6: Estrellas
6: Estrellas
Jongin estaba increíblemente feliz. Después de salir de la lavandería y dejar en la misma esquina de siempre a Kyungsoo, donde se separaban cada día, se desvió un poco para ir hasta la librería de segunda mano que frecuentaba desde hace algunos años.
A pesar de que intentaba reunir toda la cantidad de dinero posible para pagarse la universidad, tenía el placer de ir una vez al mes a conseguir algo nuevo para leer. Si se apuraba un poco, podía llegar a la cafetería sin problema, no podría descansar un poco o dejar sus cosas, pero valdría la pena.
El consiguió en tiempo récord, y a muy buen precio, un libro de poesía que le llamó la atención desde el primer momento. Caminaba y lo llevaba muy emocionado en sus manos, cuando alguien lo detuvo en su camino: era Kyungsoo. Se veía sorprendido de encontrarlo, pero Jongin se puso muy feliz por la inesperada reunión.
muchacho obtuvo en tiempo recor tenía en sus manos, muy emocionado, el libro de poesía que había logrado conseguir por un muy buen precio, cuando alguien detuvo su camino: era Kyungsoo. Se veía muy sorprendido al encontrarlo por ahí, pero Jongin se puso feliz.
–¡Hola!– exclamó emocionado.
–¿Qué haces aquí?– preguntó de inmediato su amigo, no parecía muy alegre.
–Yo...– intentó hablar, pero fue interrumpido.
–¿Me seguiste?– Kyungsoo estaba a la defensiva, así que intentó comprenderlo. Debía haber una buena razón para tener esa actitud. En vez de enojarse, intento comportarse de manera tranquila.
–¿Alguna vez has ido hasta el final de esta calle? Justo antes de llegar a una plaza.
–Sí– respondió Kyungsoo, intrigado por la pregunta.
–Bueno, justo antes hay una cafetería. Por las tardes, voy ahí y lavo platos hasta que mis manos quedan resecas. Te lo he contado, ¿verdad?
–Sí– respondió esta vez avergonzado el chico, al darse cuenta que había reaccionado impulsivamente. Agradeció la amabilidad de Jongin, como siempre con un gesto tímido.
–Bueno, estoy haciendo más turnos porque quiero una bicicleta. Estoy cansado de caminar largas distancias o tomar el autobús.
–¿Puedo preguntar por qué has tomado este camino? Para llegar hasta ahí de la lavandería podrías ir por otro lado y llegar antes.
–Hoy me desvié. He conseguido esto– Jongin mostró su libro entusiasmado.
Kyungsoo lo tomó y vio que era un libro viejo. Sus páginas estaban manchadas y algunas incluso un poco dañadas, pero el contenido estaba intacto. Era un libro de poesía. Tenía autores nacionales en su mayoría, pero habían algunas traducciones de poetas extranjeros. ¿Jongin había desviado su camino y gastado su precisado dinero en un libro de poesía? Eso era algo nuevo.
–¿Te gusta mucho leer esto?– quiso saber el mayor de los dos.
–Me encanta.
–Vaya, ¿y te gusta escribir también?– Kyungsoo se mostró interesado y eso entusiasmó a su amigo.
–Lo hago también– admitió con un poco de recelo.
–¿Podré leerlo algún día?
–No, no, no. Imposible. Soy muy malo, lo hago como reflejo de lo que leo. No creo que valga la pena.
–Creo que no lo sabremos si nadie más lo ha leído.
Empezaron a caminar, Jongin tenía que avanzar toda la calle y no podía seguir atrasándose si quería llegar a tiempo. Kyungsoo caminó a su lado hasta que llegaron a un edificio bastante maltratado. Estaba sucio por fuera y ese sector parecía especialmente lúgubre y peligroso.
–Bueno, yo me quedo aquí. Suerte en tu día.
–Gracias– aceptó Jongin viendo el lugar con horror. –¿Vives aquí?
–Sí, no me cobran mucho y está cerca de la construcción– Kyungsoo no parecía avergonzado, más bien tenía un aire triste al admitirlo. –Es sólo una habitación que está en el primer piso y no tengo casi nada, a parte de un futón y unas pocas cosas, te invitara... pero no es bonito y tienes prisa.
Jongin perdió veinte minutos, que no lamentó y que recuperó limpiando todo el piso de la cocina de la cafetería. Pero necesitaba entrar. El edificio parecía haber sido una casa enorme en el pasado y por eso las separaciones entre cuartos no eran muy buenas. Al entrar, la primera habitación a la izquierda era la de Kyungsoo. El lugar estaba casi vacío, sus pocas pertenencias estaban acumuladas en un rincón. Era un lugar miserable y a Jongin se le encogió el corazón pensar que ese era el diminuto y triste "hogar" a donde su mejor amigo regresaba cada día. No tenía una ventana y las paredes parecían que iban a colapsar. Comprendió porqué Kyungsoo reunía con tanto esfuerzo para escapar.
Su habitación no era un lujo, pero era un cuarto más o menos amplio en una casa particular. La anciana que era dueña tenía sus recursos y mantenían la casa limpia y su actitud era muy amigable y generosa. Ese lugar estaba lleno de otros inquilinos que parecían incluso peligrosos. No había nada de privacidad o de cuidado y el baño, era una pesadilla.
Al siguiente día, cuando se encontraron para el trabajo, ambos estuvieron callados. Jongin parecía bastante pensativo y Kyungsoo tenía el ceño fruncido. El ambiente estaba tenso, hasta que el mayor de los dos explotó.
–No debí dejarte entrar. Debiste sólo irte y ya.
–¿Perdón?
–Deja de mirarme con lástima. Sí, vivo en un agujero espantoso, pero eso es mejor que una casa con una familia que no tiene problema en amenazarte todo el día, golpearte y humillarte. Conseguiré algo mejor cuando tenga más dinero.
–No te tengo lástima– aseguró Jongin, completamente serio. –Pero estoy preocupado por ti y quiero encontrar una solución a esto.
–¿Una solución?– Kyungsoo lo miró con impaciencia. No le gustaba sentirse de esa manera.
–Ayer hablé con la mujer de la casa donde vivo. Hay un cuarto disponible. Es pequeño y no tiene mucha luz, pero si trabajamos juntos podemos dejarlo decente. Ella confía en mí y dice que si eres como yo y le ayudas con cierta cosas de la casa, sería bueno tener compañía.
–¿Quieres que vaya a vivir ahí?
–¿Por qué no? He estado ahí desde hace algún tiempo y es cómodo. Yo sé que la casera estará feliz contigo porque eres callado y cumplido. Es un lugar donde estás mejor ahora. Si tienes detalles con ella, se encariñará contigo. Cuando trabajaba en el supermercado, compraba las cosas que estaban por caducar en el supermercado por precios muy bajos y preparaba una comida para los dos. Creo que si...
–¿Por qué haces esto?
Jongin se quedó callado. No tenía una respuesta para esa pregunta todavía y bajó la cabeza, intentando segur trabajando. Kyungsoo sonrió. Su amigo quería ayudarlo sinceramente, quería sacarlo del espantoso lugar donde vivía. Se sintió agradecido.
–¿Podemos vernos después de la construcción y de la cafetería, por favor?
–¿De verdad?– el entusiasmo del menor de los dos le dio casi ternura. El muchacho se recobró y fingió tranquilidad. Es decir, está bien– aceptó Jongin y continuaron con sus actividades después de un par de risitas cómplices.
Había oscurecido por completo cuando se encontraron. El cielo estaba especialmente estrellado esa noche y ya se sentía la primavera. Los amigos caminaron hasta un parque bastante iluminado y subieron una pequeña loma para poder apreciar las estrellas. Terminaron tendidos en el césped, uno al lado del otro.
–Es un espectáculo muy bonito– comentó Kyungsoo con una sonrisa sincera.
–También es algo triste– comentó Jongin.
–¿Por qué dices eso?
–Muchas de esas estrellas están muertas ya y están ahí, iluminando nuestro cielo.
–A veces dices cosas muy deprimentes para ser alguien que siempre se jacta de ser positivo– le recriminó Kyungsoo haciendo un puchero.
–No me mal entiendas. Claro que hay un lado positivo, como la suerte que tenemos de ver el brillo y la luz de estrellas que ya no existen.
–A veces me dejas sin palabras, eres tan extraño– el mayor de los dos suspiró.
–Lamento si es así– se disculpó el chico.
–No me estoy quejando– dijo y volvió a suspirar. –¿Por qué me ayudas, Jongin? ¿Por qué quieres mejorar mi vida?
–¿Por qué?
–Sabes que soy una cáscara, que en cualquier momento podría desmoronarme. Tengo cicatrices físicas y emocionales y algunas heridas todavía frescas. Estoy solo y lucho contra la horrible sensación de caer cada vez más bajo hasta no poder salir.
–Bueno, mi primera intención sería convencerte de que puedes salir y que tal vez... ya no estás solo. O tal vez, yo mismo no quiero estarlo. También estoy herido, pero que hayamos tenido mala suerte no quiere decir que debamos ser abandonados por nuestros nuevos amigos.
–¿Confías en mí, Jongin? ¿Piensas que puedes apoyarte en mí?
El chico lo escuchó y cerró los ojos y dejó caer las lágrimas que se habían acumulado. No dijo nada e intentó no sollozar. Kyungsoo tomó su mano y la apretó, luego la acarició un poco con sus dedos.
–Antes, cuando llegaba la noche, pensaba que era un día más que había perdido. ¿A quién le importaba? Si al siguiente día yo no llegaba, nadie se daría cuenta. Aprendí a vivir así, para mí, levantándome en vez de rendirme. Porque no quería ser un cobarde.
–Es verdad– Jongin exhaló –Hay gente que te convierte en una persona egoísta. Una vida dura hace que pienses sólo en ti mismo o no serás capaz de sobrevivir.
–Pero, ahora es diferente. No llores, Jongin. Por lo menos ahora, nos tenemos el uno al otro.
Kyungsoo se incorporó un poco para acercarse lo suficiente y besarlo. Jongin no se sorprendió, porque lo estaba esperando, así que lo aceptó con ansias y, en medio del parque con las estrellas iluminándolos y sintiéndose totalmente feliz, pensó que era una señal.
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