CAPÍTULO V
TÍPICO DE MÍ
Chris detiene su moto y al fin logro ver en donde estamos. Estamos frente a una cafetería bastante concurrida, grande y muy bien decorada, con una combinación de colores entre blanco, negro y gris, únicamente colores neutros por lo que puedo analizar.
Bajo de la moto con lentitud al notar que ya los tres están caminando hacia la entrada del lugar, echo un último vistazo rápido a la moto y suspiro, es demasiado hermosa esa moto. Giro de nuevo para alcanzar a los chicos adentro del local.
Abren las puertas para mí un hermoso chico a mi izquierda de cabellos dorados y ojos de tono verde intenso, del lado derecho una chica atractiva con rizos largos y dorados hasta la cintura, ojos de color miel muy claros. Sospecho son hermanos, debido a todos esos rasgos tan similares en sus rostros que los delatan. Sonrío agradecida a ambos por su cordial bienvenida. El chico de mi izquierda me da una ojeada a cuerpo completo, para luego guiñarme el ojo en forma coqueta, y le respondo con un guiño igual de coqueto.
<< Admito que es lindo >>
Sigo mi camino como si nada, miro en todas direcciones para lograr ver a donde se hallan Zoey y los otros dos. Pongo mis ojos achicados para enfocarme; los ubico pasados cinco minutos por la multitud en el local, se encuentran ya sentados en una mesa al fondo del local. Suspiro fastidiada, la verdad, yo quería ir a mi departamento luego de clases y dormir como un morsa por una semana entera, pero no, me convencí de pensar que venir podría ser genial.
<< Brillante Sam >>
Todo el tema de Dan, el bosque y los interminables rumores me tienen en estado Zombi, y no tengo los ánimos ni las fuerzas para fingir que estoy bien. Esperaba que Zoey lo hubiese captado en el almuerzo, o quizás ella solo quiere animarme con una charla entre amigos.
Bah. No pienso fingir una buena actitud, por algo me llaman enana gruñona, entre otras cosas que quizás mejor ni las nombro. Termino por acercarme a su mesa con una expresión neutra y sin emoción, al parecer ambos chicos lo notan, porque luego empiezan a parecer incómodos, pero Zoey solo lo ignora. Bien por ti Zo, bien por ti.
- Ey - Suelto en un último intento de parecer no tan amargada. Les doy una sonrisa forzada, o un intento de una, porque noto que ambos chicos fruncen un poco su ceño. Suspiro en mi mente, y me siento en la mesa, tomo un menú y me quedo mirándolo por largo rato, evitando así tener que mirarlos e intentar fingir de nuevo que estoy bien.
<< Patrañas >>
- Entonces... - Dice Zo para intentar aflojar un poco el ambiente - Creo que no los he presentado como se debe.
Pongo mis ojos en blanco tras el menú, como si con eso logrará que seamos buenos "amigos" << Será un intento fallido Zoey, lo sé >> No pretendo ser una asocial, pero es claro que no soy el tipo de persona que se abre de buenas a primeras, ni siquiera he podido considerar a alguien mi compañero en todo este tiempo, empezando por ahí, ella ha tenido suerte en compartir un poco conmigo, porque me parece que puede ser interesante.
Bajo el menú y lo posiciono en la mesa, sonrío con sutileza mientras mi mirada recorre a todos los que están en la mesa. Zoey me sonríe de igual forma, ella sabe que estoy haciendo mi mejor esfuerzo por ser amigable o educada, es claro que lo agradece con su mirada. Carraspeo.
- Supongo, que empezaré yo entonces - Entrelazo mis dedos y me finco de la mesa con los codos para sostener mi mentón, dándome un aspecto profesional - Me llamo Samantha y soy cuatro años menor a Zoey, por lo que corresponde mi edad, tengo diecinueve años. De música, suelo escuchar varios tipos de género, sin embargo no podría decir si tengo alguno favorito, es decir, escucho un poco de cada uno. Lo mismo ocurre con los colores, a pesar de ello, suelo preferir los colores oscuros o sobrios. Amo ir a los parques de diversiones, amo el chocolate, amo los animales, amo leer, amo hacerle bromas pesadas a la gente estúpida que se lo merece y también amo las sorpresas... pero de las buenas, no de las malas.
- Eh... Je - Zoey intercepta toda mi biografía confesada. Está bien, es posible que exagerara solo un poco, quizás debí solo decir "Hola. Me llamo Samantha, pero pueden decirme Sam" Pero quería enviar una indirecta ácida, si así se puede decir. ¿Qué se le puede hacer?... Soy así. Una Insensible.
- Así que... - Intervengo pronto, pongo una pose más relajada.
- Faltan ustedes, vamos - Sonrío con esfuerzo.
- Deseo saber alguna cosa de ustedes.
Los tres se miran con cara de póker, sin saber cómo reaccionar. Empiezo a impacientarme y muevo de manera exasperada mi pierna derecha. Lo notan y el ambiente se vuelve más incómodo ¿Para esto deje de dormir la siesta? Que estafa. Suspiro en derrota.
- Bueno. Si me disculpan. Voy a ir un momento al baño - Ni siquiera me digno en ocultar mi molestia y me levanto.
Camino en dirección al baño, cuando entro, cierro la puerta con seguro, mejor me evito que alguien entre y me fastidie. Me abofeteo internamente, esto me pasa por querer socializar. Soy una tonta, una ingenua ¿Cómo pude siquiera pensar que lograría simpatizar con alguien... o agradarle? ¿Cómo pude creer que esta vez alguien se dispusiera a soportarme y entenderme como Daemon lo hizo conmigo? De ninguna manera ocurrirá, ni ahora ni nunca.
Una lágrima escapa con astucia por mi ojo derecho. Le sonrío al espejo y suspiro con tristeza. << No más auto-engaños Sam >> Debo enfrentar que no estoy hecha para estar en compañía. Debo verme fuerte ante el mundo. Debo permanecer firme aunque las piernas flaqueen. Debo permanecer con el rostro inaprensible. Debo seguir siendo ante los demás, Samantha Lesson, y no Sam.
Abandono el cuarto de baño, y me encuentro con Zoey discutiendo sobre algo con sus dos amigos, no me acerco demasiado para que no se percaten de mi presencia. Logro escuchar su Conversación, y sus comentarios no logran sorprenderme.
- Zoey. ¡Ella es rara! - Recrimina Su novio que aún no sé cómo se llama.
- Sabes que en primer lugar no me gustó que invitaras a alguien de improvisto, esta salida es un completo desastre, y todo es por su culpa. Esa chica, no me agrada, me produce escalofríos - Sentencia molesto. Que lindo.
- Marcus, es una buena persona - Lo señala en forma acusatoria. Ambos tienen el ceño fruncido.
- No sé cómo puedes decir todo eso si ni siquiera te has dignado en conocerla ¡Es agradable! - Sonrío agradecida por su apoyo.
- Está bien, tal vez tenga algunas actitudes extrañas, pero al fin y al cabo, sé que es una buena chica. Mejor que muchas - Defiende solemne.
- Zoey, no lo sé, tal vez Marcus tenga razón - Interviene Chris. No me impresiona su comentario.
- No importa si es un poco extraña; la cosa es, que a Marcus ni a mí nos da buena espina, y eso podría perturbar nuestra salida ¿No crees? - Zoey lo mira indignada por lo que acaba de pronunciar. Viene a mí la depresión y las ganas de llorar.
Los recuerdos de mi infancia me arropan en segundos. Estoy acostumbrada a esta clase de comentarios. En la escuela, en ese entonces, cuando trate de socializar con los demás niños antes de llegar a conocer a Daemon, muchos me rechazaron, no me querían, en los recreos y los juegos. Solo había actuado siendo como soy, siendo Sam, pero eso a muchos no les gustó... más bien les asustó.
Después de un tiempo, viví yendo a la psicóloga infantil por mucho tiempo, debido a que me apartaba de los demás y no hablaba, inclusive me costaba emitir alguna palabra o sentimiento con la maestra. Mis padres no comprendieron mi repentino silencio, y yo jamás les comenté nada al respecto. Eso nadie lo sabe en este momento, nadie, y el que lo sabe, ya no está a mi lado para consolarme.
Presiono los puños con fuerza hasta quedar muy pálidos. No seré una molestia para la única persona que me ha aceptado por cómo soy, después de tanto tiempo. Siempre es bueno saber cuándo apartarse por el bien de un amigo. Respiro hondo y poniendo mi rostro más inexpresivo, me acerco a ellos, sorprendiéndolos con mi repentina llegada.
- Me retiro, lo siento mucho - Mi vista se dirige hacia Zoey en disculpa. Luego veo a Chris, se muestra avergonzado y con culpa por su anterior actitud, pero la hago aun lado por completo. Dirijo mi vista a Marcus en particular y sonrío con sorna.
- Mi madre no se encuentra en buen estado y debo ir a atenderla, que lastima que no pueda quedarme - Mi sonrisa se amplia como la del gato rizón, lobuna y burlesca.
- Pero bueno, a veces pasan estas cosas - Me encojo de hombros indiferente. Toda esa fortaleza fingida, solo es una careta de teatro, típico de mí.
Me giro en mi lugar para irme, camino tres pasos y aún de espaldas levanto mi mano derecha en forma de despido.
- Suerte. No nos veremos de nuevo - Aviso de forma casual. Me retiro del local, encontrándome con una multitud de gente en toda la avenida.
<< ¿Y esto? >>
Trato de recordar en mi mente y un bombillo se enciende en mi cabeza. Por supuesto, ¿Cómo se me pudo olvidar algo así? El Festival de Primavera es hoy, por eso tanta gente a esta hora. Comienzo de nuevo mi caminata, mientras observo todo.
- ¡Sam! - Oigo a lo lejos. Es Zoey quién me llama.
- ¡Eh! ¡Sam! - Es otra voz quién me llama. Logro identificar que la otra voz es perteneciente a Chris, a pesar de eso, hago caso omiso.
No me detengo, me pierdo entre la muchedumbre y me pongo mi capucha para pasar desapercibida. No es mi intención alejarme de Zoey, pero no voy a estar en un lugar donde mi presencia no es bien recibida, sin mencionar, que es mejor no permitir que ella tenga una pelea con su novio por mi culpa, no voy a ser la piedra molesta en el zapato de su relación, aunque Marcus me caiga de la patada y esté de acuerdo en que lo insulté y se molesté con él, puesto que se lo merece, no podré lidiar luego con la culpa.
<< Lo siento Zoey >>
(...)
Oh. Jesús. Estoy extasiada, en la feria hay tantas cosas con qué divertirse y entretenerse, que no hallo por dónde empezar. Admito, que en mis tres años viviendo en el centro de la ciudad de Londres, no me di el consentimiento de disfrutarlo, solo sabía de la feria, por los comentarios que se corrían por los pasillos del instituto. Me golpeo mentalmente por mi estupidez.
Me acerco a un puesto con hermosos peluches, de muchas formas y de todos colores, también otros artefactos románticos, pero nada que valga la pena para mí. Bostezo aburrida, continúo escaneando el puesto, y alcanzo a ver en el fondo de los objetos algo muy especial y digno de toda mi atención.
Anonadada observo una muñeca de porcelana muy hermosa, su cuerpo muy bien detallado, está moldeado a lo justo; manos y articulaciones delicadas; accesorios en su cuerpo que le dan realismo y vida; una piel pálida como la nieve; un sonrojo ligero en sus pómulos; unos labios que parecen tan reales, son un poco rojos pero se puede ver con claridad los detalles que posee naturalmente los labios humanos; unos ojos grises vidriosos, muy grandes y penetrantes, muy bien maquillados entre tonos pastel; pestañas largas y definidas; un cabello con rizos bien definidos que llegan hasta la cadera, color chocolate y un pequeño degradado en las puntas; su vestuario de la época antigua es tan delicado y sutil como una rosa blanca, pero deslumbrante como una estrella, tiene tonalidades entre azul, negro, blanco y turquesa, que enlazan perfecto. Toda esa muñeca es impresionante, pero hay algo que me deja sin habla, que me tiene con la boca abierta, su expresión... sus sentimientos escondidos. Su rostro refleja tristeza, pero de manera suave, como si intentase taparlo. Es tan única, que embelesa, te hace admirarla como si no hubiese algo mejor que hacer... << Cielos >> Dice Samantha en todos lados. La quiero.
- ¿Está interesada en la muñeca señorita? - Levanto mi vista y me encuentro con un hombre no mayor de noventa años, muy arrugado, un poco calvo, con ojos azul grisáceo. Tiene un aspecto aterrador y espectral, más que todo, por sus ejemplares ojos. Me quedo estática en mi lugar, el señor me sonríe expectante.
- Pues, sí - Le admito al anciano - ¿Cómo puedo conseguirla?
- No es tan sencillo - Pongo cara de cachorro atropellado, a lo que el hombre ríe por mi intento de darle lastima.
- Me impresiona tu buen ojo - Wow. En verdad soy genial.
- La mayoría de la gente que ha venido para acá, solo notan los peluches y demás baratijas que hay en el puesto de esta feria... - Su mirada seria, queda fija en la mía, trago saliva, el viejo en verdad que da miedo.
- Pero tú... - Me señalo con drama a mí misma.
- ¿Yo?
- Sí, tú.
- ¿De verdad? ¿Yo? - El hombre ríe.
- Deja el drama hija - Me cae bien, tiene sentido del humor. Sonrío divertida.
- Has logrado ver algo de mucha importancia - Sonríe satisfecho, sin embargo no comparto lo mismo, mi expresión es de confusión ¿Vale mucho esa muñeca?
- Está muñeca fue creada por la cultura asiática, no recuerdo muy bien en estos momentos en qué País para se más explicito. Es la primera muñeca creada - Contesta mi pregunta mental ¿Es psíquico el anciano? Me quedo sin habla, es mejor de lo que creía.
- Es un objeto invaluable, un tesoro en todo el mundo - Bajo la vista desanimada, es claro que no obtendré esta muñeca, no tengo dinero suficiente para comprar ese objeto tan majestuoso.
- Muchos desean obtenerla, ya que es un objeto muy simbólico y hermoso - Asiento con mi cabeza, entiendo que es inalcanzable, por lo menos para mí.
- Sin embargo, yo deseo dársela a quién sepa valorarla, y pienso que esa persona puedes ser tú - Levanto la vista con sorpresa ¿Estoy soñando? ¿Es esto posible?
- Puedo ver que no eres una simple chica, eres especial - ¿Está ligando conmigo este viejo? La cosa en verdad me hace gracia. Río con diversión, pero noto que él sigue inexpresivo.
- Hay algo en ti que me es muy particular, pero no sé qué es... - De verdad habla en serio. No está jugando conmigo, pero ¿Qué quiere decir con eso? ¿Qué se supone que tengo?
- ¿Algo... Particular? - Frunzo el ceño.
- Así es. Pero - Se queda observándome por largo rato.
- A pesar de que pienso que debes llevártela tú, tendrás que mostrar que lo vales - Presiono mis labios hasta hacerlos una fina línea, de verdad anhelo esa muñeca.
- ¿Cómo? - Sonríe misterioso.
- Ganaras el objeto, como lo hacen todos los demás - Oh no.
- Debes Ganar el juego. Son tres etapas. Encestar, Derribar la pirámide de botellas y romper un globo con el pecho - Su sonrisa se hace aún más grande.
- Eso debes hacerlo con alguien más - Estoy perdida. Aunque consiga alguien que me ayude con lo del globo. No sé encestar, soy un asco en el baloncesto y mi puntería es tan buena como un bebe recién nacido haciendo acrobacias, es decir, nulo. Resoplo frustrada. Debo ver cómo logro conseguirla sin hacer esas cosas.
- Y ¿Si le ofrezco una tanga de alguna chica para que se masturbe? - Niega con una sonrisa.
- Le puedo conseguir una Stripper si eso desea, ¿Qué tal alguien sensual y sexy para una noche? - Dije desesperada. No tengo cómo pagar cualquiera de esas dos, y miren que esas cosas valen mucho.
- No. Lo siento - Un sudor frío recorre mi sien y muere en mi cuello. Esto no está llegando a ningún lado, pero la voy a conseguir cueste lo que cueste. Trago grueso e inhalo tratando de darme calma y valor.
- Le ofrezco un beso - Lo miro seria. Para mí vale mucho eso, pero es algo que se puede ofrecer si realmente se está interesado en conseguir algo.
- Um. Un beso... no lo sé - Aprieto mi puño con fuerza.
<< Aguanta Sam. Aguanta >>
- Será intenso y largo si eso desea - Abre sus ojos con impresión. El anciano, toca su barbilla pensativo y yo me mantengo inamovible.
- Bueno, creo que eso vale mucho para ti - Asiento impaciente.
- Esta bi... - Alguien interrumpe.
- Yo seré su pareja - Me tenso al momento y una corriente eléctrica recorre cada fibra de mi cuerpo.
No cabe duda, ni siquiera necesito voltear para saber de quién se trata. Dan O'Connor. Pero ¿Cómo debo reaccionar? ¿Aliviada? No lo creo. Con Dan, no se sabe que es bueno o malo, aunque trato de decirme a mí misma que es malo.
- Jovencita ¿Él será su pareja? ¿Hará el reto? - Todo mi cuerpo está helado y realmente no deseo encontrarme con sus ojos. Me duele admitirlo, pero me puede ser util.
- Yo... - Dan se acerca y me pongo rígida al instante. Sus labios se acercan a mis oídos y me susurra bajo.
- Yo haré los retos, no te preocupes - Siento su sonrisa pegado a mi oído.
- Pero del último reto no te salvas Lesson - Muerde mi lóbulo, provocando que me sobresalte. Estoy en problemas. Dan ríe, es un sonido grueso y ronco, demasiado glorioso y provocador, eso es malo, debo alejar este fenómeno tan pronto como me sea posible.
Dan se acerca al anciano para realizar los retos, el anciano lo escanea, y asiente. Le entrega la pelota y le señala a dónde debe encestar. Dan no tarda en realizar el reto, como si de una tontería se tratase. Segundo reto. El viejo le entrega la pelota y se aparta, sin esperar demasiado derriba la pirámide sin que quede una botella en pie, como si fuera la cosa más fácil del mundo. Viene la etapa tres, y eso es la etapa que no deseo que llegue.
El anciano infla el globo y se lo entrega a un Dan, este sonríe. Se acerca gustoso hasta mí, mientras yo sudo como un cerdo. Posiciona con una mano el globo en su pecho, y con la otra me atrae para que el globo quede presionado entre ambos. Muerdo mi labio, nerviosa. Dan baja su vista hacía mis labios, parece deseoso.
No presiono el globo con fuerza, quiero evitar lo inevitable, que nuestros cuerpos choquen. Dan hastiado de mi tontería, me rodea con sus brazos y me atrae con fuerza, trato de impedirlo, pero no logro siquiera moverme por tanta fuerza que tiene. Me doy por vencida y me entrego al cruel destino.
Él globo se rompe, pero nuestros pechos no se tocan, solo unos milímetros los separan. Elevo mi vista hasta quedar fija en la suya. Sus ojos de hielo me penetran. El anciano carraspea incómodo y me giro con gran esfuerzo, despegando mi vista de él.
- Aquí tienes. Te lo has ganado - Sonríe y le devuelvo la sonrisa.
- Gracias.
Me retiro con Dan a mi lado. Todo queda en silencio, mientras nuestros pasos son lo único que se escucha. Aún sigo sin agradecerle su oportuna ayuda. No sé cómo enfrentar tenerlo tan cerca de mí, y el hecho de que también le debo una. Él me ayudo, y evito que besara al viejo, cosa que le agradezco en el alma, pero las cosas no son tan sencillas.
- Dan - Sigo caminando, en lo que observo sumida a la muñeca.
- Dime - Ordena. Muerdo mi cachete interno.
- G-Gracias - Sin poder evitarlo me sonrojo, estas cosas no son lo mío.
Dan se detiene y yo hago lo mismo, levanto mi vista para enfrentarlo como corresponde, pero este no me mira, solo se queda estático viendo nada en particular. Acerco mi mano hasta tocar su brazo, y no rechaza mi toque, en lo que mis dedos tocan su piel, trato de esconder la corriente que me abraza.
Dirige su vista hacia mí, yo le observo y nos quedamos así, no puedo ni siquiera recordar que aún sigo tocando su fuerte brazo. Acaricia mi mejilla con su mano y siento un sacudón en todo el cuerpo, de verdad que él me afecta.
- Sam... - Quiere hacer algo, lo noto, pero se está reprimiendo.
- Eh... - El ambiente está cargado, pero ¿De qué? Remojo mis labios nerviosa y Dan se queda observando esa área. No les voy a mentir... no sé por qué quiero besarle.
- Debo irme - Se aparta bruscamente. Me quedo congelada en mi sitio.
- Ah... yo - Da media vuelta y se retira con largas zancadas.
<< ¿Qué pasó? >>
Suspiro cansina. Estoy más confundida que nunca. Él no es de los bueno, es de los malos. Me ha lastimado ya. Ha hecho cosas contra mi voluntad, ¿Acaso soy masoquista? ¿Por qué aun así no me molesta tenerle cerca? ¿Por qué me agradan sus sonrisas burlonas? ¿Por qué me atrae?
<< ¡No debes permitirlo Sam! >>
Flashback
Abro la puerta del cuarto de limpieza del conserje y me adentro veloz, seguro que aquí no me encuentran jamás, solo yo y Daemon entramos aquí, todos los demás niños le temen al cuarto de limpieza. Ingenuos. Daemon dijo que se esconderá en la sala de música, por lo tanto, yo me quedare aquí sola. Muerdo mi labio con emoción, soy demasiado astuta y lista. Río bajo. El escondite. El mejor juego infantil jamás creado.
Todo está oscuro, pero no me asusta. Salvo que...
De repente escucho que algo se mueve dentro de la habitación. Inclino el entrecejo ¿Me han descubierto? No lo creo, los demás niños le temen demasiado al cuarto de limpieza. Me remuevo incomoda en el suelo. Otro ruido de nuevo, trago saliva ¿Quién podría estar aquí conmigo? ¿Será Daemon? Imposible, él dijo que se escondería en otro lugar, ¿Me estará jugando una broma?
- ¿Daemon? - Otro ruido, siento que algo se mueve atrás de mí y me agito nerviosa volteando hacia atrás, pero no veo nada.
- ¿Daemon eres tú? - Vuelvo a preguntar, pero está vez mi voz sale temblorosa.
Algo cae con estrépito al suelo, provocando que me estremezca. Me levanto de inmediato y me acerco a la puerta, sin embargo, está no cede, no se abre. Asustada aplico más fuerza intentando abrirla, nada. Me desespero, quiero irme de aquí. Un gruñido se escucha justo detrás de mí, mis piernas tiemblan ¿Quién está detrás de mí?
Me volteo con lentitud. Frente a mí está algo que no puedo describir. No tiene forma, es la cosa más espantosa que he visto, es una criatura oscura que no debe ver ningún niño, o puede quedar traumatizado de por vida. Mis ojos se abren de par en par, esa cosa está encerrada aquí conmigo, y yo no puedo escapar, no tengo a dónde huir.
Veo que se empieza a acercar de a poco hasta mí. Noto, que en toda su espectral figura, se crea una sonrisa espeluznante, capaz de hacerte gritar como un desquiciado. Increíble para mí, no grito, solo me quedo allí en estado de shock, como si no pudiera asimilar por completo lo que ocurre, que es mi fin. Se acerca hasta estar casi sobre mí, cierro los ojos esperando que me ataque.
Se enciende la luz. Abro los ojos, y me quedo plasmada sin saber qué pensar. En el cuarto no hay nadie más que yo, está vacío, sin rastros de aquella criatura que estaba a punto de hacer quién sabe qué ¿Lo imagine? No lo creo ¿Me habré vuelto realmente loca? ¿Podría ser?
- ¿Sam? - Doy un brinco asustada. Me doy vuelta con rapidez, es Daemon.
- ¿Qué te ocurre? Te ves pálida - Se acerca y toma mi rostro entre sus manos en lo que me escanea.
- No es nada - Mi mirada se apaga. No deseo mentirle, pero es claro que no me creerá y me tomara por loca. No quiero que Daemon piense eso de mí.
- Solo vi una araña y me asusté - Le sonrío con falsedad. Este mantiene su ceño fruncido sin estar seguro de lo que digo.
- ¿Segura? Tú no eres de las que se asustan por insectos - Él me conoce más que a mí misma ¿Cómo le digo una excusa convincente para que me crea?
- No necesitas mentirme Sam - Me pongo rígida. Él sabe que no le deseo decir lo que ocurrió en realidad.
- Sabes que si no me quieres decir, no te voy a presionar ¿Sí? Tranquila - Asiento con vergüenza por mi tontería.
- Perdona - Mi cara es de culpa. Sin preverlo Daemon me abraza y me acaricia el cabello.
- Descuida. No hay nada que perdonar - Susurra en mí oído brindándome calor. Sonrío agradecida.
- Gracias por salvarme Daemon - Le devuelvo el abrazo, efusiva.
Me separo un poco de él, él me contempla con un semblante confundido. Me acerco y le beso la mejilla por tres segundos, les diré, que para un niño, que hagas eso es muy significativo. Yo quise en realidad ir más allá y darle un beso en sus preciosos labios, pero qué les digo... no se puede.
- ¿Sam...? - Se sonroja hasta el cuello. Me río divertida. Mi tímido Daemon.
- Mejor vamos a escondernos en otro lado ¿Vale? - Tomo su mano y se pone aún más rojo, me río mientras niego con la cabeza. Lo halo y salimos del cuarto de limpieza, cuando salimos por fin de ese endemoniado cuarto, un alivio me embarga. No volveré a entrar allí, jamás.
Fin del Flashback
- Daemon... - Sonrío triste, en lo que observo el lugar por donde me abandono Dan hace unos minutos.
- Quizás Daemon si me dio ese segundo beso y yo no lo supe - Típico de mí. Una lágrima resbala por mi mejilla.
<< Quédate siempre conmigo Daemon >>
¿LES GUSTÓ? A PUESTO A QUÉ SÍ e.e ¿QUÉ OPINAN? POR FAVOR VOTEN Y COMENTEN SI LES HA GUSTADO. ESO ME ANIMA. ¡SALUDOS! ¡NOS VEREMOS EN EL PROXIMO CAPITULO!
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