CAPÍTULO XX
¿SER QUIÉN SOY ES UNA MALDICIÓN?
3 MESES DESPUÉS...
Termino las últimas tres propuestas para una publicidad muy importante, los acabados son impecables, de alguna manera me siento satisfecha. Los guardo en un sobre, y lo coloco luego sobre mi escritorio, debo entregar esto pasado mañana al señor White. Suspiro agotada, aliso un poco mi atuendo y me dispongo a salir con paso firme.
El sonido de mis zapatos resuena por aquel elegante pasillo marmoleado, dejando un eco molesto en cada paso. Es tarde, por lo tanto, es lógico que todo el lugar se halle vacío. Las puertas del ascensor se abren ante mí, entro en silencio en aquel cubico dorado, una música de fondo se hace notar en medio de todo el mutismo, permitiendo que me relaje un poco.
Estar y sentirme sola, me produce algo de ansiedad, es como si esperara que en cualquier momento Miller aparezca ante mí, y me haga sentir miserable como solo él sabe hacerlo. Las compuertas vuelven a abrirse, salgo con velocidad hacia una noche deseosa de sangre y busco apartar todo pensamiento sombrío de mi cabeza.
Consigo un taxi que me lleva a casa en poco tiempo, al llegar, pago y entro con temor al edificio en el cual me he estado alojando, es como si aquella estancia se burlara de mi miedo, cada persona, cada pared, cada objeto, cada espacio vacío, así me he sentido todas las noches, esa ha sido mi tortura personal por meses
Cierro la puerta de mi apartamento con fuerza, respiro agitada, el aire pesado y frío no ayuda a que me estabilice, después de todo es Londres, se supone que yo amo ese ambiente frío, pero ahora solo siento que me asfixia. ¿Qué pasa conmigo? Cubro mi rostro con mis manos, y de mi boca se desprende un grito de exasperación.
¿Desde cuándo todo es así? ¿Estoy paranoica? No he podido encontrar paz desde que Miller apareció en mi vida. Sonrío cansina, esta situación es inquietante. Me acerco a mi laptop, y comienzo a buscar algo con lo cual distraerme, imágenes, tutoriales, vídeos, sin embargo, es inevitable que los pensamientos temerosos y los recuerdos me ataquen de igual forma.
Mi cuerpo se encuentra pesado y cansado, mis ojeras cada vez son más visibles, sin importar cuanto maquillaje me aplique, es desesperante. Su imagen aparece en mi mente, sus ojos rojos, su pálida piel, su cabello negro azabache como el petróleo. Ese fantasma inerte me produce demasiado miedo y ansiedad, es increíble, que conseguir que por fin no aparezca más en mi vida, puede significar, un tormento, inclusive, aún mayor.
Creí que deshacerme de él, sería un alivio, es un hecho que me ha hecho mucho daño y me ha decepcionado como nadie, hasta ha crecido en mí, cierto desprecio y odio hacia él, pero a pesar de ello, cada día me sofoca más su imagen, siento un gran deseo por él como nunca, como si todo mi ser pidiera a gritos su presencia, casi hasta el punto de volverme loca, hasta el punto, de creer que él es mi adicción y es mi droga.
¿Por qué? ¡¿Por qué demonios no lo puedo soltar?! ¡¿Cuándo seré libre?! ¿Es esto una maldición? ¡¿Un hechizo?! ¿Es esto un encanto...? Sollozo, parece que esto se vuelve una enfermedad mental. La última vez que lo vi, fue en aquel extraño sueño, donde me confeso en cierta forma su perturbador amor hacia mí, si es que eso puede realmente conceptualizarse como Amor.
La primera semana que no apareció luego de eso, solo pensé que de seguro vendría sobre mí, con algún castigo más doloroso, quizás había hecho o dicho algo que no le gustará, no estaba segura, así que la presión psicológica, era aún más insoportable que ahora. Al pasar la segunda semana, comencé a sentir un sentimiento que jamás creí que tendría por él de nuevo. Anhelo.
Qué estúpido ¿No? La representación de la muerte, era deseada por su víctima, pero sorprendentemente, así es. Eso hizo que el desconsuelo de los días fuera, aún más inaguantable. Mi rostro se mostraba fúnebre, sé que en varias ocasiones muchos se asustaron por mi rostro. Así, pasaron tres meses, los peores que he tenido que vivir. La sensación de que me lo encontraré en algún lugar, para caer sobre mí y terminar con mi vida, es lo único que poseo en mi mente. Él me espera en el silencio, en las tinieblas, en el momento en que menos me lo esperé, para decirme adiós.
Esa idea, se ha mezclado como una misma fantasía, el momento de tenerlo de nuevo, a pesar de que sería mi último aliento, ocasionado por su mano. Es atrayente para mí, ver sus ojos congelados mirarme nuevamente con aquella frialdad e indiferencia, hasta el punto de derretir mi corazón. Lo sé, soy una maníaca, una masoquista, y he de admitir, que yo... ya no tengo salvación.
<< ¿Ser quién soy es una maldición? >>
Voy a mi cama sin demasiadas fuerzas, acobijo todo mi cuerpo con atención, toda la oscuridad en la habitación se abre paso, y siento como el miedo comienza a consumirme de a poco. Siento un mal presentimiento, mi mente se resiste a dejarse ir, duro en un aproximado de una hora dando vueltas en la cama, pero el cansancio empieza a llegar sobre mi cuerpo, y se apodera de mis parpados.
***
Un grito agudo me sacude de pies a cabeza ¿Qué ocurre? ¿Qué fue eso? De pronto se van sumando más gritos, uno tras otro, poniéndome los pelos de punta ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? Los gritos cesan de repente, y aunque eso en cierta forma es un consuelo, mis manos comienzan a temblar sin control. Una música atrofiada se distingue de a poco en medio de la obscuridad, esta se vuelve cada vez más nítida y lenta, haciendo que el ambiente se vuelva más pesado.
Trago saliva, mi cuerpo entero empieza a tiritar, intento movilizarme de ese tétrico lugar, aunque no tengo ni idea de a dónde puedo dirigirme, ni qué lugar es seguro. A medida que avanzo la música se hace más lejana, trayendo algo de calma a mi mente. Consigo algo de aliento.
- ¡AJAJAJAJA! ¡Shaaaiiaaaa! – Salto en mi sitio y se desprende de mi un grito atemorizado.
<< ¿Qué fue eso? >>
Camino con más rapidez. Siseos cerca y lejos puedo escuchar, produciendo espasmos en mi cuerpo, el instinto me grita y comienzo a correr sin miramientos. Más risas se hacen notar, burlándose de mí , debe verse como el juego del gato y el ratón.
- ¡SAMANTHA! – Se oye una voz muy aguda, casi insufrible.
- ¡SAMANTHA! – Otra voz grita, pero está a un tono excesivamente grueso y ronco.
- ¡SAMANTHAAAEEEIIH! – Una voz distorsionada y alarmante se oye en esta ocasión, produciendo que tropiece.
Mi respiración se agita, hasta el punto de empezar a hiper-ventilar. Sollozo, en lo que intento respirar, mi visión se deforma a medida que pasan los segundos, no creí sentir tanto horror jamás. Los sonidos se oyen cercanos y lejanos, pero ya no los puedo notar debido a mi alteración.
- "No morirás todavía."
<< Esa... voz >>
Mi respiración se normaliza un poco, de alguna manera he sido capaz de volver en sí. Giro mi rostro con lentitud a los lados, pero no hay nadie, no veo nada más que oscuridad. ¿Lo imaginé? No, imposible, no lo creo. Me levanto de nuevo, y me encamino a dondequiera que sea, debo encontrarlo.
- "¡Aparece!" – Grito a gran voz.
- "¡Miller! ¡Aparece de una buena vez!" – Silencio.
- "¡Sabandija! ¡Escoria!" – Recuerdo gritarle de esa manera cuando me hacía enfadar, a Daemon los insultos solo le hacen gracia. Traer viejas memorias a colación, genera lagrimas en mis ojos, impidiendo de manera leve mi visibilidad.
De pronto, en cada muñeca de mi cuerpo aparecen grilletes, y de la nada soy alada de los mismos, una a la derecha, y otra a la izquierda. El dolor de ser desprendida de mis brazos es agonizante, las sensaciones por alguna razón, se incrementan en mi cuerpo cada vez más, para experimentarlo a un nuevo nivel.
- ¡¡¡Aaaaahhhh!!! – Grito hasta romperme las cuerdas vocales. No soy capaz ni de suplicar que se detengan.
- Samantheeeeeiiii – Sisean voces que no logro identificar.
Se detienen, y mis brazos caen inertes a mis costados, me desplomo en el suelo con todo mi cuerpo palpitante. No creo volver a sentir esos brazos de nuevo, ni siquiera sé si aún están pegados a mi cuerpo. Los siseos vuelven a oírse, de lejos, acercándose a mí con paciencia, eso produce que mi cuerpo convulsione de puro temor.
<< Basta >>
<< No más >>
<< Por favor... Paren >>
Lloró con fuerza como una niña, y hago un esfuerzo sobrehumano para levantarme y volver a caminar, hacer lo posible por alejarme de ellos, mis piernas no responden demasiado bien, parecen hechos de trapo, pero los insto a continuar sin importar qué. Ya no cuento con mis dos brazos, pero todavía puedo utilizar mis piernas.
- "Ella" – Susurran voces aleatoriamente.
- "Ella" – Vuelven a susurrar a lo lejos.
- "Está maldita" – Ríen de manera enloquecida, asustándome en sobremanera.
- "Matémosla... a esa pobre niña maldita" – Aúllan tan fuerte que debo tapar mis oídos.
Busco correr, y con torpeza me muevo un poco más rápido, un chirrido irritante se oye acercarse, provocando más debilidad en mi oído, llegado un punto, un líquido comienza a correr de mis oídos, imagino que es sangre. Caigo por la angustia de mis oídos, y aulló de puro estertor. Como si no fuera poco, de repente, empiezo a sentir garras deslizándose por toda mi espalda, entierrandose en mi carne aún más a cada segundo.
- ¡¡Agh!! ¡Noo!! – Mi cuerpo se retuerce por la aflicción.
- "Su sangre debe ser deliciosa" – Aquellos susurros se comienzan a acercar.
- Ayuda – Gimo con miedo.
- No – Suplico – Por favor... no lo hagan.
Mi cuerpo es desgarrado en segundos, junto con mi aliento, cuando acaban, siento mi sangre desprenderse por todos lados, la vida se desliga de mi cuerpo. La imagen de mis padres aparece frente a mí, trayéndome una gran congoja.
- Ayúdenme... - Ruego a la imagen de mis padres – Pa-pi... M-ami.
Mi boca se inunda de sangre y comienzo a ahogarme con ella. Toso sin control, y mis ojos se cierran, sabiendo que mi fin ya ha llegado. Todo ese fin que esperaba llegar, fue una desolación, lejos de aquella persona que esperaba ver, aunque sea, una vez más.
- Da-e... mon – Digo con lo último que poseo.
- No, no te irás aún – Escucho a lo lejos. ¿Qué dijo? ¿Quién es? No logro identificarlo.
- "Mátala" – Susurran voces lejanas.
- No. Aún no – Mi cuerpo casi muerto, es elevado. ¿Qué ocurre? Mi consciencia se esfuma cada vez más.
- "Mátalaaa" – Las voces se vuelven a oír, pero con más fuerza.
- No lo haré. No aún.
- "¡Mátala!"
- "Matar. Queremos matar" – Se oyen alejarse esas voces.
- "Muerte"
- "Queremos la vida de esa niña"- Se escucha a lo lejos.
- No.
- "Queremos su sangre"
- "Matalaaaa"
- "¡MÁTALAAA!" – Pude apenas escuchar aquellas voces tormentosas encima de mí.
- ¡NO!
- "¡GAII! ¡CHENOO MAD SEUUUKK! ¡TREDEEIIISH ZAF!" - Un gran estruendo me deja en blanco.
Silencio. Debo haber llegado a mi muerte. Un toque sobre mis labios me calienta el cuerpo, me quedo inmóvil, pero de alguna forma, mis fuerzas van siendo renovadas. Todo empieza a doler como nunca, sacándome quejidos poco audibles, por mi falta de voz.
- Esta no es nuestra última vez juntos Lesson.
Escucho esa promesa, y la siento sellarse en mi alma, otro hechizo que es impuesto sobre mí. Hago un esfuerzo por recordar, sin embargo, me es difícil recordar a quién le pertenece esa voz. Si tan solo pudiese recordar un poco. De pronto, empiezo a sentir caricias distribuirse por todo mi cuerpo, y por alguna extraña razón, mi cuerpo descansa, es como un alivio sentir aquel ser, cercano a mí.
- Eres mi droga – Habla aquella voz aterciopelada y varonil.
- A-migo – Confieso con voz ronca y baja.
- No me verás aún, planeo que nuestro nuevo encuentro sea más profundo – Oigo su voz a milímetros de mi oído.
- Déja-me, verte – Ruego.
- No todavía.
- No puedo... recordar-te – Digo con mucho esfuerzo.
- Lo harás, solo espera.
***
Abro mis ojos, estoy en mi cuarto ¿Qué ocurrió? Me duele todo ¿Me quede dormida? Suspiro, debo dejar de trabajar hasta tarde, por eso es que luego ando cansada y con todo el cuerpo dolido. Me levanto, camino a paso lento hasta la ventana y el sol me recibe en otro nuevo día, otra nueva oportunidad.
<< Daemon... ni siquiera en sueños consigo verte >>
NUEVO CAPÍTULO . ESPERO LOS HAYA ASUSTADO, DIGO GUSTADO ^u^ SALUDOS AMADOS LECTORES. PRONTO SUBIRÉ EL PRÓXIMO CAPÍTULO, ESPERENLO CON ANSIAS.
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