Perdóname
—Perdóname, por favor —suplico sollozando y él vuelve a negar.
—Nunca lo haría, ya no te quiero —dijo molesto.
—Estás soltando cosas hirientes porque estás enojado —lo señalo —. No dejes que el enojo te lleve por completo.
—¿Cosas hirientes dices? —suelta una carcajada llena de ironía —, pero, ¿qué estuvo haciendo la señorita todo este tiempo?
—Por fa...
—Mentirme, hiriendo mi corazón. ¿Estás consciente de todo? Y pensar que eras una chica perfecta y encantadora.
—Yo...
—Decepción es lo que siento de ti. ¿Crees que hacer eso fue lo mejor?
—Lo siento, de verdad.
—Podíamos haberlo hablado como la pareja que somos o éramos.
Éramos... es decir que ya no estábamos juntos. Mentir no es buena opción, nunca lo será.
—Perdóname, por favor —repito y no sé cuantas veces lo he mencionado en esta charla —. Me equivoqué, lo sé, perdóname.
—No tienes perdón y si alguna vez te perdono, nunca volvería a quererte y mucho menos entablar una conversación.
—Piénsalo todo bien, el enojo te está haciendo hablar de más, no es para tanto.
—¿Qué no lo es? —me mira como si no lo creyera —. Estando enojado o no, sé que no mereces el perdón.
Y entonces ese día se fue solo y enojado en su auto, muriendo a causa de mis mentiras y un accidente. Manejar enfadado lo llevó a la muerte. Había sido reportado como muerto horas después de salir de mi hogar.
Él había muerto por culpa mía, por mi error. Ahora estaría siendo castigada toda una vida por mi culpa y por mentirosa.
Si hubiera tenido más confianza, habría hablado con él, pero no. A lo largo de mi vida he cometido errores, y este es uno de ellos. El mayor error de todos.
Fin
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