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Capítulo II

KyungSoo estuvo muy ocupado en los siguientes siete días. El fin de semana había planeado todo lo que haría de lunes a viernes con sus pequeños, creando clases didácticas y divertidas con ayuda de sus colegas más experimentados y con más tiempo trabajando con niños que él, y al comienzo de la semana, comenzó con su plan de entretenimiento y aprendizaje cien por ciento asegurado y efectivo.

Ya que tenía pequeños de cuatro y cinco años no quería presionarlos demasiado con las tareas, así que se centraba en su educación motora, en el desarrollo de sus sentidos y en las cualidades artísticas, lo cual les ayudaría mucho en el futuro.

Las clases iniciales, en los primeros años de vida de un dragón, eran las más importantes, pues ahí los niños comenzaban a tener consciencia de su criatura interna, aprendían a desarrollar y utilizar sus cinco sentidos y comenzaban a entender lo que era la independización, por ello, los profesores debían estar plenamente cualificados y preparados, además de tener una inteligencia, paciencia e imaginación vivaz. Sólo los mejores conseguían el puesto de profesores de educación inicial, y KyungSoo era uno de los mejores entre los mejores gracias a su constante dedicación y el hecho de saber escuchar los consejos de los mayores.

KyungSoo sonrió grande cuando sus niños corrieron hacia él para abrazarlo y como pudo acunó a dos niños y tres niñas entre sus brazos cortos. Sintió a un par más en su espalda, en sus piernas y agarrados a su pantalón. Su corazón se enterneció enormemente ante tanto afecto dulce e inocente recibido y soltó una risa agradable, que se fusionó muy bien con las carcajadas de sus estudiantes.

Precisamente por eso es que los omegas son los encargados de la educación infantil. Tienen un instinto maternal nato, un corazón puro y son los más capaces para cuidar de los niños sea cual sea la situación. Los omegas no son igual de fuertes que los alfas, pero son las criaturas más determinadas y salvajes, además de peligrosas y letales, cuando se trata de proteger a los niños, y esto no es sólo en la especie de los dragones, sino en toda la gama de cambiaformas existente en el mundo. Era algo digno de aplaudir, era cuestión de honor y a los alfas les encantaba este tipo de comportamientos en sus parejas.

Dejó a los niños en el suelo engramado y, aprovechando que era su turno para utilizar el campo abierto, les ordenó con entusiasmo, viendo todas y cada una de las caritas sonrojadas de sus pequeños y pequeñas.

—¡Muy bien, chicos! ¡Ahora hagamos una carrera! Primero las niñas; correrán hasta aquella roca en el comienzo de los árboles y luego se devolverán, ¡con cuidado para que no se caigan y golpeen! Cuando acaben, será el turno de los niños, ¿de acuerdo? El ganador obtendrá muchos besos, abrazos y ositos de gomitas.

Ante su orden los niños exclamaron con emoción y pronto todos se habían separado en dos grupos ansiosos; KyungSoo se posicionó frente a ellos y con una sonrisa gigante, exclamó la partida con un energético "¡ahora!" e inmediatamente las niñas comenzaron a correr hacia el punto dicho, entre risas, jadeos agotados y carreras llenas de piernitas chuecas.

RaeOn llegó entonces hasta él mientras supervisaba a las niñas, sonriendo de esa manera tan linda suya, con sus dientitos delanteros faltantes y sus ojitos achicados de una manera tan bonita que enternecían su corazón. KyungSoo no tardó en cargarlo y permitió que lo abrazara por el cuello mientras veía cómo las chicas emprendían su carrera de regreso. Liz iba encabezando la marcha con sus mejillas coloradas y el cabello bailando con cada nuevo paso dado.

—Profesor Soo, huele muy rico —susurró RaeOn contra su cuello y él soltó una risita antes de dejar un beso sobre su mejilla regordeta de niño pequeño—.

—Eonnie también huele muy rico, como un bebé. Es un aroma muy agradable —el menor rió y luego restregó su mejilla contra su cuello para impregnarse (e impregnarlo) de su olor, con KyungSoo dejando palmaditas suaves sobre su espalda delgada—.

—Eso dice mi mami. ¡Profesor Soo! ¿si gano me darás muchas gomitas de ositos? —exclamó, alejándose de su cuello para mirarlo a los ojos y KyungSoo asintió con seguridad—

—¡Lo haré! Es una promesa de garrita de dragón, así que pon todo tu esfuerzo en tus piernas y corre tan rápido como un gran dragón alfa, ¿de acuerdo?

—¡Sí! Eonnie va a ganar el primer lugar.

—Así me gusta. Ahora abajo, ya es tu turno. ¡Bien hecho, chicas! Liz, como ganaste esta vez, tendrás tu premio al finalizar las clases, ¡peeeerooo! Como todas han hecho un gran trabajo, tendrán muchos besos y abrazos de mi parte de igual manera, ¿sí? —obtuvo exclamaciones conformes como resultado de sus palabras y luego se dirigió a los niños mientras las pequeñas se iban a hidratar—

—Ahora es su turno, mis muchachos. Es el mismo procedimiento que sus compañeras, así que... preparados, listos... ¡ahora, corran!

Y como cohetes se movieron sus piernas mientras sostenía en sus brazos a MinHee, una de las pequeñitas más apegadas a él. Todo después de eso pasó extremadamente rápido. Estaban los niños divirtiéndose en un segundo y al siguiente habían gritos aterradores y un temblor estremecedor en la tierra.

El calor del fuego caló su piel y KyungSoo no tardó en bajar a MinHee con decisión y fluidez y ordenarles a las niñas que corrieran hacia la escuela, lo que obedecieron de inmediato, presas de su instinto natural de supervivencia. Luego de eso todo fue crujir de huesos y gruñidos amenazantes saliendo desde lo más profundo de su garganta mientras su cuerpo mutaba en su forma más salvaje y letal y sus alas se abrían, amenazantes, con un chillido agudo saliendo de sus fauces.

Se movió con rapidez hacia sus estudiantes y estos retrocedieron en su dirección, sabiendo que no les pasaría nada con él ahí; una mirada bastó para enviarlos directo a la escuela por ayuda, dejándolo solo en medio de aquel pie de montaña con un enorme y aparentemente descontrolado alfa en busca de pelea.

El instinto de protección hizo su aparición maravillosa y lo impulsó a atacar primero, sacando ventaja de su tamaño pequeño para escurrirse entre las garras llenas de veneno de su contrincante y luego atacar con sus dientes filosos y sus cuernos puntiagudos, y él lo sabe perfectamente: un omega no es igual de fuerte que un alfa, mucho menos cuando este se encuentra especialmente enfurecido, pero un omega deja de ser un omega para convertirse en una máquina de temer al tratarse de las crías. KyungSoo no era la excepción.

Chilló con dolor cuando las mandíbulas fuertes y decididas se hundieron en su cuello, justo en ese punto débil que no estaba recubierto con escamas, y el apretón fue especialmente doloroso. La sangre salió a borbotones de la herida profunda y KyungSoo gruñó y batió las alas, se apoyó en sus dos patas traseras y con las delanteras se defendió, hiriendo el rostro y las alas del inmenso dragón negro con sus garras enormes.

Una de las alas del alfa fue rasgada en medio de su intento de defensa, por lo que el chillido de enojo que soltó se sintió aún más poderoso, aún más potente y claro con su objetivo: acabar con él. Entonces apareció el fuego, fuego que sólo unos pocos dragones podían usar y que tienen permitido expulsar sólo en luchas contra invasores y amenazas al Clan, no hacia omegas ni mucho menos con una escuela llena de niños estando tan cerca. Él estaba desquiciado y KyungSoo temía por las crías, así que supo que debía alejarlo lo más rápido posible de ahí.

Corrió en dirección opuesta, sabiendo que él lo seguiría, demasiado enojado y dispuesto a matarlo como para dejarlo ir, y esperó que eso bastara para que sus colegas calmaran a los pequeños y alguien fuera a ayudarlo una vez el caos fuera controlado en la institución. Ese alfa había aparecido en el peor de los momentos.

Los centinelas se encontraban rodeando la zona posterior de la montaña a esa hora del día y el equipo de protección aún no llegaba de la misión de recuperación de oro y confirmación de territorio del Clan Diamond, además, el resto de guerreros se encontraban en una reunión importante con el Líder y nadie podría ayudarlos de momento.

KyungSoo chilló cuando fue embestido duramente en su costado y su cuerpo se estrelló con fuerza contra unas rocas que no le hicieron demasiado daño gracias a sus escamas resistentes, sin embargo, había sido lo suficientemente fuerte y repentino como para desestabilizarlo y, en un momento de debilidad, ser montado por la negra y aterradora criatura. Sus alas se abrieron con amenaza y volvió a chillar, un sonido tan agudo que podría dejar a un ser humano sordo con mucha facilidad, y mostró los colmillos filosos en hileras sobre sus mandíbulas afiladas y violentas; a pesar de ello, la criatura de rojos ojos no se inmutó y gruñó su poderío sobre él, reclamándose superior, antes de descender con rapidez y volver a morderlo en la zona sangrante y punzante ante el dolor.

KyungSoo pasó sus garras por encima de las escamas tan oscuras como la obsidiana, tratando de rasparlas, de debilitarlas para llegar a su carne y enterrarlas en su cuerpo dolorosamente, sin embargo, era difícil concentrarse en dicha tarea cuando cada vez dolía más aquella mordida desgarradora sobre su cuello. Su larga cola con púas se removió en el suelo y sus mandíbulas chasquearon, tomando con cierta dificultad un ala para morderla y rasgarla con sus dientes ante la inutilidad de sus garras, luego se reincorporó con rapidez, se puso en dos patas y cerró las fauces en el propio cuello del alfa una y otra vez, creando múltiples heridas que lo dejarían un poco más debilitado mientras recibía a cambio chillidos y golpes de su cola, igualmente llena de púas gigantes.

Y KyungSoo pensó entonces en Eon, en MinHee, en Liz, en Jennie, en los niños y niñas que pudieron haber estado en peligro por este alfa descontrolado y desconocido y la furia en su interior pareció activarse una vez más, de forma efectiva, con su instinto a flor de piel. Atacó sin piedad, mordió en donde su omega le indicaba, directo a la yugular, sus escamas temblaron con firmeza al entrar en contacto con el fuego abrazador que buscaba hacerle daño, sus garras se hundieron en la carne del torso del dragón, completamente desprotegida y desprovista de escamas, y rasgaron la dura piel, su paladar se bañó de sangre y no tuvo compasión al arruinar sus alas, privándolo del mejor sentimiento y orgulloso de todo dragón: poder volar.

KyungSoo fue implacable, y aunque recibió muchas mordidas, rasguños y fuego, no flaqueó en ningún momento en medio de su lucha. Era puro instinto, y por ello fue difícil alejarse del dragón negro cuando el director de la escuela (un alfa muy respetado por los de su especie) apareció en escena para hacerse cargo a partir de ese momento, a pesar de que ya no hubiera demasiado qué hacer, pues la mayoría del trabajo lo había hecho él.

Miró cómo el mayor dejaba inmovilizado al desconocido luego de dejarlo inconsciente con un movimiento implacable y letal y, una vez se hubo cerciorado de que todo estaba en orden de nuevo, se permitió desplomarse sobre el suelo, completamente agotado y significativamente herido. El director se acercó sin cambiar a su forma humana y lo olisqueó, repasó sus heridas con sus preocupados ojos del color de las esmeraldas y luego inclinó la cabeza para soplar sobre su rostro un humo especial de color blanco perlado, que lo dejó atontado y muy adormecido.

Sus párpados se sintieron pesados y pronto todo lo que vio tras ellos fue profunda oscuridad.

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- ̗̀❀࿐྄ྀ ◦ *_❏❦Perfect Dragon❦❐_*
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Perezosamente abrió los ojos. Su cuerpo se sentía agotado y abatido, como si un camión de carga hubiese pasado por encima de él hasta triturar todos y cada unos de sus huesos. Su cuello se sentía extremadamente sensible y le costaba moverse con normalidad.

Una mano amiga se cerró alrededor de su muñeca y lo mantuvo acostado en la camilla de la enfermería de la escuela, y pronto tuvo a la sonrisa aliviada de BaekHyun en primer plano, muy cerca de su rostro. Eso fue suficiente para estabilizarlo y calmarlo lo suficiente como para quedarse quieto en su lugar y volver a cerrar los ojos para retomar su descanso.

—Qué bueno que hayas despertado. Me tenías muy preocupado, Soo. ¿Cómo te sientes?

—Como mierda molida y triturada. ¿Los niños? —respondió en un hilo de voz grave y rasposa y BaekHyun rió con suavidad, comenzando a acariciar la piel del dorso de su mano—

—Están bien, todos se encuentran a salvo. Reaccionaste a tiempo y eso hizo que ninguno corriera peligro, a pesar de estar bastante cerca de ese dragón.

Sus palabras fueron un bálsamo efectivo para su corazón angustiado y acelerado. Suspiró con alivio y se sintió plenamente en paz. No había pasado nada malo, estaban bien, todo estaba bien y en orden. Su dragón chilló de alegría, sintiéndose autosuficiente y poderoso a pesar de todo.

—¿Saben quién es y de dónde vino? No pude reconocerlo ni a él ni a su aroma, además, usó el fuego y eso está prohibido en nuestro Clan.

—El director Zhang está reunido ahora mismo con el Líder y se encuentran hablando sobre el tema, pero lo que se dice en el Clan es que se trata de un solitario desterrado que enloqueció debido a una nula unión y un grupo de dragones a su alrededor que lo mantuvieran estable.

KyungSoo inevitablemente sintió un poco de pena por el tipo.

Al llegar a cierta edad, los dragones solteros comienzan a ser domados por su lado salvaje. Éste enloquecer por no poseer un compañero o alguna cría que su instinto animal le pide y se vuelve una amenaza para el Clan entero debido a la violencia que desprende. Es por ello que se llevan a cabo las ceremonias de la luna aparte del cortejo natural y tradicional en medio del celo, esto con la finalidad de evitar ese tipo de situaciones y mantener la estabilidad del Clan a flote.

—¿Y qué hicieron con él?

—Lo dejaron en las catacumbas para que no le haga daño a nadie. Ahí estará completamente encerrado y no será un peligro. Ya hay alfas custodiándolo y los centinelas están atentos desde los riscos. Estaremos bien, Soo, no te preocupes por nada. Sólo concéntrate en tu recuperación.

Y lo último que hizo KyungSoo fue asentir con suavidad antes de quedarse dormido nuevamente, con el dulce arrullo de su mejor amigo acariciándole el sentido del oído de forma agradable y tranquilizadora.

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Dos días después KyungSoo se encontraba completamente recuperado. Su capacidad de sanación trabajando en conjunto con la atención médica del director YiXing fue de gran ayuda e importancia para encontrarse estable y sin demasiadas molestias físicas, sin embargo, el amable director le había pedido que guardara un día más de descanso en su hogar y que podría reincorporarse al trabajo el jueves, por lo que en ese momento se encontraba sentado en la punta del acantilado donde se encontraba su hogar, mirando la línea montañosa extendiéndose a su alrededor.

Lóngshān era un lugar hermoso y mayormente pacífico, lleno de valles cargados con flores coloridas y de agradable aroma, lagos, bosques y, a lo lejos, un par de mesetas solitarias y gigantes entre nubes espesas y húmedas. Ya que los dragones eran enormes por naturaleza, necesitaban mucho espacio para poder transformarse y vivir cómodamente. No habían muchos clanes de dragones en la actualidad, pero los que existían se encontraban lo suficientemente alejados los unos de los otros para no molestarse entre ellos y entrar en disputas innecesarias por cuestiones de territorio (lo que ocurría de vez en cuando), así que podría decirse que vivían de forma tranquila y sin preocupaciones mayores ahí.

Cerró los ojos ante la circulación del viento meciendo las ramas de los árboles y los pinos a su espalda y soltó un largo suspiro satisfecho, en paz, relajado. Habían días buenos donde se sentía bien y conforme con su vida, a pesar de los deseos incumplidos que necesitaba y le exigía su omega diariamente, esos días donde su bestia lo dejaba tranquilo, en calma, sin preocupaciones, y le permitía enfocarse en las cosas simples de la vida, en el aroma cautivador de la naturaleza, en la maravillosa visión del atardecer, en el cielo amplio e inalcanzable y en el sentimiento dulce que sus niños le obsequiaban de forma desinteresada. Justo en esos días sentía que eso era lo único que necesitaba para ser feliz.

Estuvo a punto de levantarse para ir a su casa a preparar la cena cuando la cabeza de un dragón de un espectacular color rubí se asomó por el acantilado. Dos ojos del tamaño de un par de autos y de color esmeralda se enfocaron en él y KyungSoo se quedó quieto, atento y curioso, mientras la criatura se elevaba y aterrizaba en una zona segura y no propensa a desplomarse por su peso. Las alas se cerraron y KyungSoo sonrió inevitablemente al ver a RaeOn descendiendo lentamente de la espalda de la dragona, siendo cuidadoso para no lastimarse.

Se puso de pie entonces y caminó hacia el pequeño, que, con una sonrisa, había corrido en su dirección y lo había abrazado por las piernas. No tardó en cargarlo y luego miró hacia atrás, a la madre del pequeño, Kim Yuna, que también le sonreía de forma amable y dulce.

Ella era una omega hermosa, más alta que él en su forma humana, con un cuerpo esbelto y atractivo y una mirada educada muy característica en ella y en su familia en general. El cabello castaño lo mantenía sujeto en una coleta alta y sus ojos de apariencia adormilada se achicaron ante la preciosa curva de su boca roja. Era bueno que al momento de volver a su forma humana lo hicieran con el cuerpo cubierto por sus ropas originales, porque KyungSoo no podría imaginarse siendo como los lobos, que desgarraban sus prendas en el momento del cambio.

—¡Profesor Soo! ¿Ya se encuentra mejor? ¿No le duele su cuellito? ¿Está bien? ¡Eonnie tuvo mucho miedo por usted! ¿Su dragoncito se encuentra sanito?

KyungSoo rió y le besó una mejilla, permitiendo que se restregara en su cuello con cuidado para no lastimar la zona cicatrizada, y luego se puso en marcha para acercarse a la mayor, que esperaba calmadamente a unos metros de distancia.

—Hola, Eonnie. ¡Estoy muy bien! El director Zhang me ayudó mucho, así que mi cuerpo está genial, y síp, mi dragoncito está mejorcito. Incluso ahora mismo se encuentra muy feliz porque estás aquí.

Una vez cerca de Yuna, la mujer amplió su sonrisa y le dio un cálido abrazo que no esperaba, pero que resultaba muy agradable y reconfortante, por lo que cerró los ojos y se dejó hacer sin mucho problema por la mayor.

Yuna olía a miel, era dulce, tenía una buena personalidad. De ahí derivaba su aura amigable.

—Hola, KyungSoo. Lamento si interrumpimos tu tiempo de descanso, es sólo que RaeOn había estado ansioso por no haberte visto y quería asegurarse de que te encontrabas saludable.

—Oh, no, no te preocupes, Yuna, está bien. Me alegra verlos y tenerlos en mi casa... por favor, entremos; les ofrezco una taza de chocolate y galletas.

Ante sus palabras, RaeOn soltó una exclamación animada y la mujer sonrió luego de asentir. Se encaminaron hacia su vivienda, una casa hermosa hecha mayormente de piedra, ya que su dragón tenía una conexión especial con éstas, la tierra y la madera. Abrió la puerta para la mujer y luego se adentró en su hogar, dejando a RaeOn en el suelo para dirigirse a la cocina y poner a calentar el chocolate para sus invitados.

Sintió al menor curioseando por el lugar y no pudo evitar sonreír. Su omega se sintió satisfecho y en una paz aún más pronunciada ante la presencia de un niño a su alrededor, especialmente RaeOn, por quien sentía un cariño especial e inexplicable, como si fuera su hijo... su sobrino. Era un sentimiento hermoso y cálido que se asentaba en su corazón.

Llevó las dos tazas de chocolate caliente a la sala de estar, donde se encontraban sus invitados, y las colocó sobre la mesita en el centro, justo enfrente de su sofá de cuero blanco. Tomó asiento junto a Yuna y ella aceptó su taza de chocolate con su imborrable y hermosa sonrisa surcando sus labios; RaeOn se sentó sobre sus piernas y KyungSoo lo ayudó a tomarse su chocolate y le dio un par de galletas para que las mojara en la humeante bebida antes de ingerirlas con ánimo y complacencia.

Fue entonces cuando la mayor habló, mientras él se encontraba riendo y jugando con RaeOn en medio de besos y afecto.

—Realmente me encuentro muy agradecida por lo que hiciste por los niños, KyungSoo. Cuando llegué a la escuela todo había pasado ya. Yo... no sé qué habría sido de Eonnie si no hubieras reaccionado un segundo más tarde. Sin la protección de los centinelas ni los guerreros todo habría resultado en un gran desastre. En nombre de mi esposo y mi familia te agradecemos sinceramente.

—¡Sí! ¡muchas gracias, profesor Soo! —exclamó el pequeño con restos de galletas sobre sus mejillas y labios y KyungSoo rió y le limpió el rostro con cariño y cuidado para no hacerle daño con algún movimiento brusco—

—No tienen nada qué agradecer, yo sólo cumplía con mi trabajo, eso es todo.

—Sin embargo, no todos los omegas cuentan con ese sexto sentido y rápida forma de reacción. Hemos sido afortunados por tener a nuestros niños bajo tu cuidado, no nos has decepcionado para nada, pequeño Soo.

A ese punto KyungSoo se sentía avergonzado, y es que no estaba acostumbrado a recibir halagos ni agradecimientos, todo lo contrario, KyungSoo había esperado que nadie apareciera para agradecerle por, precisamente, hacer lo que le competía en su trabajo, realizar un punto básico y esencial como profesor y cuidar a las crías, lo más importante para los dragones y el Clan entero.

Era una gran sorpresa, sin embargo, era algo aceptable debido a que se trataba de los Kim, siempre amables y atentos con todos.

A KyungSoo siempre le había agradado esa familia. Ellos nunca le habían dicho nada por su tamaño, ni lo habían insultado o hecho de menos por ser diferente, todo lo contrario. HyeJin, la madre de Yuna y sus dos hermanos, era una buena amiga de su madre, una mujer preciosa y de hermosa voz que siempre que iba a visitarlos les llevaba galletas o pasteles; gracias a ella había encontrado en sus hijos a un par de amigos, que si bien se separaron al crecer e ir por caminos diferentes, habían ayudado a que su infancia no fuera tan dura y triste, y eso era algo que iba a agradecer y mantener en su corazón todos los días de su vida.

Tuvo a ambos Kim en su hogar por dos horas. Los mayores habían hablado con fluidez, en medio de risas y anécdotas del pasado que KyungSoo creía perdidas entre las lagunas de memorias colapsadas de información reunida con el pasar de los años; se pusieron al día con sus respectivos padres, sus estados, sus hobbies y pasatiempos ahora que ellos eran mayores.

Complacido, aceptó su petición para ir a ver a su madre cantar junto a su padre en un restaurante conocido entre los dragones; le ofreció a cambio un domingo de almuerzo en el que podía asistir su familia y él mismo invitaría a sus padres para hacerlo todo mucho más ameno, a lo cual ella había asentido, prometiéndole ir dentro de dos semanas, ya que su hermano llegaría de su viaje en los próximos días y así podrían asistir todos.

Finalmente, cuando el sol comenzaba a ponerse tras las montañas, el cielo se llenaba de estrellas y era iluminado por los halos luminosos de la luna, madre e hijo se pusieron en pie para regresar a su propio hogar. KyungSoo los despidió en la puerta y vio, completamente maravillado, como aquella hermosa mujer mutaba en su dragón gigante y rojo y emprendía su vuelo con RaeOn en su espalda, de la misma manera que habían llegado.

Y así, viéndolos partir entre batires de alas enormes y chillidos, KyungSoo pensó en lo bueno que sería ver de nuevo a sus antiguos amigos: JongIn e InSung. Sin darse cuenta, su omega ya se encontraba ansiando ese reencuentro.

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