CAPÍTULO XVIII
SE ACABO LA INOCENCIA
¿Dónde estoy? Mi cuerpo no se mueve, solo puedo ver oscuridad por todos lados, siento como si mi cuerpo flotase en el aire. Mis fuerzas están casi extintas, no puedo hacer nada ¿Por qué?
<< Es como si estuviera... Consumida >>
No sé cuánto tiempo pasa, solo puedo deambular en un vacío inexistente, que no me lleva a ningún lado. ¿Cómo es que terminé así? No logro recordar nada, toda mi mente está en blanco, solo puedo ser consciente de la soledad, de lo que me produce. ¿Qué es esto tan extraño que siento?
Es... un sentimiento poco peculiar, siento Desolación, sin embargo, hay algo más allí, Agonía, como si en cualquier momento, empezaré a gritar como una maniática. ¿Cómo demonios llegué a ese estado tan miserable? Me siento fatal, patética.
<< Que alguien... me ayude >>
Un sonido se escucha emerger en medio del silencio, lo he escuchado alguna vez, es como si me abriera y leyera el alma. Sus sonidos son fuertes, expresan dolor y angustia. ¿Qué música es? Cierro mis ojos y me entrego a la melodía.
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Las lágrimas se escapan de mis ojos, mi pecho duele un montón, es incomprensible, todo lo que hago es dejar correr esas lágrimas, porque no puedo gritar, no puedo sollozar, eso me frustra mucho. Hago otro intento de recordar, y está vez todo empieza a llegar de a poco a mi mente.
Mis ojos se abren en sobre manera, el aire se me escapa de los pulmones. Esto no puede ser verdad, más lágrimas salen sin control de aquella abertura, haciendo que mi pecho se comprima más. ¿Qué he hecho? Prácticamente le he dado todo de mí, a él, a aquella persona que más me ha lastimado, a aquella persona que más me ha hecho sufrir.
<< ¡No! >>
- ¡NO! – Sale de mis labios a gran voz.
No. Lo he hecho sin duda. Sam, Chris, los perdí a ambos, mi cuerpo se desploma en la superficie de aquel obscuro lugar. Gimo con dolor, mi cuerpo es sacudido por la fuerza de mi llanto. La imagen de sus rostros destrozados por mi culpa me aplasta por dentro, los herí, los traicioné, les enterré un cuchillo por la espalda como alguien vil y menospreciable.
<< ¡Soy de lo peor! >>
- Soy un... Monstruo – Pronuncio con angustia.
Debería ser comida para ratas, lastime a dos personas maravillosas, los dos amigos genuinos que he tenido en verdad. No, ya nada importa, ni siquiera mis logros podrán hacerme sentir mejor, ni siquiera una sonrisa de mis padres. Sí algún día ellos dos pudiesen perdonarme, eso sería el bálsamo para sanar.
Respiro agitada, lo único que me termina de destrozar, son los recuerdos de la noche con Daemon, fui una tonta, le entregué todos mis estúpidos sentimientos, aquellos que quise eliminar a toda costa, le he permitido obtener demasiado, se ha burlado de mí.
- Cielos – Suspiro.
No sé si todo esto me lleve a la locura, convierto mis manos en puños, solo de pensarlo me asusta. Grito con todas mis fuerzas. Nadie sabe mis mentiras, mis secretos, mi verdadero dolor, nadie es capaz de apoyarme en este momento, la tortura solo puedo degustarla yo, hasta el día, que finalmente él termine con todo esto.
- ¡Ayúdenme! – Sollozo.
- Por favor.
Flashback
Lluvia. Uno de los días en los que más gozo, juegos bajo el agua, barro, diversión, las gotas sobre las hojas, el olor a tierra húmeda, es cuando un día se vuelve "Perfecto". Mis ojos admiran como caen las gotas sobre la ventana, necesito salir y sentir su frio roce sobre mi piel.
Salgo con discreción de mi casa, y corro por la calle sin mirar atrás, río como loca, sé que me castigarán por esto, pero no me importa. Mi respiración se vuelve irregular al correr con ganas, mi corazón late con fuerza sobre mi pecho. Una sonrisa gigante se posiciona sobre mi rostro, empiezo a dar vueltas y saltos en lo que corro.
- Wohooo – Suelto con júbilo.
Estoy toda empapada, y nada me produce mayor placer, me acerco al bosque, deteniendo mi velocidad. Me detengo en la entrada de esa zona, contemplo su belleza bajo el manto de gotas tempestuosas e inclementes. Voy calmando mi respiración y vuelvo a iniciar mi camino hacia el interior.
Oigo mis pasos chocar con la tierra mojada, su fricción es patosa, a medida que avanzo el bosque se va haciendo más lúgubre y silencioso, solo es perceptible el sonido del agua chocar contra el boscaje. Toco los troncos de los árboles, el tacto es muy señero y agradable.
- Hermoso.
Me adentro aún más, y me encuentro con una pequeña caverna que no había visto antes, el miedo aparece de pronto, trago saliva y me convenzo de entrar, el sonido de la lluvia se disipa al estar una vez adentro, dando lugar al silencio, continúo caminando, hay una tenue luz a unos metros más adelante, se oyen unas gotas caer en esa zona esplendente.
Cuando llego, veo un agujero abriéndose paso sobre el techo de aquella gruta, dando unos tenues rayos de luz del exterior, la abertura permite el paso de algunos chorros de agua, la vista es impresionante, y es capaz de sonsacarme una exclamación.
- Maravilloso, que vista más espectacular – Hay un brillo en mis ojos.
- ¿Verdad? Pienso lo mismo – Me sobresalto.
- ¿D-Daemon? – Pregunto con voz temblorosa.
- No te asustes. Soy yo – Su risa divertida me produce electricidad.
- Vaya, no aparezcas tan de repente. Tonto – Le reclamo.
- Tranquila, ¿Acaso te doy miedo? – Muestra una sonrisa cínica. Su pregunta me confunde.
- No lo creo. No matarías ni a una mosca – Le reto arrogante.
- Es verdad – Su mirada advierte cierto peligro, trago saliva.
- ¿Ya sabías de este lugar?
- Lo descubrí hace poco, su vista es sorprendente.
- Estoy de acuerdo – Mi mirada escanea toda la zona.
- Un lugar así, hace que un día lluvioso sea glorioso – Una gran sonrisa se expende en mis mejillas.
- ¿No es así? – Volteo a verlo, su mirada es intensa y me toma por sorpresa.
- ¿Está todo bien? – Sonríe con malicia.
- ¿Qué tienes? ¡Habla! – Siento ansiedad.
- ¿Daemon? – Me acerco a él.
- Te ves muy bonita diciendo algo como eso – Dice sereno.
- ¿Ah? – Mis mejillas se encienden.
<< ¡Tarado! >>
- Solo alguien como tú, puede disfrutar de la lluvia y las cavernas – Intento alejarme, pero toma mi mano para que no me aleje.
- ¿Eso es malo?
- Para nada – Sus ojos me imprimen fuego.
- Bien, entonces deja de jugar.
- Sí te lo pidiera, ¿Me darías todo? - ¿A qué se refiere? Parece esconder algo, tras esa pregunta.
- Eres mi mejor amigo, claro que te lo daría – Respondo con seguridad.
- Um. Qué bueno escuchar eso – Su mano por fin suelta la mía.
- ¿Y tú? ¿Lo harías también si te lo pidiera? – La impresión aparece en él.
- Bueno... Supongo, que sí – Noto duda en su respuesta.
- Es bueno escuchar eso – Le dirijo mi mirada más fuerte y determinada.
Fin del Flashback
Abro mis ojos. Parpadeo más de una vez, giro mi cuello, vislumbro mi habitación, me siento en la colcha, termino por observar el espacio vacío de la cama. Él se fue. Daemon se ha ido.
- Buenos días, amigo – Digo con una gran nota de sarcasmo y amargura.
Tal vez esto era lo mejor, si lo hubiese visto, no sabría cómo haberlo enfrentado. Por alguna razón, aun así, ver ese espacio vacío que dejó, me hace doler, pero eso solo produce que me quiera partir lo dientes por tonta.
Decido levantarme, debo ir a casa, estar aquí sola solo me hace sentir peor, debo tratar de olvidarlo todo. Salgo directo a la ducha, me quito la ropa y me interno en la tina. Dentro de dos semanas comienzo a trabajar, para ese entonces, espero que todo este asunto con Daemon se aleje, debo intentar normalizar mi vida.
Salgo del baño al terminar, me alisto y arreglo todo lo que puedo. Una vez lista, salgo en dirección al "grandioso" pueblo de Food. El viaje me permite pensar en muchas cosas, ese extraño sueño que tuve, y luego... el recuerdo que tuve con Daemon hace dos años, ese día, le prometí darle todo, si me lo pedía.
<< Que ingenua >>
Y para colmo, él me prometió hacer lo mismo, sin embargo, ya no le creo nada, es un soez mentiroso. Las lágrimas amenazan con salir, pero me abofeteo mentalmente y me obligo a mantener la postura y el orgullo.
Luego de dos largas horas de tortura mental, por fin llego a mi pueblo natal, respiro su fresco aire, bendita naturaleza sanadora. Sonrío agradada, comienzo mi caminata a aquella antigua casa que me vio crecer. Llego y mis padres me reciben con gran alegría, hace que mi dolor se alivie en cierta forma.
Más tarde ambos salen a visitar a unos amigos, al parecer la señora Dorothea está enferma, y ambos van a animarle, mis padres son muy considerados y amables. Algún día espero ser como ellos.
La estancia vacía, hace que la ansiedad aparezca de nuevo en mí, maldigo a los cuatro vientos por mi mente tan incesante e irritante, no me siento descansada en lo absoluto. Salgo de casa y me dispongo a caminar por las angostas calles del pueblo, algunos habitantes me observan curiosos, muchos no han de acordarse de mí, sin señalar, que nunca he sido muy sociable.
Al llegar a los últimos casones, me fijo en el bosque del pueblo, a unos tres kilómetros de mí, respiro con pesadez. Camino en dirección a ese lugar, nunca entenderé por qué siempre termino por ceder ante el deseo de ir a ese estúpido bosque.
Camino por el silencioso territorio, sintiendo un poco de nostalgia, como si este fuera mi hogar, algo con lo que no estoy de acuerdo. Camino unos cuantos minutos más y consigo aquella oscura caverna de hace muchos años, la curiosidad me pica, y camino hacia el interior sin inmutarme por nada.
Al ver de nuevo ese espacio iluminado por ese magnífico agujero superior, mi cuerpo se hiela. Daemon está sentado sobre una roca con algunos rayos de luz filtrados golpeando su cuerpo, la escena de alguna manera es "indescriptible". Aunque me odie por decir esto, se ve Majestuoso mirando a la nada.
- ¿Qué haces aquí? – Suelto con indiferencia.
- Podría preguntarte lo mismo Lesson – No se perturba.
- Creí que odiabas estar dentro de este bosque.
- He vivido peores cosas. Estar aquí, ya no me asusta – Mi mirada se apaga.
- ¿De verdad? Me harás reír Lesson – Gira su cuello para mirarme con sorna.
- ¿Me estás siguiendo Miller? Vine aquí para relajarme, no quiero que turbes la poca paz que me queda con mis padres – Recrimino con amargura.
- Oh ¿En serio? – Ríe con cinismo. Mi pecho se comprime.
- Me ofendes Samantha, ¿Me crees capaz de algo así? – Finge estar dolido, eso hace que me enfurezca.
- ¡Imbécil! ¡Desgraciado! ¡Te aprovechaste de mí! ¿Y aun así quieres seguir torturándome en mi propio hogar? – Lagrimas salen por mis ojos, mi orgullo queda en segundo plano.
- Eres un enfermo Miller – Muerdo mi labio inferior con impotencia.
- Yo no me aproveche de ti, tú eras consiente de todo, pudiste haber detenido nuestro pasional encuentro si deseabas – Sonríe ampliamente.
- Pero, TÚ no querías que nos detuviéramos – Se levanta, y se acerca a mí, hasta quedar a pocos centímetros – Lo estabas disfrutando.
- ¡Claro que no! – Niego con molestia.
- ¡¿Acaso crees que disfrutaría estar con alguien tan despreciable como tú?! – Diego, sabiendo que estoy mintiendo incluso a mí misma. Mis manos tiemblan de la rabia. El ríe.
- Di lo que quieras Lesson, tú y yo sabemos, lo que en realidad querías – Se encoje de hombros.
- Maldito – Suelta una carcajada que me hace desplomarme dentro de mí.
- Mi querida Samantha. Este es apenas el inicio de nuestro juego – Levanta mi barbilla para molestarme.
- Lo que tengo preparado para ti, será algo... ¿Cómo decirlo? – Lame sus labios como un perverso morboso.
- Indecible – Ríe tan fuerte, que retumba en cada esquina de la cuerva.
- Eres un Desgraciado – Su mirada se torna roja como la sangre.
- Mi Querida Samantha, nunca olvides, con quién estás hablando - Sin previo aviso, Me arrincona contra una de las paredes de la caverna, su mano ahora presiona mi garganta sin piedad, alzando mi cuerpo a unos centímetros del suelo.
No consigo respirar, y comienzo a desesperarme, tomo con fuerza sus brazos con la intención de apartarlo de mí, pero no consigo nada, parece que mi fuerza fuera un simple soplo de aire para él ¡Maldición!
- De... E-ten-te - Ruego a duras penas.
Me mira con desprecio, no consigo por ningún lado algún indicio de aquel niño que me despidió hace tanto tiempo ya. Sonrío y dejo de luchar. Creo, que aquí acaba entonces, Las Crónicas de Samantha. Puedo notar por un mili-segundo, el sentimiento de perplejidad en Miller, tal vez esperaba que luchara aún más por mi vida, pero... ¿Es este un buen lugar para vivir?
Comienzo a perder la conciencia con lentitud, y en cierto punto, aspiro una mejor vida en donde sea que vaya, luego de esto. Es entonces, cuando siento mi cuerpo desplomarse en el suelo como una roca. Siento dolor, pero es suplantado de inmediato, por la incesantes ganas de introducir oxigeno en mis pulmones.
Cuando consigo normalizarme, busco levantarme, mi cuerpo se queja al instante, y suelto un gemido de dolor. Algunas lagrimas se escapan de mis ojos, y con mayor decisión, me sujeto de las paredes de roca, con mis manos temblorosas consigo sentarme, tomo aire, y vuelvo a insistir en levantarme, casi caigo de nuevo al agarrar de mala manera un soporte.
Trago saliva, aprieto mis dientes, no me rendiré, todavía puedo pelear. Me levanto por completo, puedo sentir dolor en algunas áreas, pero no es nada que no pueda dejar de lado por el momento. Me doy algo de tiempo para reponerme un poco, y observo el lugar vació, ese malnacido se ha ido.
<< Excelente >>
Salgo de allí a paso lento, pero seguro, mi motivación es la vida, no dejaré que me pisoteen como a un gusano insignificante, no lo lograron cuando fui niña, no lograrán mucho menos ahora.
<< Eso es un hecho >>
Todo el trayecto, es un tortura, sin embargo, cada vez falta menos. Cuando vislumbro el final del bosque, me permito sonreír con alivio. Caminar por las calles del pueblo es algo incomodo, otro suplicio además de mi cuerpo adolorido. las miradas de todos los pueblerinos llenas de curiosidad e intriga, es claro que mi imagen debe ser algo deplorable.
Sigo sin prestar demasiada atención, espero es que mis padres no se enteren de esto. Suspiro, al llegar a casa, para mi suerte, mis padres aún no llegan de su visita. Voy con todas mis fuerzas hasta mi habitación, e intento lavarme y sanar cualquier herida, incluso las oculto con algo de maquillaje, es mejor evitar una preocupación innecesaria de mis padres.
Para despejarme, enciendo el estéreo y coloco música instrumental, eso siempre consigue calmarme. Observo a través de mi ventana por minutos, no los cuento, solo me dejo llevar por la vista.
- Demonios.
Me desplomo en la cama como una gelatina, cierro mis ojos, en lo que pienso en mi pasado, los sueños y metas que alguna vez tuve cuando fui una niña, eso consigue distraerme de alguna manera, produciendo una leve sonrisa en mi rostro.
<< Qué buenos tiempos >>
(...)
Mi cuerpo es agitado, abro mis ojos despacio, y veo a mi madre frente a mí, pestañeo repetidas veces, y bostezo con pereza. Escaneo mi entorno y noto que ha oscurecido, anocheció, he dormido varias horas.
- Cielo, en verdad que estabas muy cansada – Me mira con desaprobación.
- Deja de sobre exigirte tanto, te ves muy cansada. Tienes que aprender a relajarte también ¿Comprendes? – Sonrío conciliadora, verla preocupada, me trae felicidad.
- Tienes razón, lo siento mamá. Lo intentaré – Sonríe.
- Bien.
<< Espero poder cumplir esa Promesa >>
CAPI. ESPERO LES HAYA GUSTADO. COMENTEN Y VOTEN POR FAVOR ¡SALUDOS A TODOS MIS LECTORES! XOXO
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