Capítulo III
La ceremonia de la luna llegó en medio de una noche despejada, fría y llena de estrellas brillantes.
El bosque estaba lleno de jóvenes -y no tan jóvenes- alfas y omegas que buscaban un mismo fin: encontrar pareja y aparearse. También habían personas que, como él, simplemente habían asistido a la ceremonia para mirar y salir de la rutina.
KyungSoo, ante cualquier pronóstico, había terminado siendo convencido por BaekHyun para asistir al evento, así que en ese momento se encontraba a su lado, mirando el cielo oscuro frente a una gran fogata que habían encendido para la ocasión. Sus padres estaban ocupados con la preparación de los alimentos que repartirían conforme la noche fuera transcurriendo y para ese punto las miradas sugestivas e interesadas viajaban en el aire de una persona a otra.
El ambiente estaba cargado de expectativas y excitación. MinSeok, Lu Han y ZiTao estaban en la sección de omegas que participarían en la búsqueda, siendo todo sonrisas, miradas tímidas y furtivas y risitas provocadas por comentarios compartidos entre los tres. Parecían un trío de quinceañeros, pero eran tan lindos y perfectos que no podía encontrar algo malo en aquella imagen, todo lo contrario, resultaba incluso enternecedor.
MinSeok le obsequió una sonrisa brillante a lo lejos y él la devolvió con buen humor, saludando a sus amigos con cariño mientras BaekHyun lo abrazaba por los hombros y lo acercaba a él con confianza. KyungSoo se preguntaba qué había de diferente en BaekHyun, porque con él se sentía más en confianza, más tranquilo, en paz. El tipo tenía un imán interno que atraía armonía y calma y eso era excesivamente agradable. KyungSoo podría estar entre los brazos de su amigo por días enteros y sentiría que no le faltaba absolutamente nada. Era tan reconfortante.
—¿Todo bien, Soo? ¿Tus heridas? —preguntó, acariciando su cabello de forma maternal, y el mayor suspiró y cerró los ojos, dejándose hacer por aquellos finos dedos expertos en el arte de las caricias y la comodidad—
—Todo está bien, mis heridas ya no duelen. Sólo tengo una pequeñísima cicatriz en el cuello que pronto desaparecerá.
—Eso es realmente algo muy bueno —el menor se tomó algunos segundos, y luego agregó con cautela— ¿Sabes? Todos en el Clan están hablando de ti. La gente está agradecida y maravillada con lo que has hecho con ese alfa, dicen cosas que antes no habían dicho, y eso es algo increíble. ¿No crees que, de seguir así, algún alfa tome la iniciativa de...?
—No sigas por ese camino, Baek —cortó sus palabras de inmediato—. Tú y yo sabemos que una acción simple, que cualquier otro omega haría sin rechistar, no hará grandes cambios en las mentes y los pensamientos arraigados a las costumbres de la gente, mucho menos de los dragones, que son tan instintivos y orgullosos, llenos de grandeza y honor —lo miró entonces, una sonrisa triste bailando en sus labios gruesos, y BaekHyun lo vio con pesar, con impotencia, porque lo que vivía su amigo no era justo, él no lo merecía. KyungSoo era un hombre genial que debía ser recompensado con una gran familia y un compañero que lo apreciara. Él era bueno. KyungSoo merecía el mundo entero y verlo sufriendo por su distintiva y hermosa rareza le pesaba en el alma—. No te sientas mal por mí, tonto, yo estoy bien. Siempre he sabido esto, así que no debes darte una mala vida por algo que yo ya he aceptado. Está tranquilo, Baekkie, y vive tu vida sin preocupaciones. Todo estará muy bien, lo prometo.
BaekHyun iba a decir algo al respecto, pero sus palabras fueron interrumpidas abruptamente por la llegada del Líder del Clan y su pareja.
Ambos sonreían con dulzura y vivacidad, contentos por el hecho de que hubieran muchas personas reunidas participando en la ceremonia de ese año; KyungSoo no pasó desapercibido el brillo hermoso en los ojos de la pareja más respetada de todo el Clan Diamond, la manera tan perfecta y cariñosa con la que se tomaban de la mano, delicadamente, con dulzura. Ellos eran la viva representación del amor perfecto de las almas gemelas, de dos piezas distintas siendo atraídas y juntadas hasta encajar de manera correcta, la de los compañeros destinados, verdaderos compañeros destinados que se pertenecían en cuerpo, alma y mente.
KyungSoo no los envidiaba, simplemente se sentía enternecido. Era una visión muy hermosa que le recordaba a sus propios padres. Tanto amor, tanto cariño encontrado en una mirada llena de idolatría... era perfecto. Era la parte más mágica y maravillosa de su naturaleza sobrenatural.
El silencio se hizo presente en el bosque con la aparición de los dragones más influyentes del Clan. El chasquido de la madera siendo consumida por el fuego que los iluminaba de forma perfecta era el único sonido que llenaba el espacio amplio lleno de dragones ansiosos y emocionados. KyungSoo sintió a su madre a su lado y no pudo evitar sonreírle con tranquilidad, a pesar de su mirada agotada y llena de desesperanza. Le dio un beso en la mejilla, sin embargo, pasando por alto sus ojos entristecidos mirándolo con culpa, y luego la tomó de la mano para dejarle un pequeño y suave apretón cariñoso. No hizo falta decir nada. Las acciones hablaban más que las mismas palabras expuestas de forma constante y repetitiva.
—¡Buenas noches, chicos, chicas! Es realmente agradable tenerlos a todos aquí reunidos en esta ocasión tan importante y memorable para nuestra raza, la ceremonia de la luna —se hizo escuchar el Líder con su suave voz de campanillas arrullándoles los oídos de forma tranquila, agradable. Con sólo escucharlo, KyungSoo se sentía tranquilo y a gusto—. Como ya saben todos, este es un ritual llevado a cabo anualmente, donde el protagonista será el cortejo y los dotes de aquellos interesados en participar. Además, anexado a la felicidad de esta fecha tan importante, mi esposo y yo nos encontramos complacidos de tener por fin con nosotros a nuestro escuadrón de protección. EXO está de vuelta y van a presenciar y participar también en el ritual, así que hagamos de esta ceremonia algo inolvidable y conmemorativo. Disfruten de la noche, mucha suerte y, por sobre todas las cosas, diviertánse hasta encontrar el verdadero amor. ¡Se inicia la ceremonia! ¡Muchachos, pueden unirse, adelante! ¡Pasemos un rato agradable, así que, sin más preámbulos, vamos a amar!
KyungSoo, BaekHyun y el resto de los reunidos aplaudieron las palabras de su dirigente con sonrisas agradables en los rostros brillantes por el resplandor del fuego ardiente de la fogata; silbidos emocionados se oyeron por el lugar y entonces, cuando la pareja líder se hubo sentado en sus puestos, un poco alejados de ellos, todo dio inicio.
El escuadrón más importante y fuerte del Clan se abrió paso entre árboles y arbustos, teniendo esa aura poderosa a sus alrededores, con sus alturas estremecedoras y belleza masculina impactante. EXO era un grupo de guerreros capaces, letales, extremadamente fuertes y poseedores de dragones increíblemente adiestrados en el arte de la lucha y la protección. Habían cuidado de Diamond por muchos años y los puestos de dicho escuadrón eran heredados con el retiro de dragones anteriores.
Luego de largas pruebas duras e intensas llenas de dificultad y peligro, los ganadores eran dignos de ser llamados EXO y se llevaban el reconocimiento completo al honor y la fidelidad. Eran lo mejor de lo mejor del Clan, y, por lo tanto, el compañero de cualquier miembro del grupo de guerreros era bañado en gloria, reconocimiento y honor, por ello el revuelo causado en los omegas participantes; dado que su estirpe se basaba en honor y orgullo, ser seleccionado por los guerreros de la más alta categoría era un verdadero placer e incentivo a dar lo mejor de ellos en sus movimientos de seducción.
Sería un año distinto y lleno de sorpresas, sin duda alguna.
—¡Oh! Jamás me hubiera esperado algo así... Soo, cariño, ¿ya viste quién se encuentra allá? —le preguntó su madre, llena de emoción y sorpresa mientras señalaba disimuladamente un punto en específico entre árboles y alfas, y KyungSoo, sorprendido ante su cambio de humor, miró en la dirección señalada por su progenitora—
No supo muy bien cómo reaccionar o qué pensar exactamente. Había pasado mucho tiempo, demonios, demasiados años para poder contarlos o memorizarlos a pesar del aprecio obvio e imborrable, de los recuerdos compartidos y el buen momento juntos. KyungSoo no supo qué hacer o qué sentir al verlo ahí, firme y de pie, siendo un hombre hecho y derecho, imponente, fuerte, atractivo e indudablemente sensual que había dejado atrás la inocencia infantil que alguna vez vivió a su lado.
JongIn había dejado de ser un niño para convertirse en un guerrero, en un dragón hermoso, poderoso y perfecto perteneciente a EXO. JongIn, su antiguo mejor amigo, era alguien importante y espectacular ahora, casi cincuenta años después; había dejado atrás las mejillas regordetas, los ojos un poco más grandes y los mocos secos en sus orificios nasales, también se había perdido el cuerpo delgado y aniñado y sus mejillas sonrojadas por el calor que traía los juegos y las carreras. Kim JongIn ahora era puro músculo en un cuerpo atlético y en forma, una figura perfectamente masculina que llenaba ciento ochenta centímetros del espacio en su forma humana, con una piel lisa y aceitunada preciosa y atractiva a la vista, ojos pequeños y de apariencia adormilada demostrando sensualidad pura en medio de su indiferencia y un cabello largo y castaño lleno de rebeldía que habría hecho suspirar a cualquiera que lo mirase.
JongIn le había robado el aliento, como cuando eran niños, como cuando eran amigos y volvía a verlo para jugar juntos. KyungSoo se sentía atrapado en su imagen, en su ser, en su aura, en todo lo que lo representaba. Era algo inexplicable, pero que su omega le provocaba de forma constante, indetenible. Instinto puro en su máximo esplendor.
—Se ha convertido en un muchacho muy guapo e importante. Debe ser el orgullo de HyeJin, aunque, en realidad, todos sus hijos son su orgullo. Realmente es impactante —dijo su padre, uniéndose a ellos y estrechando a su esposa entre sus brazos con cariño y BaekHyun frunció el ceño, no comprendiendo la complicidad entre los Do ni la mirada perdida de su amigo—.
—¿Qué pasa? ¿De qué hablan? ¿Conoces a alguien de EXO, Soo? ¡Ash! Qué mal amigo eres, no me cuentas las cosas interesantes —lo riñó BaekHyun con un puchero y sus padres rieron con diversión. KyungSoo frunció los labios y luego separó la mirada de JongIn (para su propio pesar) y de esta manera centrarse en el menor completamente enfurruñado contra su cuerpo—.
—Es que yo... yo no sabía que él se había convertido en uno de ellos. Jamás lo habría pensado. Fuimos amigos en nuestra infancia, un poco antes de conocerte, y nos separamos cuando cumplimos diecisiete años debido a la mudanza de su familia a otras montañas lejanas en Lóngshān. Su hermana, que, por cierto, es la madre de RaeOn, regresó con su esposo y su madre hace algunos años, pero jamás me dijo nada sobre JongIn. Para mí también es muy sorprendente... para este punto es probable que ni siquiera me recuerde, así que por eso no te lo había dicho antes.
BaekHyun pareció entender entonces y miró con curiosidad al moreno de castaño cabello que no se había movido de su lugar, a diferencia de sus compañeros, que comenzaban a relacionarse con algunos omegas.
KyungSoo se mordió el labio inferior, apreciándolo una vez más mientras rememoraba experiencias pasadas a su lado. JongIn había sido importante para él cuando era pequeño, había sido un pilar fundamental que lo ayudó a superar los comentarios maliciosos y las miradas desdeñosas que los demás chicos le dirigían sin piedad debido a su anormalidad. Él era alguien increíble que siempre estaría en su corazón, y tenerlo ahí, tan cerca y después de tantos años, hacía que algo se removiera en su estómago y su órgano palpitante latieta muy rápido contra sus costillas.
Realmente estaba feliz por volver a verlo.
—Pues yo creo que él sí que se acuerda de ti, KyungSoo. Te está mirando... ¡hombre! Te está sonriendo... Dios, está viniendo para acá... es que esto... yo... ya vuelvo, iré por algo de comer. ¡Señores Do, acompáñenme que me pierdo! —exclamó con emoción mal contenida antes de ponerse de pie de un salto y tirar de las manos de sus padres, completamente divertidos ante la situación—
Y KyungSoo se quedó ahí, con las mejillas ardiendo, el corazón acelerado y su omega alterado porque sí, JongIn se estaba acercando a él con paso tranquilo, con una sonrisa calmada y sus ojos brillando con reconocimiento, con familiaridad. KyungSoo se sentía en las nubes, como si estuviera volando en su forma de dragón y no pudiera (ni quisiera) volver al mundo real, a tierra firme.
Porque, de nuevo, JongIn siempre había sido especial para él, y verlo ahí, reconociéndolo, acercándose, pasando por alto las miradas interesadas de hombres y mujeres dispuestos a cautivarlo esa noche por tener su atención plenamente centrada en él, lo dejaba sin respiración, frenético; emocionado como cuando era sólo un niño.
JongIn era tan especial.
Se puso de pie instintivamente cuando el alfa llegó a su alcance, sonriendo, moviéndose con una fluidez envidiable, como si flotara en el aire, armonioso y bello, atractivo y adictivo a la visión. Se detuvo a un palmo de distancia, las manos en los bolsillos de su pantalón y los ojos brillando bellamente. Su corazón dio un vuelco. JongIn era magestuoso.
—Hola, pequeño Soo —lo saludó con afecto, y su voz fue masculina y tintada con un retintín infantil, le acarició el sentido del oído, lo hizo estremecer y su bestia gruñó, complacido en exceso. Era un sonido agradable-.
—JongIn —suspiró de forma estrangulada, aún en medio de su absorción y sorpresa, y la sonrisa del moreno fue notoria; sus ojos se habían achicado de forma preciosa y su rostro brilló al completo—.
Y KyungSoo se quedó ahí, sin saber muy bien qué hacer ahora, porque después de tantos años y la llegada de la adultez joven sabía que quizás su amigo había cambiado. No quería pensar que su imagen también había cambiado para el alfa, no quería creer que él pensaba como el resto de los miembros del Clan, tenía miedo de que su amigo hubiera cambiado tanto como para creerlo un fenómeno, un desgraciado que sería incapaz de hacer lo que todo dragón deseaba por naturaleza. KyungSoo no quería que él se hubiera transformado en ese tipo de personas.
Se mordió el labio inferior y miró al suelo, dejando que las dudas lo llenaran y dejaran ansioso. Ahora JongIn era un hombre, no un niño con un cariño especial por él, con un aura protectora que lo envolvía cuando más lo necesitaba. JongIn había evolucionado tanto físicamente, había crecido tanto, era diferente y él no sabía qué debía decir, qué debía pensar. Era todo tan confuso y extraño, y, sin embargo, no podía dejar de sentir plena felicidad al tenerlo ahí, frente a él, después de tanto tiempo separados.
Abrió la boca, seguramente para decir alguna tontería que acabara con el silencio que los había envuelto, y jadeó sonoramente cuando los brazos del moreno lo envolvieron con calidez y delicadeza, en un abrazo cariñoso que le recordó al pasado, a su niñez. Se sintió cómodo entre sus extremidades bien formadas, se sintió seguro contra su pecho duro, su bestia fue feliz al aspirar su aroma varonil a bosque y miel; su alma estaba tranquila, más de lo que sentía entre los brazos delgados de BaekHyun y su madre. Era algo distinto, algo especial, algo que le recordaba a su hogar.
Se sentía jodidamente correcto.
Suspiró cuando JongIn dejó caer su rostro en la curva de su cuello, sus manos encerrando amablemente su cintura, y cerró los ojos, correspondiendo el gesto afectuoso con la misma suavidad, con el mismo cariño que había sentido a su lado cuando era una pequeña cría. Cerró los ojos y se dejó hacer, se olvidó de lo demás y fue consciente sólo de JongIn por ese momento, por ese pequeño instante íntimo que invitaba a los recuerdos y al aceleramiento del corazón en su caja torácica; sólo ellos dos importaban, sólo ellos y el calor de sus cuerpos fusionándose, ellos y sus cuerpos encajando casi a la perfección. KyungSoo disfrutó de aquello sin reservas ni reproches.
—Te he extrañado mucho en todo este tiempo, KyungSoo —susurró el alfa contra su oído, su nariz le hacía cosquillas en la piel de su cuello, y KyungSoo suspiró y se aferró a su espalda fuerte y ancha, musculosa, cómoda y cálida, con su corazón bailando ante sus palabras y su bestia chillando por la agradable cercanía, por los toques y su aroma entrando irremediablemente en sus fosas nasales—.
—También te he extrañado muchísimo, JongIn. Estoy tan feliz de verte de nuevo... tan feliz —admitió en un bajo susurro, acurrucándose y empequeñeciéndose en su pecho, entre sus brazos, sintiendo cómo el alto afirmaba el abrazo y los acercaba un poco más, hundía su nariz en su cuello y suspiraba con deleite contra su piel erizada y sensible por el contacto—.
—Yo también soy feliz ahora mismo, Soo. Lamento mucho tardar tanto para vernos de nuevo —se separó entonces de su cuello y KyungSoo abrió los ojos para mirarlo; los ojos del alto estaban fijos en los suyos y el más pequeño suspiró cuando una de las grandes manos de JongIn se paseó por su mejilla, justo como lo había hecho cuando tenían quince años, con la misma delicadeza y el mismo afecto, como si no hubiesen pasado cuarenta años desde la última vez que se vieron a los ojos en medio de un abrazo que se rehusaban a romper—. ¿Me has pensado con regularidad? ¿Aún guardas cariño por mí en tu corazón, KyungSoo? ¿Podrías aceptarme nuevamente en tu vida?
KyungSoo sonrió, enternecido y feliz, y simplemente asintió, dejando un beso suave en su mejilla morena, de nuevo, recordando acciones realizadas cuando eran niños. JongIn le devolvió la sonrisa, reconociendo el gesto, y lo devolvió, dejando caer sus labios sobre su frente por escasos segundos antes de volver a mirarlo, esperando una respuesta que él no tardó en darle.
—Por supuesto que te he pensado, lo he hecho todos los días desde que te fuiste. Sigo teniendo un cariño especial y hermoso por ti, JongIn, y siempre vas a ser bien recibido en mi vida. Eres mi mejor amigo, el más importante, ¿cómo no iba a querer tenerte de vuelta?
Y con eso la incertidumbre desapareció, decir aquello fue suficiente para romper el hielo y cualquier pensamiento erróneo que pudiera haber tenido respecto a su relación tambaleante con el alfa. JongIn, él seguía siendo su amigo, él seguía queriéndolo, él estaba ahí. KyungSoo simplemente se sintió cómodo y feliz, cautivado, complacido ante la aparición perfecta de ese moreno atractivo, de ese dragón fuerte e importante. KyungSoo quería que se quedara a su lado y nunca más se fuera. KyungSoo lo quería tanto y estaba tan revitalizado.
Porque con BaekHyun y JongIn a su lado, todo estaba bien, todo era correcto. No necesitaba nada más para ser feliz.
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- ̗̀❀࿐྄ྀ ◦ *_❏❦Perfec Dragon❦❐_*
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Sentados uno al lado del otro miraban con sonrisas cálidas cómo la ceremonia se llevaba a cabo sin interrupciones. KyungSoo descubrió con sorpresa que MinSeok, Lu Han y ZiTao habían conquistado a tres miembros de EXO luego de una exposición exitosa de sus bestias preciosas y gigantes y una charla animada, llena de risas, miradas coquetas y sonrisas constantes.
KyungSoo rió con buen humor al darse cuenta de que un alfa en específico de EXO se encontraba persiguiendo de forma insistente a BaekHyun, con su cara llena de súplica y sus labios fruncidos en un adorable puchero mientras sus grandes ojos relucían con fascinación al mirar a su amigo, que se alejaba de él y lo ignoraba lo mejor que podía. Era sumamente adorable, una imagen tierna y cómica que no podía dejar de mirar.
BaekHyun no estaba participando en la ceremonia, y aún así había conseguido a un insistente admirador. Era algo increíble.
—Yuna me dijo lo que habías hecho por RaeOn —susurró el moreno luego de un tiempo lleno de agradable silencio y KyungSoo lo miró con atención, dejando a un lado la visión de BaekHyun huyendo de su nuevo y gigante fan—. Muchas gracias por cuidar de él, Soo. Eonnie es alguien muy importante para mí, y que lo salvaras ese día me hace... nos hace estar en deuda contigo eternamente.
JongIn le devolvió entonces la mirada y KyungSoo sintió sus pómulos calientes ante la abrasadora observación de aquellos ojos hermosos y oscuros sobre él. Su bestia gruñó con placer al ser el centro de atención del alto y su lengua se paseó por sus labios antes de sonreír, ligeramente nervioso y desviando la mirada a la fogata que repiqueteaba frente a ellos.
—No he hecho más que mi trabajo, JongIn, así que no hay que engrandecerme cuando sólo haría lo que cualquier otro omega si una cría estuviera en peligro —razonó con aparente calma y JongIn lo tomó suavemente de la mano, con su calidez características y ese cuidado infinito que estremecía su corazón con la fuerza de un huracán—.
—No tienes que hacerte de menos, KyungSoo, porque aunque quieras normalizar esto, no muchos pondrían su vida en peligro por niños que no son suyos. Has sido muy valiente e increíble, y yo me siento orgulloso y agradecido contigo por lo que has hecho por mi familia al cuidar de RaeOn.
KyungSoo no supo qué decir ante sus palabras, tampoco encontró el valor y la fuerza necesaria para mirarlo a los ojos al darse cuenta de la intensidad abrumadora de su mirada puesta sobre él, sobre su rostro sonrojado y contrariado, así que simplemente bajó su punto de observación para enfocarse en el suelo engramado y terroso, sintiéndose lo suficientemente avergonzado y superado por el menor como para no querer ser descubierto en medio de sus sonrojos pronunciados y mordidas nerviosas de labios.
Las carcajadas eran un susurro vago de la actividad impetuosa a su alrededor, y el calor y la abrumadora nube de esencias rodeándolos era suficiente para dejarlo un poco distraído, tratando de no darle demasiada importancia a las palabras sinceras, honestas y suaves de JongIn porque su corazón latía muy rápido como para poder soportarlo y no sufrir de un ataque. De más está decir que su dragón sintió plena satisfacción y complacencia al oírlo. KyungSoo sólo quería que dejara de hacerlo sentir tan extraño en presencia de ese hombre a su lado.
Contrariando sus deseos de forma eficaz y casi mortificante para el mayor, JongIn lo tomó repentinamente de la muñeca, cuidadoso como era no le causó ningún daño, aparte de la obvia sorpresa ante sus acciones; desesperados, los latidos de su corazón fueron en aumento y su rostro adquirió un tono rojo aún más pronunciado. Sentir una textura fría en su mano no relajó la calidez en el resto de su cuerpo.
Sus ojos descendieron del rostro de JongIn a sus manos ahora juntas y su corazón dio un vuelco aún más fuerte que los anteriores al ver un delicado collar de oro con una pequeña y hermosa plaquita cuadrada con una «K» en el centro. Era lindo, era sutil y también muy caro, y
que se lo diera un alfa lo dejaba completamente fuera de lugar, aunque se tratara de JongIn, aunque fuera su amigo.
Cuando un alfa daba un obsequio de oro o, en todo caso, perteneciente a su tesoro, significaba que ese alfa estaba interesado en el omega y que quería formalizar un cortejo con él o ella. Si el omega lo aceptaba, entonces el cortejo daría inicio hasta el punto del apareamiento y formalización. Era como una marca temporal de pertenencia que le avisaba a otros alfas que ese omega había dejado de estar disponible, y ahora JongIn le regalaba un collar. KyungSoo nuevamente se había quedado en blanco, sin saber qué hacer o decir porque simplemente no estaba preparado para eso.
—Por favor, acéptalo, KyungSoo. Es una muestra física de mi gratitud por ti. Porta este collar con la inicial del apellido de mi familia en mi nombre y en el de RaeOn. ¿Podrías hacerlo?
Oh... por supuesto, claro. Obviamente aquello no era una proposición formal de cortejo, ¿en qué había pensado? ¡Ellos eran amigos y habían pasado muchos años sin verse! Si JongIn quisiera aparearse, buscaría a un dragón que enorgulleciera a su familia y a su nombre, no a un hombre defectuoso y raro como KyungSoo.
¿Qué tenía en la cabeza?
Pasó saliva silenciosamente y luego le sonrió de forma temblorosa, sintiéndose de pronto alicaído y triste. Su dragón bajó la cabeza internamente en señal de dolor y su nariz se arrugó ligeramente antes de entregarle el collar y girar para darle la espalda porque, aunque la realidad doliera, no quería (ni podía) rechazar ese regalo.
—Ponlo por mí, por favor —susurró y JongIn sonrió de vuelta, ignorando su malestar—.
Le acarició el cuello con ligereza y luego pasó la pieza de oro por su piel, la ajustó de forma correcta y paseó su pulgar por encima del broche con cuidado y una lentitud que le robaba el aliento. No pudo evitar estremecerse y luego el dedo en su cuello desapareció. KyungSoo se acomodó de nuevo en su sitio y miró con absorción la sonrisa gentil de JongIn.
Sus labios son bonitos... se han engrosado mucho en este tiempo y su sonrisa se ha vuelto encantadora. Realmente ha cambiado mucho.
—Se ve muy bien en ti. ¿Lo llevarás siempre contigo?
—Sí, de esta forma también podré recordarte cuando no estés conmigo —murmuró sin ningún tipo de vergüenza, sintiendo el peso del collar alrededor de su cuello, frío contra su piel cálida y erizada ante la mirada profunda de quién había representado tanto en su vida—.
—Siempre estaré contigo a partir de ahora, KyungSoo. Creo que ya te he dejado solo por mucho tiempo.
El halo de una promesa bailó en las pupilas de JongIn, seguro de sí mismo, y KyungSoo suspiró porque, de alguna forma, sentía que sus palabras eran verdaderas. Descubrió en la comodidad de su hogar, cuando la ceremonia hubo finalizado, que no quería que JongIn se fuera jamás.
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