25: Mi mejor opción
25: Mi mejor opción
La navidad no era nada significativo para Jongin o para Kyungsoo. Ninguno tenía buenos recuerdos con esas fechas. Tampoco parecía ser algo muy importante para la gente del pueblo, pero el ambiente festivo de todas formas estaba presente. Con la llegada de la nieve, todo el mundo estaba mucho más abrigado y siempre había personas con chimeneas prendidas. Todo se vio inesperadamente cálido para los chicos, a pesar del temporal.
–La señora Oh dijo que va a hacer una pequeña reunión con varias personas el día de navidad, estamos invitados– comentó Kyungsoo mientras compraban un par de cosas en el pequeño y único mini mercado del pueblo.
–¿Deberíamos preparar algo para llevar?– Jongin se puso a rebuscar ingredientes, sin saber exactamente que buscaba.
–Estaba pensando en lo mismo. Tal vez algo de beber, algo caliente para el frío. Si lo preparamos en una olla grande, podremos compartir para todos– Kyungsoo buscó opciones y le pidió a su novio que buscara arroz.
Entre el almuerzo que recibían en el trabajo y las meriendas cortesía de su casera, los chicos no gastaban mucho en comida y se hacían cargo de su desayuno y nada más. Aún así, siempre tenían provisiones. Kyungsoo buscaba chocolate en polvo para hacer cocoa navideña, cuando escuchó que alguien llamaba a su pareja.
–¡Pero si es Jongin, hola!– cuando se volteó, vio a uno de sus compañeros de trabajo, un hombre de unos treinta y tantos años con el que habían conversado un par de veces.
–Hola– contestó Jongin, fue amable, pero evidentemente incómodo.
–Vaya que hace frío, ¿eh? Me voy a encontrar con varias personas ahora, vamos a tomar unas copas.
–Yo estaba comprando unas cosas con Kyungsoo, tenemos un compromiso– se justificó el muchacho con una sonrisa forzada.
Jongin no disfrutaba para nada de las reuniones de los pueblerinos. La gente bebía demasiado, fumaba y normalmente había mucho ruido, peleas o chismes. Si algo no querían, era llamar la atención, solían regresar a casa muy cansado y su único trato constante con el mundo exterior era la señora Oh y algunos clientes frecuentes que eran amables, los dueños del mini mercado y sus jefes.
–¿Kyungsoo también está aquí?– al escuchar la pregunta, el nombrando se acercó lentamente y puso unas cosas en la canasta que llevaba Jongin.
–¿Ustedes se reunieron a hacer algo también?
–Sí, la casera nos invitó a una reunión– explicó el menor de los dos y se puso al lado de su pareja. El hombre los miró por un rato, pero luego hizo de nuevo su propuesta.
–¿Te unes a nosotros para unos tragos?– los animó, pero Kyungsoo, que había escuchado la conversación, hizo una venia y se disculpó.
–Nos comprometimos con la casera, lo lamento– dijo simplemente.
–¿Tienen la misma casera?– el tipo hizo un gesto de duda.
–Sí, vivimos en el mismo lugar– Jongin se dio cuenta que haber dado esa información, tal vez no era tan buena idea.
–Bueno, para otra será– su compañero tomó un par de cosas y se marchó. Ellos todavía eligieron unos pocos productos más y caminaron hasta su casa.
El restaurante era el escondite perfecto. Entraban, comían como muchas personas por ahí, hablaban con la señora Oh, muchas veces le ayudaban y salían por una puerta al patio, caminaban un poco y llegaban a casa. Como su cuarto reformado no daba a la calle, eso les hacía sentirse muchísimo más seguros.
–¿Crees que esté molesto? Casi nunca aceptamos invitaciones y no hemos ido jamás a beber con la gente de la mina– Jongin hizo un gesto de preocupación.
–Lo sé, tal vez seamos raros por eso para ellos, pero prefiero que seamos un misterio a que puedan descubrirnos. Si lo hacen, tendremos que tomar todo y marcharnos.
–Es verdad.
***
La fiesta de navidad fue mucho más concurrida de lo que los chicos esperaban. Aparentemente, la señora Oh aprovechaba estas fechas para poder reunir a muchas personas y venderles comida y alcohol mientras estaban festejando. Como Jongin y Kyungsoo eran sus invitados, ella les dijo que no tendrían que pagar lo que consumieran.
A pesar de que no se la estaban pasando mal, la cantidad excesiva de gente tenía un poco ansiosos a los chicos. Los hombres en su mayoría estaban bebiendo en grandes cantidades y las mujeres intentaban conseguirse un buen partido.
Casi todo el pueblo estaba en el restaurante y, por lo tanto, muchos de su compañeros de trabajo. Las preguntas incómodas, las invitaciones, todo puso a Jongin en una situación difícil. Kyungsoo tenía buena resistencia al alcohol, pero él no, así que decidió no beber. Eso le causó varios problemas con borrachos exigentes que querían obligarle a beber.
–¿Por qué no quieres? ¡No te tomaste una copa conmigo!– uno de los tipos tenía a Jongin por el cuello y quería forzarlo. Kyungsoo quiso ayudarlo, pero la dueña de casa se adelantó.
–¡Dejen al chico! Si lo emborrachan, no me podrá ayudar con los platos. Kyungsoo, vayan a dejar estas cosas por favor.
Lo que parecía una orden, era en realidad la mejor forma de dejar que los chicos escaparan de una innecesaria situación fastidiosa, pero no se salvaron a tiempo. Mientras se escabullían, fingiendo recoger los platos para ayudar a la señora Oh.
–Yah, muchacho– el jefe de los muchachos tomó el brazo de Jongin con fuerza y el pobre puso cara de pedir auxilio al ver como su novio se alejaba, pensando que estaba tras él.
–Buenas noches– saludó el chico, sin saber qué más decir. Quiso seguir trabajando, pero el hombre quería hacerle una propuesta.
–Sabes, he notado que no te diviertes mucho, eres joven y fuerte, deberías aprovecharlo.
–Tengo mucho trabajo y normalmente no tengo tiempo– se justificó Jongin haciendo una reverencia para alejarse.
–Pero no deberías desaprovechar. Hay un par de chicas que están realmente interesadas en ti. Podrías salir con una y divertirte un poco, ya sabes, usar tus días libres para satisfacerte como hombre.
–Bueno, pues... realmente no creo que pueda– el chico estaba muy incómodo. No quería meter la pata ni poner en riesgo su gran secreto, ninguna muchacha iba a despertar su interés.
–Vamos, todo hombre necesita saciarse como se debe, más aún si hay tantas mujeres dispuestas a hacerte el favor. No puedes seguir con tu vida sin acostarte con alguien– con una carcajada exagerada, su jefe golpeó su espalda y Jongin tuvo que disimular su fastidio.
No podía pensar en dormir con alguien y que esa persona no fuera Kyungsoo. La sola imagen de su piel tersa, salpicada de lunares, sus labios gruesos y suaves, su voz grave dejando salir pequeños gemiditos de placer le hizo temblar.
–No incites al niño a hacer tonterías– reclamó la dueña del local, fastidiada.
–¡Deja que se divierta! Debe estar muy cansado, necesita distraerse– exclamó el hombre divertido.
–En mi casa no entran personas indeseables. Ellos tienen mejores cosas que hacer que revolcarse con alguna loca. Además, ahora mismo prometieron ayudarme– la mujer se dirigió a Jongin. –Ten, dale esto a Sehun.
–Si, señora.
El chico desapareció en un instante y fue en busca del hijo de la señora Oh para cumplir con su encargo, luego encontraría con Kyungsoo para llevarlo a su cuarto y esconderse ahí, y tal vez hacer un par de cosas que se habían quedado en su mente.
–Debemos irnos de aquí, sigo recibiendo propuestas de cosas absurdas– se quejó el menor de los dos y Kyungsoo sonrió.
–Ayudemos a Sehun con esto y creo que podremos escapar sin que nos vean.
Kyungsoo buscó al adolescente y terminaron de hacerse cargo de todo. Desde la puerta de la cocina, se despidieron, agradecieron por todo y corrieron a su casa sin llamar la atención. Jongin abrió el candado y miró a su pareja de arriba abajo.
–¿Y esa cara?– quiso saber al notar una expresión extraña en el rostro de su novio.
–Nuestro jefe me dijo que lo mejor para el cansancio y el buen ánimo es dormir con alguien.
–¿Soy tu mejor opción?– preguntó Kyungsoo.
–Eres la única opción que tengo y que me interesa– respondió Jongin atrapando sus labios y guiándolo a la cama.
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