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Capítulo 1

"Madre mía, ¿cómo se hace para tanta conexión?
Tú lo sabes, yo lo siento, vamos a otra habitación
Donde nadie, nadie pueda oírnos
Se nota en mi boca que yo no quiero hablar."

Punto de vista de Triana.

Tomé la primera salida de la glorieta para adentrarme en la ciudad deportiva del Sevilla y poder dejar a mi hermano. Tiene veintitrés años, lo que no tiene es carnet de conducir.

—Isaac, no voy a estar toda la puñetera vida trayéndote a entrenar. Así que ahora que te han subido al primer equipo, sácate el puto carnet. —le dije al chico que iba de copiloto mientras ponía música fea de JC Reyes. —y deja de ponerme música cani ya.

—¡Que más te da! Vas conduciendo y en cuanto a lo de traerme te pilla de camino a la universidad. —dijo y luego se quitó el cinturón una vez llegamos.

—¡Tendrás morro, tío! —le dije. —La facultad de comunicación está en la Cartuja y me haces venir hasta Montequinto.

—Que sí, Tri, que sí. —Me dio un beso en la mejilla. —Nos vemos luego, ¡Te quiero!

Cuando mi hermano salió del coche corriendo para entrar al estadio Jesús Navas y poder entrar al entrenamiento me dispuse a salir de los aparcamientos y Justo cuando salí de la ciudad deportiva un Audi a toda velocidad casi se estrella con el mío.

—¡Estás loca! ¡Mira por donde vas! ¡Idiota! —me gritó un chico rubio de ojos claros con perilla.

—¡Mira tú por dónde vas, imbécil. Que te han dado el carnet en la autoescuela de Palurdolandia! —grité por la ventanilla antes de seguir mi camino.

Salí de la ciudad deportiva hacia la universidad, más de cuarenta minutos fue lo que tardé en llegar gracias a mi querido hermanito mayor que no le da la gana de sacarse el carnet de conducir. 

Como estábamos en época de exámenes, pues fue lo que hice, dos horas de un examen de sociología que había suspendido de primero porque realmente es más complicada de lo que parece. Luego me volví a montar en mi Audi y fui hacia la ciudad deportiva del Sevilla a recoger a Isaac.

--¿Tienes hambre? Te invito a comer. --le dije a mi hermano, tratando de evitar ir a comer a casa. --Recogemos a Idaira y vamos a comer a algún sitio rico.

--Triana, llevamos toda la semana sin comer en casa y te pasas los días en la bibliotecas, en algún momento tendrás que hacer acto de presencia. --Suspiré, cerciorándome de que no venía ningún loco como antes a chocarse con mi coche. --Papá acaba de volver de su viaje seguro que viene más tranquilo.

—Isaac, papá no me quiere. Da igual lo tranquilo que venga. Siempre seré su grano en el culo. —Miré a mi hermano.

—No digas eso, Tri. Papá te quiere y mucho, pero le cuesta demostrarlo.

—Por eso me recrimina constantemente que me paga una carrera. Dios, que ganas de sacármela ya y poder irme de casa.

Mi hermano soltó un suspiro y yo miré al frente nuevamente, cuando vi que de nuevo el mismo coche que esta mañana venía marcha atrás, toqué el claxón muy apresurada.

—¡Pero tú eres imbécil o que! —grité saliendo del coche para enfrentar nuevamente a ese rubio.

—¡Otra vez tú! —gritó el rubio.

—Medio metro más y me echas la delantera abajo, gilipollas. —le dije, notoriamente enfadada.

Isaac se acercó hasta nosotros a toda velocidad, más que en un partido.

—¡hey, hey! —dijo interponiéndose entre el chico y yo. —Ya basta, que os vais a matar.

—Esta es la loca de esta mañana que te dije. —Habló él chico y yo puse cara de pocos amigos.

—Oye, Adri. No te pases ni un mínimo que es mi hermana. —Adri me miró de arriba abajo.

—Que sí, pero que aprenda a conducir, que es la segunda vez que casi me da.

—¡Pero si has sido tu! —exclamé. —Anda, Isaac. Dile que se pire que todavía lo atropello.

—Un poquito de modales a tu hermana no le vendrían mal, eh.

—huy la virgen. —dije a regañadientes.

—No, virgen no. Y diría que tú tampoco.

—¡Adri, tío! —dijo mi hermano. —Anda, lárgate que me quiero ir a mi casa a comer.

Me volví a subir al coche un poco hecha una energúmena, soy muy de mecha corta y virgen también, que le ha fallado el radar al chiquillo este.

Conduje hasta Lebrija, que había un caminito, es que más lejos no podíamos vivir que va, tenia unas ganas de mudarme ya. Sobre todo para perder a mi padre de vista.

Cuando llegamos estacioné en el porche, porque de hacerlo en el garaje cualquiera aguantaba a la serpiente.

—¿tendremos un almuerzo en paz? —me preguntó Isaac antes de bajar del coche.

—Sabes que lo intento, Isaac. Pero no me lo pone fácil.

—Solo tienes que ignorarle y recordar que nos tienes a Idaira y a mi.

—No es fácil.

—Tampoco lo es para mí ver a mi padre pelearse con mi hermana todos los días y verte tan desprotegida. Me duele mucho ver como agachas la mirada cada vez que te dice algo. Solo ignórale y sé la persona que eres cuando no está.

—Su presencia me incomoda.

Me dio la mano para tratar de reconfortarme. —Venga vamos.

Contuve el aire cuando entré en casa y escuché su voz. Para nuestra suerte ya estaba la mesa preparada y sólo faltábamos Isaac y yo por sentarnos. Me senté entre mis dos hermanos e intenté levantar la mirada lo más que pude.

—Oye, Tri. ¿Qué tal los exámenes? —preguntó Idaira con una sonrisa. No puedo quererla más.

—Bien, ya esta semana los termino. —respondí devolviéndole la sonrisa.

—A ver para cuando terminas la carrera esa tan inútil que haces, ¿quien estudia periodismo? Es una carga para esta familia y últimamente para tu hermano que está pagando parte de ella. —dijo mi padre.

—Papá, tengamos la comida en paz. Déjala.

—El periodismo sirve para muchas cosas, la pena es que tú no sepas verlas. —respondí tajante. —Y pronto estaré entrevistando a mi futbolista favorito.

Miré a mi hermano sonriendo.

—Si, si. Muy bonito y todo. Pero te la empiezas a pagar tú, yo no pienso ponerle un duro más a algo para lo que realmente no vales.

—Si por ti fuera no valdría para nada. Sé que soy una carga para ti y no te preocupes no me pagues ni un euro más de la carrera, no sé cómo pero conseguiré pagármela yo sola.

—¿pero que estás diciendo papá? Claro que se le va a pagar la carrera y si no lo haces tú, lo hago yo. No voy a permitir un día más que trates así a mi hermana.

—déjalo Isaac. Lleva años dejándome claro que soy su puñetero grano en el culo.

Di un golpetazo en la mesa y me levanté corriendo hacia mi cuarto, evitando llorar, pero un intento bastante difícil e inútil.

Cuanto te echo de menos, mamá.

HOLAAAAAAA.

Semana bastante relajada ya que no juega el Sevilla. 🫠

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