Perfect Life
Gotas de sudor caían por mi cuerpo, creando un recorrido que muy pocas llegaban a llegar tan lejos, pues sus manos grandes y fuertes, pero suaves, las borraba a su paso. Sentía que me faltaba el aire en ese cubículo tan pequeño, el oxígeno era necesitado en mis pulmones y aunque estuviera casi ahogándome, el placer que me regalaba su miembro dentro de mí lo valía.
— Ah..., más fuerte, sigue... ah... — Le pedí, ya que poco me faltaba para llegar al más exquisito clímax.
Agradecía el frío que proporcionaban los azulejos en mi pecho y aunque quizás éstos tuvieran más mierda que el propio suelo, poco me importó o al menos por ahora, seguro luego me arrepentía de haber pegado mi cara a ellos, por no hablar de la parte superior de mi cuerpo. Mis caderas ligeramente hacia atrás dejaban el hueco justo entre mi miembro y los azulejos, para que su mano masturbara con rapidez mi hombría, haciéndome llegar al tan deseado orgasmo.
— ¡Ahh..., joder!
Poco después con unas embestidas más que necesitó se descargó dentro de mí, gimiendo cerca de mi oído. Dejó caer ligeramente su pecho en mi espalda, recuperando el aliento, regalándome pequeñas caricias en mi cintura y besos en mi hombro.
— Esta noche te daré aún más fuerte. — Reí por lo bajo y aunque sonó a broma, yo sabía que iba en serio, lo haría y yo estaré encantado de que lo vuelva a hacer.
Con nuestros pantalones subidos y abrochados salimos de la cabina. Nos quitamos y limpiamos el sudor y el semen del cuerpo. Me pasó unos pañuelos que usé para secarme el agua y una vez me sentí medianamente limpio, me puse la camiseta.
— ¿A qué hora llegarás hoy? — Le pregunté mientras lo ayudaba con la corbata.
— No estoy seguro, pero no creo que muy tarde.
— Había pensado en pedir comida china y luego... — Mordí mi labio inferior insinuando mis intenciones. — puedes seguir dándome duro.
— Lo haré, no te escaparás. — Sonrió y atrapó mis labios en un beso rápido pero algo sucio, como todo lo que hacíamos.
Porque, ¿para qué engañar? Eramos una pareja bastante activa sexualmente y nuestros cuerpos nos agradecían por ello. Hablar no nos faltaba, confianza mucho menos, discusiones, raras veces teníamos y el sexo era una maravilla. Futuro es lo que tenía nuestra relación.
— Me iré ya. — Besó mi frente. — Por cierto, a ver cuando te animas a esas clases de cocina que con tanta emoción me habías contado anoche.
— Lo haré, cuando acabe mis exámenes y tenga más tiempo. Te prometo que comerás de la mejor comida.
— No lo dudo, ya puedo sentir el aroma de los tantos platos que probaré. — Aspiró, moviendo su mano para atrapar el "aroma" que no había.
— Huele a sudor, no hagas eso. — Di un golpe en su brazo, provocándole una risa que estaba aguantando. Claramente se estaba riendo de mí.
"A ver si te ríes cuando pruebes mis platos"
Yo sabía que no tenía mucha confianza en mí, como también que sus palabras eran más burla que otra cosa, pero no lo hacía con mala intención, lo sé, simplemente él era así. Además, mi cocina nunca ha sido muy buena así que se puede entender su burla. ¿Por qué no burlarme yo también de él?, pues porque era un excelente cocinero. Podía hacer cualquier plato y aunque a veces me costara admitirlo su comida era una delicia.
Volví a mis aburridas clases, estaba en mi último año de universidad y pronto me despediría de ellas y sería libre, bueno no totalmente libre, pero podré coger mejor las riendas de mi vida.
Vivía con Junsu desde hace un año, habíamos estado saliendo desde hace unos cuatro años y decidimos que ya era hora de vivir juntos. Por supuesto el apartamento lo pagaba él. El dinero no era un problema pues tenía un buen puesto de trabajo y no pasábamos necesidades, pero no quería ser un mantenido, odiaba no ser útil, por eso, una vez salga de aquí podría ayudarlo tanto como quisiera y pudiera.
Llegué a casa sobre las tres y media de la tarde, con los hombros cargados y tensados por tantas horas de estudios. Las clases eran lo de menos, lo peor era cuando al salir tenía que seguir matándome a estudiar.
"Que asco de universidad"
Preparé café para aguantar toda la tarde sin echarme a dormir, pues ver la cama junto al escritorio me tentaba demasiado, tanto que al final tuve que irme al salón a seguir estudiando.
Escuché la puerta de fondo, desconcentrándome por completo de mi tarea. Con algo de rabia, que iba aumentando a medida que avanzaba hasta la puerta, la abrí.
— ¿JungKook?
JungKook era el amigo de TaeHyung, un compañero mío de clases y que conocí a su amigo gracias a él. Era un buen chico aunque algo infantil para mi gusto. Poco tiempo después me enteré que estaba colado por mis huesos, pero que evidentemente rechacé. Yo sólo amo a un hombre y ese es Junsu.
"Aunque debo admitir que me dio algo de pena"
— Hola, siento molestarte es que Tae me pidió que te trajera esto. — Me extendió un cuaderno algo desgastado.
— Oh, lo había olvidado. Es el cuaderno que le pedí. — Le sonreí y noté como éste se quedó embobado. — M-muchas gracias.
— No hay de qué. M-me marcho entonces. — Asentí levemente y desapareció por las escaleras.
Desde el día que me enteré de sus sentimientos dejé de sentirme a gusto con su presencia.
"En fin, seguro con el tiempo se le olvida"
La noche había caído rápidamente. Era increíble como pasaba el tiempo tan rápido, pero estaba encantado, así podría ver antes a Junsu que llegaría más o menos en un par de horas.
Decidí pedir comida china como había acordado, sí, era un poco temprano pero el aburrimiento y las ganas de que pasaran las horas era enorme. El repartidor no tardó más que unos quince minutos y me dediqué a poner la mesa y preparar la comida, después fui a tomarme una ducha y como aún faltaba tiempo decidí repasar mi temario.
La relajante ducha me dio bastante sueño y comiéndome, literalmente, el libro caí dormido.
[Junsu]
Gracias a mi arduo trabajo de esta semana, pude salir un poco antes. Me quedaban unos quince días hasta que me dieran unas vacaciones y que aprovecharía para irme con Jimin a la playa. Había decidido alquilar un pequeño apartamento a pie de playa y darle una sorpresa. Sé cuanto se esfuerza en sus estudios y en la casa, y más que nadie quiero recompensárselo.
La diferencia de edad entre nosotros había sido un problema al principio, mi familia no lo toleraba decía que estaba muy mal visto, pero con el paso de los años dejaron de verlo así, enamorándose de mi Jimin y al que ahora no podían dejar de ver como a su propio hijo.
Al llegar a casa dejé mi maletín en la entrada y entré hasta el salón encontrándome una escena bastante linda. Jimin se había quedado dormido sobre los libros. La cena estaba servida aunque fría..., ¿para qué la sirve tan rápido?, seguramente estaría cansado y aburrido de esperar.
— Jimin... — Musité cerca de su oído, pero éste apenas se movió un poco.
Llevé mis manos a sus hombros y los masajeé, sabía el dolor que cargaba aunque él lo intentara ocultar. De a poco se fue despertando soltando unos gemidos que agradecieron por ahí abajo, y con "ahí abajo" me refiero al bulto que se había formado rápidamente.
— ¿Junsu? — Me miró con un ojo aún cerrado, rascándose la cabellera mientras bostezaba. — ¿Qué hora es?
— La hora de cenar, mi vida.
— ¡Me quedé dormido! — Se obligó a espabilar. — Ahora mismo te sirvo la cena. — Se levantó torpemente del sofá cayendo sobre mi regazo. — Creo que aún estoy dormido... — Rió.
— Eso veo. — Reí con él, acariciando su espalda.
— Vaya..., ¿Cómo...? — Jimin apunto al bulto de mi entrepierna y que tan cerca tenía.
— Es lo que provocan tus gemidos.
— ¿Mis gemidos?
— Sí.
— ¿Cuándo...?
— Deja de preguntarte cuando y haz algo anda. — Recosté mi espalda en el respaldo del sofá, llevando mis manos a mi nuca y acomodándome.
— Veo que quieres pasar al postre. — Una sonrisa pícara se formó en sus labios y no tardé en imitarlo. — Entonces disfruta de tu postre.
Bajó del sofá, colocándose entre mis piernas, las cuales separó. Bajó la cremallera de mi pantalón y metió una de sus manos, acariciando mi bulto y con la otra mi muslo.
— Ah..., Jimin no te hagas de rogar... mete tu mano.
Desistiendo en su provocación metió su pequeña mano dentro de mi bóxer encontrándose con mi miembro que tanto ansiaba su calor. Cerré mis ojos disfrutando de las caricias tan placenteras que me daba. Pasado unos largos segundos sentí mi hombría al descubierto y unos suaves pero esponjosos labios sobre la punta. Su lengua recorría todo el largo y acababa arriba, metiéndose en la boca mi glande. Su cálida saliva bañaba mi miembro y pensé que me serviría de lubricante para lo que iba a hacer a continuación.
— J-Jimin, ven. — Arrugando mi nariz por el placer le hice un gesto para que se acercara.
— ¿Qué ocurre?, ¿no te gusta? — Se sentó sobre mi miembro y con sus dedos recorrió mi cuello sin quitarle el ojo.
— Me encanta, ese es el problema.
Con mis manos en su cintura pegué su cuerpo al mío, atrapando sus labios cuando quedaron a centímetros de los míos. El beso era como todos, sucio, fogoso, lujurioso y necesitado. Abrió su boca dándole paso a mi lengua, que recorrió toda su cavidad desesperadamente. El chasquido de nuestros besos inundaba la sala, acompañados por los jadeos y gemidos que se nos escapaban.
Tiré de su labio inferior justo antes de separarme y quitar su camiseta. La tiré lejos de nosotros y con mis manos recorrí su formado torso.
— Me encantas. — Le dije a la vez que admiraba tal belleza. Mis dientes atraparon la carne de su cuello, el cual mordía y besaba luego para calmar el dolor.
— S-sigues así me v-voy a venir. — Dijo Jimin entre jadeos.
— Aún es pronto, ni siquiera te he hecho nada. — Reí ante su poco aguante.
— E-es tu culpa. — Lo miré fijamente viendo el rubor en sus mejillas. — Haz algo, no te quedes sólo mirando. — Mordió su labio, esperándo a que hiciera algo, pero ver su mueca necesitada era más que satisfactorio para mí. Aún así tuve que dejar de mirarlo y sacar mi camisa.
— Esta bien, pequeño. — Besé su nariz y desabroché sus pantalones.
Se levantó un momento, quitando toda su ropa y dejándome ver su cuerpo desnudo. Bajó mis pantalones con mi ayuda y de igual manera quedé expuesto a él.
— Ven aquí, mi vida. — Cogí su mano y tiré de él, volviéndolo a poner sobre mí, él se sentó nuevamente sobre mi miembro que lo dejó apretado en su trasero. — Como te gusta jugar con fuego. — Relamí mis labios y después de reírse de mí volvió a besarme.
Sus caderas se movían al compás de nuestras lenguas, mi miembro palpitaba entre sus nalgas, gritando atención urgentemente. Agarré su cintura y sin despegar nuestros labios acerqué un par de dedos a su entrada, acariciándolo con la yema de mis dedos y metiendo uno cuando menos se lo esperó.
— ¡Ahh...! — Soltó un gemido entre nuestras bocas. — M-mete otro...
Metí el segundo, moviéndolos en su interior. Su espalda se arqueó del placer, autopenetrándose él contra mis dedos. La imagen era digna de admirar, pero más aún excitante.
Saqué mis dedos a la vez que escuchaba una queja cerca de mi oído. Agarré mi miembro y lo masajeé un poco antes de introducir la punta dentro de él. Tenía sus rodillas apoyadas en el sofá y poco a poco fue bajando, penetrándose él mismo y al ritmo que viera oportuno.
— Uff, que bien se siente tu interior. — Busqué su rostro con mi mano, sosteniéndole la barbilla y besarlo para aliviar el dolor iniciar de la penetración.
Cuando se sintió listo y el dolor había desaparecido, empezó a moverse, subiendo y bajando lentamente, al menos al principio. Rodeó mi cuello con sus brazos sosteniéndose mejor, y mis manos en su cintura lo ayudaban a moverse.
El vaivén de sus caderas se fueron haciendo más intensos y rápidos. Con una mano que bajé de su cintura agarré su miembro e imitando sus movimientos lo marturbé.
Sus gemidos se hicieron más fuertes cuando encontró su propio punto. Dándose penetraciones rudas y profundas. Yo no tardé en acompañarle, sintiendo como en cualquier momento iba a venirme.
Para mi sorpresa, aunque no tan sorpresa, ya que con los años había descubierto su gran sensibilidad, se vino, manchando todo mi torso. Aunque el placer en su cuerpo lo dejó algo cansado no cesó sus movimientos y poco después me descargué en su interior, agarrando con fuerza sus nalgas que poco a poco fui aflojando, a medida que el placer se iba desvaneciendo.
— Joder. — Jimin dejó caer su cuerpo sobre el mío, teniendo su cuello a centímetros de mi rostro y que aproveché para repartir besos. — Eres increíble, ¿lo sabes?
— Lo sé. — Lo escuché reír cansado.
Cuando recuperé el aliento levanté su cuerpo, saliendo así de él. Lo cogí en brazos y lo llevé hasta el baño donde nos dimos una ducha, bueno, él su segunda ducha. Al salir sequé su cuerpo y él el mío, esto era algo que hacíamos cuando nos duchábamos juntos y aunque pareciera bobo a nosotros nos encantaba.
— Supongo que habrá que cenar, ¿no? — Dije mirando la cena fría sobre la mesa.
— Yo estoy satisfecho. — Me abrazó por la espalda.
— Pues yo tengo hambre... — Giré mi rostro para verle y en ese preciso instante mis tripas sonaron.
Ambos reímos como idiotas y poco tardó en coger los platos y volver a calentarlos. Me senté a cenar con Jimin a mi lado, mirándome, sin perderse ni un sólo detalle de mis movimientos.
— ¿Te gusta verme comer?
— Me gusta verte a ti. — Sonrió haciendo desaparecer sus pequeños ojos y si no fuera porque mi boca estaba ocupada se me habría caído la baba ante tal imagen.
Revolví su pelo mojado y seguí con mi cena, mientras que me contaba su día y yo le contaba el mío.
Perfecta, así sentía mi vida, nada me faltaba pues ya con él la sentía más que completa.
- FIN -
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Aleh, ya tienes tu one-shot de tu pareja rara, Almita xD
Me debes una life jajajaja, es broma lo he hecho con todo mi amor y cariño ❤
¡Te amo!
Pd: Lo siento, tuve que meter un guiño al Jikook, sino no soy yo xDDD
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