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21: Un hogar


21: Un hogar

–Tendremos que empezar a cuidar el dinero hasta nuestra primera paga.

Kyungsoo empezó a hacer cuentas mientras separaba el dinero en diferentes lugares, como siempre lo hacían para evitar robos. Si perdían algo, no lo harían todo. Jongin anotaba todo en la parte de atrás de su cuaderno. Hacían un buen equipo para su presupuesto, pero no habían recibido una paga desde la última vez en el tren y habían estado gastando en comida y hospedaje.

–No podemos seguir viviendo en lugares que se paguen al día, tenemos que encontrar un lugar fijo– comentó preocupado Jongin.

Su novio lo conocía. Tenía miedo de quedarse en un lugar y ser encontrados, pero Kyungsoo ya no tenía miedo. Había pasado casi un año desde eso, el invierno empezaba a hacerse notar otra vez. Esos hombres probablemente lo habían olvidado. El mafioso jamás lo vio y los tipos que lo conocieron ni siquiera pudieron darse cuenta de que era él mismo.

En realidad, huía de la ciudad. Ese lugar estaba lleno de malos recuerdos. Lo único bueno que había conseguido de ahí es haber conocido a Jongin. Y, a pesar de eso, su situación del momento hizo que todo fuera difícil para ellos en un inicio. Pero establecerse de nuevo en un lugar, aunque sea por un tiempo, le daba un poco de ilusión. Nadie los conocía, empezarían a trabajar en una mina. Estarían juntos, evitando cualquier problema y reuniendo dinero para comprar libros y una casa. Kyungsoo deseaba con todas sus fuerzas que Jongin tuviera todos los libros que deseara y pudieran leerlos juntos en su propia casa.

Había adoptado el hábito de la lectura gracias a su pareja. Empezó por pura curiosidad, ahora ambos se dedicaban a comprar y compartir obras literarias de todo tipo, reservadas para sus momentos libres y felices. Sólo debían encontrar un lugar donde quedarse, lo demás podrían ir estableciéndolo en el camino.

–¿En qué piensas?– quiso saber Jongin al verlo tan ausente.

–En libros. Si tenemos un lugar fijo donde vivir, no tendríamos que cambiarlos o venderlos cada vez. Podríamos tener un estante. A un lado estarían mis favoritos y al otro los tuyos y, en el centro, los que amemos los dos.

Jongin se mordió el labio y frunció el ceño, pero terminó por suspirar y reír. El otro chico realmente lo conocía, había dado en el clavo con el argumento perfecto para que no pudiera negarse. Pero, lo peor de todo, es que sabía perfectamente que no se las estaba ingeniando para convencerlo, lo que estaba diciendo era completamente sincero.

–Vaya, creo que me convenciste.

–¿Lo hice?– una sonrisa apareció en su rostro y Jongin se impulsó para besarlo.

–Lo hiciste. Pero no será fácil. Es un lugar pequeño, la gente puede empezar a sospechar si nos ven juntos todo el tiempo. Podríamos decir que somos hermanos, eso funciona casi siempre– sugirió el menor de los dos, pero Kyungsoo negó con la cabeza.

–Si queremos un trabajo, verán nuestras identificaciones. ¿Cómo justificamos apellidos distintos?

–Misma madre, diferente padre.

–Los hermanos no se besan ni duermen juntos– se burló Kyungsoo. –No tenemos que darle explicaciones a nadie. Haremos nuestro trabajo y ya. Tenemos pagada esta habitación hasta mañana que empezamos a trabajar. Si no encontramos algún lugar decente para vivir hoy, tendremos que improvisar– comentó Kyungsoo, un poco preocupado.

–¿Improvisar?– Jongin se subió a la cama, donde estaba su novio y retiró todas las cosas para poder abrazarlo. –¿Cómo improvisar?

–Tendremos que acampar, porque no podemos seguir pagando un lugar si queremos comer hasta que nos paguen.

–El invierno se acerca, vamos a tener que buscar un lugar seguro. Si fuera verano, no me importara– se quejó el chico.

–También podemos comprar cosas para comer y llenarnos sin ir a un restaurante. Pero, si no nos alimentamos bien no trabajaremos bien y eso no podemos permitir– Kyungsoo pensó en su cantidad de dinero y en los problemas que eso significaba.

–Cuando tengamos un lugar, podremos cocinar nosotros mismos y decorar.

–¿Decora? ¿Te emociona decorar, Jongin?– quiso saber.

–Sí. Me emocionó la idea de los libros y también flores. Dicen que las flores alegran un lugar. Quiero que sea pequeño, acogedor y que hagamos recuerdos felices. Quiero que, así nuestro trabajo sea difícil, cansado y duro, regresar sea para los dos algo que nos hace felices.

–Yo soy feliz si vas a estar ahí– admitió Kyungsoo, escondiéndose en el pecho de su novio.

–Jamás fui feliz al regresar a casa. Mi familia me trataba mal y, a pesar de que la señora Park era muy amable, me sentía muy solo, porque terminaba en mi habitación preguntándome si sería así toda mi vida.

–Conociste el lugar donde vivía– Jongin hizo mala cara al recordarlo y abrazó con más fuerza su cuerpo. –Así que sabes que es un lugar que no extraño. Cuando fui a vivir a la casa de la señora Park si me emocionaba regresar a casa, pero no quería estar en mi cuarto, quería estar en el tuyo. Eso me hacía feliz.

–¿Por eso siempre te escabullías hasta mi cama?– se burló el menor de los dos.

–Por supuesto, no había nada mejor que esperar que todo se hiciera oscuro para ir y meterme bajo tus cobijas. Tu calor corporal podía mejorar mi día, así hubiera sido un desastre.

Los chicos estuvieron abrazados haciendo planes por casi una hora. Luego, guardaron todas sus pertenencias y salieron con el firme propósito de encontrar un lugar donde vivir, pero no fue una tarea fácil. Habían pocos hostales, los precios eran bastante parecidos, pero ningún lugar decía que alquilaban habitaciones a largo plazo.

Encontraron una en el centro del pueblo, pero estaba encima de un bar y estaban seguros de que no tendrían privacidad y tampoco podrían dormir con todo el ruido de la noche, era un lugar descuidado y no olía muy bien.

Fueron cerca de las minas, pero lo único que había era una casa en venta que se caía. No tenían capital para comprarla, peor para comprarla, era un poco frustrante. Buscaron y preguntaron por todas partes, pero nadie parecía estar interesado en ayudar a un par de recién llegados. Empezaba a hacerse tarde y se resignaron a tener que dormir a la intemperie a pesar de la llegada del invierno.

–¿Qué vamos a hacer? Todavía no está oscuro y hace mucho frío– comentó Jongin frotándose los brazos.

–Tendremos que dormir pegados– sugirió Kyungsoo y el otro chico bufó.

–Lo haremos de todas formas– dijo como si fuera obvio y eso hizo sonreír a su pareja. Era verdad, así tuvieran mucho calor en verano o mucho frío en invierno, dormían siempre juntos, siempre al lado del otro.

–¿Qué te dijo la mujer de la panadería, Kyungsoo?

–Que no conoce a nadie que tenga una habitación en renta, pero que hay un restaurante en la esquina. Me sugirió que le pregunte.

Los muchachos fueron al lugar señalado. La dueña era una mujer de mediana edad con un delantal y cabello recogido. No les prestó mucha atención al principio, porque estaba ocupada, pero cuando logró atenderlos, fue amable.

El olor de la comida hizo que los estómagos de los chicos rugieran, pero aguantaron con fuerza. Le preguntaron a la señora si podía ayudarlos a encontrar un lugar donde vivir porque empezarían a trabajar en las minas al siguiente día.

–¿Un lugar?– la mujer se tomó el rostro pensativa. –Tengo una habitación grande en la parte de atrás. Está bastante sucia, pero una limpieza será suficiente para hacerle habitable. Tiene un baño pequeño y una chimenea decente.

–¿Podríamos alquilarlo?– propuso Kyungsoo entusiasmado.

–Si no son muy exigentes, yo no tendría problema. Quería hacer una bodega, pero está demasiado lejos para mí, es un viaje innecesario, tendré mis cosas más cerca de la cocina– explicó señalando el lugar. Estaba hasta el final de la casa. Era una habitación completamente independiente, dentro del lugar. Se veía seguro.

La mujer se sorprendió de ver la emoción y la decisión de los muchachos. Pero no entendía, donde ella veía polvo, suciedad y mucho trabajo, ellos estaban viendo un hogar. 

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