Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Do I Wanna Know?

No habíamos tenido otra opción mas que ubicarnos en la misma mesa. Geum había estado evadiendo a sus padres y definitivamente, no estaba dispuesto a sentarse conmigo en el mismo lugar que ellos.
La parte positiva de todo eso, es que por lo menos la atmósfera no era tan tensa y todos teníamos rostros conocidos alrededor. Min Yoongi de nuevo se mantenía distante y pocas veces volteaba a mirarme. Sin embargo, la conversación entre el grupo, gradualmente comenzó a ser más natural y amenizó bastante toda incómoda situación.

— Por cierto. — Dijo Hoseok, mientras tomaba un par de abulones de la charola de bocadillos. — ¿Cómo es que han venido juntos? —  Preguntó hacia Geum.

Por la expresión de su hermana Dawon, a su lado, aquella pregunta estaba de más. Incluso, creo que con la mirada pudimos intercambiar un pequeño "Hombres... ", pero todo se limitó a una sonrisa de su parte pidiendo perdón por las preguntas obvias e innecesarias que surgían de su hermano menor.

Geum terminó su copa de vino y con voz tranquila, sin demasiada presión, no pensó mucho su respuesta.

— Bueno, me agrada mucho la compañía de Miah. — Sonrió hacia el chico de cabello castaño claro, quien no dudó en asentir muy convencido. — Fue muy amable al aceptar venir conmigo.

— Vaya... Quisiera tener la edad de Miah y Yoongi como para dormir tan tarde y asistir a una boda al siguiente día. — Quejó Seokjin, dándose pequeños golpes en las costillas, como todo un hombre de edad avanzada.

Yoongi y yo nos dedicamos una mirada muy fugaz. Ellos lo sabían. La noche anterior, Namjoon, Hoseok y Seokjin se habían enterado que él y yo saldríamos a cenar... como amigos de la infancia, claro. De hecho, Jin fue quien recibió a Yoongi y en contra de la voluntad del último, ayudó a encaminarlo hacia su habitación. 

Sin embargo, era un poco — o muy —incómodo el hecho de que Geum no tuviera ni el más mínimo conocimiento de ello.

—Solo eres mayor por un año ¿De qué estás hablando? — Habló Yoongi dirigiéndose a Jin. No fue muy obvio pero noté que irrumpió para evitar dar explicaciones a Geum.

Pero ya era demasiado tarde, él lo había se había percatado de ello

— ¿Salieron? ¿Ustedes dos? — Preguntó Geum con una incomodidad notoria.

— Bueno...

— Sí, hyung. — Interrumpió Yoongi. — Miah y yo somos viejos conocidos. Lo sabes. Hace tiempo le prometí una cena así que fuimos a comer helado con papas fritas.

— ¿Y no consideras que fue algo arriesgado? ¿Lo supo alguien en la agencia? ¿Minhyuk fue con ustedes? 

— Creo que no necesito de permiso ni supervisión para salir a cenar con mi amiga, Geum. 

Y aunque el aura de tensión en la conversación era un tanto evidente, de pronto sentí un alivio tremendo. Aprecié la forma en la que Yoongi tomó la iniciativa de revelar un poco de la verdad y eso me quito un considerable peso de los hombros. Por lo menos de ahora en adelante, ya no usaría la excusa de Minhyuk y el servicio con Geum.

— ¿A dónde te llevó, Miah? — Preguntó Hoseok con entusiasmo, creo que su oración estuvo más encaminada a distraernos que cualquier otra cosa. 

— Fuimos al 2x1 de McDonald's. — Respondió Yoongi, como si se tratara de la verdad absoluta.

Pierre Gagnaire. — Corregí

— Oh, la langosta ahí es deliciosa. — Aplaudió, tal vez en su mente hasta se imaginó devorando un gran plato de eso.

— Lo sé, pero su majestad quiso carne porque odia la comida de mar. — Asintió Yoongi cruzado de brazos. — ¿Sabías que tuve que preguntar por el menú infantil porque Miah quería nuggets?

— Estás difamándome.

— No es mi culpa que no sepas comportarte en sociedad, Miah.

— Lo dice el caballero que terminó con una botella de vino Y-ME-DI-A y cuyo auto tuve que conducir de regreso. — Enfaticé.— Claro. 

— Por cierto, manejas terrible. ¿Quién te enseñó a conducir? ¿Minhyuk?

— Pues tú parecías bastante relajado, hasta estabas cantando y todo eso... 

Geum se removió en el asiento y afirmó incómodamente. Una de sus habilidades, era siempre mantener aquel semblante amable, lleno de cordialidad y serenidad incluso ante la situación más embarazosa, pero aquella tarde no lo logró.

— Creo que no sé tantas cosas de Miah como pensaba. — Musitó en un débil intento por forzar una sonrisa.

— Podría darte un curso, Geum. — Respondió Yoongi. Claro que como respuesta a mi semblante rogando por un poco de piedad, lo único que recibí fue una sonrisa ladina que me resultó extrañamente más gratificante que arrogante. — Le gusta el helado de vainilla pero no muy helado, le da mil vueltas hasta que se derrita y parezca espuma.

— Creo que te equivocas, Yoongi. — Corrigió Gum. — El helado favorito de Miah es el de expresso. Y no de cualquier heladería. Puedo llevarte cuando quieras.

— Curioso. — Sonrió. — Justo ayer en la noche terminó con el helado de vainilla. 

Yo, en ese momento, lo único que podía hacer era sonreír en ambas direcciones y rogar al cielo porque no se desatara un concurso de datos curiosos sobre mí y el objeto principal no fuese yo, sino aquel molesto ego que siempre sale relucir cuando los hombres quieren proteger algo de su dignidad ante los otros.

Sin embargo, al poco rato, gracias a la intervención pactada con la mirada entre Dawon y yo, esa conversación se fue sepultando conforme llevaban la cena.

— Yo creo que la novia se ve hermosa. — Interrumpió ella. 

— ¿Verdad? Creo que es herencia. — Asentí. 

Llegó un punto en el que Seokjin estaba demasiado ocupado rodeado de su familia, por lo que rara vez se volvía a su asiento en nuestra mesa. Hoseok llevaba de acompañante a su hermana mayor a quien no veía desde hace meses y Geum desaparecía constantemente para hablar con sus viejos amigos de la infancia e indiscutiblemente, para hacer una que otra aparición cordial en la mesa de sus padres.

Solo quedábamos Yoongi y yo, y para ser completamente sincera, no me molestaba en lo absoluto.

— ¿No tienes resaca? — Solté tras beber dos copas seguidas de vino para recuperar la seguridad. Dos.

¿Cómo era humanamente posible haber salido la noche anterior y ahora aparentar que apenas hablábamos? Si Yoongi pensaba en utilizar la excusa de "el cuidado que deben tener en público", sería ofensivo. Dentro del protocolo de la boda habían limitado el acceso de las fotografías personales, era imposible tener pruebas de tal tipo.

Me estaba evadiendo por elección, no porque fuera obligado a ello. 

— A mí no me da resaca. — Sonrió al instante, sin quitar la vista de su celular. — ¿Y tú?

— Yo ni siquiera tomé. — Le recordé. —  Oye... Gracias por la cena.

Yoongi apartó la mirada de la pantalla de su celular y volteó hacia mi lugar, con una expresión neutra pero curiosamente amigable.

— Supongo que gracias a ti... Por llevarme a casa.

Dirigíamos la mirada hacia diferentes puntos. Era evidente que yo sentía la necesidad de aclarar el por qué me encontraba con Geum en ese lugar y él, muchas veces intentó hablar para tal vez comenzar la pregunta, pero callaba al instante. 

En medio del silencio, giré para observar la pista iluminada al centro. Muchas personas se encontraban bailando o haciendo por lo menos el intento, así que parecía genuinamente divertido.

Tal vez...

Sería absurdo si yo...

— Y ¿tú no bailas? — Emití sin verlo, quitando los pétalos de una rosa del centro de mesa por mero ocio. ¿Cuánto dinero habrán invertido en ellos? Es decir, las únicas que ponían atención a esos detalles, e incluso peleaban por ellos, eran las matriarcas de cada familia.

— Yo no bailo. — Respondió prestando atención a mi desorden de pétalos sobre la servilleta de tela en mi lugar.

— ¿Seguro? Hay un video con pijama rosada que dice todo lo contrario. — Levanté una ceja en dirección hacia él, esperando que mi comentario funcionara. — Eres buen bailarín, Yoongi. El paso en el piso me agradó. No cualquiera... ¿Cómo era? Algo así...

Entonces una sonrisa pequeña apareció en sus comisuras. Dirigió la mirada hacia toda dirección esperando encontrar una salida rápida, pero no la había.

—¡No lo digas! — Apretó los ojos sonriendo, arrugando la nariz de una forma exageradamente adorable. — Yo no escogí mi atuendo en esa ocasión.

Entonces regresó a mi mente el montón de comentarios y leyendas que encontré en internet respecto a uno de sus videos más vistos. Algunos eran positivos, muy positivos, neutrales o muy negativos. En medio de mi búsqueda, algunos detalles salieron a relucir y, en ese momento, pensé podría ser una buena táctica en medio de nuestra constante lucha sin fin por querer avergonzar al otro.

— ¿Por qué dicen no llevabas ropa interior, Yoongi? — Sonreí. — Honestamente, si no hubiera leído algunas leyendas, no me habría percatado. — Afirmé. — No digo que esté mal... Cada quien tiene la libertad de sentirse cómodo pero... ¿Cómo? — Agregué con intriga exagerada. — ¿Por qué?

Pero él no iba a ceder. Recuerdo que, en el juego de ver quién avergüenza más al otro, fue en lo único donde jamás me dejó ganar.

— ¿Cuántas veces repetiste ese video, Miah? — Entrecerró los ojos forzando la voz a una más quisquillosa. — Pusiste mucha atención ¿No?

Y entonces pensó él había ganado, pero no. Avergonzarme ya no era tan sencillo comparado a cuando tenía 16 años.

— Las suficientes, Yoongi.— Respondí muy segura de mí, evidentemente muy avergonzada en el fondo.

No sé si fue mi evidente necesidad natural por molestarlo o el lugar y la situación en la que nos encontrábamos o simplemente que ya había logrado mi objetivo, pero pude ver la forma en que sus mejillas se sonrojaron fugazmente mientras dirigía la vista hacía cualquier otro lado y maldecía en frecuencia nivel hormiga. Todo esto, con una leve sonrisa contenida en las comisuras de sus labios.

— Estabas muy atenta, por lo que escucho. — Recuperó la compostura. Levantó ambas cejas con el fin de intimidarme. Y lo logró. — Pero para tu información, la llevaba. Es solo que a la gente le encanta exagerar y perder la cabeza por cosas absurdas. — Aseguró. — Pero, en el hipotético caso de que fuera verdad lo que dicen... Por lo menos es preferible no llevarla a usar calzoncillos con pandas.

— Estabas muy atento, por lo que escucho. — Respondí tratando de negar una sonrisa desmesurada.

Y por fin volvíamos a ser los mismos de la noche anterior.

Tal vez esa era nuestra naturaleza, molestar el uno al otro. Era como si hubiéramos venido a este mundo para notar el más mínimo pero absurdo detalle y convertirlo en una burla cruel, pero divertida que jamás era tomado como una ofensa o algo demasiado personal que le quitara el sueño al otro.

— Deberíamos ver a Hyuk cuando esté de permiso en el ejército. — Dijo. Sonreía observando sus dedos mientras jugueteaba con ellos.

Creo recordar mis ojos se iluminaron como si hubiera recibido la noticia de un ascenso en Dubai, el reencuentro de Backstreet Boys o de mi madre diciendo que por fin dejaría de intentar conseguirme citas a ciegas con las primas de las conocidas de sus amigas del Club de Golf al que asistía mi padre.

— ¿Solo... nosotros tres? — Balbuceé. — ¿Cómo antes? — No pude evitar escucharme absurdamente emotiva.

Yoongi mantuvo la sonrisa y afirmó lentamente en silencio, tal vez con nostalgia. Había un cierto destello de tranquilidad en su rostro y eso podía hacerme sentir como si fuese importante para él, de nuevo.

— Ya no podremos hacer las cosas que hacíamos antes porque eres una anciana ahora y no nos aguantarías el ritmo, pero -

— ¿Te refieres a cuando te obligamos a celebrar tu cumpleaños o cuando fue el mío? — Reí sin preocuparme por llamar la atención.

— Creo que lo más memorable fue en tu cumpleaños. Incluso en esa ocasión descubrí que Jiaer no era tan estúpido como pensé. — Yoongi seguía jugando con sus dedos, hablando casi en modo susurro, pero con entusiasmo.

—¿Jiaer? — Pregunté intentando hacer memoria. — Oh ¡Escuché que también entró a una agencia! Le perdí el rastro hace muchos años.

— Ujum. — Sonreía con simpatía, casi como si ahora le agradara incluso hablar de él. — Es un gran amigo de Namjoon. Me agrada.

Poco a poco, las preguntas, las bromas y la conversación en sí, fueron fluyendo más de lo que había imaginado para aquella situación. No hubo un momento en el que Yoongi decidiera poner distancia o un fin contundente. La barrera había desaparecido. Estar con él, tan solo el hecho de platicar con él, me hacía recordar aquella sensación de agradable y cálida pertenencia que me provocaba sonreír por horas cuando tenía 16 años. Compartir un momento juntos, me provocaba felicidad radiante y al mismo tiempo, podía sentir el temor de que todo aquello, fuera tan efímero como lo fue en el pasado.

No quería que terminara. Jamás.

En ese periodo, Yoongi me contó sobre su familia y los proyectos que tenía junto a su hermano mayor. Me agradó muchísimo saber que a pesar de todo, lograron mantener su relación y que sus padres en algún punto terminaron aceptando el brillante camino que tenía por delante. Habló sobre Hyuk, sobre sus planes de estudiar psicología y su necesidad por tomar un periodo de vacaciones debido al estrés al que estaban expuestos constantemente.
Mi corazón no pudo acelerarse más cuando preguntó acerca de mi salud mental y, orgullosamente, pude responder que tras muchos años de terapia, fui capaz de encontrar la forma de controlar mi ansiedad y que pocas veces llegaba a necesitar de ciertos fármacos para mantener por debajo del límite, los episodios que solían desatar situaciones estresantes.
Mi parte favorita de esos minutos con él, fue cuando sonrió interesado en mis sueños y mi carrera. Pude contarle mi plan por querer estudiar un posgrado y aprender un cuarto idioma.

Todo parecía perfecto e ideal. Incluso si el ambiente no era tan relajado como para hablar sobre nosotros, parecíamos estar encerrados en nuestra propia burbuja de serenidad.

Sin embargo, cuando el bullicio de personas comenzaba a concentrarse un poco más, sentí el cuerpo de Geum sentarse a mi costado, pero al voltear... me di cuenta de que posiblemente no venía solo.

— ¿Y esta chica tan linda? — Preguntó aquella mujer de traje Chanel color rosado. Era hermosa.

Yo no supe de qué forma responder. Todo lo que pasaba por mi mente era la necesidad por tomar la mano de Yoongi y salir corriendo hacia algún lugar tranquilo para poder explicar lo que estaba apunto de presenciar. La situación empeoró cuando la mirada cargada de extrañeza de Yoongi se cruzó con la mía, preguntando sutilmente para sí, cuál sería mi relación con la madre de Geum.

Permanecí estática, sonriendo hacia aquella mujer mientras intercalaba la mirada entre su hijo y Yoongi.

Los ojos de Geum se dirigían hacia mí pidiendo perdón o tal vez compasión. Y justo cuando iba a disculparme poniendo la excusa de usar el tocador como una forma razonable para salir de ahí y evitar situaciones innecesarias, en ese mismo instante, sentí a Yoongi alejarse a mis espaldas, y tras una vista rápida buscándolo, me percaté que ahora se encontraba junto a Hoseok y su hermana, ubicados a unos cuantos metros de nosotros.

— Soy Ahn Miah. — Dije sonriente, mientras me levantaba y emitía una reverencia.

— ¿De los Ahn de Constructora Ahn? — Interrumpió el alto hombre de traje negro. Curiosamente era una versión más grande y cansada de Geum, pero, aún si la diferencia de edades radicaba en tal vez unos 30 años, no dejaba de sorprenderme el porte y el atractivo en común.

— No, lo lamento señor Park. — Respondí sin dar muchos rodeos. — Solo... Ahn.

— Padre, por favor no comiences, por favor...

Las palabras de Geum quedaron en el aire, desvanecidas al llegar a mis oídos cuando, en ese momento, pude ver los preciosos ojos de la señora Park deslizarse sobre mi brazo, buscando como todos, algo que pudiera dar respuesta a sus oraciones como madre preocupada por la soltería de su hijo.

— Cariño, no me digas que... — Emitió un chillido reprimido mientras, con emoción y a la vez calidez, tomaba mi mano izquierda, donde había colocado el anillo de zirconia. — ¿Es lo que creo que es?

No tuvimos más opción que dedicarnos una rápida mirada. Muchas cosas habían cambiado durante esas horas, fue más que evidente el plan había cambiado al inicial.

Entreabrí los labios en varias ocasiones y lo único que pudo salir de entre ellos, fue un torpe balbuceó que se hacía cada vez más pausado y torpe a consecuencia del intercambio de miradas entre Yoongi-Miah-Bogum.

Era el momento de decidir sobre empezar o no con nuestra mentira.

— ¿Es tu prometida? — El señor Park sonrió de oreja a oreja ante la posibilidad de que su único y alejado hijo, fuera a casarse por fin. — ¿Es ella, Geummi? ¿Mi muchacho por fin podrá darme nietos?

No emití palabra alguna, tampoco lo hizo Geum. Lo que sí se escuchó fue la felicitación a todo pulmón por parte de su madre, quien había interpretado nuestro silencio como un rotundo "Sí".
Mi mirada entonces, comenzó a buscar desesperadamente a Yoongi, y cuando lo encontré, su ceño fruncido y de confusión, me alarmaron de inmediato.
Sentí la enorme necesidad de correr a aclarar la situación, pero una oleada de abrazos y felicitaciones de personas que ni siquiera conocía, me invadieron impidiendo llegar a él.

Cuando todo terminó, me encontré con que Hoseok, su hermana y él, ya se habían retirado desde hace unos treinta minutos. Durante aquel periodo, únicamente me concentré en contestar algunas interrogantes de la madre de Geum, pero educadamente deslizaba toda mi atención en mandar mensajes a Yoongi preguntándole dónde estaba.

En ningún momento hubo respuesta.

Geum y yo no permanecimos mucho tiempo más en aquella fiesta.

Mientras él manejaba de regreso, un silencio extrañamente incómodo inundó la atmósfera. Y no, definitivamente no era por el tema del compromiso en sí. Geum había notado mi desesperación por encontrar a Yoongi, pero era demasiado prudente como para meterse en mis asuntos. Desviábamos la mirada, no podíamos tocar el asunto, era una situación inusualmente rara para nosotros. 

De pronto, de la nada, sin emitir alguna expresión o haber comentado algo al respecto, decidió parar justo en la calle posterior a la entrada de la compañía.

Cuando el motor se detuvo, entorné la mirada buscando respuestas.

— Creo que tendré que dejarte aquí. Surgió algo. — Susurró forzando una sonrisa.

Geum jamás me dejaría a esa hora de la noche en un lugar diferente a mi casa. Tal vez estaba demasiado incómodo con mi presencia, tal vez ya no quería hablar del tema, quería evitarme y eligió la excusa menos creíble para afrontarlo. Sin decir palabra alguna, confundida, me limité a sonreír, asentir, hacer una reverencia y salir lo antes posible de su auto.

Él no me miraba. No tenía que ser muy observadora para notar que no podía hacerlo.

— Tal vez se encuentre en el estudio. Si no está, llama y vendré por ti. — Apretó sus labios y volvió a dirigirme un melancólico intento de sonrisa. — Miah... Lo siento. No quería causarte problemas. — Susurró antes de que yo cerrara la puerta del copiloto y él arrancara el vehículo.




***

Y EL YOONGI ASÍ DE:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro