Idontwannabeyouanymore
Yoongi caminaba a escasos pasos de mí pretendiendo simular ningún tipo de relación entre nosotros, así lo habíamos acordado desde que todo comenzó.
Notaba su andar pesado, comenzaba a cansarle el hecho de tener que escondernos en algún lugar para vernos y, aunque él se aferraba a que podíamos andar libremente por su casa con los demás en Hannam The Hill, mi intención no era marcar territorio y ejercer cierto tipo de presión sobre las cosas.
-—¿No te incomoda tener que fingir que no me conoces? — Escuché su queja rosarme la espalda. Al voltear, lo único que mi mente pudo procesar fue lo atractivo que se veía usando esa pesada chamarra de cuero negro estilo motociclista... La misma chamarra que usé en la noche que escapamos del hotel al bar en el centro de Manhattan. — ¿No te enoja tener que pretender?
— Ahora que te veo... —Continúe sonriendo levemente mientras regresaba mi vista hacia el camino en pendiente. —Sí, es algo frustrante no poder gritar que el tipo guapo que camina tras de mí, tiene su propio cepillo de dientes en mi casa.
A lo lejos, las luces de la calle principal anunciaban la aglomeración de personas; la escena me recordó bastante a aquella ocasión en la que, irresponsablemente, accedí a salir a buscar algo de comer con él y terminamos en un local de sándwiches en Itaewon.
Como era costumbre, en cuanto mis ojos pudieron enfocar bien a la primer persona cerca, mi estómago comenzó a sentir aquel incómodo y estremecedor hormigueo que no cesaba hasta que nos encontráramos de nuevo a solas, a salvo. Se trataba de un miedo constante e irracional que surgía cada vez que llamaba la atención de alguien; era pavor a ser descubiertos y que él en consecuencia sufriera las represalias siendo señalado, lastimado y finalmente abandonado por quienes alguna vez juraron amarlo por siempre. ¿Qué tan devastador podría ser eso para él?
Las palabras de Jiaer no dejaban de resonar en mis oídos cada vez que Yoongi me hacía saber que la música era el sueño que siempre tuvo; me partía el corazón verle tener que decidir entre esconderme y su reputación.
Pero yo lo amaba y si tenía que permanecer escondida el resto de mi vida, estaba dispuesta a hacerlo si eso aseguraba la felicidad completa y absoluta de Yoongi.
El sonido de la música de fondo atrajo la atención de ambos, se trataba de aquel dueto de cellos que solía tocar bajo un fuerte roble; alrededor de ellos, un círculo considerablemente grande en personas se amontonaba en un intento por grabarlos y disfrutar de aquel espectáculo auditivo.
Sentí la alta silueta de Yoongi nivelarse a mi paso y tomándome completamente por sorpresa, cogió enérgicamente mi mano con la suya para dirigirnos a aquel círculo; volteó a mirarme con ojos sonrientes y al mismo tiempo mostraba su increíblemente hermosa sonrisa.
— ¿Y-Yoongi? — Emití con el alma colgando de un hilo mientras era arrastrada por él. Mis pies se aferraban al asfalto en un inútil intento por permanecer lejos de las amenazas, de la gente. — Regresa. Esto es peligroso.
Pero su semblante demostrando total alegría y seguridad en la situación no tardaron en persuadirme. Era imposible.
Temblorosa, me dejé llevar hacia donde él quería y después de unos cuantos pasos y empujones ya nos encontrábamos filtrados en la primera capa de espectadores.
—Quiero cellos y violines en una canción. — Susurró hacia mí, inmerso en la melodía y al mismo tiempo tomando su celular para comenzar una grabación de aquellos chicos.
— Dales una oportunidad entonces.— Respondí totalmente embobada por la imagen que proyectaba Yoongi al verse encantado por lo que acontecía frente a nosotros.
—¿Crees que puedas acercarte a ellos cuando terminen? — Pidió en voz baja hacia mi oído. Yo asentí automáticamente. — ¿Tienes tarjetas de la agencia?
— Las llevo todo el tiempo. — Asentí exagerando. — Mi vida se basa en reclutar talentos, ya sabes.
— Deberías, porque soy tu jefe.
— Mi jefe es un idiota.
— ¿Ah sí? — Respondió conteniendo una discreta pero encantadora -no sorprendida- risa. — ¿Por qué?
Desvié la mirada hasta su mano, tomé de ella delicadamente y él sonrió, ocultando la unión en el bolsillo de su chaqueta. Los anillos pesados seguían dentro ¿Por qué jamás los sacaba?
— En primera, paso horas extras con él y ni siquiera me las paga.
— Anotado. Aumento de sueldo. — Sonrió queriendo fingir templanza. — ¿Qué más Srita. Ahn?
— Se ha adueñado de cada parte de mi vida. — Señalé como si estuviera indignada. — Duerme en mi cama, usa mi computadora y siempre deja la leche fuera del refrigerador.
— Eso es imperdonable.
— ¿Verdad? — Asentí girando momentáneamente hacia él, quien aun con una sonrisa, mantenía completa atención al dúo musical. — Y lo peor de todo es que cuando estamos a solas, él no me ha querido-
— ¡El jefe entendió! — Soltó la risa, ocultando sus mejillas rosadas en el cuello de su bufanda gris profundo. — Tu queja será enviada a recursos humanos y podrá contemplar meter la-
— Leche en el refrigerador. — Balbuceé entrecortadamente, arrepintiéndome por no pensar y analizar antes de hablar. — Que feo y vulgar sonó eso.
— Fuiste tú.
"Perfect" de Ed Sheeran era la canción de la cual hacían un cover con arreglos de cuerdas esa noche. Me resultaba completamente gracioso, cursi y hasta cierto punto lindo, porque parte de la letra de la canción podría acoplarse a parte de nuestra historia.
Nos conocimos cuando éramos sólo unos niños, y ahora que había pasado el tiempo, teníamos una nueva oportunidad para permanecer juntos.
Jamás me volvería a permitir perderlo.
Un aplauso estruendoso interrumpió mis ridículos pensamientos románticos de los cuales si compartiera con él, seguramente pasarían a ser parte de su lista de cosas de las cuales podría usar para burlarse de mí más adelante.
No quise esperar demasiado a que la gente se disipara.
Di una mirada rápida a mi costado izquierdo con la intención de hacerle una señal a Yoongi para que esperara ahí, pero mi alarma se encendió en cuanto no le sentí a mi lado. Por el contrario, a los pocos segundos, sentí su mano arrastrándome de nuevo hacia algún lugar y para cuando caí en cuenta, estábamos al centro de aquel círculo, rodeados por varios pares de ojos curiosos.
— ¿Qué mierda haces? — Susurré fingiendo una sonrisa y con el corazón rogando, luchando por salirse de mi pecho.
Mis sentidos dejaron de funcionar en el momento en el que, tras dar un profundo y tembloroso suspiro, Yoongi retiró cuidadosamente su gorra negra y cubrebocas ,dejándose totalmente expuesto.
Una exclamación en el ambiente inundó la calle en ese momento. Ni siquiera pude ser capaz de percibir la palabrería a lo lejos o distinguir las expresiones en cada uno de los rostros a nuestro alrededor.
— ¿Es alguna de sus estúpidas cámaras escondidas? — Disimulé lo mejor que pude estirando el cuello, intentando encontrar la cara del director de cámara o de algún asistente. Pero no vi nada familiar.
Aún recuerdo el terrible dolor de estómago que sentí cuando Yoongi tomó mi mano y sonrió penosamente hacia las lentes obturaban en sincronía y que por cierto, aparecieron de momento a otro.
— Te quiero. — Emitió en frecuencia medianamente alta. Algo no estaba bien con su voz. Yoongi tenía miedo, pude percibir la inseguridad en cada una de sus notas. Él sabía perfectamente lo que acontecería después de aquella noche... Y aún así, ahí estaba, plantado frente a mí y frente a casi 50 personas diciendo estupideces de amor que iban totalmente en contra de cualquier criterio, en contra de lo correcto y seguro para ambos. — Siempre lo he hecho. Y siento que si no lo digo ahora, si no lo demuestro ahora, voy a morir con esto quemándome por dentro.
El olor de su perfume inundó mi respiración cuando su repentino abrazo se unió a un desesperado beso lleno de miedo, temor, angustia, desesperación, frustración y finalmente amor, en ese orden. Sus labios estaban tan fríos, tan temblorosos... La cercanía con él pudo delatar su respiración entrecortada. Jadeaba, su pecho airaba cada vez más, Yoongi quería romper en llanto por lo que acababa de hacer y yo ya no podía borrar el tiempo.
— Por favor, nunca te vayas de nuevo. — Susurró cerca de mis labios mientras yo hacía un intento por limpiar las lágrimas escurriendo en sus mejillas con las palmas de mis manos.
[...]
Escondí el plástico blanco en el bolsillo de mi pantalón y suspiré segura, intentando convencerme de que se aproximaban mejores tiempos.
Yoongi no había salido de su estudio durante por lo menos tres días así que, después de darle una vista rápida a nuestra foto colgada en la sala de estar, decidí tomar una taza de café caliente como excusa para entrar a aquel lugar que, al paso de los años, se fue convirtiendo en su único lugar "feliz" . Siempre lograba dar con la contraseña sin importar cuántas veces se esforzara en cambiarla, irónicamente con frecuencia era una fecha relacionada conmigo: Mi cumpleaños, la fecha en que regresé a casa, aquella noche en Itaewon...
Al entrar el cuarto iluminado con led, mi vista se cegó por unos segundos y tras tallarlos suavemente, pude visualizar la nuca de Yoongi usando aquellos pesados audífonos profesionales alemanes que solía utilizar cuando producía alguna canción.
Sin embargo, la enorme pantalla al centro no reflejaba una interfaz de producción. Pude percibir a siete personas vestidas con trajes militares de etiqueta, bailaban una canción que solían practicar fervientemente en la sala de ensayos. Era de mis favoritas. ¿Cómo fui capaz de olvidarla? Ahora solo permanecía en mi mente como un borroso susurro a la intemperie.
Y él... Él permanecía inerte, sin entender, saber o percatarse de lo que sucedía a su alrededor mientras repetía aquel video una y otra vez.
Me deshice de mi posición recargada en el marco de la puerta y caminé hacia él con la intención de acariciar sus hombros, pero su espalda se tensó inmediatamente a mi tacto. Sabía que era yo.
De una forma inexplicablemente veloz, cambió aquel video por una interfaz y fingió haber estado trabajando por horas.
— Oh, volviste. — Sonrió fugazmente y al mismo tiempo retiraba sus audífonos.
— No, de hecho soy un holograma 4K. Todavía estoy en Suiza. — Rodé los ojos emitiendo una sonrisa de lado. Bajé inmediatamente la mirada para encontrar su rostro, pero en consecuencia, me topé con un semblante neutro, lleno de ironía y dureza. Ya no era divertido. Hace años dejó de serlo.
— ¿Cómo te fue? — Emitió tomando un sorbo de la tasa de café que dejé en sus manos.
— Bien. — Respondí. — Fue genial, deberíamos volver a Suiza. Hay un restaurante al que quiero llevarte, estoy segura de que-
— Oh ya. Bien. — Cortó regresando la vista y atención al ordenador. Yoongi ya ni siquiera se molestaba en ocultarlo, pude notar la incomodidad y hartazgo característicos reflejados en su rostro, aquellas expresiones que brotaban cuando nuestras conversaciones superaban tres frases.
Me había acostumbrado al persistente dolor de estómago, a cuando las cosas se tornaban así. Mi opción siempre solía ser dejarlo tomar su espacio para que cuando llegara la hora de comer algo, sentarnos a la mesa por una hora en silencio, fuera menos tortuoso.
— Ojalá pudieras fingir que te importa — Susurré. Y como si en lugar que querer evadir otra pelea, el ímpetu por desatar ira hubiera crecido, tomé lugar en el sillón pequeño al lado de su piano.
— No empieces con eso. No estoy de humor. — Dijo sin tan siquiera atreverse a regresar la vista hacia mí.
— Es que jamás lo estás.
— Y por eso te amo, me encanta que lo entiendas. — Susurró comenzando a inspirar profundamente para tal vez, contener sus palabras.
Ladeé rápidamente mi cabeza de lado a lado como si esa acción fuera a despejar nuestras mentes o hacer un salto de página para aquel tema que ya estaba más que perdido. Hablar de ese tema era sumamente difícil para ambos y por el bien nuestra relación, matrimonio, unión o lo que sea que fuese eso, decidimos no tocar ese tipo de conversaciones, para seguir juntos. Sin embargo, tras seis años, resultaba imposible no estallar intentando llegar al fondo del asunto con el objetivo de "sanar" todo de tajo.
—Nam llamó hace unas horas. — Comuniqué tras evaluar cambiar el tema. — Dijo que no contestas desde hace días. Quiere saber si este año sí asistirás a la reunión... ¡Es genial! ¿Sabes? ¡Hoseok va a ser padre! La bebé de Jimin tiene un año y los hijos de Jin están hermo-
— Sabes que no tengo el valor para encararlos, Miah. Basta con eso, por favor. — Regresó hacia mí con una mirada tan fúnebre, tan vacía y austera, que reflejaba a profundidad su alma rota.
— Yoongi, han pasado seis años. Ellos también hicieron su vida y son-
—¿Felices? — Se precipitó a señalar. Su voz era distinta. Quebrada. — No te atrevas a decir que son felices. No sabes una mierda.
Suspiré de la forma menos hostil que mi cuerpo y mis emociones pudieron permitir en ese momento. Siempre, de una u otra forma había algo que yo decía o hacía mal, el punto era desvirtuar mis intenciones por muy buenas que fueran.
Y estaba cansada. Estaba cansada de ser un error.
— El hecho de que tú no lo seas, no quiere decir que los demás no lo aceptaron. — Murmuré átona, peinando una y otra vez mi cabello hacia atrás como solía hacerlo cuando comenzaba a perder la paciencia.
— Es fácil para ti hablar de aceptación. — Farfulló hostil, me atrevería a decir que cargado de rencor en cada una de las palabras. — Tú conseguiste el empleo de tus sueños ¡Incluso te promovieron! Te vas un puto mes a otro país para sentarte con un montón de personas que creen saber sobre política y a debatir sobre lo que está bien o está mal en el mundo para terminar haciendo una mierda. Ese es tu trabajo.
— No sabes nada.
— Exacto. — Y por primera vez la voz furiosa, lenta, rasposa y rencorosa que había reprimido por años, surgió dejándome atónita, ahogada casi en un mar de lágrimas que no supe en qué momento comenzó. — Tú tampoco sabes nada sobre todo esto y aquí estás hablando mierdas. Tú... Miah, les arruiné la vida, sus sueños, su carrera la noche en la que decidí-
Y todo se resumía a aquella noche en la que debatió consigo mismo entre su felicidad de diferentes formas. Todo se resumía a aquella noche de la que ahora se lamentaba haberme escogido.
— Jamás te pedí que lo hicieras. — Susurré sacando valor de los lugares más recónditos de mi alma.
— Y tal vez no debí haberlo hecho.
— Felicidades. — Tomé la prueba casera de embarazo positiva de mi bolsillo y la arrojé a sus pies.
Me levanté con el cuerpo temblando de furia, azotando la puerta a mi paso y a lo lejos, oyendo las maldiciones de Yoongi mientras seguramente destruía cualquier cosa que se cruzara frente a él.
***
[...]
Mi canción favorita de Hard Rock de los 80's, Girls Girls Girls de Motley Crue, sonó como alarma esa mañana.
Al abrir mis ojos poco a poco, sacar mis piernas lejos de la pesada colcha para nivelar la temperatura de mi cuerpo y palpar mi rostro impregnado de sudor y lágrimas, sentí la necesidad de corroborar que las cosas marcharan como siempre.
Yoongi 👀
08:30 am
Yoongi:
?
08:32 am
Soñé feo. ☹️
08:32 am
Yoongi:
Ah, creo que hoy
estoy muy preguntón.
08:36 am
Sí, absolutamente todo estaba bien. Solo había sido un horrible sueño.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro