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30: Te comprendo


30: Te comprendo

–Toda la gente habla sobre esto. El restaurante se llenó de gente que venía a murmurar cosas. La señora Oh me obligó a quedarme en la cocina todo el día, porque un par de veces salté a defenderte.

–Hizo bien– comentó Kyungsoo al escuchar a su novio.

Había dejado que Jongin renuncie a la mina. Era lo mejor, ya establecidos podían buscar más opciones no tenía mucho sentido que siguieran en un trabajo tan peligroso. Eso, por una parte, por otra, no quería que el chico saliera demasiado. Por la calle, cuando iba y venía del trabajo, la gente lo miraba y lo señalaba, murmuraban cosas y hacían malas caras.

Kyungsoo podía soportarlo. Nada importaba si era capaz de regresar a casa cada día, saludar a la señora Oh y a Sehun, tener una comida los cuatro y dormir plácidamente con Jongin. Era todo lo que necesitaba en su vida. No podía dejar que gente maliciosa arruinara su pequeño paraíso. No tenía más relaciones que las cercanas, pensaba hacer amigos.

Pero, cuando la gente empezó a dejar de ir al restaurante por un tiempo, a negarse a venderle comida en las pequeñas tiendas, a fastidiar a su novio y a su casera, Kyungsoo empezó a fastidiarse en serio. No hacía nada, porque la señora Oh se había sacrificado por ellos, pero la frustración empezaba a ganarle.

Era fin de semana, cuando estuvo ayudando en el restaurante, que las cosas empezaron a ponerse realmente feas. Una persona no quiso pagar, diciendo que la comida estaba mala, probablemente porque había sido preparada por una prostituta. Jongin y Sehun saltaron a defender a la mujer, pero ella no necesitaba que lo hicieran.

–Si la comida hubiera estado mala, no hubieras limpiado el plato– mostró la señora Oh con una sonrisa de suficiencia. –Si me hubieras devuelto la sopa, no aceptaría tu dinero, pero te lo has comido así no lo hayas disfrutado, ese no es mi problema, debes pagar.

Refunfuñando el tipo intentó buscar apoyo entre los clientes, pero en el pueblo era uno de los pocos lugares buenos donde comer y nadie quería hacerse enemigo de la dueña del único restaurante decente. Antes de dar el dinero, la señora Oh lo miró directamente a los ojos, haciéndole temblar.

–Lo que haga con mi cuerpo no influye en el sabor de mi comida, así como este dinero no compensa lo que has dicho sobre mí. Espero no volver a ver tu rostro por aquí.

Todos pudieron escucharlo y un incómodo silencio invadió el local. La gente decente, hacía todo por continuar como si nada hubiera pasado, algunas personas iban más por curiosidad y otros directamente los atacaban. El domingo en la noche, Kyungsoo se armó de valor para pedirle a la señora Oh que conversaran, ya que su casera no le había dado la oportunidad. Cuando todos se fueron, incluidos Sehun y Jongin, se sentaron en el restaurante cerrado. La mujer sacó un par de cervezas y se sentó en la única mesa que no tenía las sillas subidas.

–Preferiría no beber– comentó el muchacho y ella soltó una carcajada.

–Ya que eres mi amante, dame este placer– comentó abriendo su botella y dándole un trago.

–Lo lamento tanto. Ha puesto todo en riesgo por nosotros y no encuentro la manera de agradecerle. No entiendo qué hemos hecho para recibir tanto apoyo.

–Kyunsoo, cariño, yo sé lo que es estar enamorada y que la gente esté en contra. Yo tenía una casa grande, una familia rica y un futuro prometedor, pero nada de eso era suficiente. Cuando conocí a mi marido, prometieron matarlo si se volvía acercar a mí. Nos escapamos en medio de la madrugada. Fuimos a muchos lugares y vivimos felices muchos años. Él murió hace cuatro años, Sehun y yo sufrimos mucho por eso, pero no me arrepiento de nada. Estoy aquí con mi hijo y la estúpida gente de este pueblo no dejará de venir y de comprar comida y alcohol, es lo mejor que les puedes ofrecer. También hago reuniones y, si tengo que dejarlo todo e irme, no sería la primera ni la última vez.

–Yo...

–¿Qué tiene de malo que ustedes dos vivan juntos? ¿Qué tiene de malo que se hayan dado la mano a escondidas en un lugar? ¿Qué tiene de malo que estén juntos? No hacen daño a nadie, trabajan duro y son amables. ¿Cuál es el problema? Lo que hagan o dejen de hacer dentro de esa habitación es algo que les compete sólo a ustedes dos, ni a mi, ni a la gente del pueblo. No estén avergonzados, yo puedo ver el cariño que se tienen y eso sólo hace que el mío por ustedes se incremente.

–No sé qué decir, señora Oh,

–Di que seguirás aquí, cuidando de nosotros. No creas que no he notado lo protector que eres. Incluso si no tenemos nada, yo sé que eres el hombre de esta casa. Jongin y Sehun dependen mucho de ti y te ven como un modelo a seguir. Eres joven, pero has vivido mucho y estoy orgullosa de la persona en la que te has convertido. Sé que muchas de tus heridas no terminan de sanar, pero Jongin está haciendo un buen trabajo, ¿verdad?

–Sí– susurró Kyungsoo casi en un sollozo, sus ojos se llenaron de lágrimas.

–¿Quieres desahogarte? Yo te escucharé y guardaré todos tus secretos, lo prometo.

–¿Por qué lo amo tanto?– confesó el muchacho, respirando con la boca abierta y golpeándose el pecho con la mano. –¿Por qué? Desde nuestro primer encuentro en la bodega, mis sentimientos se desbordan cuando está cerca. Cuando pensé que lo perdí, caminé con desesperación, repitiéndome una y otra vez que él estaría esperando. Nadie se había preocupado tanto por mí antes, nadie me había demostrado cariño real, nadie me ha sonreído como él. Quiero cuidarlo, quiero evitar que la gente lo lastime, quiero que sea feliz a mi lado.

–Oh, lo es, cariño. Puedo verlo en su mirada, está tan locamente enamorado de ti como tú de él. No lo dudes– la señora Oh se terminó su cerveza y tomó sin decir nada la de Kyungsoo, que estaba casi llena,

–Fui un niño abandonado. Mis padres jamás se encargaron de mí, incluso si vivíamos en la misma casa y, cuando escapé, eso no fue un problema para ellos, Viví alejado de todo y alejando a todos. Desde que él llegó, una extraña calidez me hace feliz.

–¿Cómo alguien puede pensar que estos sentimientos tan puros son algo malo? Realmente no entiendo a la gente y a sus tonterías. El amor es algo que se siente y se comparte sólo entre los interesados. Los metiches vienen a arruinarlo todo, como siempre. Pero tranquilo. Un rumor como el nuestro podrá resonar por todas partes, pero realmente no hace daño a nadie. Es preferible que la gente lo piense y se canse, a que lo desmintamos e intenten de nuevo meterse con ustedes.

–En serio lo lamento tanto– se disculpó Kyungsoo e intentó recuperar la compostura.

–No te disculpes. Esto me emociona. Al principio algunos clientes frecuentes dejaron de venir, pero muchos otros compensaron eso con su curiosidad. Ahora, hay más comensales cada día, ¿seguro que no quieres renunciar a la mina?

–Estoy buscando opciones. No me gustaría que después de todo lo que ha hecho por nosotros, encima tenga que darnos una paga. Creo que me gustaría colaborar más con esta pequeña familia que hemos formado.

–¡Eres adorable! Mira este hombre que he conseguido, tan responsable y preocupado. La paga que yo les doy no es mucha, así que no me afecta en nada.

–No necesitamos mucho.

–Lo sé– la mujer tomó las botellas y acarició su rostro.

–Ya pasará, cuando aparezca el nuevo chisme la gente nos dejará en paz. Hasta mientras, sólo cuida de nosotros.

–Eso haré.

Kyungsoo y la señora Oh terminaron de arreglar las cosas riendo y hablando animadamente de otros temas. Por el vidrio de la ventana del exterior del restaurante, en el frío de la noche de finales del invierno, el señor Young los estaba observando. No había sido capaz de escuchar lo que decían, intentó inútilmente leer sus labios.

Los observó durante un tiempo y había visto como ella lo consolaba, como acariciaba su rostro o le sonreía. Eso le llenaba de ira. Por tantos años, había estado haciendo sus mejores esfuerzos para conquistarla y un estúpido mocoso en cuestión de meses se había convertido en su amante. No era algo que pudiera dejar pasar con facilidad. Tendría que darle una lección. 

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