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Un castaño de ojos verdes iba saliendo de su casa con una sonrisa plasmada en el rostro, tenía la vida perfectamente arreglada. Padres amorosos y consentidores, amigos increíbles, era el capitán del equipo de fútbol de la preparatoria, sacaba increíbles notas e incluso era novio de la líder de porristas. ¿Acaso le podía ir mejor?.

Él creía que no.

Caminaba tranquilamente por las calles vacías de la ciudad de México, era un lugar hermoso para vivir y lo había descubierto el año anterior que se había mudado al lugar ya que él era originalmente de Estados Unidos.

De pronto sintió un peso extra en los hombros y unos pasos a sus lados más una divertida risa.

Sus dos mejores amigos estaban a cada lado, Sebastián, un chico de diecisiete años de cabello castaño, ojos cafés, piel bronceada y cuerpo atlético, estaba a su izquierda riéndose tontamente con su brazo sobre sus hombros. Era muy extrovertido.

Y Chris, un chico de igualmente diecisiete años, cabello teñido de un azul azabache, ojos grises y piel muy pálida, a diferencia de los otros dos, Chris no era muy alto y ni tenía un cuerpo muy atlético ya que prefería dormir a ir a entrenar. Estaba caminando a su derecha con la mirada en el suelo, no era muy sociable.

—¿Sabes que hizo? —dijo Sebastián mientras se reía refiriéndose a Chris.

—No, ¿qué pasó? —preguntó con una sonrisa.

—Ya cállate —reprochó un Chris malhumorado.

—Había una hermosa chica —se ríe— enfrente de la casa de la señora cascarrabias. Se acercó a nosotros y nos preguntó si estaba la señora y este idiota le dijo —se aclaró la garganta entre risas—. “ten cuidado con esa vieja loca, su boca saca más fuego que mi estufa” —explotó en risas—. Y… y la chica… la chica era la nieta de la mujer —dijo con dificultad.

Se unió a sus risas escandalosas.

—Sebastián, Dean… no se burlen —se lamentó Chris—. De seguro la chica y la señora están planeando mi asesinato —dramatizó manteniendo su seriedad dándole más gracia a los otros dos.

Al poco tiempo llegaron al gran edificio que le pertenecía a la preparatoria a la que los tres chicos asistían. Había que aclarar que la preparatoria estaba catalogada como una de las más prestigiosas de toda la ciudad y afortunadamente habían entrado.

Apenas pasaron por las puertas de la entrada, una hermosa chica de cabellos castaños y ojos miel se lanzó al cuerpo de Dean abrazándolo por el cuello y besando sus labios con fervor.

—Antes que nada buenos días —fastidió Sebastián entre risas.

—Búsquense un motel malditos hormonales —se quejó Chris.

La pareja se separó ignorando los comentarios de los otros, al instante Dean pasó su brazo por los hombros de la chica y ella por la cintura del contrario mientras sonreía con superioridad.

Amaba a su novia, o al menos eso creía, siempre sentía que algo le faltaba, aún tenía una sensación de deseo y soledad que no podía explicar.

Caminaban por los pasillos tranquilamente atrayendo la mirada de todos como ya era costumbre al ser como eran la pareja estrella de todo el lugar.

Ambos eran hermosos, deportistas, y eran los líderes de sus respectivos equipos. Lo único malo que Dean no notaba de su novia era la cabeza hueca que tenía.

La castaña solo estaba con él por la posición que le daba, y aparte de aquello, era de las chicas y alumnos con la peor calificación de todo el lugar, nadie entendía como pasaba los cursos. Y lo peor de todo, era que con aquel cuerpo de diosa ya se había follado a la mitad de los chicos de ese lugar.

Pero Dean era el único que no lo veía.


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Finalmente las clases habían terminado para Dean, y a diferencia de los otros días había preferido irse a casa solo, el clima estaba muy agradable ese día y no planeaba pasarlo con sus muy motivados amigos y con su novia tóxica. Aunque los apreciara mucho.

Caminaba por las calles mirando al cielo mientras tenía unos audífonos puestos, la canción de “Never not” de Lauv sonaba por ellos con su ritmo lento y la melodiosa voz del cantante le acariciaba los oídos.

No sé fijó que pasó al lado de un grupo de personas hasta que chocó con una de ellas bruscamente haciendo que ambos voltearan quedando de frente y paralizándose momentáneamente.

.°• † ‡ † •°.

El grupo de ángeles iba saliendo del portal en un callejón, sus alas habían desaparecido inmediatamente y todos estaban ansiosos por recorrer aquel mundo.

—Bien, no hablen con nadie —ordenó el arcángel.

Lysandro rodó los ojos inconscientemente ya que había repetido esa palabra muchas veces en el poco tiempo que llevaban en ese recorrido que no había ni empezado aún.

Salieron del callejón con tranquilidad, todo era sorprendente. Habían casas, locales y edificios por todas partes pintados con colores suaves y brillantes a la vez, también habían unas extrañas máquinas de metal que se movían solas y tenían varios cristales como ventanas.

Lysandro estaba tan perdido en su mundo de fascinación mientras observaba a su alrededor y las maravillas que estaban frente a sus ojos que no notó que alguien pasaba a su lado hasta que chocaron.

Sus miradas se toparon al instante y una extraña sensación los recorrió a ambos haciendo que apartar las miradas se volviese en una tarea complicada.

Dean observaba el angelical rostro del rubio frente a él con una increíble fascinación, podía jurar que casi lo veía resplandecer en medio del resto del entorno, y Lysandro por su parte se asombró de la cercanía en la que aquel humano se encontraba.

—Lo lamento —se disculpó Dean volviendo a sus sentidos estando algo nervioso repentinamente.

—No, discúlpame tú a mí, estaba perdido en mi mundo y no me fijé en que pasabas —respondió aún hipnotizado por los ojos de su contrario.

—¿En donde estudias? —y no supo que responder.

Dudaba mucho que le creyera que estudiaba en la academia de “Blanco y Oro” que era de ángeles por lo que improvisó cuando le tuvo que responder.

—O-oh… soy nuevo y estudio en la preparatoria más cercana —se rascó la nuca.

—¿Enserio? —Lysandro asintió—. Yo también estudio ahí, talvez te pueda dar un recorrido algún día.

El rubio casi se da un golpe en la frente por haber dicho tal estupidez, no parecía haber funcionado. Pero aún así, ambos mantenían una extraña sensación en sus cuerpos desde que sus miradas habían sido separadas.

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