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CAPÍTULO 12

La pintura roja de la fachada del Coyote ya comenzaba a desprenderse. Observé boquiabierta las letras negras pintadas sobre la puerta junto al dibujo de una Harley. Apenas noté la mano de Paula cerrarse en torno a mi brazo y darme un suave tirón para adentrarnos en el lugar. Sentí un escalofrío ante la escasa luz que había en el interior y el humo que enrarecía el ambiente. Un par de tipos bebían cerveza en la barra del bar sin perder de vista el generoso escote que llevaba la chica que les servía las bebidas. A un rincón unos chavales jugaban al billar entre risas y el tintineo de las botellas que volvían a dejar en el borde tras dar un sorbo. Distinguí a Rubén entre aquel grupo donde para mi alivio no estaba Adriel. Seguí a Paula hasta ellos.

—¡Vaya! —dijo ella, fingiendo sorpresa.

Rubén se levantó como movido por un resorte ante la presencia de mi amiga y mi intuición me dijo que a él le comenzaba también a gustar.

—¡Qué sorpresa! —exclamó el muchacho. Le plantó dos besos en cada mejilla y ella se azoró desviando la mirada hacia una mesa vacía.

Tras saludarme nos sentamos en uno de los sofás que había frente a la mesa de billar. Un par de chicos se acercaron para saludar, curiosos por nuestra repentina presencia. Incómoda me pasé de una mano a otra el quinto de cerveza que me había pasado uno de los amigos de Rubén para finalmente dejarlo sobre la mesa pequeña que había delante de nosotros. Pasados unos minutos comenzaba a aburrirme y de manera automática asentía con la cabeza ante los comentarios graciosos. Cuando los demás reían yo sonreía también. Quería matar a Paula por llevarme a ese antro y lo peor de todo es que no tenía medio para irme de allí. Saqué el móvil del bolsito que llevaba a todas partes conmigo y tras pedir disculpas me levanté para ir al baño. Marqué el número de Eric con la esperanza que me pudiese recoger y de paso verlo. Lo echaba de menos. Sonaron varios tonos hasta que se cortó la llamada. Miré por enésima vez la hora. Eran las once de la noche y él solía acostarse más tarde. Enarqué una de mis cejas con el presentimiento de que algo malo pasaba. Respiré hondo y cuando volví a salir hacia el grupo mi corazón dio un vuelco.

Adriel se encontraba hablando con la camarera de hacía un momento. La chica se encontraba mirándolo descaradamente sentada en uno de los taburetes del otro lado de la barra con las largas piernas cruzadas. La minifalda se le alzaba hasta tal punto que por un momento pensé que le podría ver la ropa interior. Presté atención a la expresión de mi vecino, parecía contrariado y llegué incluso a escuchar su voz acerada al decirle a ella:

—Sé que lo has hecho aposta, Marta.

Los dedos de él estaban aferrados a la tela de su camiseta cuya mancha oscura resplandeció tenuemente bajo la escasa luz del local.

—No seas llorica. —repuso ella, — ahora te la lavo. Si encima llevas más en esa bolsa.

Señaló una bolsa negra de deporte que tenía Adriel a sus pies y éste se cruzó de brazos molesto. Terminó agachándose, abriéndola y sacando otra camiseta, esta vez azul. Marta cogió el borde inferior de la que llevaba puesta y se la pasó por la cabeza. Se alejó tras echar una pícara mirada al muchacho que se había quedado con el torso desnudo. Para mi sorpresa un tatuaje en forma de tribal ocupaba toda su musculosa espalda para deslizarse hasta su firme pecho. Me quedé anonada recorriendo con la mirada las negras líneas que lo formaban y no pude evitar reparar en sus anchos hombros. Finalmente se colocó la camiseta ocultando su cuerpo y yo me volví molesta conmigo misma por haberlo observado demasiado tiempo. Quise salir cuanto antes de ahí y sin dirigirme a Paula salí sigilosamente aprovechando que la estúpida camarera había vuelto y captado la atención de mi vecino. Ya rendiría cuentas con mi mejor amiga, seguramente ni se enfadaría por haberme ido sin más.

Abrí una aplicación en mi móvil para saber cómo llegar desde ese bar de mala muerte hasta mi casa y decepcionada me di cuenta que tenía que andar quince minutos para llegar. Pensé en volver pero rechacé la idea tras unos minutos debatiéndolo en mi cabeza. No quería ver a Adriel, aún tenía el golpe en mi mejilla y mi orgullo me reconcomía por dentro. Comencé a andar, dejando la puerta del antro a mi espalda cuando ésta se abrió y una voz que no me esperaba escuchar resonó en la desierta calle.

—Si quieres te llevo.

La sangre se me congeló en las venas y deseé volatizarme en el aire. Me volví con el rostro enrojecido y sintiendo un súbito calor en mis mejillas. Adriel estaba a escasos metros de mí sin su bolsa de deporte. No sé porqué me fijé en ese detalle.

—Hola. —titubeé al tiempo que recogía un mechón de pelo tras mi oreja.

—¿Quieres que te lleve? Voy a casa.

Decliné su oferta negando con mi cabeza al tiempo que esbozaba una sonrisa.

—Sólo son quince minutos andando. —le respondí.

—Por favor... —la voz suplicante de él logró reblandecerme.

—Me hiciste daño. —le recriminé, provocando que bajara la mirada.

—No era mi intención. Déjame recompensarte. —me miró con una carita de cordero degollado y decidí por ese momento no apartarlo de mi vida.

—¿Dónde has aparcado la moto?

Sus labios se curvaron en una sonrisa de alivio. Avanzó hacia el modesto parking que había en un lateral del Coyote y distinguí la Hyosung Aquila junto a varias motos, entre ellas una Harley Davidson. Me senté tras él y al cogerme a su cintura aspiré el aroma a cuero y regalíz que lo solía envolver. Me pareció un olor agradable, siempre me lo había parecido pero en ese momento fui consciente de ello. Aún así prefería la esencia penetrante, fresca con un toque dulce y amaderada que solía acompañar a Eric. Sentí que mi estómago se encogía al no haber recibido noticias de mi novio desde que Rubén me había pasado el teléfono para que él comprobara que me había entregado el ramillete de flores. Habían pasado varias horas. Traté de tranquilizarme. Quizás simplemente estuviera durmiendo. El motor rugió y Adriel enfiló el vehículo en dirección a nuestra calle.

El aire agitaba los cabellos que sobresalían del casco que llevaba puesto. Traté de mirar el cuenta kilómetros por encima de su hombro y aterrada vi que marcaba un poco por encima de los ciento treinta. El corazón se me subió a la garganta al notar la sensación de vértigo y apreté mi abrazo en torno a su cintura. Él aminoró la velocidad, consciente de mi gesto y respiré aliviada. Detuvo el vehículo en cuanto el semáforo más cercano se puso en rojo. Estábamos a tres manzanas de casa. De pronto noté que Adriel se tensaba y apretó la mandíbula con la vista fija en el retrovisor. Fui a preguntarle pero su voz temblorosa me detuvo.

—Wendy, por favor, baja.

—¿Qué? —sus palabras me pillaron por sorpresa, ¿me estaba echando?

—Me están siguiendo. Es mejor que te bajes. Lo más seguro que me siga a mí y no a ti. En estos momentos no puedo permitir que sepa donde vivo.

El miedo invadió mis sentidos, bloqueandome. Me quedé un momento sentada detrás de él sin saber qué hacer. El corazón me latía fuertemente y temía por él. ¿Lo estaban siguiendo?, ¿por qué?, ¿en qué otra pelea se había involucrado? Las palmas de las manos comenzaron a sudarme y mi cuerpo se agitó a causa de un escalofrío que recorrió mi espalda. Miré el retrovisor, buscando la amenaza que él había detectado.

—Bajate ya, por favor.

Salté de la moto y retrocedí dolida hacia la acera. En esos momentos el semáforo se puso en verde y Adriel aceleró bruscamente para perderse en la larga avenida. Vi su figura tensa sentada en su vehículo empequeñecer a medida que se alejaba a gran velocidad y acto seguido un coche se precipitó en su dirección. Con el corazón latiéndome a mil por hora dentro de mi pecho noté como mis ojos se humedecían. Tenía mucho miedo y realmente estaba asustada por mi amigo. ¿Y sí le ocurría algo malo? ¿Qué debía hacer en este caso? ¿Denunciar a la policía? Oye, policía, un loco persigue a mi amigo. Me apoyé en la pared de una finca y traté de tranquilizarme. Debía confiar en Adriel, al fin y al cabo las numerosas peleas y todos sus embrollos no habían podido con él. Comencé a caminar hacia mi casa aún sintiendo la desagradable sensación de que mi amigo estaba en peligro. Sentía mis ojos arder y no pude evitar que las lágrimas finalmente se desbordaran.

Cuando llegué a la puerta de mi casa las manos seguían temblándome y apenas pude sujetar el móvil cuando sonó.

—Lo he despistado. Estoy bien. —su voz sonó tranquila.

—¿Dónde estás? —le pregunté con un hilo de voz.

—En casa de un colega. No puedo volver a casa, es arriesgado.

—Pero, ¿qué ocurre, Adriel?, ¿por qué te seguían?

—No puedo decirte nada.

—Pero... ¡puedo ayudarte!

—¿Qué más da?

—¡Dímelo! —exclamé con un deje de impotencia en la voz.

—Ya hablamos, Wendy.

La llamada se interrumpió y por un instante su nombre brilló en la pantalla de mi teléfono antes de sumirse en la oscuridad tal y como habían quedado sus palabras. Seguía sintiendo un nudo en la garganta y un desagradable malestar. Logré abrir la puerta de mi casa y entré en el recibidor. Tras dejar las llaves en el mueble de la entrada me dirigí a mi habitación y me dejé caer en la cama. El móvil emitió un aviso. Se trataba de un whatsapp de Paula. Escribí una rápida disculpa y le contesté que me habían llevado a casa y que todo estaba en orden. Acto seguido traté de dormirme pero hasta que no pasó media hora no lo logré.

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Me detuve frente a la finca donde vivía mi novio y pulsé el timbre. Eran las siete de la tarde del día siguiente y no había recibido ninguna llamada ni tampoco habían respondido ni él ni su madre a las mías. Me sentía molesta por su repentina desaparición y a la vez un tanto preocupada. Esperé unos segundos pero nadie contestó de modo que me senté en el escalón de la entrada y permanecí durante dos horas con la esperanza de que él o su madre apareciesen pero nadie vino en ese periodo de tiempo. Volví a probar suerte llamándolo y para mi sorpresa el teléfono se encontraba apagado. Lo guardé al tiempo que una sensación de inquietud se instalaba en mi estómago. Necesitaba una explicación y la necesitaba ya. Pero no la obtendría hasta pasada una semana y entonces... sería demasiado tarde...


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Buenas, preciosidades :D espero que os haya gustado el capítulo de hoy :) siento haber tardado tanto pero he estado de mudanzas, liada con el canal de YouTube y un par de cositas que me han traído de cabeza. ¡¡¡Pero aquí está, por fin!!! La trama ya empieza a liarse. ¡Hemos llegado al nudo de la historia o al menos casi! Un saludo y hasta el próximo capítulo que en menos de una semana estará :D I PROMISE :3

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