Capítulo 20.
—¿Me odias? —Jimin hablaba a la luna sin recibir alguna respuesta—. ¿Por qué me hiciste conocerlo si tenía que despedirme? —parecía que ya no tenía lágrimas para derramar.
Faltaban exactamente 32 horas para su boda, su traje ya estaba confeccionado y dentro de su armario, parecía no haber marcha atrás, le suplicó a su madre que parara con esto entre lágrimas y sollozos, pero él no hizo caso, simplemente dijo que si desde un principio hubiese sido fuerte, las cosas no estarían así.
Decidió intentar dormir otra vez, ya iban 4 horas donde estuvo mirando el techo esperando conciliar el sueño, pero aunque lo había logrado duró muy poco y en cada corto sueño estaba Jungkook.
Y en cada sueño que tengo, tú estás ahí.
De pronto su teléfono se iluminó, le había llegado una notificación, de su telefonía, pero había olvidado que en el fondo de su pantalla estaba una de las dos únicas fotografías que tenía del alfa.
—Tuvimos tantos momentos felices... hacías que me olvide de las cosas tristes, no estaba en mis planes enamorarme de ti, ¿sabes? —hablaba como si el alfa estuviera en frente suyo—. Me enseñaste qué es sentirse amado... no fue tu culpa, fue la mía.
Y ahí todo hizo click en su mente, fue su culpa, fue todo su culpa, cometió muchos errores, desde adentrarse en sumisión hacia su madre hasta mentirle a Jungkook, pero no importa cuántos errores haya cometido, lo que importaba era hacer algo bueno para compensarlo.
¿Llorar arreglaría algo? No.
Se sentó de un salto, aún era la una y treinta de la mañana, tal vez podía enmendar algunas cosas.
Ni siquiera se cambió de ropa, tan solo se colocó los zapatos, tomó una chamarra, su tarjeta de crédito, su celular y salió corriendo de su casa y mientras corría marcó el número que nunca creyó volver a llamar, Jungkook.
—Contesta, por favor, contesta —es probable que el alfa ya lo haya superado y lo haya borrado de sus contactos, intentó llamar una y otra y otra vez hasta que el alfa contestó.
—¿Jimin?
—¡Jungkook! —habló con tanta felicidad, estuvo hundiéndose en lágrimas casi todo un mes sin tomar la opción más simple para todo ese sufrimiento, decirle la verdad.
—¿Está todo bien? Te escuchas algo agitado.
—Sal de tu departamento, por favor —ya estaba por llegar al complejo de apartamentos donde Jungkook vivía.
—Está haciendo mucho frío, ¿necesitas una cobija?
—Solo necesito que salgas —y cortó la llamada, sí, estaba haciendo frío porque estaba nevando, pero no lo detendría, necesitaba decirle la verdad al menos ahora que era el último momento.
Jimin nunca fue al departamento del alfa, pero sí sabía dónde era, aunque lo había contratado de un día a otro, necesitaba su currículum como formalidad y ahí también estaban sus datos.
Esperó alrededor de 7 segundos en un pequeño parque que estaba afuera del departamento de su alfa hasta que este salió con una sábanas en brazos.
—¿Qué pasa? ¿Por qué solo traes una chaqueta y esa pijama? —el alfa habló, desdobló la sábana y con esta tapó a Jimin aún bajo la nieve.
—Fui un completo tonto... —quería darle un beso.
—¿A qué te refieres?
—Quisiera volver a conocerte por primera vez y poder hacer las cosas bien —miró sus ojos, hace unas horas pensó haberse quedado sin lágrimas pero al parecer no era así, pues sus ojos volvieron a cristalizarse.
—Jimin...
—Me equivoqué... te mentí, yo nunca salí con Namjoon, nunca lo amé y cuando lo besé nunca sentí nada —sus manos se aferraron a la chaqueta que Jungkook traía—. Te mentí porque fui amenazado... mi madre dijo que si no te alejaba, haría tu vida un desastre y eso es lo que menos quiero, no quiero que te hagan daño...
El alfa no sabía muy bien cómo actuar, ¿debía creerle?
—P-Perdón... soy un desastre, pero te juro que te quiero —sus piernas flaquearon—. Y te digo todo esto ahora porque haga lo que haga, ya no hay marcha atrás, nunca podré tener mi final feliz contigo.
—No llores, por favor, no llores —su instinto se activó, no estaba seguro en si creerle o no, pero no podía verlo llorando, era su más grande debilidad, de todas formas, no podría decirle que no.
—Me encantaba tenerte en mi vida... si supieras que con solo verte se me alegraba el día, cada uno de tus abrazos hacía que me sienta la persona más especial del mundo, cada vez que tomabas mi mano miraba hacia el suelo porque realmente me gustaba que lo hicieras, eras mi momento favorito del día...
Jungkook buscaba algún deje de mentira en los ojos de Jimin, pero no encontró nada, simple y total sinceridad.
—Oh... mi lindo omega —extrañaba tanto dirigirle esas palabras y como quiso hacer todo ese tiempo, lo envolvió en sus brazos.
—Realmente quiero tener una vida normal contigo, tener una cita, ir al cine, a un baile... pero no podemos... quiero tenerte a mi lado para siempre, pero tengo menos de 48 horas para enmendar todos mis errores...
—Entonces disfrutemos esas horas como una pareja normal —miró sus ojos—. Porque yo nunca dejé de amarte.
Y bajo la nieve, aún cuando el ambiente era tan frío y helado, cuando sus manos se juntaron no podrían explicar la calidez que sintieron recorrer su cuerpo, ni cómo la nieve que caía sólo hacía el rostro de Jimin aún más delicado.
Con sus manos entrelazadas nuevamente Jimin se acercó a Jungkook y el alfa al omega mientras se sonreían y sin pensarlo dos veces sus labios se unieron.
Tan cálidos como la última vez que se encontraron en ese lento baile y tan perfecto como la primera vez que se encontraron.
Lucharé por ti y esta vez, lo haré bien.
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