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do re mi

Tomé mi tiempo para analizar la escena. ¿Realmente era posible? ¿Estaba sucediendo? Resulta que, aún encontraba fascinante e inquietante el hecho de poder disfrutar de cosas simples a su lado.

Después de terminar la cena improvisada en su habitación, él decidió salir a su nada modesto balcón para tomar aire y, lo que menos me sorprendió fue lo sofisticado y apuesto que se podría llegar a ver con una copa de Malbec en su mano. 

Pero eso no fue todo. 

Lo precioso de todo eso, de la escena era él.

Yoongi hablaba tan acaloradamente de sus planes y proyectos como si su vida dependiera de ello. Él... él realmente estaba disfrutando compartir esas cosas conmigo, disfrutaba de mi compañía ¿Y por qué califiqué ese momento como algo precioso? Bueno, hace algunos años, había tenido la oportunidad de conocer y ser parte de la vida de Yoongi. Conocí el inicio de sus malos momentos y para nadie era un secreto que su vida y el camino hacia sus ambiciones fueron, tal vez, más complicados que los de cualquiera.
Yo había experimentado verlo tocar a mi puerta, con los ojos rojos y el llanto reprimido después de una pelea con su madre. Pude verlo perder las esperanzas así como tuve la oportunidad de admirar su talento desde las raíces.

En ese momento, era como mirar el comienzo de su historia y terminar en él, sentado en el balcón de uno de los hoteles más prestigiosos de Nueva York, hablando sobre la producción de nuevo material y prácticamente todos sus planes a futuro. 

¿Quién podría sentir lo mismo que yo?

— ¿Y ya me dirás por qué dejaste Nueva York? —  Irrumpió fácilmente en mis pensamientos.

 Hace minutos había dejado de prestarle atención por darle prioridad a mis recuerdos. Yoongi seguía moviendo la muñeca con la copa en su mano, dando sutiles giros a la misma con el fin reconocer el cuerpo del vino... Cosa que yo jamás entendí. Solo me limitaba a beber y procurar no morir después de la quinta copa. 

— Por supuesto que para volver a tus brazos, guapo.

— Vas a hacer que me sonroje. — Respondió. Movió la cabeza hacia atrás provocando el molesto ruido de las cervicales chasqueando entre sí e induciendo la proyección del cartílago justo a la mitad de su cuello. — Lo digo en serio. — Continuó en cuanto regresó la atención hacia mí. — ¿Sabes? Me ofende bastante que pienses que me tragué el cuento de "Cambiar de horizonte".

Vaya, Yoongi había recordado la conversación que tuvimos meses atrás cuando se ofreció a llevarme de nuevo a casa.

Eso significaba que desde aquel entonces, me prestaba atención y eso implicaba que de alguna forma, había guardado sus preguntas para tal vez sacarlas en el momento indicando.

— ¿Cúal es tu hipótesis entonces? — Crucé mis brazos, recargando la espalda sobre el cristal de la puerta corrediza. Debía tener alguna ¿No? Si existía una duda, por ende tendría que tener una posible respuesta.

Sorbió de nuevo de la copa entre sus manos y cruzó una pierna sobre la otra, como si hubiera nacido especialmente para verse genial al hacerlo.

— Creo que tiene qué ver con lo de tu casa y... — Entornó la mirada fugazmente como si estuviera recordando algo. — También mencionaste que las cosas se habían puesto malas con un tipo. — Aseguró dejando notar el puchero involuntario en sus labios. —  ¿O me equivoco?

— No.

Yoongi como era su costumbre, no perdió la oportunidad de pavonearse en silencio ante el hecho de estar en lo correcto. 

Meses atrás, si me hubiese expuesto sus suposiciones, seguramente me habría alarmado y sentido totalmente expuesta ante él. Sin embargo, esa noche ni siquiera tuve la sensación de querer reprimirlo y, después comprendí, que tal vez sentirme tan cómoda y segura con él, significaba que estaría lista para contarlo.

Había comenzado a llover.

 Siempre me ha agradado la vibra que transmite la lluvia. El golpeteo rítmico de las gotas de agua contra el asfalto provoca cierta tranquilidad para mi mente y el halo de las luces que adornan los edificios de Nueva York en medio de la densa niebla desde el balcón de la habitación, parecía casi el escenario perfecto para una confesión de ese doloroso y vergonzoso calibre.

¿Por dónde empezar? ¿Podría contarlo frente a Yoongi sin romper en llanto? ¿Cómo evitar proyectarme como una mujer débil sin coraje o convicciones sobre su dignidad?

Mi vista se perdió en el horizonte de edificios. ¿Dónde estaría Paul? ¿A qué mujer estaría hostigando en esos momentos?

— ¿Y bien? — Apresuró su voz, más curioso de lo que podía evitar reflejar. Al instante, pareció darse cuenta del ímpetu que había denotado y rascó tranquilamente su nuca con intención de desviar la atención.

Recordé entonces la plática que tuve con Hoseok unas horas antes, después de haberle puesto en contexto acerca de mi pasado amor adolescente con Yoongi.

La persona que habían encontrado en el avión no era otra más que una ex novia del mismo. Tras haber sido expulsada de la compañía y posteriormente abandonada por Yoongi, la chica proveniente de Japón comenzó algún tipo de obsesión hacia él. Incluso si ya la habían vetado y su nombre aparecía en las listas negras de todo evento del grupo, ella seguía apareciendo con la intención de estar cerca de él. Había llegado al punto de colarse a la empresa, presentarse a altas horas de la noche en casa de los padres de Yoongi y escribir ciertos mensajes inquietantes en foros de internet que señalaban algún tipo de suicidio.

De cualquier forma, aquella chica había desaparecido en cuanto el avión aterrizó en el aeropuerto. Si no hubiera sido Hoseok, Yoongi ni siquiera se habría molestado en comentarmelo. 

— Hagamos un trato. — Me acerqué al borde del balcón alanzado la mano con intención de sentir el agua fría chocar contra mi piel. 

Yo también tenía curiosidad por algunas cosas que omitió Hoseok y el mismo Yoongi en su momento.

— Te escucho. — Accedió curioso.

— Tú me cuentas y yo te cuento. — Extendí mi mano seca hacia él esperando aceptara cerrar el pacto. Dio un último trago a su copa de vino y sostuvo mi mirada durante algunos segundos. Yoongi estaba dudando demasiado.

El asunto debía ser equitativo ¿No?

— Trato. — Estrechó su mano con la mía, pronunciando a regañadientes aquella palabra.

— Los caballeros primero. — Animé entrando a la habitación para sentarme de nuevo sobre el pie de su cama.

 Yoongi dejó la copa de lado y soltó un suspiro cargado con cierta diversión. Tomó lugar a mi lado.

Entornó la mirada frunciendo los labios tal como si estuviera buscando las palabras exactas. Despeinó lentamente su cabello con frustración, después llevó ambos brazos hacia atrás, usando la parte anterior de ellos como un soporte y dejó caer el cuerpo en un ángulo cómodo para así comenzar a hablar.

— Ryō Fujiwara. Ese es su nombre. — Anunció en tono gélido, distante. — Llegó hace 5 años a la empresa, poco después de nuestra primera presentación pública. Debido a que éramos considerados un cero a la izquierda, no muchas chicas querían entrar a un programa de practicantes en una empresa como la nuestra. — Continuó.

— Eso suena bastante irónico si lo piensas.

— ¿Verdad? — Sonrió con cierto orgullo y un brillo inigualable en los ojos.

Lo era. En la actualidad, no conocía a una sola chica o chico que no quisiera formar parte de aquella empresa. Tenía entendido que la última audición tuvo que suspenderse debido a la alta demanda y saturación, así que la presencia de grupos de mujeres en la agencia estaba suspendido hasta que supieran cómo manejar la situación. 

— En fin. — Continuó — A la audición de aquel entonces únicamente asistieron 25 chicas y seleccionaron a 5. Ryō, a comparación de las otras, no tenía ni la mínima idea de lo que era cantar o bailar. — Soltó una pequeña risa amarga, mientras negaba sutilmente con la cabeza. — Pero encajaba perfectamente con el estereotipo de una chica tierna y atractiva en televisión, lo demás no importaba, según el jefe.

— Y por esa razón, entró. — Asentí. Él respondió a mi acción con el mismo gesto pero en silencio.

— Si hubieran tenido conocimiento de quién era en realidad... Si yo hubiera- 

Jamás había visto a Yoongi lamentarse tanto por algo. Normalmente era una persona que aparentaba estar muy seguro de sus acciones o decisiones y aunque, por dentro podría morir de incertidumbre y miedo a equivocarse, reflejaba completamente lo contrario.

— Puedes parar aquí si quieres. — Musité en un intento de voz cálida. — No es necesario. Lo entiendo todo, Yoongi.

— Creo que me vendría bien platicarlo. — Añadió sorprendiéndose de sus propias palabras. Comenzó a juguetear con sus pies impulsándolos suavemente a destiempo, pretendiendo algún tipo de distracción.

— Pero si te duele...

— No es que me duela, Miah. — Declaró con voz apagada, casi abrumado por lo que yo había sugerido. Pasó la lengua por los carrillos y después de algunos segundos de discutirlo consigo, continuó. — Aún me molesta el hecho de que también afecte a los demás. Creo que no es justo para ninguno de ellos tener que pasar por esto. Y es mi culpa. 

Dejé caer mi espalda sobre el suave soporte el colchón como señal de derrota. Aún no lograba entenderlo y para empeorar las cosas, tenía la horrible costumbre de siempre asumir los sentimientos de las personas. Decidí entonces, dejar que hablara sin emitir algún juicio o un pobre intento por interpretarlo.

— Me gustaría poder hacer más en todo esto. — Continuó. — Intuyo que Hoseok ya te contó un poco de nosotros. — Soltó un rápido suspiro para sí.— Y veo poco considerado... contigo... contar los detalles. — Evitó tener que voltear a verme. Desde que recuerdo, ese tipo de cosas le causan vergüenza.

Luché contra mi inmadurez para no soltar un "Ay, que romántico". Se suponía que era un momento serio y Yoongi había accedido a hablar conmigo sobre el tema. Podría burlarme luego.

— Dime lo que tú consideres apto. 

— Ryō es hija del CEO de Grupo Mizuho, el de los bancos ¿Lo conoces?

Asentí lentamente. Para ese momento, mi mente ya estaba haciendo posibles hipótesis sobre Ryō y la razón por la cual no había podido detenerla.

— Mi papá solía tener una cuenta ahí. 

— Cuando llegó hace años, mintió sobre su familia y a ellos les argumentó que estaba estudiando en el extranjero para que no la detuvieran en su sueño por ser famosa. Si el jefe hubiese sabido quién era y la influencia tan grande que tiene, jamás hubiera aceptado un paquete tan grande. — Tomó una pequeña bocanada de aire e infló sus mejillas inconscientemente mientras pensaba en lo siguiente. — Yo ni siquiera le habría hecho caso.

No recuerdo en qué momento mi mente decidió por sí sola, romper que la racha de silencio que me había propuesto. Sin embargo las palabras salieron más rápido de lo que alcancé detener.

— ¿La querías? — Musité evitando sonar lamentable.

Por su puesto que la quería, me lo había dicho Hoseok. Y no entiendo por qué mi lado impulsivo insistió en querer escuchar eso de Yoongi.

— ¿Importa? — Respondió con voz distante y fría.

— Claro que sí. Eso tal vez explicaría por qué demonios la sigues protegiendo si afecta la tranquilidad de los miembros y la tuya. Lo que hace no es normal y por lo que vi hoy, también lo sabes pero le restas importancia. — Mi voz había sonado genuinamente molesta, y para cuando me di cuenta, él ya lo había notado dejando salir una pequeña sonrisa de lado, cargada de satisfacción.

— Sí. —  Contestó indiferente. Sentí a mi lado, el peso de Yoongi concentrarse en la cama y para cuando decidí voltear, lo único que visualicé fueron las líneas de su perfil y sus ojos clavados con cansancio en el techo. — Pero como te había dicho, Miah, ya no siento nada por ella-

— Oye. Relájate, Yoongi. Está bien. — Susurré para después cambiar mi voz a una más chillona. — Es tu vida, no tienes qué explicarme lo que hagas. — Lo imité.

— Esas son mis líneas. —  Soltó una pequeña risa recordando fue él quien las dijo primero aquella noche después de la boda.

Un silencio con aura extraña invadió la habitación. No era algo hostil, ni siquiera incómodo. Aquella sensación era muy distinta a cualquiera que había experimentado cerca de Yoongi los últimos meses. Tenía en ella, una emoción parecida a las del pasado.
Intenté aportar más a la conversación pero mi mente estaba bloqueada. No podía encontrar palabra alguna que hiciera justicia a la impotencia que Yoongi sentía por tener que escoger entre dar un alto a la persona que alguna vez quiso y no poder defender totalmente a sus amigos.

— En fin. — Continuó. — Hubo un momento en el que la empresa quiso tomar acciones legales con ella por Hostigamiento, pero ya imaginarás que papi CEO de Mizuho, hace hasta lo imposible por limpiar el nombre de su hija.

—¿Y de lo demás, Yoongi?— Susurré tratando de llegar a lo que quería. — ¿Por qué la proteges? Si ya no son algo ¿Por qué sigues dándole lo que quiere? Y no solo lo pienso yo. — Protesté disminuyendo el volumen de mi voz cuando noté que estaba tomando atribuciones que no me correspondían.— Escuché a Namjoon en el avión.

— Así que no estabas tan dormida...

— No escuché tan apropósito.

— Porque me siento mal por Ryō, Miah. No siempre fue así. — Suspiró ruidosamente y se preparó para continuar. —  Cuando su padre se enteró que lo había engañado, quitó todo acceso económico. Ryō no cedía a regresar a casa e insistía en seguir en la compañía. Y como ella siempre fue bastante inútil, no podía hacer mucho para sobrevivir... Fue cuando comenzó a vender información. El jefe la perdonó una vez y yo intenté olvidarlo, pero ella lo hizo de nuevo aun sabiendo que arruinaría la compañía. Evidentemente me dolió mucho y decidí dejarla.

— ¿Y no trataste hacerla cambiar de... medios? — Pregunté.

Era indignante. De todas las formas posibles para conseguir dinero ¿Traicionar a quien amas es lo más factible? Haber filtrado información no era justificable. En cada esquina de Seúl, siempre habían restaurantes, tiendas o pequeños comercios buscando meseros, cajeros o personal de cualquier tipo. Ryō pudo haber escogido el camino más difícil pero al final, optó por aquello que hirió a Yoongi.

— Claro que sí, Miah. Aún si ya habíamos formalizado el grupo, seguía intentado trabajar medios tiempos para sostener los gastos que implicaba nuestra vida y tener qué ofrecerle a Ryō... Pero su estilo de vivir estaba muy alejado del que yo podía ofrecerle.

— No te imagino convencido de tener que mantener a alguien.

Sentí que mi corazón se contraía poco a poco. ¿Cómo es que alguien no podría valorar algo así? No era un secreto el tema de la lesión del hombro del Yoongi y eso solo logró resentirme más. Intenté no odiar a la chica y entender su situación, pero me era imposible sentir empatía por alguien que había lo lastimado de esa forma.

A mi Yoongi.

— Pensé que había desaparecido hasta que obtuvimos nuestro primer grande. Ahí comenzó a hacer todas esas mierdas raras de seguirnos. — Negó sigilosamente con la cabeza intentando encontrar algo divertido en ello. — Y cada vez que lo hace, no puedo querer evitar que tenga problemas y ahorrarle un escándalo a la compañía. Así que, cada vez que lo hace, voy a verla, le miento diciéndole que algún día estaremos juntos y la he perdonado... Y la pongo en un avión de regreso a Japón en cuanto está más calmada.

— Y regresa cuando se le da la gana. 

— No tengo control de eso. 

— Estás siendo demasiado noble con alguien que te traicionó y lastimó.

Sin embargo, mis palabras se fueron desvaneciendo cuando me percaté que posiblemente Yoongi tenía esa percepción de mí.
Si no había respondido en todos estos años, si no quiso hablar, era porque entonces intentaba dejarme atrás. Porque desde su perspectiva, yo era alguien que lo había lastimado.

— Soy demasiado amor para este mundo tan cruel. ¿No?

— ¿Y piensas seguir haciéndolo?

Yoongi regresó la mirada hacia mí. ¿Cómo es que una voz grave y profunda podía encajar en un rostro como el suyo? 

Hasta ese momento, jamás me había percatado de cuánto le extrañaba realmente. ¿Por cuántos años me había perdido de aquella escena?
Era una euforia reprimida lo que acontecía dentro de mi pecho ¿Cómo es que estaba logrando contenerlo? Sentía la necesidad de quedarme ahí para siempre y hacerle olvidar los malos ratos que otras personas le habían hecho pasar.

¿Por qué? Porque lo quería. Jamás dejé de hacerlo.

— Creo que debo comenzar a poner un alto, sí. — Sonrió tímidamente. 


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