CAPÍTULO 3
Me faltaba el aire cuando llegué. Exhausta me detuve para exhalar una bocanada de aire y recuperar mi pulso. A unos metros encontré a Adriel sentado en su Hyosung Aquila. Me acerqué para ponerme frente a él y descubrí nuevas heridas “de guerra.” Tenía un corte en el labio cuya sangre se había secado y salpicado el piercing. En la mandíbula aún tenía la marca seguramente de algún puñetazo que había recibido recientemente. Mis ojos se desviaron hasta la mano que tenía apoyada en el manillar de la motocicleta. Los nudillos los tenía rojos. La otra presentaba el mismo aspecto y sujetaba un bulto envuelto en una manta un tanto roñosa.
—¿Qué has hecho? —le pregunté enfadada.
¿Cómo podía ser tan salvaje? ¿Así solucionaba sus problemas? ¿Cómo esperaba que yo llegase a sentir algo? Comenzó a invadirme la rabia cuando él me miró con indiferencia, como si no hubiese hecho nada alarmante.
—¿No me vas a responder? —insistí. —¡Estoy harta de ver que te pegas cada dos por tres! ¡¡¡Eres un salvaje!!!
—No sabes nada. —me dijo. Su voz estaba calmada.
Me enfadé aún más por su impasibilidad. ¿Es que le daba igual que yo me enfadase?
—¿¡Qué no sé nada!?, ¿¡qué te crees!? ¡¡¡Me tienes harta!!! ¡¡¡Cambia de una vez por todas!!! ¡¡¡Haz algo por tu vida!!! Venía a hablar contigo seriamente, pero me doy cuenta que no estoy interesada en ti para nada.
Su expresión me dejó muda. Atisbé primero el dolor, luego la incredulidad seguida de ¿rabia?
—¿De verdad? ¿No estás interesada en mí?
Sus ojos verdes relampaguearon por unos instantes y advertí un brillo salvaje que acabó siendo empañado por unas lágrimas. Desvió la mirada hacia un lado para evitar que me diera cuenta de su dolor pero ya me había percatado de ello. Por unos instantes me sentí culpable pero recordé que Adriel era un chico como dirían mis padres sin “oficio ni beneficio.” Era lo único que me separaba de Eric y debía deshacerme de él. Obviamente le ofrecería mi amistad, la que siempre había tenido, ya era su decisión aceptarla o no.
—Mira, Adriel, he cambiado de opinión. Me gustaría que fuésemos sólo amigos.
—¿Por qué? —preguntó aún con la mirada perdida.
—Te peleas demasiado, mírate. Siempre vas marcado y peleándote por estupideces.
—¿Es estúpido pelearse por salvar a este cachorrillo?
Apartó la manta sucia que había estado todo el tiempo sujetando sobre su regazo y observé asombrada que debajo de ésta había un perro de medio mes, dormido. El animal levantó la cabecita y dejó escapar un sonido lastimero.
—Lo iban a ahogar en el río. Lo saqué y se lo dejé a Rubén mientras les di su merecido. ¡Esos hijos de puta!
De pronto me sentí completamente culpable. Las lágrimas acudieron a mis ojos. Parpadeé para que no se derramasen. Vi como Adriel se acomodaba en la motocicleta y cogiendo con una de las manos el manillar y con la otra sujetando al animal se alejó sin decir palabra. Sabía que estaba dolido por haberlo rechazado pero, ¿qué podía hacer? No estaba enamorada de él. Me gustaba Eric, adoraba cada parte de éste. Se estaba haciendo de noche, me pregunté qué haría Adriel con el cachorrillo, seguramente se lo quedaría y lo protegería. Exhalé un suspiro y me encaminé a casa sintiendo un agujero en el estómago llamado culpabilidad.
Cuando llegué a mi casa y tras cenar con mis padres y mi hermana tres años mayor me refugié en mi habitación. Allí me puse a pensar sobre Adriel. Me dolía que nuestra amistad se hubiera casi roto o… simplemente roto. ¿Quién evitaría ahora que se metiese en líos? No podía darle la espalda, él me necesitaba. Saqué el móvil de uno de mis bolsillos y tras buscar su número de teléfono le di a la tecla de llamada.
Sonó un tono, dos, tres… ¡Vamos, Adry, cógelo! Cuatro… Rocé con el dedo la tecla de colgar.
—¿Wendy? ¿Qué quieres?
Respiré hondo antes de atreverme a decir algo.
—Adriel, necesito que sigamos siendo amigos.
—¿Por qué?
—Porque… —¿Qué se supone que tenía que responder? Exhalé un suspiro. —yo… no soportaría perderte.
Realmente era la verdad pero me arrepentí de haber dicho eso. No quería ocasionar nuevas esperanzas en él. Comencé a enroscarme en el dedo uno de mis rizos oscuros.
—Mira, Wendy… necesito alejarme una temporada de ti. —mi corazón dio un vuelco. —lo siento. —agregó con la voz quebrada. —me pondré en contacto contigo cuando esté listo.
—En ese caso te esperare.
No respondió y colgó. Comencé a llorar apretando la almohada que había cogido de la cama. Enterré mi rostro en ella hasta dejarla empapada por mis lágrimas. Cuando logré calmarme había pasado ya una hora. Miré aturdida el reloj, me sentía ligeramente mareada. Desvié la vista hacia el espejo que había al fondo de mi habitación y vi mi reflejo demacrado. Tenía rizos pegados en la cara a causa de la humedad de mis mejillas. Observé mis ojos azulados. Estaban rojizos del llanto. Decidí llamar a Eric antes de dormirme. Respiré hondo mientras el tono de la llamada sonaba.
—Hola, Wendy.
—Hola. —al oír su voz mi corazón reaccionó. Era suave y me hacía sentir segura. —ya he hablado con Adriel. Era solamente para que lo supieras y… decidieras.
—¡Oh! —Eric se quedó en silencio. Comencé a inquietarme.
—¿Eric?
—Wendy… me ha surgido un pequeño imprevisto. Hasta que no lo solucione no podré tener nada contigo.
—¿Qué ha pasado?
¿Por qué los acontecimientos tenían que dar un giro? ¿Ya no le gustaba? ¿Había cambiado él de opinión?
—Estas cosas es mejor que te las cuente en persona. Espero que lo entiendas y logres tener paciencia.
—Eric… —cogí aire y finalmente solté la pregunta que había luchado por salir de mis labios. —¿Sigues interesado en mí?
—¡Claro que sí, boba! Me encantas y eres preciosa.
Me sonrojé ligeramente y una sonrisa asomó a mis labios.
—Está bien… mañana espero que me lo cuentes.
—Iré a buscarte a la facultad de Psicología.
—¡Perfecto!
Me sentí un poco más feliz al saber que él iría a buscarme a mi universidad. Mi mejor amiga estudiaba conmigo y la oportunidad de presentarle a Eric me encantó. Sin embargo, el saber que ocurría algo que aún no sabía y que impedía acercarme a él me inquietó. Me despedí y colgué aun preguntándome qué sería lo que tenía que contarme. No obstante, debido al cansancio logré conciliar el sueño, mañana sería otro día.
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