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34: Una decisión


34: Una decisión

Los ruegos de los chicos llamaron la atención en el pueblo. La señora Oh estaba tan molesta, que tenía los ojos rojos y parpadeaba con rapidez para que no se acumularan las lágrimas. Cuando la mujer se acercó a la puerta de la casa donde vivía el señor Young, Sehun la tomaba de brazo, Jongin estaba cubriendo la puerta con su cuerpo y Kyungsoo seguía dando argumentos.

–¿Te has visto el rostro?– preguntó furiosa. –¿Qué hiciste para merecerte esos golpes? ¿Qué hiciste mal?

–No creo que estoy se vaya a solucionar así.

El señor Young también tenía cara de haber recibido un par de golpes y eso de algún modo alegró a la enojada señora que lo miraba con fiereza mientras los tres chicos intentaban detenerla.

–¿Has venido a dar una disculpa?– la impertinente pregunta del tipo insoportable provocó que ella cerrara los ojos con rabia e intentara controlarse.

–¿Qué te hizo? ¿Eh? ¡Dime! ¿Qué te hizo un joven que se pasa la mayor parte del tiempo trabajando para ganarse la vida de forma honrada? ¿Por qué lo arrastras a una vida llena de tensiones y problemas? ¿Qué te hizo? ¿Hirió tu orgullo? ¿Te robó algo que creías tuyo? ¿Eso es lo que te molesta? Pues deberías arrepentirte.

–¿Por qué estaría arrepentido?– contraatacó enseguida Young, envalentonado al ver varias personas siendo testigos de la pelea.

–Porque yo no soy una cosa que le pertenece a alguien, y menos aún a un ser despreciable como el que tengo delante. Pero ese no es el problema– la señora Oh acarició el rostro de su hijo. –Yo desde el primer día mostré mi rechazo por un hombre que mostraba interés en mí. No quiero una relación con nadie, no necesito un hombre en mi vida.

–¿Entonces te revuelvas con él, pero no lo consideras un hombre?– provocó el señor Young y, contrario a lo que esperaba, la gente murmuró con desaprobación al escucharlo.

–Lo hice para protegerlos.

–¿Duermes con todas las personas que proteges?– el tipo no lo sabía, pero se estaba hundiendo en su propio juego.

–Mentí que tenía una relación para protegerlos. Los chicos han pasado hambre y penas desde que eran muy jóvenes. Huyeron de una ciudad que los torturó y encontraron un pequeño espacio aquí. Trabajaron duro y lograron, con mucho esfuerzo, adaptar una bodega vieja en una casa. Cuando todo estaba bien, un hombre celoso y tonto arruinó su vida, diciendo cosas en su contra.

–¡Es verdad, los rumores los empezó él!– confirmó una señora, vecina del restaurante.

–Siempre fue él quien sacaba el tema y decía que eran raros– comentó alguien más entre los que estaban reunidos.

–La gente empezó a decir que eran unos pervertidos y unos enfermos. Sólo porque vivían en la misma habitación. ¿Quién tiene dinero ahora para conseguir un lugar cada uno? Aceptaron la oferta que les di y un hombre planeaba arruinar su vida.

–Entonces...– el señor Young miró alrededor, la gente estaba esperando su respuesta.

–Do Kyungsoo no es mi amante, jamás lo fue. He tratado a estos chicos como a mis propios hijos porque se han ganado mi confianza. Lo he repetido hasta el cansancio, pero nadie me escuchó. Sólo cuando dije que era mi amante, por lo menos algunas personas empezaron a mostrar un poco de respeto. No pensé que esto también los dañaría.

–¡Mentira! Sólo quieres limpiar el desastre que has hecho por andar acostándote con el primero que se asoma a tu puerta.

El eco de la cachetada que cayó sobre la mejilla del odioso tipo sorprendió a todos. La señora Oh lo había golpeado en el rostro para hacerse respetar. Nadie se atrevió a decir absolutamente nada. Young tampoco supo cómo reaccionar.

–Arruiné mi propia imagen para salvar a un par de niños indefensos de un monstruo egoísta. Espero que no sea la vida quien castigue sus actos, le iría bastante mal.

La noticia recorrió todo el pueblo. No había una sola casa en la que no se estuviera hablando sobre el tema: la valentía de la señora Oh, su forma de proteger a los chicos, la horrible actitud de Young, su insistencia y su acoso y los testimonios de todos los que supieron que los chicos, efectivamente, sólo trabajaban duro y no dedicaban su vida a nada más.

Hasta mientras, los cuatro integrantes de la pequeña familia regresaron a la casa. Cerraron pronto y limpiaron todo lo que pudieron, comieron algo ligero y los muchachos fueron a su cuarto. Jongin terminó de curar a su novio y quiso hablar, pero Kyungsoo se quedó dormido pronto, parecía realmente exhausto. Lo dejaría para el siguiente día.

Pero no hubo oportunidad. Desde temprano, pelaron papas, lavaron platos, cortaron verduras, prepararon sopa, batieron cosas, limpiaron, barrieron e hicieron todo para ayudar a la señora Oh y a Sehun sin salir de la cocina, al menos que fuera estrictamente necesario, como cargar cosa pesadas o recoger bandejas grandes de platos. El ánimo en el lugar no es bueno, pero hay mucho que hacer.

Por curiosidad, por apoyo o por hambre, la gente llenó el restaurante todo el día y no hubo tiempo ni para respirar, menos para tener conversaciones profundas. Cuando llegó la tarde, Kyungsoo anunció que tenía que ir a conversar con su potencial jefe en la granja lejana. Se negó a ir en compañía de alguien y todos terminaron por respetar su decisión.

–Todo va a estar bien, cariño, no sufras– le comentó la señora Oh a Jongin, acariciando su rostro.

–Sí, estoy seguro que las cosas mejorarán. No es para tanto.

–En un par de semanas algo nuevo pasará y podremos seguir con nuestras vidas, te lo prometo– la mujer sonrió y siguió con sus labores.

Kyungsoo regresó realmente tarde y muy cansado. Había hecho un par de pruebas físicas para demostrar que podía trabajara en la granja, pero las condiciones no parecían las que habían acordado. El sueldo era menor al que le habían ofrecido en un inicio, eran más horas, el trabajo era bastante duro y no estaba tan cerca como pensaba. No parecía una buena idea. Si tenía que salir temprano en la mañana y regresar tarde en la noche, no podría ver a Jongin con mucha frecuencia y no estaba muy feliz por eso.

Cuando regresó, el chico se estaba dando una ducha. Se sacó su ropa y la dejó a un lado. Todavía no habían acomodado el desastre del día anterior. Recogió su ropa de trabajo y un sobre cayó al piso. Se acercó y encontró la carta de Baek que el hombre del correo le había entregado amablemente. Se había olvidado por completo de eso.

La leyó: era una respuesta. Una respuesta a unas preguntas que él no había hecho y que estaban dirigidas a Jongin. Analizó cada una de las palabras anotadas ahí, intentando comprender cuál había sido el pedido en un inicio. Era obvio.

"Querido Jongin,

No tienes idea lo feliz que me hace recibir una carta tuya, sabes que me emociono con facilidad porque a penas tuvimos oportunidad de conocernos. Lamento mucho saber que están pasando un mal momento en el lugar donde viven ahora. Sé que su casera y sus hijos son amables, pero eso no garantiza al resto de los habitantes. Si es una molestia y sientes que no vale la pena quedarse, sabes perfectamente que pueden venir acá. Chanyeol y yo estaríamos más que felices de tener unas cuántas manos más, aquí hay mucho que hacer y su compañía nos alegraría mucho. Sabes que cuentan con nosotros para lo que sea. Por favor, manténme al tanto,

Baekhyun"

Kyungsoo se recostó sobre la cama. También se daría un baño. Jongin estaba realmente afectado por la situación. No se perdonaba eso. Se sacó la ropa y recordó que no necesitaba que su novio terminara para entrar.

Kyungsoo se anunció para no asustar a su pareja y él aseguró'que terminaría enseguida. Pero el chico tenía otras cosas en mente y se metió a la ducha de todas formas.

–¿Intentas seducirme?– bromeó el muchacho.

–También– respondió el mayor de los dos.

–¿Pasa algo?

–Baek te respondió. Dice que podemos ir donde ellos cuando queramos.

–¿Eso dijo?– Jongin parecía un poco avergonzado, como si lo hubieran descubierto haciendo algo malo.

–Sí– Kyungsoo acarició sus brazos con el chorro de agua bañando a ambos y se acercó para besarlo. –¿Realmente te quieres ir?

–Sí– sollozó el muchacho, derrotado.

–Podremos superar este bache en el camino, no es nada del otro mundo. Nuestras vidas no están en riesgo como la última vez.

–He visto como la gente habla nos mira. Hemos sentado un mal precedente con todos los rumores sobre nosotros, la señora Oh y el señor Oh.

El agua caliente los mojaba a los dos. Jongin lavó el cabello de Kyungsoo y se besaron por un largo rato antes de salir. Se secaron, se cambiaron y se recostaron como hacían siempre. Era un pequeño ritual que podía devolverles el buen humor. Se pasaron hasta el amanecer conversando hasta tomar una decisión. Una que les permitiera tener una vida tranquila estando juntos.

No querían seguir perjudicando a la señora Oh, que tanto se había sacrificado por ellos. También sabían cuánto sufría Sehun por eso, no era justo. La granja no parecía una buena opción tampoco, a Kyungsoo no le daba una buena espina un jefe abusivo. No podrían aprovecharse de la buena voluntad de su casera y el restaurante, debían buscar otros ingresos, pero era imposible con todo el problema que se había creado.

–Creo que es lo mejor– argumentó Jongin después de mucho hablar.

–Tienes razón. Mañana hablaremos con la señora Oh y llegaremos a un acuerdo. Buscaremos lo mejor para todos. 

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