Holo
Fue la intensidad de una torrencial lluvia golpeando contra algún ventanal, lo que me hizo despertar de aquel aparente larguísimo letargo.
Vi una suave luz blanca que parecía más chillante de lo que en realidad era en cuanto abrí los ojos. Al parecer estaba en algún lugar fuera de mi conocimiento con paredes blancas; las pesadas cortinas color beige daban la sensación de hacer más cálida aquella fría habitación. El molesto sonido reiterante de una máquina cerca de mí comenzaba a taladrar poco a poco mis oídos. Noté que la cama dura con barrotes a los lados se encontraba justo en medio del lugar; lo preocupante fue cuando, al querer moverme para retirar de un solo movimiento aquel tubo con líquido rojo visceral corriendo dentro de él, el dolor incipiente llegó a cada centímetro, a cada hueso y músculo de mi cuerpo.
Intenté no asquearme por el olor de los arreglos de flores al pie de la cama- y a lo ancho de toda la habitación- comenzando a marchitarse. Siempre las odie. Aquel olor me recordaba al funeral de la abuela y por alguna razón siempre lograban hacerme sentir inexplicablemente triste.
¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Realmente no era sabía si era capaz de querer saberlo.
La última vez que estuve internada en un hospital fue una simple laparoscopía y, con base en aquella experiencia, comparando con el montón de máquinas a mi alrededor en ese momento, supe que seguramente lo que sucedió después de ver a la chica de rostro hermoso frente a mí, fue muy lejos de ser algo insignificante.
Nueva York, Paul, regresar a casa, Geum, Yoongi, mi empleo y cada día vivido el último año tornaron carácter irreal. Todo parecía un sueño y a consecuencia de ello, el sentimiento cargado de tristeza y desesperación comenzó a correr por mi pecho, hasta el punto de casi volverse un picazón inquietante dominando las palmas de mis manos.
¿Yoongi era real? ¿Y lo que vivimos? ¿Nuestra historia?
Para ser sincera, mi mente llegó a colapsar al punto en el que imaginé que toda esa historia podría haber sido nada más y nada menos que un vil producto de mi imaginación ya delirante.
— Por fin estás despierta. — Mi vista se dirigió hasta la puerta, donde Hyuk entraba en la habitación con un café en las manos. Por alguna razón aunque su voz era suave, taladraba mis oídos. — Mírate, estás hecha un asco. — Trató de reír con el único fin de reconfortarme.
Solo hasta que vi su rostro, apareció frente a mí la posibilidad de que todo fuera real.
Rezaba porque lo fuera.
— He tenido mejores momentos. — Dije manteniendo la vista clavada a la entrada, por si alguien más venía tras de él. Nadie apareció.
La mirada de mi hermano pasó de ser totalmente burlona a unos ojos que expresaban suma y total preocupación y hasta cierto punto, algo pesimista. No sé decir si eso solo me inquieto más. Dio un sorbo a su café humeante y posteriormente tomó asiento al lado de mi cama, donde supuse pasó las últimas horas.
— ¿Cómo te sientes? — Preguntó acariciando el dorso de mi mano, cuidando no obstruir o mover la intravenosa. — ¿Te duele algo? ¿Necesitas que llame a la enfermera?
— Sí, me duele todo. — Musité cansada, casi con los labios secos y mi lengua pegándose al paladar — ¿Me pegué en la cabeza? ¿C-uánto tiempo ha pasado?
Su rostro se tensó severo en cuanto comencé con mi interrogatorio. Bebió de nuevo café y talló una mano con fuerza contra su rostro, como si intentara decir algo difícil de poder asimilar.
Pensé lo peor.
— Han pasado tres años, Miah.
— ¿Qué? — Sentí la forma en que mi pecho alcanzó a contraerse mientras todo recuerdo pasaban rápidamente frente a mis ojos, provocando un dolor de cabeza insoportable. Un paño de agua inexplicable comenzó a formarse, obstruyendo mi mirada cuando sentí que me faltaba el aire. — ¡¿Qué?!
— Miah, tranquilízate por favor.
— Minhyuk... ¡¿Qué?!
— Respira ¿Sí?
—¿Y papá? ¿Y mamá? No puedo respirar... Minhyuk...
— Nah, mentira. Siempre quise hacer eso.
— Animal. — Dije procurando ocultar la sonrisa que me había provocado mi situación. — Eres un imbécil, Hyuk.
— Fue gracioso ¿No?
— Te odio.
— Tú también lo habrías hecho, acéptalo. — Reía en el volumen más bajo que podía. — Llevas dos días así. — Continuó en cuanto pudo controlar su semblante y pasar a cosas más serias. — Tuviste una hemorragia subaracnoidea cerca del cerebelo por el golpe que sufriste al caer de las escaleras. Tuvieron que operar para detenerla y liberar la presión, supongo que por eso te debe dolor horrores la cabeza. — Entrecerró la mirada, poniendo atención al aparato que suministraba los medicamentos vía intravenosa.
Fue cuando me percaté de la incómoda sensación de pulsión que radicaba muy cerca de mi nuca, era parecido a ser suturado pero con el miedo de moverte tan solo unos milímetros por miedo a abrir la herida. Y tenía razón, dolía a horrores.
— ¿Solo eso? — Suspiré aún intentando asimilar lo que había sucedido.
— ¿Querías más? Fue una cirugía rápida y todo salió bien. Además de eso, solo tienes algunas contusiones en el cuerpo que dicen se curarán solas en algunas semanas. Mamá vendrá a relevarme en la noche.
Cuando estuve más tranquila acerca de mi lamentable estado de salud, comencé a dejar de prestar atención a todo lo que decía. Dos días así. Según mis recuerdos, hace solo algunos minutos estaba a punto de ver a Yoongi de nuevo en las escaleras.
— Pero supongo que nada te importa más que saber dónde está él. — Continuó interrumpiendo mis pensamientos alarmados, en cuanto supe a quién se refería.
Entonces sí eral real.
— ¿Dónde está? ¿Qué sucedió? — Me vi interrumpida por el punzante dolor de cabeza que no hizo otra cosa más que recordarme mi estado.
— Tranquila. — Suavizó la voz intentando reconfortarme. — Yoongi está furioso. ¿Conocías a la chica? — Continuó. — En fin. Era Ryo, su ex novia. Hace años llegué a conocerla pero no sabía que estuviera tan... loca. — Sacudió su cabeza como si eso fuera a llevarse cualquier pensamiento perturbador sobre ella. — Creo que sus abogados han puesto una demanda en contra de ella por hostigamiento... Y según escuché por Geumi, podrían considerar lesiones graves e incluso tentativa de homicidio... Si tú quieres, claro.
Todo sonaba bastante irracional. ¿Geum estaba ahí? ¿Esa chica era Ryo? ¿Tentativa de homicidio? Vamos, hasta donde podía percibir, su ira tal vez la llevó a darme un empujón y eso ocasionó que cayera por las escaleras. Pero ¿Homicidio? Incluso yo llegué a tirar a una niña de las escaleras en el salón de infantes a los 3 años porque me molestaba demasiado su llanto.
Era demasiado. Y si bien me encontraba realmente asustada, no consideraba necesaria esa acción; después de todo ¿No su padre se encargaba de limpiar sus desastres con dinero? Mientras ella se mantuviera alejada de mí y recibiera un buen internamiento psiquiátrico, todo estaría bien.
— ¿Geum? — Pestañeé sin entender la razón por la que lo mencionaba. — No me has dicho dónde demonios está Yoongi, Minhyuk.
— Geumi fue quien vio todo cuando salía de la oficina administrativa pero no pudo hacer lo suficiente para detener a esa loca. — Aclaró su garganta con el café de nuevo. Pude notar que lo hizo con toda la intención de alargar la conversación y así ganar un poco más de tiempo con la esperanza de que olvidara a Yoongi. — Fue él quien vino contigo al hospital. Fue a dormir un rato a su casa y regresará-
— ¿Y Yoon-
— Yoongi estaba en shock al igual que todos en el lugar. — Suspiró cansado, como si se estuviera dando por vencido con algo. — Golpeaste tu nariz así que había mucha sangre y se veía más aparatoso de lo que en realidad era. Quiso venir contigo pero su representante y el mismo presidente lo detuvieron. Dijeron que sería algo ruidoso si llegaba en ese estado y contigo así aquí, así que Geum tomó toda la responsabilidad mientras yo llegaba.
— Y él-
— Estuvo contigo después de la cirugía. — Asintió como si estuviera intentando calmar a una adolescente hormonal y ansiosa. — Tuvo que irse la mañana siguiente, tenían que ir a-
— Francia. — Interrumpí, haciendo uso de mi excelente trabajo aprendiendo su agenda del mes.
Minhyuk suspiró rendido y divertido, como si fuera plenamente consciente de que ya no había más remedio para mí.
— No ha dejado de preguntar por ti. Llama cada 2 horas para saber si es que despertaste.
— Necesito llamarle. — Dije con pesadez debido a la dosis de analgésicos que mantenían el dolor en mi cabeza y cuerpo al mínimo del límite de mi tolerancia. — ¿Tienes mi teléfono?
Hyuk asintió acelerando su paso hacia una maleta sobre la mesa al lado de la cama. Tomó el teléfono celular y lo tendió hacia mí haciendo un ademán para salir de la habitación en cuanto una enfermera entró para verificar mi expediente y así administrar nuevos medicamentos.
Yoongi tardó por lo menos tres llamadas perdidas en lograr contestar, pero finalmente lo hizo. Antes de que pudiera decir algo, fijé la vista el reloj de pared frente a mí, las 06:43pm, seguramente era tardísimo para él y ya se encontraba dormido.
— Hola. — Sonreí desde el otro lado del teléfono, procurando sonar como si esos días medicada hubiesen sido un largo sueño reparador y nada más.
— ¿Miah? — Le escuché decir cambiando completamente su tono de voz adormilado a uno vivaz. — ¿Cómo estás?
— He estado mejor. — Contesté intentando que aquel comentario y el tono, de alguna forma pudiera hacerlo sentir mejor. — Pero ¿Y tú? ¿Te hizo algo? ¿Qué pasó?
— Mi ex novia te empujó, te provocó una hemorragia, te dejó hecha mierda ¿Y te preocupa cómo estoy? — Solo pude escuchar una pequeña risita seca de su parte.
— Prioridades, Yoongi. — Sonreí jugando con mi intravenosa a la par que me ganaba una mirada furtiva por parte de la enfermera, quien escribía pacientemente sobre el historial y revisaba las dosis adecuadas.
— Por lo menos alguien se divierte. — Masculló. Hice un intento considerable por imaginarlo haciendo aquella sonrisa escéptica. Sin embargo no dijo más. Dejó pasar unos segundos en silencio mientras que yo únicamente podía percibir su respiración lenta al otro lado de la línea. — Lo siento, Miah. Ya presenté cargos...
— Oye... — Interrumpí su innecesaria explicación mientras trataba de ahorrar la disculpa, ya que no lo ameritaba. — Tranquilo, no fue tu culpa. — Continué con voz dulce, como si él estuviera realmente a mi lado. — Creo que podemos llegar a un acuerdo ¿Sí? No quiero problemas. Me darán dinero y así... podré invitarte a cenas carísimas y vacaciones a Italia.
Reí hasta donde el dolor en mi cabeza y el sueño incipiente me lo permitieron. Creo que alcancé a escuchar su sonrisa también formándose en los labios. Resultaba gracioso que yo era la que estaba hecha mierda y aún así, con la poca fuerza que me quedaba, intentaba levantar el ánimo de Yoongi porque su voz cargada de culpa alcanzaba a herirme a cada palabra que emitía.
—Eso sería bueno. — Dijo difícilmente, queriendo mantener la conversación. Algo definitivamente no estaba bien en su voz. — Iré a verte en cuanto regrese.
— Debes estar ocupado así que no te preocupes. — Reaccioné en otro inútil intento por hacerlo sentir menos culpable, lamentable. — No vengas hasta que me encuentre en casa. No quiero que veas así...
— Incluso hecha mierda sigues siendo bonita, Miah. — Dijo con voz dulce. Y con esas palabras, a tantos kilómetros de distancia, logró derretir mi corazón como de costumbre. — Debo irme.
— Lo sé. — Asentí un poco decepcionada. Necesitaba saber más, necesitaba saber cómo se sentía y descifrar si es que realmente se encontraba bien... Pero Yoongi era demasiado predecible. Acorralarlo de esa forma solo provocaría un mayor distanciamiento. — Descansa, Yoongi.
— Nos vemos luego.
— La última vez que dijiste eso terminé en un quirófano. — Reí amargamente, rodeando la mirada hacia mi nuevo e inesperado panorama.
Sin embargo no hubo una respuesta de su parte. Al contrario, sólo dejó salir un pesado suspiro para mantenerse en completo silencio. Fue lo más incómodo que habíamos experimentado en mucho tiempo. Incluso llegó a no sentirse como si estuviera hablando con él.
— Es broma, Yoongi. — Aclaré.
—Lo siento, Miah. — Dijo con voz aún apagada y un tanto temblorosa. Quizás eso llegó a preocuparme un tanto más. Sentí unas ganas inexplicables y repentinas por querer llorar.
— Deja de disculparte, no fue tu culpa.
— Lo siento de verdad. Muchísimo. — Musitó con voz ronca. Y ese acto de vulnerabilidad, terminó por romper por completo mi corazón.
Necesitaba verlo, abrazarlo y explicarle que nada lograría asustarme o hacerme temer por estar cerca de él. Necesitaba hacerle saber...
— No actúes raro. — Intenté recuperar la cordura frente al ataque de pánico que amenazaba por venir. No quería más medicación. La ansiedad, la impotencia por saber él se recriminaba lo sucedido, quemaba. Suspiré. Intenté anteponerme a mis impulsos y confié en que las cosas regresarían a la normalidad. — Ven a verme cuando regreses ¿Sí?
De nuevo el dolor de cabeza comenzó a cegarme.
— Claro... — Le escuché decir. — Adiós. Y lo siento.
Una inexplicable sensación de vacío aturdió mi pecho en cuanto colgó el teléfono. Tuve un arranque de nervios al querer marcar de nuevo para corroborar todo seguiría igual después de aquella llamada, pero esta vez no tuve la fuerza suficiente como para mantenerme despierta.
Cerré los ojos con el único objetivo de calmarme e intentar ser racional para cuando despertase, volver a insistir incluso si eso involucraba llamar hasta que decidiera contestar. Lo sabía, una parte de mí presentía en su voz un cambio significativo y no tener el control de la situación intensificaba cualquier sentimiento de miedo y angustia.
Sin embargo pensar en tantas cosas a la vez me hacía percibirme aturdida y sobre todo vulnerable. ¿Por qué demonios sentía que moriría si lo perdía? ¿No se supone que debería estar ya preparada para eso?
Decidí darle su tiempo. Lo sucedido no fue su culpa y quise dormir de nuevo, para dejar que el tiempo y la racionalidad tuvieran efecto sobre él.
Eso esperaba.
Pero no contaba con que, durante aquella larga semana en el hospital, únicamente bajo el cuidado de Hyuk y ocasionalmente por Geum, no volví a recibir alguna señal de vida por parte de Yoongi. Al principio fue extraño pero una parte de mi cabeza intentaba racionalizar las cosas pensando que tal vez tendría un montón de trabajo o quizá, lo más probable, era que aún sintiera que me debía algo y le era bastante difícil hacerle frente a ello.
Por mi parte, después de esa semana para "ceder tiempo", aún más que preocupada, llamé todos los días a diferentes horas, mandaba correos, escribía mensajes de texto... Hasta que después de cinco días sin saber de él, hubo un momento en el que simplemente sentí mucha pena por mí y tuve que tomar la decisión absoluta de dejar de insistir, porque eso terminaría provocándome más conflictos mentales.
Como incapacidad médica, tuve que tomar un par de semanas más sin asistir al trabajo. Mamá insistió en que no debería quedarme sola en casa y prácticamente me vi obligada a pasar ese tiempo en casa de mis padres.
Durante ese periodo, tampoco hubo algo que me diera señales de Yoongi. Ni una llamada. Ni un mensaje. Quizá apagó su celular o cambió el número porque cuando hacía mi triste intento por saber de él, ni siquiera había un tono de espera.
Sin embargo, muy en contra de mi personalidad evasiva y pesimista, intentaba mantenerme a flote convenciéndome diariamente que solo se trataba de una mala racha y que en algún momento él llegaría para continuar con nuestros planes. Procuraba ser positiva y enfocarme en mi recuperación para correr a Seúl y buscarlo en cuanto estuviera mejor.
Se podría decir que lo único que me mantenía apegada a la realidad de que Yoongi existía y alguna vez estuvo a mi lado, eran los mensajes de Jungkook, quien constantemente procuraba sacarme un tema de conversación trivial para subirme los ánimos y por otro lado se hacía el olvidadizo para evitar tener que decir lo que sabía de Yoongi. Pero lo agradecía, por lo menos de esa forma sabía que en consecuencia, él se encontraba bien.
Él regresaría, lo sabía. Solo... Necesitaba tiempo.
Fue un martes por la mañana en el que regresé a mi casa y de alguna absurda manera esperaba encontrarlo durmiendo en el sofá, esperando por mí. Intenté no decepcionarme en cuanto abrí la puerta y la casa estaba vacía.
Tomé aire. Volví a revisar la calle por si es que su auto estaba estacionado frente a la casa de la Sra. Lee. Nada.
Una extraña sensación de vacío de nuevo invadió mi pecho y subió hasta mi garganta queriendo explotar en un dramático episodio de histeria lleno de llanto, ansiedad y dolor, llevándose consigo cualquier pensamiento optimista.
Corrí hacia la gaveta del baño, no estaba su cepillo. Fui hacia el armario y el espacio que él ocupaba se encontraba vacío. Los cables que ocupaba al trabajar, una de sus muchas computadoras, sus gorras, la fotografía que enmarqué de nosotros cuando estábamos en el instituto... Todo se había ido.
De pronto perdí el control de mi cuerpo, era como si pudiera verme en un tercer plano, en cuclillas recargada en la base de la cama, temblando con ira, miedo y total decepción.
Me odie por tener que necesitar así de un hombre, de alguien a quien, para ese momento, no le importaba en lo más mínimo cómo me encontrase o lo devastador que sería para mí si nos alejábamos de nuevo.
Una ola de calor sofocante llegó a mi rostro manifestándose en una espesa capa de agua sobre mis ojos, el aire no era suficiente para poder respirar adecuadamente, ni siquiera podía pensar con claridad; para cuando caí en cuenta, me encontraba con el rostro empapado en sudor y lágrimas, con el teléfono a mi oreja, marcando una y otra vez su número sin siquiera una respuesta de esperanza como resultado.
Todo lo que me pudiera recordar a Yoongi se había ido junto con él.
•••
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro