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33: Imperdonable


33: Imperdonable

Kyungsoo caminó a paso rápido por las calles del pueblo. Era incómodo cuando todos lo miraban por la calle o cuando directamente hablaban sobre él con directas o críticas. Sólo debía aguantarlo hasta ir al nuevo trabajo en la granja.

Jongin no tenía por qué enterarse de todas estas incómodas situaciones, sería ponerlo y triste innecesariamente. Le había prometido estabilidad, felicidad y amor. Podía lidiar con la gente él solo, no había problema.

Mientras estaba metido en sus pensamientos, buscando la solución a al problema que había aparecido en medio de su pequeño oasis de felicidad, no sabía que el señor Young lo había estado siguiendo desde que salió de la mina. Kyungsoo estaba sucio y con su ropa de trabajo y esa era otra de las razones por las que la gente comentaba cuando pasaba.

El ataque fue a traición y el golpe en la espalda le hizo caer al suelo. Le costó un poco recuperarse y la gente, para variar, empezó a acumularse a su alrededor. Cuando pudo pararse, el tipo estaba incitándolo a pelear. Kyungsoo intentó hacerlo a un lado y seguir, pero no se lo permitió, lo golpeó en la boca y lo hizo sangrar. Cuando Jongin viera esto se iba a preocupar.

Maldición.

–No voy a pelear, déjeme ir– exigió Kyungsoo, pero el tipo volvió a lanzar un golpe a traición y le hizo enojar.

Era un ex peleador, no tenía mucha paciencia y últimamente había estado bastante frustrado por la situación que un hombre tan miserable y despreciable había causado en su pequeña felicidad que tanto les había costado acumular.

–¿Acaso no quieres, marica?– provocó el señor Young. Fue la gota que derramó el vaso. Esa palabra lo puso realmente molesto. No porque se sintiera avergonzado, sino porque la usaba como insulto. Había estado fastidiándolo por suficiente tiempo. La última vez lo había noqueado, pero se vería como un abusivo así.

Entonces Kyungsoo dejó que el tipo se acercara lo suficiente, para golpearlo, pero no mandarlo al suelo. Fue certero y lo hirió bastante, pero el odioso hombre seguía incitándolo.

–Me estoy defendiendo, yo no quiero pelear– insistió en voz alta, para que todos escucharan y fueran testigos.

–¿Y por qué no quieres pelear, cobarde?

–Porque soy más joven, más ágil y más fuerte– argumentó el muchacho. La gente hizo comentarios. Las personas que estaban presenciando la escena empezaron a comentar.

Se dividieron en grupos. Los que apoyaban a Young, que debía defender su honor, algo muy estúpido según el pensamiento del chico, pero también los que apoyaban a Kyungsoo diciendo que debía defenderse si lo atacaban. Estaban por otro lado los que preferían que se detuvieran y finalmente los que querían que se fueran.

Con aquellas palabras, el chico avanzó más rápido, pero habiendo sido herido en su orgullo, el señor Young se acercó nuevamente y lo empujó. Cuando cayó al piso, las piedritas de la calle de tierra se clavaron en sus palmas. Nuevamente, se puso de pie e intentó seguir su camino.

–¡Pelea como un hombre muchacho!– escuchó exclamar a su jefe. Se sintió fastidiado.

–No es una buena idea, no quiero problemas– dijo intentando aprovechar la intervención para marcharse.

–Debes hacerlo, quedarás como un cobarde.

–Sé que no lo soy, no necesito golpear a alguien para probar nada. Tengo que ir a casa, no quiero problemas– insistió.

–¡No puedes ser un cobarde!– le comentó molesto el encargado de la mina.

–No lo soy– aseguró Kyungsoo con voz firme.

–¿Con qué cara regresaras a trabajar si huyes de una simple pelea? Los hombres solucionamos las cosas de esta manera. Acostúmbrate, ¿acaso no eres un hombre?

–No entiendo cómo golpear alguien en desventaja me hace más hombre– Kyungsoo se limpió un poco y decidió irse.

–¡Una vergüenza total! ¿No te sentirás mal de aparecer con tu cobardía en el trabajo mañana? ¿Serás capaz de mostrar tu cara ante mí después de huir como un perro?– un golpe en su hombro y el chico tuvo que morderse los labios.

–Entonces no lo haré. No mostraré mi cara de nuevo. Pero no voy a pelear. Hice la firme promesa de no hacerlo nunca y lo cumpliré.

Con la frente en alto, pero herido, cambió su camino y se marchó por otras calles. La gente lo miraba descaradamente y supuso que se veía golpeado, sucio y deplorable. En otra época, no le hubiera importado. Pero ahora tenía una familia a la que temía decepcionar y ese dolor era peor que cualquier golpe.

–¿Kyungsoo?– el cartero lo miró con preocupación y se acercó a él. –¿Qué te pasó, muchacho?

–Me atacaron a traición– admitió el chico, cabizbajo.

–¿Fue Young?– quiso saber el hombre y tocó su labio partido.

–Sí.

–Era de suponerse, que tipo tan fastidioso. Deberías ir a casa y luego denunciarlo, no debería fastidiarte frente a todos.

–No lo sé. Pero agradezco mucho su consejo– hizo una reverencia y el cartero dio unos golpes amables a su espalda.

–Deberías ir y tomar un baño. Yo tengo una carta para ti.

Era de Baek. Kyungsoo se sorprendió, recordaba que todavía no había respondido aún. Tal vez tenía buenas noticias o los invitaba a alguna parte. O tal vez, venían de visita. Cualquier cosa era posible con sus amigos. Guardó la carta y se fue a casa.

Jongin no disimulo, dejando todo a un lado cuando lo vio entrar al restaurante en ese estado. La señora Oh disimuló y dejó que se fueran. Sehun hizo un par de preguntas, pero tras darse cuenta que no era nada grave, regresó a ayudar a su madre.

–¿Qué pasó?– los ojos vidriosos de Jongin le hicieron sentirse molesto, pero también patético. Sus promesas no valían nada, seguía dando problemas.

–Renuncié al trabajo– confesó Kyungsoo y su novio se asombró.

–¿Te golpearon por renunciar?

–No, renuncié porque mi jefe quería que ceda ante las provocaciones de Young.

–¿Él otra vez? ¿No tiene nada mejor que hacer?

Jongin regresó a pedir un botiquín y le comentó lo sucedido a Sehun. Regresó a su casa y fueron al baño para curarle. Ambos recordaron sus épocas de las peleas clandestinas. El menor de los dos se sintió un poco aliviado de que eso haya terminado y Kyungsoo se sintió terriblemente mal por hacer que su pareja cure sus heridas como antes.

La preocupación en la gente que le importaba le hacían sentirse mal y, por primera vez en mucho tiempo, el chico lloró. Dejó caer gordas lágrimas mientras Jongin ponía alcohol en sus heridas abiertas. Se bañaron juntos, frotándose y lavándose para sacar todo lo que pudiera, físico y emocional.

Estaban limpios y cambiados, preparándose para comer algo juntos en su habitación sin salir, dispuestos a hablar sólo de cosas agradables, cuando escucharon la puerta.

–¿Fue Young?– exigió saber la señora Oh.

–En realidad...– Kyungsoo quiso dar explicaciones, pero no pudo detenerla. La mujer empezó a caminar, dispuesta a ir hasta donde el tipo. Los tres intentaron convencerla de que no era una buena idea, pero no hubo poder humano que la detuviera.

Terminaron caminando tras ella, usando argumentos y, Sehun hasta amenazas, pidiendo y rogando que regresara a casa. Pero ella no estaba dispuesta a ceder. Young había sobrepasado cualquier límite de paciencia que ella tuviera. 

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