? —  No es necesario que agradezcas, sabía que no tendrías idea de qué regalarle. Y es normal que recurras a mí, yo lo tuve más tiempo que tú.

— No le voy a regalar unas sandalias, Hyuk. Quiero que sea algo especial y por eso he decidido hacerle una cena bonita.

De inmediato la sonrisa de mi hermano desapareció y se convirtió en una línea temblorosa. Mientras tanto, sus ojos viajaban en toda dirección esperando poder encontrar al mesero. Noté que intentó ser amable y desviar la atención de buena manera, pero ejercí cierta presión con la mirada.

— ¿Y si mejor pides algo? — Añadió tomando una pieza de carne fría que colocaron en el plato de entradas. — Hay muchos restaurantes y muchos paquetes que puedes pedir.

— Es la intención. — Negué suavemente. — Y yo no sé hacerlo pero tú eres el mejor del mundo mundial por siempre y para siempre. Eso de que soy pésima cocinando no puede ser real. Creo que el problema es que no he sido bien instruida.

No voy a negar que me encontraba sumamente emocionada. Si esa cena salía bien, si de verdad podía cocinar para Yoongi de forma exitosa a expensas de que todo mundo calificaba amablemente mi comida como: Repugnante, sería el regalo ideal.
¿Qué otra cosa tendría más valor que el esfuerzo, amor y dedicación que inviertes en la comida para alguien? Absolutamente nada.

— Ahora ya me hiciste más difícil decir que la comida que preparas es horrible y que no hay nadie más inútil para cocinar que tú.

No me enfadé porque tenía razón.

— Y por eso vas a ayudarme. — Continué. — Te voy a enviar la receta y tú me vas a explicar paso a paso-

— Como si estuviera enseñándole a cocinar a un simio... — Interrumpió cruzando una pierna sobre la otra. Guardé unos segundos de silencio. Momento en el cual, tuve la oportunidad de pasar la lengua por los carrillos, tomar aire y sonreír como si no quisiera responder con algo más ofensivo. — Tipo National Geographic, entiendo.

— Lo que tengo que hacer. — Corregí. —  Eres un idiota, por cierto. — Contesté. Al final no pude contenerme.

— Ok. Me voy.

— Pero un idiota muy guapo y talentoso. — Añadí.

— ¿Qué quieres cocinar?

Lo había pensado con detenimiento, incluso busqué varias opciones en internet y casi todas terminaban en el mismo resultado.

— Carne, espárragos y pastel de papa con queso gratinado. — Respondí más que convencida. — Creo que pretender hacer un pastel es muy ambicioso, así que ese simplemente lo voy a comprar.

— Sabes que puedo hacerla y únicamente tendrías que decir que fuiste tú. — Contestó con toda la intención de persuadirme. — ¿Verdad?

— Quiero hacerla yo, Minhyuk.

— Entonces bajaré las recetas más sencillas que encuentre, hago notas para niños de kínder y llámame si tienes dudas. — Suspiró rendido.

Por fin ordenamos y pudimos cenar en paz.

A lo largo de la noche, Minhyuk mencionó que su regalo para Yoongi constaba de un viaje a pescar que organizó junto a Seokjin pero que solo se quedaría como palabra al aire, ya que era imposible saber qué días dispondrían de algo de tiempo libre.
También mencionó que había comenzado a salir con una ex compañera de la universidad pero no le tomé mucha importancia, sus relaciones por lo general duraban al menos tres meses y no más.

— Te quiero muchísimo Hyuk. — Dije cuando me dejó en la puerta de mi departamento y regresaba a su Audi, luciendo como una estrella de televisión. —

— Aja. Yo también. — Alzó una mano en el aire. Sin embargo, antes de entrar a casa, Hyuk carraspeó la garganta y me vi obligada a voltear en dirección al auto. — ¿Miah...?

— ¿Sí?

— Min Yoongi es mi mejor amigo y lo quiero más que a ti. — Alzó la voz. — No lo mates, por favor.

No me costó trabajo caer en un profundo sueño después de tomar una ducha extensa y cepillar mis dientes con diligencia.

Para cuando desperté lo primero que noté en la pantalla bloqueada de mi celular, fueron tres archivos en PDF y dos capturas de pantalla: Eran las recetas de Minhyuk y una lista de compras. Al parecer, por las notas escritas a mano, pasó algunas horas intentando simplificar el texto de forma que fuera comprensible para mí:

"Es importante que no dejes que la carne se seque. FUEGO BAJO, ANIMAL, FUEGO BAJO"

"Específicamente usa vino blanco. Si no hay, entonces no uses otro alcohol"

"Compra el tomillo en el mercado, no en el súper mercado"

"Compra un molino para pimienta. NO LA PONGAS CON TUS DEDOS"

"Usa queso americano"

"Mantequilla no es lo mismo que margarina, Miah."

Después de agradecer con un corazón en su ventana de conversación, llamé a Yoongi- sin éxito- para desearle feliz cumpleaños, desayuné y prácticamente gasté gran parte del día haciendo limpieza profunda en el departamento y acomodando una y otra vez los muebles de forma que el entorno estuviera listo para el momento de la cena. También quise escoger mi atuendo para esa noche y opté por un vestido corto Hunza G color lavanda, de canalé fino, sin mangas y escote cuadrado; jamás había usado algo así frente a Yoongi y debo reconocer que ver su expresión podía emocionarme solo un poco.

Tardé cerca de dos horas en ir y venir del supermercado. Claro que omití algunas cosas que Hyuk había anotado porque no parecían tener relevancia. ¿Qué tan diferente podría ser el toque del vino blanco al del ron? El tomillo del mercado y el de supermercado al final eran eso, tomillo. Yo tenía pimienta en un frasco en casa y el queso gouda se veía muchísimo más rico que el americano. Nada podía salir mal, pensé que incluso con esos cambios mi cena quedaría mejor.

Al regresar a casa, cocinar no fue tan difícil. Mientras terminaba de ordenar el departamento, coloqué las papas a hervir con un poco de sal; después me dediqué a sazonar la carne con las especias y el ron, tomé un refractario de vidrio, lo embarré con mucha margarina para que tuviera más sabor y coloqué los espárragos junto con la carne en él. Posteriormente seguí con el pastel de papa y todo lo metí al horno por dos horas.

Cuando consideré que todo estaba listo, sabiendo que lo más probable era quedarme con una cena para dos aquella noche, tomé mi celular y envié un mensaje a Yoongi esperando que pudiera hacerse un poco de tiempo después del trabajo.

¿Estás ocupado?
9:00 pm

MYG:

Algo. ¿Y tú?
9:10 pm

Algo. ¿A qué hora regresas a casa?
9:10 pm

Espero poder salir antes de
media noche.
Perdón por no contestar
en la mañana.
9:20 pm

Compénsalo pasando a mi casa
antes de ir a la tuya.
Quiero darte un obsequio.
9:21pm

Te dije que sin regalos estoy bien.
9:21pm

Dejé de prestar atención a mi cabello siendo alaciado por la plancha y suspiré profundamente.

Esa fue la vía amable.
9:23pm

??
9:24pm

Antes de ir a casa pasa aquí.
O voy a llamar a tu madre.
9:24pm

Que miedo.
9:25pm

Y a la mía. Y voy a organizar una
incómoda reunión con ellas dos
a la que no vas a poder faltar
*porque será en tu casa.*
9:25pm

El recuadro debajo del nombre de Yoongi anunció durante los próximos dos minutos un "Escribiendo...". Por supuesto pensé terminaría negándose o argumentando una carga grande de trabajo, pero lo siguiente solo logró dibujar una sonrisa en mi rostro.

MYG:

¿12:30 te parece?
9:28pm

Sí. <3
9:30pm

Me sentí como una adolescente a punto de experimentar su primera cita. Era igual de emocionante el que aura de San Valentín en el instituto a tus 16 años; de esos días donde solo asistías a escuela para ver quién aparecía en la entrada del salón de clases con un globo enorme o chocolates para declararse, o invertías casi toda la mañana escribiendo una carta con dibujos y adornos ridículos en cada esquina.

Evidentemente, nada de eso me pasó porque era sumamente asocial e indiferente. Nadie jamás se me declaró y tampoco recibí cartas, globos o chocolates.

De verdad procuré hacer tiempo. Sin embargo se trataron de las tres horas más largas de mi vida. Ya todo estaba listo; la comida estaba en el horno, la mesa arreglada, yo tenía un corto vestido cubriéndome lo indispensable, el cabello alaciado y un montón de mariposas invadían mi estómago, haciendo evidente que todas mis esperanzas por dar un cumpleaños lindo a Yoongi, estaban apostadas a la cena.
Puse una serie en la televisión; evidentemente sirvió muy poco en el ejercicio por lograr distraerme porque cinco minutos parecían veinte y veinte una hora. Supongo que el intento más efectivo por perder el tiempo fue desbloquear mi celular y perderme entre los videos guardados años y años atrás en Facebook.

Hasta que sonó el timbre y un vuelco al corazón provocó que mis extremidades hormiguearan y una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en mi rostro.

Con rapidez, bajé la intensidad de las luces hasta que el departamento quedara tenuemente iluminado, saqué la comida del horno y la coloqué sobre la pequeña isla de la cocina, arreglé mi cabello y caminé hasta la puerta.

Abrí y estaba ahí.

Desde meses atrás, Yoongi había cambiado al color cobrizo en el cabello. Esto indiscutiblemente resaltaba la palidez de su piel y acentuaba de forma suave y equilibrada sus hermosas facciones. Vestía un conjunto deportivo negro y, aunque no empataba para nada con mi vestido lavanda, ni siquiera presté atención: Él se había hecho tiempo para mí y era todo lo que importaba.

— ¿Sabías que la extorsión se paga con cárcel? — Fue lo primero que soltó en cuanto me vio salir.

Tuve la satisfacción de, por tan solo unas milésimas de segundo, captar su semblante cansado transformarse en uno aturdido e sumamente intimidado. Creo que se le escapó una suave sonrisa pero supo ocultarla, volviendo a la expresión habitual.

No obstante, Yoongi también se mostró intrigado por la poca iluminación dentro de la casa. Justo cuando tomé su mano, alzó la cabeza para ver por encima de la mía y poco después retrocedió un par de pasos.

— Hola. — Sonreí notando su semblante confundido e inseguro. — ¿Qué? — Volteé hacia la penumbra poco visible al interior.

— No hay una fiesta sorpresa ahí dentro ¿Verdad? —Respondió.

Creí que se trataba de un comentario absurdo al azar, pero en cuanto lo vi sumamente inseguro y listo para salir huyendo de ahí, otra brillante idea apreció frente a mis ojos. No era la primera vez que yo pedía verlo en mi casa justo el día de su cumpleaños, y la última vez, todo terminó en una fiesta sorpresa.

— Mierda, Yoongi... — Bajé la voz, entrecerré la puerta y tiré de su cuerpo hasta el balcón. Él me siguió con el rostro más pálido que de costumbre. — Por favor haz como que estás sorprendido ¿Sí? Todos están emocionados-

— Miah... — Musitó alternando la vista entre la puerta y yo. — ¿Cómo se te ocurre? Gracias. De verdad. Pero yo-

— Mentira. — Abracé su torso, aferrando mis manos a su espalda. Justo al momento del tacto, pude percibir que sus músculos se relajaron al escuchar la palabra "mentira". — Ya no te quiero tanto como para hacerte una fiesta.

No pude ver su sonrisa pero el movimiento ascendente en sus hombros y el aire escapando fugazmente de su nariz, me lo hicieron saber. Sin decir algo más, correspondió al abrazo, frotando mi espalda desnuda hasta la mitad y tomando su chamarra gris para envolvernos en ella.

Todo se sintió tan normal, tan cotidiano y usual, que cortejaba a la perfección. Me encantaba el olor de su ropa combinado con su perfume y el calor sutil pero acogedor que irradiaba su cuerpo con el mío.

Nos quedamos así por unos minutos, siendo usuales y cotidianos.

— ¿Ese fue tu "Feliz Cumpleaños Yoongi"? — Musitó acariciando mi cabello y por supuesto, arruinando el alaciado perfecto.

— Síp. — Dije hundida en su pecho, girando nuestros cuerpos sutilmente en una suave danza sin sentido.

— Gracias.

— ¿Ya cenaste? — Pregunté alzando el rostro hacia él.

— No. — Contestó. — Supuse que tú tampoco así que vine esperando pedir algo.

— Entonces pasa.

Me liberé de su abrazo. Aunque ahora que lo pienso, liberar no sería la palabra correcta porque hace alusión a un encarcelamiento en contra de la voluntad y la verdad es que, si no hubiera sido por el frío característico del mes de Marzo en plena madrugada, hubiera preferido quedarme así horas o hasta que alguno de los dos palideciera.

Yoongi me siguió el paso. Entró al departamento cerrando la puerta tras de él. Colocó sus zapatos y chamarra en la entrada y caminó con cautela hasta el pequeñísimo comedor.

— ¿Pediste una cena? — Sonrió al ver la comida colocada estratégicamente en la isla.

Fue entonces cuando toda inseguridad salió a hacer su trabajo.

Creo recordar que tomé aire dos veces y comenzar a tronar las falanges de mis dedos son orden o ritmo alguno. Era la primera vez que cocinaba realmente para alguien y no quería arruinarlo. Tampoco quería contarle que pensé mil veces en su regalo y que había gastado todo el día planeando ese momento.

Sin embargo lo hice más que evidente.

— En realidad no. — Respondí con dificultad, intentando ocultar mis nervios en una sonrisa plena pero forzada. — Hyuk me ayudó a distancia. Yo quería hacer algo significativo porque no sabía qué regalarte. Bueno sí pero no es como que pueda regalarte un Ferrari o un abrigo Ferragamo. — Y ahí venía el vómito verbal. Yoongi cruzó los brazos y emitió una suave sonrisa que por alguna razón, lejos de hacerme sentir confidente, provocó todo lo contrario. — Quería regalarte un vinilo de la tienda de JD pero llega hasta la próxima semana y se perdería el chiste. Y además la siguiente semana te vas y no sé cuándo te voy a volver a ver. Y entonces pensé que sería lindo hacerte una cena porque a esta hora todos los restaurantes están cerrados y si vamos otro día igualmente no tendría sentido. Pensé en audífonos, bueno no, Jimin me dio la idea. En sí no los compré porque Taehyung dijo que ese era el regalo que te daría hoy. — Hice una pausa para poder respirar. Yoongi entornó la mirada y entonces supe que Taehyung aun no le entregada nada. — Y creo que acabo de arruinar su regalo ¿Verdad? Aunque, ahora que lo pienso, dos pares de audífonos siempre son necesarios. ¿En la oficina? ¿En el gym? ¿En casa? siempre se necesita música. Soné como un comercial ¿Cierto? También pensé en un cinturón, bueno no, también ese fue Jimin pero-

El beso de Yoongi me silenció. Cuando me retrajo por la cintura hasta él, mis ojos permanecieron abiertos y apuesto lo que sea a que mis mejillas iban a explotar.
Se trató de un beso largo pero muy tierno y sereno. Sus labios apaciguaron los míos de una forma tan profunda y a la vez sutil, que por un momento creí todo se trataba de un sueño.
Sus manos no se movieron de mi cintura y sus labios tampoco de los míos. No se trató de un momento carnal, no hubo jadeos o un ímpetu colosal y cegador por dejar todo de lado y tendernos en el sofá. Fue lento, melodioso y sublime.

— Tú me regalas todo poniéndote nerviosa, Miah. — Sonrió atrayéndome a su pecho.

— Ya me dio pena. — Musité abrazando de nuevo su cintura, aferrándome a ella como si se tratara de los últimos momentos reales con él.

Su estómago gruño y ambos soltamos una pequeña risa que terminó en otro beso rápido.

Cuando el abrazo concluyó, me dirigí a la cocina. Aunque mi propósito era por esa única ocasión jugar el papel de la esposa abnegada, Yoongi no se quedó sentado y me siguió ofreciéndose a servir la carne mientras yo colocaba el pastel gratinado y los espárragos horneados.
Él llevó los platos a la mesa y en seguida, me dirigí al refrigerador para sacar la botella de vino que por única e irrepetible ocasión, había comprado por $155 dólares aquella tarde.

Cuando la mesa por fin estuvo lista, Yoongi sacó su celular y tomó una foto.

Yo me sentía como la primera dama.

— Todo se ve delicioso. — Sonrió. — Gracias Miah.

Con la barbilla y el alma colgando de un hilo, le invité a tomar el primer bocado. Creo que en ningún momento, mientras tomaba los cubiertos, cortaba la carne y tomaba un pedazo de pastel, dejé de sonreír. Yoongi llevó una porción a sus labios y, a pesar de mi pésimo historial en el arte culinario, lo comió sin miedo alguno.

Creo que lo quise más en el momento que terminó el bocado y sonrió espléndidamente.

— ¿Cómo está? — Pregunté buscando alguna expresión oculta.

— Muy rico. — Dijo tomando otro bocado.

¡Lo había logrado! Me sentí tan orgullosa, capaz y realizada, que dejé las mariposas en mi estómago a un lado y me dispuse a tomar un bocado.

Sin embargo, el trago fue más que amargo.

La carne yacía quemada por el borde inferior y aun así, al momento de incrustar el tenedor, la sangre corría hasta mezclarse con el potente, amargo y extraño sabor de ron; el pastel de papas se quedaba pegado al paladar por el exceso de margarina y una fuertísima combinación de sal, queso añejado y pimienta, escaldaban la lengua. Siendo demasiado optimista, lo único rescatable del plato eran los espárragos al horno, no obstante, su consistencia era flácida y gomosa.

— Está horrible. — Musité sin ser capaz de tragarlo. Acerqué varias servilletas a mi boca y dejé el bolo en él. Yoongi no paraba de reír y aún así cortaba más trozos de carne y pastel. — Parece que tiene vida propia. — No sabía dónde esconder el rostro. Tenía ganas de llorar, comprar un boleto a otro continente y jamás volver a verlo. — No te rías. No te lo comas.

— De verdad me gustó. — Contestó haciendo tiempo entre bocado y bocado. El sufrimiento en su sonrisa forzada era muy evidente.

— No mientas para convivir, Yoongi. — Dije con toda la intención de retirar los platos. — Puedes decir la verdad.

— Lo voy a comer. — Insistió muy seguro de sí. Hizo una breve pausa y después volvió a sonreír. — Tengo un seguro de gastos médicos buenísimo.

Pero por mi rostro, Yoongi estalló en una risa, intentando contenerse para evitar herir mis sentimientos y negando suavemente con la cabeza

— Pensé que podría hacerlo. — Contesté siendo testigo de cómo Yoongi no pudo con otro bocado más y se dio por vencido dejando los cubiertos de lado. Su estómago volvió a gruñir. — Y tienes mucha hambre...

— Tranquila. — Musitó. Guardó unos segundos en silencio mientras sonreía y fugazmente, señaló la alacena. — Para ser sincero, desde que llegué me enfoqué en sus Lucky Charms. Y son azules, mis favoritos.

Mi corazón realmente no pudo con tanta condescendencia de su parte. La cena había sido un completo asco; sin tan solo hubiera seguido las instrucciones de Minhyuk, tal vez en ese momento Yoongi no tendría que estado dispuesto a cenar Lucky Charms en su cumpleaños, solo por no hacerme sentir tan mal.

— No tengo leche. — Dije ocultando el rostro entre mis manos. De verdad estaba a punto de hacer un colosal berrinche.

— Vamos por una. — Surgió tomando mi cuerpo sutilmente y atrayéndome hacia su pecho, como si estuviera buscando darme consuelo.

Insistí un par de veces en ir sola al 7-Eleven a media calle del edificio, pero él argumentó que era demasiado tarde y como fuera, la calle estaba lo suficientemente vacía como para atreverse a salir conmigo. Yoongi no me hizo cambiar de ropa o poner algo encima porque, al salir del edificio, me envolvió con su enorme chamarra puesta y caminamos de esa torpe e infantil forma hasta llegar a la puerta de la tienda; mientras éramos atendidos, Yoongi reía y ocultaba el rostro entre el largo de la capucha de su sudadera y mi cabello.

Eso hizo todo un poco más emocionante.

Al regresar, nos sentamos en la cama, con un plato de Lucky Charms en las manos mientras Yoongi buscaba el capítulo exacto de Reina Por Siete Días que habíamos dejado a la mitad la última vez que estuvo en casa.

— Es el peor cumpleaños de la historia. — Dije un poco más aliviada pero aun resentida.

— En realidad es el más bonito que he tenido desde la fiesta en tu casa hace años. — Sonrió dulcemente regresando la vista a la pantalla. — Gracias Miah.


***

Ay no. Es que yo los amo. Aquí idealizamos el amor muy cañón y no le tenemos miedo a qué tan duro nos pegué ese hecho en las relaciones reales, claro que no. ajkhnlkjhd

Oigan ¿Ustedes qué pensaron? ¿Que Miah sí iba a cocinar rico o que iba a saber a kk todo?

Gracias por leer. Lxs quiero mucho.

Estoy como @ehabraxas en Instagram para cotorrear. <3

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