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32: Nadie más importante


32: Nadie más importante

Jongin está solo en casa. Desde que trabajan en horarios distintos y en lugares diferentes, es un poco triste llegar y tener que esperar por él. Disfruta la compañía de Sehun y de la señora Oh, pero llega un momento en el día cuando sólo quiere acurrucarse con él en su cama y hablar.

En un inicio, le pareció saludable que empezaran a tener sus propios horarios, sabe que la dependencia no es buena. Estuviera especialmente contento, pero no es el momento. Ha escuchado lo que la gente dice: los insultos, los chismes, las palabras hirientes. Todas dirigidas a la persona que él ama. Y no puede hacer nada. ¿Defenderlo? Eso crearía más habladurías y no necesitaba eso. Suficiente tienen las personas que más le importan en el mundo.

Su casera es una mujer valiente. Parecería como si nada le afectara, sigue con su vida como si nada hubiera pasado. Kyungsoo disimula bastante bien, pero él le conoce y sabe que está sufriendo, que le preocupa y que está esforzándose para protegerlo. Y no es justo. No le parece bien que mientras se la pasa en casa o en el restaurante, completamente cómodo y seguro, Kyungsoo tiene que salir a la calle y enfrentar al mundo él solo. Le había prometido que nunca lo dejaría, que harían todo juntos. Y no lo había cumplido.

Entonces, empezó a salir un poco. Se ofrecía para comprar cosas en el mercado o hacer recados relacionados con el restaurante, todo con intensión de ir por el pueblo, para ver si la gente decía cosas relacionadas con él o con Kyungsoo si lo veían cerca. Incluso si lo miraron con curiosidad y los cuchicheos se dejaron escuchar, no fue nada que no pudiera manejar y eso, en parte, lo tranquilizó.

Pero, mientras avanzaba con las compras, empezó a ver como la gente se reunía y hablaba, señalando algo que llamó mucho su atención. Era Kyungsoo. El chico caminaba solo, con la mirada fija en el piso y parecía no estar escuchando, pero algo en sus ojos le dijo a Jongin que estaba sufriendo. Se veía falsamente seguro y orgulloso, pero en realidad no era más que un joven humillado.

No quiso que su novio supiera que había sido testigo de eso, así que se adelantó a casa. Estaba furioso, frustrado y se sentía impotente. ¿Cómo aliviar ese dolor? Por mucho esfuerzo que hayan puesto en su nueva habitación. Por muy agradecido que esté con la señora Oh, por muy cómodo y agradable que haya sido el pueblo en un inicio, nada valía ver a Kyungsoo sufrir en silencio.

Debían irse.

Comieron los cuatro como siempre. Lavaron los platos, terminaron de arreglar el lugar y se despidieron amablemente. Los chicos caminaron en silencio y lentamente hasta la puerta de su casa. Jongin abrió y Kyungsoo dijo estar muy cansado y que se daría un baño rápido. El menor de los dos terminó tendido en la cama, intentando contener las odiosas lágrimas que querían salir. Ya que no podía gritar, golpear a las personas o hacer un escándalo, tal vez podía darse el pequeño lujo de desahogarse un poco.

–¿Estás dormido?– preguntó Kyungsoo sorprendido y se acercó a verlo. –No te has cambiado aún.

–Estoy despierto– susurró, intentando no mostrar lo afectado que estaba.

–¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

–Kyungsoo, ¿cómo va esa opción de la granja?– quiso saber Jongin y su pareja se preguntó si esa era la razón por la que estaba actuando de manera tan extraña. ¿No le gustaba la idea?

–Todavía no lo sé, quiero hacer la prueba primero. Sería un gran cambio.

–¿Podríamos ir a las afueras del pueblo? ¿Vivir por ahí? O tal vez, ¿en tu nuevo trabajo?

–¿Qué?– el chico secó su cabello y obligó a su novio a prepararse para ir a la cama. Era una conversación extraña, no podía dejar que se quedara con ropa incómoda por más tiempo.

–Vámonos de aquí. Podemos regresar a comer o visitar a la señora Oh. Si no te gusta, podemos trabajar aquí. Si nos da comida y techo, podemos pagar eso limpiando mesas y lavando platos. Piénsalo, evitar a la gente.

–¿De dónde has sacado esas ideas? ¿Alguien te molestó, te dijo algo?

–Fui al mercado. La gente nos mira raro, hablan sobre nosotros, llamamos la atención. No es que me importe, pero el perfil bajo es lo que necesitamos y ya no lo tenemos aquí. También temo por Young, que te quiera hacer algo de nuevo, es un hombre traicionero. No soportaría pensar que algo te pase.

–Buscaremos opciones– prometió Kyungsoo acariciando su rostro.

Jongin se terminó de lavar los dientes, la cara y regresó a la cama. Kyungsoo lo esperaba con una sonrisa, pero por alguna razón, esa hermosa imagen no logró consolarlo. No era suficiente. Quería verlo tranquilo y en paz, no sufriendo por personas malvadas que no valían la pena.

–Me quiero ir de aquí– pidió Jongin.

–No es tan fácil, amor. No es tan fácil.

Al siguiente día, desayunaban juntos cuando Kyungsoo le pidió a su novio que no se olvidaran de responder la última carta de Baekhyun. El muchacho asintió y anotó entre sus pendientes. Tenían varias cosas que habían sido dejadas a un lado y que debían atender, algo que el menor de los dos hizo notar.

–Lo haremos el fin de semana, lo prometo– Kyungsoo besó sus labios y se fue antes.

Entonces, Jongin miró la carta y la dirección de Baekhyun. Recordó cuando los conoció y lo divertido que era para mandar correspondencia. Los cuatro escribían a mano y se divertían conociéndose a través de cartas. Kyungsoo estaba especialmente agradecido porque fueron ellos quienes ayudaron a su reencuentro. Siempre hablaban de planes futuros y que contaban los unos con los otros para cualquier cosa.

Algo en el cerebro de Jongin se prendió. Tomó su cuaderno y empezó a escribir. Cometió errores, pero no le importó. Siguió garabateando para hacer un primer borrador. Anotó todas las ideas y se fue a trabajar. En su primer descanso, se escapó para pasar a limpio todo y luego fue donde la señora Oh.

–¿Podría salir un momento? Necesito dejar esta carta en el correo– pidió amablemente.

–¿En serio? Sehun va a hacer unos mandados, ¿quieres que él la deje?

–¡Sería muy amable!

Jongin volvió al trabajo y se encargó de casi todos los platos, las mesas y los nuevos clientes. Aprendió a hacer un par de cosas en la cocina también. Barrió, trapeó y sacudió todo lo que pudo. Sacó los manteles sucios para lavar y cortó vegetales.

–Estás muy entusiasta hoy, cariño– comentó la casera, el chico sonrió.

–Debo hacer mi mayor esfuerzo.

–Eres adorable, siempre tan considerado. Ustedes dos han sido un regalo maravilloso para mí. 

Le dolía y le dolía mucho dejar a la señora Oh y a Sehun. Pero ellos iban a estar bien. Debía preocuparse por la persona que más le importaba en el mundo y que lo necesitaba más que nunca. El amor era eso: hacer sacrificios que no representaban mucho si se trataba del bienestar de esa persona especial. Para Jongin, no había nadie más especial que Kyungsoo para él. No había nada más importante que su felicidad. 

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