№4
Arianne
— Gracias, Nicole —le agradecí en la puerta de su casa. Haeri entró corriendo en la casa de mi amiga y Nicole negó repetidas veces con la cabeza.
— Siempre me las das, sabes que amo cuidar a tu hija, es un amor —dijo ella enterneciéndose y me reí un poco.
— Siento habértela dejado tan pronto pero tengo que ir a hacer antes una cosa.
— Ni te preocupes tonta —le sonreí agradecida—Haeri~ ¿no te despides de tu mamá? —mi pequeña se asomó por el comedor junto con el gato de mi amiga. Pobre gato debe de estar harto de Haeri. Mi hija se parecía a mí cuando yo era pequeña, su pelo es largo y liso y del mismo color que el que tengo, negro. Ella se despidió desde ahí moviendo su manita y le dediqué una sonrisa.
— Pórtate bien, vendré a recogerte por la noche.
— Shí~ mami...
Me despedí de Nicole y me fui de ahí dirección a la cafetería donde había quedado con Jimin.
Me estaba costando presentarme delante de Jimin otra vez porque me hace recordar el pasado y yo ahora estaba muy ocupada en mi presente. No me emocioné por verle de nuevo e incluso preferiría mantener distancias. Sabía que él había estado presente una gran parte de mi vida pero ahora me niego a que él tenga una mínima conexión con mi vida actual.
— Esto no puede ser cierto... —miré el test de embarazado que marcaba positivo. Sabía que algo no iba bien pero no que estaba embarazada. Aquel día me quedé en shock y finalmente tras ver cambios en mi cuerpo fui al médico a que me confirmara algo que era seguro.
Cuando tuve el valor me reuní con mi madre y su comprometido para darle la noticia. Fue un desastre. Mi madre enloqueció como nunca.
—¿¡CÓMO QUE NO SABES QUIÉN ES EL PADRE!? —me gritó dándole un golpe a la mesa cuando le dije que no sabía de quien me había quedado embarazada. Dae se pasó la mano por la frente intentando asimilar lo que había dicho.
—No, no lo sé — hablé calmada, no iba a perder los estribos, ya bastante lo hice yo sola— Simplemente... pasó.
— ¿¡CUÁNDO!? —Gritó y se derrumbó en la silla—No me puedo creer que te acostaras con el primer hombre que conoces en una noche, yo no te eduqué así.
—Lo siento. —bajé mi cabeza para no mirarle a los ojos.
— ¿Y si aborta? No hay que preocuparse por el dinero— salté de la silla e interrumpí a Dae.
— ¡No! ¡No voy a hacer eso!
Mi madre se tapó la cara frustrada— No sabes lo que estas diciendo, Arianne. No cualquiera puede mantener un hijo y tú tienes que terminar los estudios y trabajar. Ni siquiera tienes dinero para mantenerte a ti sola.
— Lo haré. Tomo el riesgo, quiero tener el bebé y lo cuidaré. —mi madre se rió amargamente y miró a Dae.— Mamá, tú me cuidaste a mí cuando papá nos dejó... Es casi lo mismo... Yo no me rindo tan fácilmente, ni siquiera ha empezado.
— Fue diferente. Tú ya tenías 9 años y aún así ¿¡crees que fue fácil!? Eres una ingenua, ¡no sabes lo duro que es cuidar un niño! — Dae intentó calmarla pero mi madre estaba enfurecida. Terminó soltando un suspiro rendida— Me iré a acostar, estoy mareada... —se levantó de la silla y me miró antes de irse—Arianne, será mejor que te las apañes bien porque no pienses que vas a contar con nuestro apoyo, ya te darás cuenta de lo duro que será.
— ¿Q-Qué...?
Lloré mucho ese día. Mi madre había sido muy dura conmigo y me fui de ahí con un dolor en el pecho horrible. ¿Ni siquiera mi familia iba a ayudarme?
Entonces me vi obligada a ganar mi dinero. Busqué un trabajo para mis horas libres y me contrataron en una panadería. Mi jefa fue muy amable conmigo y muchas veces me invitaba a cenar a su casa. No sé si es porque era joven, estaba sola y encima embarazada, me imagino que le daba pena. Aún así, estaba completamente agradecida. Me ayudó bastante ya que siempre me dejaba sus libros de cuidado de niños que utilizó cuando se quedó embarazada de sus hijos.
Cuando Nicole se enteró, lloró mucho y le partía el corazón verme tan mal. Estaba cabreada por muchas cosas, sobretodo por mi madre que no se podía creer que no me iba a ayudar. Nicole hasta estaba dispuesta a mandarme dinero para que pudiese cuidar al bebé que por cierto, recién me habían dicho que era una niña. Sonreí mucho cuando la vi por la ecografía.
Habían noches en que dormir se me hacía totalmente imposible. Siempre terminaba a las tantas de la noche tumbaba en el sofá y encendía la televisión para hacer zapping en busca de algún programa tan aburrido que me provocaría sueño.
"Bangtan Boys acaban de alcanzar el número 1 en la lista Billboard..." tuve que apagarla. Estaba cansada de ver a Jimin por todas partes. Siempre que encendía la televisión me salía algo de BTS o cuando salía a la calle veía carteles o buses con su cara. Creí que estaba obsesionada y me volvería loca. Pero aquella noche, no estaba bien emocionalmente, extrañaba a Jimin y como una tonta lo llamé. No sabía realmente lo que estaba haciendo pero lo necesitaba. Lo hice sin pensar.
- ¿Sí? —mi corazón había dejado de latir por un segundo. Él había contestado después de un par de tonos—¿Arianne?
- ...
- ¿Estas ahí Arianne?
No dije nada y finalmente corté la llamada.
No tuve el valor de hablar.
Pasaron los meses y poco a poco se me hacía más ameno ir a la universidad sin que me importasen todas las miradas. Se lo agradezco a Jaebum, mi compañero de clase que me apoyó bastante durante ese tiempo. En la facultad todo el mundo me miraba, juzgaban y hablaban sin saber. Más de una vez había escuchado a las listillas de turno (las típicas que se te acercan en plan amigable pero que en verdad les importas muy poco) preguntándome si algún día me arrepentiría de mi ''gran error''. Yo siempre les contestaba que de lo que sí sabía que NUNCA me arrepentiría sería dejarlas calvas porque les iba a arrancar los pelos y después las estrangularía por ser tan retrasadas.
Siempre se marchaban espantadas y Jaebum se reía fuertemente. Gracias a él no me sentí tan sola y pude sobrellevar mejor la situación en la que vivía y la pequeña depresión la fui superando poco a poco.
Yerin, en ese entonces era mi futura hermanastra, estaba preparándose para debutar con un grupo de chicas. Ella estuvo llamándome, pues recién se había enterado que yo iba ser mamá y como una tonta lloré hablándole por teléfono. Fue la primera vez que alguien en vez de escandalizarse y pedirme explicaciones me dijo textualmente "¡Voy a ser tía! ¡Estoy muy feliz!". Después me llamó idiota por ponerme a llorar pero no se puede imaginar lo feliz que me hizo esa niñata.
Llegaron las últimas semanas y mi madre me llamó pidiéndome que fuera a casa. Dudé en ir cuando ella misma me había echado meses antes pero finalmente tuve el valor de presentarme. Ella lloró arrepentidísima dándome un abrazo y me rogó que me quedara con ellos, que iban a apoyarme y cuidar a mi bebé y que ella se sentía muy mal por haberme dicho esas cosas. La perdoné, al fin y al cabo se disculpó... Aún así, me costó de nuevo sentirme cómoda con ellos.
— Mamá... —me asomé al salón donde me encontré con mi madre leyendo un libro y Dae mirando su tablet. Mis manos estaban encima de mi gran barriga la cual me dolía mucho. Ambos se giraron sabiendo perfectamente lo que estaba pasando. Mi madre saltó del asiento y gritó a Dae que preparara el coche para llevarme al hospital pues yo ya estaba de parto.
Mi madre estuvo conmigo en todo momento agarrando mi mano con fuerza y animándome. Por suerte, fue rápido y cuando tuve a mi pequeña Haeri en mis brazos no pude evitar llorar de la emoción. Era tan delicada y tan hermosa... Me enamoré de ella en ese instante para siempre.
Mi familia me vino a ver al hospital, mi abuela estaba muy feliz por mí y me sentí muy querida esos días, ¡hasta Helen y Taeyong habían venido a verme!
La primera noche en aquel hospital, Haeri descansaba justo en la cuna que estaba a mi lado, no podía dejar de observarla y entonces me acordé de él. Tragué con dificultad cuando de nuevo me encontraba con su número de teléfono en mi móvil apunto de llamar.
Necesitaba decírselo.
Solté el aire cuando marqué y me llevé el teléfono a la oreja esperando que volviera a responder como aquella vez.
"El teléfono al que llama no se encuentra disponible en estos momentos"
Lo intenté los siguientes días pero él... había cambiado de número de teléfono.
Pasaron tres años, yo había conseguido graduarme en la universidad, había costado lo suyo pero lo conseguí y mientras trabajaba, empecé a buscar trabajo de lo que yo me había especializado. Desde ese entonces estuve viviendo en Busán, en casa de mis padres con mi hija, hasta que me salió trabajo y me dieron la opción de trabajar en Seúl como fotógrafa en una revista de moda muy famosa. La misma empresa me pagaba el alquiler de un apartamento super chulo e incluso lujoso en la ciudad por lo que sería un gasto menos para mí.
Mi madre y su ahora marido me preguntaron si estaba segura pues iba a tener que irme sola con mi hija, pero al final acepté y me transladé sin miedo de los cambios.
Meses después, me sentía muy satisfecha de mi trabajo, me gustaba bastante y a mis responsables también les gustaba. Me encargaba de hacer los photoshoots de modelos e incluso de algunos idols... (¡Muy guapos por cierto!) y después tenía que trabajar con el ordenador para editarlas. Mi hija al principio se quedaba con una niñera que contrataba cuando yo no podía cuidarla porque en verdad trabajaba bastante y tristemente no podía pasar tiempo con ella.
De repente, un día me llegó un mensaje de Nicole diciéndome...
"El mes que viene vuelvo a Corea... ¡Me mudo a Seúl!"
Me presenté en la nueva casa de Nicole para ayudarla a trasladarse, ella estaba muy feliz porque había conseguido un trabajo como traductora de inglés en una empresa de Seúl y estaba encantada de volver a su país. Podía hasta trabajar desde casa y ganaba un buen y merecido sueldo. Había venido sola y volvía a estar soltera pero mejor que nunca.
Como vio que yo siempre estaba preocupada con quién dejar a mi hija, entonces ella me dijo que no tendría ningún problema de cuidarla, que estaba encantadísima. No quería que mi hija le quitara su tiempo libre pero como insistió tanto finalmente acepté a dejar a Haeri con ella mientras trabajaba. La verdad que tener de vuelta a Nicole me alegró bastante, siempre me hacía reír porque se quejaba que yo me había vuelto muy sería pero es que se pasaba todo el día diciéndome "¡Tenemos que ir a conocer chicos! ¡Hay muchos que nos están esperando!" y pues claro, yo siempre rechazaba su propuesta. Solo me preocupaba mi trabajo y por supuesto mi hija.
Y pasó un año más. Todo iba bien, sin ningún problema y contenta de mi nueva vida en la capital. El amor y las relaciones sentimentales seguían bloqueados para mi y en todos estos años no estuve con ningún chico. A todos los que les interesaba terminaban siendo rechazados, no quería ninguna relación, ni siquiera para sexo.
Un día que parecía normal me di cuenta que yo siempre pensaba que la relación que una vez tuve con Park Jimin ya lo había superado pero ese día en que me lo reencontré supe que no.
Maldije en voz alta una vez estaba en casa después de hablar con él. Me di cuenta que yo no quería verlo, le había cogido quizás algo de rencor y odio pero justamente se había tenido que venir a vivir al mismo edificio que yo, ¡joder! Encima se dio cuenta que tenía una hija y empezó a insistir para hablar conmigo. Me negaba totalmente, él no se había interesado por mi durante todos estos años y ahora sí, ¿no? Qué idiota.
Finalmente acepté de quedar con él y le dejé bien claro que nosotros no eramos ni amigos ni nada y que él por su lado y yo por el mío.
No quiero verlo y ni siquiera hablar con él porque mira, me alegro que la última vez que lo llamé él jamás llegó a contestar por su cambio de número de teléfono, porque en ese momento estuve dispuesta a anunciarle que Haeri era su hija.
¿Cómo pasó? Debió fallar la píldora que tomaba, no sé que pudo ocurrir pero fue de la última vez que nos vimos. Aquel día tan dramático...
De todas formas, algo tenía bien claro; mantendría a Jimin lo más distanciado posible de mí y de mi hija.
Park Jimin
El timbre de mi casa sonaba repetidas veces y apenas eran las 10 de la mañana. Me levanté de la cama gruñendo porque justo la noche anterior había salido con Jin y con Jungkook a tomar un par de copas, (nada de fiestas locas, eso ya no me va) pero me había acostado tarde para que ahora alguien me haya despertado tan pronto.
Me dirigí a la puerta principal arrastrando los pies y ordenandome el cabello— ¡Que ya voy! —grité y menos mal que dejó de tocar, me había puesto de mal humor.
Abrí la puerta desinteresado y me llevé una sorpresa, ¿Qué hace ella aquí?
—♥—
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