3: Cercanos
3: Cercanos
Kyungsoo se colocó sobre Jongin y abandonó sus labios para besar su cuello suavemente. Las manos de ambos empezaron a viajar por el cuerpo del otro, descubriendo que el calor corporal era realmente el mejor para su terrible situación.
Pero, llegó un momento en el que pasaron de tener frío a tener calor y la ropa empezó a sobrar. Y así, de la forma más inesperada, pasó lo que tenía que pasar. Sus cuerpos se empezaron a atraer y los besos dejaron de ser suficientes. Las caricias delicadas y sobre la ropa tampoco parecían funcionar: necesitaban piel.
Fue, extrañamente, Jongin el que dio el primer paso. Kyungsoo sinceramente pensó que todas las iniciativas estaban a su cargo porque él lo empezó todo, pero al parecer su compañero de trabajo estaba muy entretenido y a gusto con lo que estaba pasando y no tuvo miedo de ser un poco atrevido con sus acciones.
Totalmente desnudos y sólo con una toalla cubriéndolos, los ojos de los chicos se encontraron en medio de la oscuridad. Ambos estaban ansiosos y apasionados, recostados uno al lado del otro pero no sabían cómo continuar. Jongin acariciaba el brazo de Kyungsoo que temblaba, pero no lo hacía por el frío, era la anticipación, el miedo y el deseo. No soportó mucho más y volvió a acercarse a los labios ajenos y dejó que el otro se colocara sobre él.
Al principio, los movimientos eran un poco lentos y muy torpes. Kyungsoo parecía sentir un poco de dolor y eso no estaba bien, así que Jongin decidió hablar por primera vez desde que todo había comenzado.
–¿Necesitas un poco de ayuda?– preguntó y el otro muchacho se limitó a asentir con la cabeza.
Pronto, Jongin se perdió en la tela de la toalla, bajando entre besos y caricias. Kyungsoo dejó salir un sonoro gemido cuando una juguetona lengua empezó a hacer de las suyas en todas sus partes íntimas. El más alto de los dos tuvo que sostener las caderas de su inesperado amante para que dejara de moverse y él pudiera ayudarlo a que la experiencia fuera mucho más agradable para los dos.
Kyungsoo clavó sus cortas uñas en los hombros del otro muchacho, cuando él regresó a besar sus labios mientras entraba lentamente. La acción acaparó todos sus sentidos y se sintió abrumado. Jamás había estado con nadie antes. Jongin se estaba convirtiendo en su primera vez. Sus labios jamás habían besado otros, su piel jamás había tocado otra. A parte de su familia, nadie había estado tan cerca de su cuerpo antes. Era una situación peculiar, que no se hubiera imaginado que resultaría así.
Jongin lo abrazó y suspiró con fuerza. Se notaba que estaba cansando, pero no parecía perder ni por un momento sus ganas de hacerlo sentir bien. Era gentil, era dulce y cuidadoso. Kyungsoo se aferró a él, no sólo por la necesidad de la cercanía y el placer que resultaba chocar contra su cuerpo, era la primera vez en mucho tiempo que se sentía seguro en los brazos de alguien. Jamás le había pasado con un extraño antes.
Terminaron sobre el piso, sobre las toallas, completamente exhaustos y complacidos. Cuando el calor de su encuentro empezó a disminuir, Jongin lo ayudó a vestirse y se abrigó él mismo, se abrazaron y se quedaron dormidos con mucha facilidad. Todo pareció tan natural en ese momento.
Fue la primera luz del siguiente día la que hizo que Kyungsoo abriera los ojos y se encontrara a sí mismo apegado al cuerpo de Jongin. Se dio cuenta que no había sido un sueño. Estaba un poco avergonzado de enfrentarlo sin la oscuridad rodeándolos, pero por otro lado no quería separarse. Se sentía agradable, pero cuando el otro muchacho empezó a moverse y a despertar, se alejó todo lo que pudo.
–¿Estás bien?– preguntó Jongin, pero Kyungsoo no respondió. –¿Sigues dormido?
–No.
–¿Crees que nos cobren mucho si nos comemos un gran desayuno con las cosas que hay aquí? Tengo hambre.
–No lo sé.
–¿En serio estás bien?– Jongin se incorporó un poco y lo miró preocupado ya que el otro chico evitaba a toda costa su mirada.
–No... no lo sé.
Kyungsoo se sorprendió cuando unas manos tomaron su rostro y le obligaron a mirar a Jongin, que parecía intranquilo, incluso triste. El contacto lo hizo sentirse feliz y seguro otra vez, pero aún así lo apartó.
–Si no me dices qué pasa, no podré arreglarlo.
–Lo que pasó...
–Es algo que quedará entre nosotros– aseguró Jongin. –No es como si tuviera la costumbre de contar mi vida personal a los demás, si eso te preocupa. Si hay algo más, creo que puedes decírmelo.
–No, nada me preocupa– mintió Kyungsoo. –Gracias. Por ser tan amable.
–También lo eres– Jongin le robó un pequeño beso en los labios y fue en búsqueda de comida.
Para esa tarde, casi en la noche, los chicos fueron rescatados por el dueño del supermercado. Estaba furioso, pero afortunadamente no con ellos y tampoco fueron regañados. No se les cobró nada de lo que consumieron mientras estuvieron atrapados. Toda la responsabilidad había caído sobre el encargado de bodega, que cerró el lugar sin asegurarse de que alguien hubiera llegado, a pesar de que eran horas laborables.
Jongin y Kyungsoo se ganaron un día libre, ya que su jefe no quería problemas y en parte se sentía culpable. Se despidieron casi al anochecer. El más alto de los dos intentó tomar la mano del otro, pero Kyungsoo sólo sonrió de manera tímida y se fue a su casa. Ambos tuvieron una carta de disculpa del supermercado, explicando su situación, para no ser despedidos de sus otros trabajos.
Se volvieron a ver cuando ambos regresaron dos días después. Al principio parecían estar incómodos. A penas si se saludaron y no se miraban. Pero, conforme avanzó la jornada, terminaron acercándose y hablando de cualquier cosa. Kyungsoo parecía bastante callado, pero empezó a perder su timidez al ver la gentileza de su nuevo amigo.
Pasaron los días, las semanas y los meses. Los chicos se volvieron realmente cercanos. Hablaban de todo un poco, se quejaban de sus propias desgracias y comían juntos cuando podían. Tenían muchas cosas que hacer, pero empezaron a verse fuera del trabajo o caminar juntos. El único tema que no tocaban era el de su noche en la bodega, ninguno tenía el valor para hacerlo.
–¿Cuántos trabajos tienes?– preguntó Jongin durante su descanso, al ver que Kyungsoo no dejaba de bostezar.
–Tres– respondió simplemente su amigo.
–Debes estar cansado– comentó de manera empática.
–Mi situación económica no es la mejor. Mi familia era muy pobre, por eso es mejor estar por mi cuenta, soy responsable de mí mismo.
–A mí me echaron– confesó el menor de los dos. –No me apoyaron con mis estudios y decían que me golpearían hasta que regresara a mis sentidos.
–También he sido golpeado muchas veces. Aprendí a defenderme en uno de mis trabajos. Uso una máscara, ¿sabes? He estado en lugares muy feos, he tenido que buscar comida en la basura y dormir en trenes abandonados.– Kyungsoo rió con una aire triste. –Pero tengo trabajo ahora y es más fácil reunir para huir.
–¿Quieres huir?– se sorprendió Jongin.
–¿Tú no?
–Sí. Mi sueño es tener un título universitario para buscar un mejor futuro en otro país. Trabajo por temporadas para pagarme mis estudios. Desde que me fui de casa estoy mejor, mis hermanos normalmente se rebuscaban en mis cosas y robaban parte de mi dinero. Supongo que mi personalidad es temerosa, pero creo que es por ellos que estoy en contra de la violencia. No quiero una vida llena de peleas y golpes, he tenido suficiente con mi propia familia.
–A veces no tienes otra opción. O sabes defenderte o no sobrevives. Así es por aquí.
–Es verdad. Pero prefiero evitarlo. No importa si haces mucho para defenderte, si son más grandes que tú y te superan en número, es más difícil.
–Yo puedo protegerte– ofreció Kyungsoo, ligeramente sonrojado.
–¿Harías eso por mí?
–Sí– la respuesta hizo que Jongin se sonrojara, pero aceptara con ganas la propuesta.
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