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CAPÍTULO 5

Todavía me ardían los arañazos que tenía marcados en el cuello. Mi corazón seguía latiendo frenéticamente en mi pecho como si se tratase el de un pajarillo asustado. Traté de calmar el temblor de mis manos y obligarme a respirar con normalidad. En un momento u otro las lágrimas se me desbordarían por mis ojos ahora cerrados. Sentía punzadas de dolor en el costado por la carrera que me había pegado para huir de aquella loca. De pronto oí la moto y abrí los ojos. Estaba en las afueras, donde los campos abrazaban la ciudad. Apenas recordaba cómo había llegado hasta allí, parecían retazos de una pesadilla que ahora se presentaban ante mí... borrosos. Levanté la mirada en cuanto confié en que podría contener el llanto nervioso que se agazapaba en mi pecho y observé el semblante preocupado de Adriel. Sí, de todas las personas que tenía lo había llamado a él. No quería preocupar a Paula quien realmente había sido mi primera opción y mis padres... si quería volver a pisar la calle era mejor mantenerlos al margen. Él era definitivamente la mejor elección. Me miró con sus ojos verdes y reparó en las marcas de mi cuello y la de la cara.

—¿Quién ha sido?

El tono de su voz me asustó y di un pequeño respingo.

Bajó de su Hyosung Aquila y se acuclilló frente a mí para inspeccionarme de cerca los arañazos. Entonces el llanto ganó la batalla y abrazándome a su cuello enterré mi rostro en su hombro y lloré.

Cuando logré calmarme me separé de él. En su camiseta tenía una mancha oscura donde me había apoyado producida por mis lágrimas. Él guardó silencio, a la espera de que yo hablase. Respiré hondo, realmente merecía una explicación.

—Esta mañana Eric me propuso quedar. —Vi como su rostro se ensombreció pero decidí continuar. —Fui al lugar donde me esperaría y allí estaba su novia. La tía me siguió sin que me diera cuenta y me acorraló. Me cogió del cuello clavándome sus uñas la muy... zorra... me sacó una navaja. Me la acercó a la cara y pensé que me la iba clavar, entonces me dijo: "si te acercas a él te destrozaré la cara." Le di un empujón y simplemente huí. Tuve que subirme a un autobús porque me perseguía. ¡Pensaba que no podría despistarla!  

La mirada de Adriel brilló amenazante y su puño se crispó con impotencia. Puse mis manos sobre sus hombros para atraer su atención y que se relajara. Noté su cuerpo tenso. Me pareció que de un momento a otro se levantaría y se iría corriendo en busca de la novia de Eric que por cierto, ni sabía su nombre ni mucho menos dónde vivía.

—Gracias por venir. —le dije más para captar su atención que por cortesía, aunque estaba muy agradecida por su ayuda.

Fijó sus ojos verdes en mí y miré hacia el suelo anonada por la intensidad de su mirada.

—Estás colada por él, ¿verdad?

La pregunta me pilló por sorpresa. De nada tenían valor los sentimientos si Eric estaba saliendo con esa loca. Me sentía engañada. Distinguí en el rostro de mi vecino cierta desolación y me obligué a no mentir a pesar de que sabía que le haría daño.

—Lo siento, Adriel... Me encanta Eric.

El muchacho se levantó y se volvió. Vi cómo se llevaba la mano a su rostro. Lo oí tomar varias bocanadas de aire para acompasar el ritmo de su respiración. Me obligué a no mirarlo para darle intimidad. Finalmente se giró y esbozando una sonrisa lánguida me tendió la mano para ayudarme a levantarme.

—Voy a hacer unas llamadas, ve subiendo a la moto.

Lo vi alejarse para tener privacidad y poder hablar por teléfono sin que yo lo escuchase. Mientras, me coloqué el casco en la cabeza y ocupé el asiento de la Hyosung Aquila. Por fin, Adriel volvió y se sentó delante.

—Cógete bien. —me pidió mientras él también se ponía otro casco.

El motor rugió en cuanto arrancó la moto. Me apreté más a su espalda y rodeé su cintura en un abrazo firme para evitar irme hacia atrás. Salimos disparados hacia delante acompañados del atronador ruido que producía el vehículo. Pensé que nos dirigíamos a nuestra calle pero no reconocí el camino de vuelta y comencé a inquietarme. ¿A dónde me estaba llevando? La carretera iba discurriendo a gran velocidad a nuestros pies. Comencé a ponerme nerviosa y finalmente nos detuvimos frente a un bloque de pisos que jamás había visto.

—¿Dónde estamos, Adriel?, ¿por qué me has traído aquí?

Pero él no respondió. Bajó de la moto y se quitó el casco, yo lo imité. Tras atar ambos en una cadena a las ruedas de su vehículo se encaminó seguido por mí hacia la puerta del edificio. Pulsó un timbre. Me crucé de brazos ya sintiéndome molesta. ¿Es qué no entendía que necesitaba volver a casa para relajarme? Cuando ya me daban ganas de darle una palmada en la espalda a mi vecino para que me respondiese una voz sonó a través del interfono, una voz que conocía perfectamente. Sentí que me mareaba por la impresión y el corazón comenzó a sonar fuerte dentro de mi pecho. Sentí una subida de calor y recé para que Adriel no viese mis mejillas ruborizadas. Eric, la voz era la de Eric, ¿pero cómo demonios sabía él donde vivía?

—¿Puedes bajar?

¡Oh, no! ¿Iba a darle una paliza? Instintivamente cogí el brazo de mi vecino sin atreverme a despegar los labios para hablar.

—¿Quién eres? —insistió Eric tras el telefonillo.

—Soy el amigo de Wendy. Baja, ¿o tienes miedo?

¡Oh, Dios! Apreté con fuerza su brazo. ¿Por qué no me hacía caso? Tiré de él para irnos pero era demasiado fuerte. Deseé que no bajara. ¿Qué iba a pasar? Comenzaba a hiperventilar de los nervios y el corazón me dolía dentro del pecho de la fuerza con la que latía. No me fiaba de mi amigo, había estado cabreado y le había confesado lo mucho que me interesaba Eric. Seguro que lo mataba. Bueno, quizás exageraba un poco. Pero algo malo iba a pasar, seguro.

—No te tengo miedo. —respondió Eric. —ahora bajo, imbécil.

Su voz había sonado amenazante. ¿Y si se hacían daño? Tragué saliva y los segundos que pasaron antes de verlo salir por la puerta se me antojaron una eternidad. Eric nos miró sorprendido, más bien desconcertado por mi presencia al lado de Adriel apretándole el brazo y con una cara de susto. Mi amigo se zafó de mí y avanzó un paso hacia él. El corazón me dio un vuelco. Me mordí el labio inferior demasiado y comenzó a dolerme. ¿Es que se había vuelto loco? ¿Por qué tenía que ser tan estúpido y violento? Comencé a arrepentirme de haber sido su amiga y sentí una punzada de odio. ¿Por qué tenía que arreglarlo todo a golpes?  

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