CAPITULO 10
HAILEY ROBERTS
Habia pasado dias desde la última vez que bailamos esa canción en mi casa. De alguna forma extrañaba su presencia cuando no lo veía, extrañaba ver esos hechizantes ojos, y cuando lo tenía a un lado mío me trasmitía esa confianza de un amigo de años.
Estábamos juntos en las gradas, yo estudiaba mientras el veía el cielo recostado, algunas personas pasaban y me saludaban al igual que a él, quien hacia una mueca cuando lo hacían. de alguna forma extraña por momentos era visible y por otras simplemente nadie lo notaba.
Asi que a mí se me ocurrió un pequeño experimento, al siguiente día invite a Dick a pasar una tarde agradable conmigo e invite a Adrien, a quien le tuve rogar para que asistiera. Como Adrien no sabía que habia invitado a Dick se molestó un poco cuando este lo llamaba cuñado cada 5 minutos, cuando Adrien estaba distraído trataba de acercarme y tocarlo, pero mi mano seguia son tocarlo.
-Puedo hacerte una pregunta princesita.
- Claro dime.
- ¿Por qué tienes un perro y no un gato?
- Porque me gustan más los perros que los gatos.
- Ah
Lo mire de reojo observando cómo se quedaba mirando la nada, sabía que queria decir algo más, pero no lo decía.
- ¿Cuáles son tus sueños McGray? – pregunte recargando mi mano en mi mejilla, si el no iba a cooperar yo lo haría hablar.
- No lo sé – respondió sin quitar la mirada del cielo.
- Vamos, todos tenemos sueños, yo tengo sueños los cuales quiero realizar – pronuncio con una sonrisa mirando al cuaderno.
- ¿Por qué no me sorprende? – escucho su murmullo que sale con una risita - ¿y cuáles son? – quita la mirada del cielo y la posa en mi con curiosidad.
- Mhm, bueno no se – suelto con una risa nerviosa – siento que es algo que se debe vivir en el momento, pero me encantaría vivir en un bosque.
- ¿Y porque no planearlos?
- los planes cambian, porque no solo disfrutamos en el momento y olvidamos la rutina.
- Eres muy curiosa Hailey
- Vamos, di algo interesante que te gusté.
- Es que no se – Confeso rascando su nuca – No recuerdo que me gustaba.
- Debes tener algo, una chispa, algo que te motive – lo miro pensativa y el arquea la ceja tratando de leerme – Por ejemplo, a mí me gusta pintar, me gusta oir música, me gusta divertirme con Dick, me gustan los helados y muchas cosas más. No me gusta la velocidad, odio tener que esperar y me dan miedo las películas de arcilla. Tu turno.
- No recuerdo nada, pero si hablamos de este momento, sonara irónico, amo volar, pero me aterran las alturas, me gustan las estrellas y me gusta la música que ponen donde me quedo – su voz sono dulce y tranquila.
- ¿Te gustan las estrellas? – pregunte incrédula.
- Obvio – respondió son pensarlo.
- Apartir de ahora te nombrare el niño de las estrellas – junto mis manos presumiendo con una sonrisa el nuevo apodo.
- Estas demente – Suelta riendo, su sonrisa cada vez crecía más hasta marcar su hoyuelo con profundidad.
Su risa era demasiado contagiosa que fue inevitable unirme a su carcajada, al unirse formaban una armonía que me gustaba. Sus ojos azules brillaban con sus rayitos blancos iluminándolos con una intensidad hipnotizante que parecían angelicales, mi corazón al verlos bailaba de felicidad de verlo tan contento.
Se acomodo delante mío estirando una mano tratando de serenarse – Me presento Hailey, soy el niño de las estrellas – trate de tomar su mano la cual lo atravesó, nos miramos en complicidad y volvimos a reír sin fin.
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ADRIEN MCGRAY
Al oir nuestras risas al altísono, me encantaba y sabía que no era normal.
Queria que ella tomara todo de mí, y yo queria tomar todo de ella.
Me sentía libre a su lado, sentía que volaba alto.
- ¿Cuál es tu color favorito? – pregunto tomando sus manos.
- Me gusta el morado – conteste con sencillez - ¿Y el tuyo princesita?
Se quedo en silencio pensando la respuesta.
-Me gusta el azul – respondió desviando la mirada a su cuaderno. Sin darme cuenta tenía una pequeña sonrisa al igual que ella.
Estaba a punto de mencionar algo cuando observo una silueta acercándose con velocidad.
-Hailey tengo que contarte algo Muuuy importante, es de vida o muerte – llego balbuceando el amigo de Hailey quien al notarme su cara se transformó - ¡Cuñadoooo! Que gusto volverte a ver – Abrió sus brazos acercándose, por lo que me quité lo más rápido que pude.
- Hola Dick – solté ocultándome atrás de Hailey.
- ¿Qué es eso tan importante? – Hailey pregunto mostrando esa curiosidad que la invadía.
- ¡Tengo novia lucí! – Solto con una enorme sonrisa seguida por un chillido de Hailey.
- ¡Aaah! ¡Qué gran noticia! – Hailey se puso de pie rápidamente para abrazar a Dick.
- ¿Puedo saber quién es? – No tenía ni la mínima idea de quien podría ser, pero por un momento la curiosidad de Hailey era pegajosa.
- Es la niña más hermosa que he conocido – por un momento quise burlarme por la cara de idiota que puso, pero sabía que Hailey me mataría por lo que me aguante. – Ella es muy especial, tanto que por fin le dieron permiso para salir conmigo.
- Vamos a festejar – solto Hailey con una gran sonrisa.
- ¿A festejar? – Dick la miro incrédulo por lo que ella lo tomo del brazo avanzando.
- ¡Si! Nunca he estado tan feliz como este momento – Dick no volvió a hacer más preguntas y avanzo junto una Hailey emocionada – Vamos McGray, el día es corto.
- Pero....
- Vamos, nunca sales – Hailey se mantenía con una risa demasiado grande que su emocion me estaba asustando.
- ¿Comió mucha azúcar? – Pregunta a un lado mío Dick por lo que yo me encojo de hombros.
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Estábamos en el campo con una bocina escuchando música, en mi mente el festejar era un concepto totalmente diferente.
Dick estaba tecleando en su teléfono con una sonrisa mientras Hailey estaba moviendo su cabeza al ritmo de la música con los ojos cerrados, si esta era su forma de divertirse me estaba aburriendo.
De pronto una canción empezó a sonar emocionando a Hailey de pies a cabeza.
-Vamos baila conmigo – se paro de un golpe meciéndose al ritmo de la música.
- ¿Qué no sabias bailar? – cruzo los brazos con una sonrisa burlona al ver su puchero.
- Tengo un buen maestro – Comenta divertida tratando de inventar pasos dando vueltas.
Al ver su sonrisa empiezo a bailar a su lado imitando algunos de sus pasos, estaba seguro de que estábamos haciendo el ridículo enfrente de Dick, quien se notaba divertido con la situación. Cuando menos lo esperamos Dick estaba bailando con nosotros.
Sus ojos demostraban una felicidad que se transmitía por los aires, tenia que admitir que no me habia sentido tan feliz estos 5 meses como ahora, al sentir esta emocion me sentía volando por los aires lleno de energía, una especial, una que me daba ganas de seguir viviendo un poco más.
No me habia dado cuenta que habia dejado de bailar y algo en mi dolía, no queria que lo notara por lo que me aleje sin que se dieran cuenta. Me escondí entre los arbustos mirando el cielo que tenían pintado colores del atardecer, el dolor en mi pecho incrementaba, pero no sabía la razón.
-Adrien, por fin te encontré – Una cansada Hailey apareció por los arbustos - ¿Qué estás haciendo?
- Nada, estaba mirando el cielo – trate de darle mi mejor sonrisa la cual ella correspondió con otra.
- Pense que te habías desaparecido – toma su brazo ocultándolo con una mirada penosa.
-Ja, no te libraras tan fácil de mi princesita – suelto vacilando y ella solo rueda los ojos.
- Adrien... - al mirarla sus ojos tenían un brillo especial con la luz – olvídalo
- Hailey
Al conectar la mirada, avanza unos pasos quedando a una distancia muy corta, no tanto para tocarme, pero lo suficiente para ponerme nervioso, siento un escalofrió al mirar sus ojos, puedo notar como se para de puntillas tratando de llegar a mi altura, su mirada posa en mis labios e involuntariamente reacciono haciendo los mismo. Es cuando un flash nos sorprende causando que nos distanciemos.
-Esto va para mi álbum – Dick menciona burlándose.
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Narrador omnisciente
Nunca sabemos que tan importante es la felicidad, hasta que perdemos esa sensación.
Un niño de 10 años pedaleaba su bicicleta a toda velocidad recorriendo la calles alejándose de la casa la cual llamaba hogar, su corazón lo tenia roto, no por un amor, no por una amistad, si no por un dolor el cual no entendía.
Al llegar a un campo se detuvo con lagrimas en su rostro, cerraba los ojos tratando de desaparecer del mundo. Destrozado cayo sobre sus rodillas soltando un grito de dolor, queria que su dolor terminara, queria morir.
El queria dejar de sufrir, no queria volver, su cabeza era un lio, uno el cual no sabia como arreglar. Un chico un poco mayor se acerco abrazándolo de una manera fraternal.
-No quiero sentir, este mundo es muy frio.
- Mira hermano, mira las estrellas – el niño levanto su mirada observando el atardecer con unas estrellas casi notables – mira las estrellas brillando resplandecientes, tu hermanito mío eres una de las mas brillantes, no perteneces al cielo el cual todos pueden ver, perteneces al universo donde puedas brillar tal como eres.
- No entiendo – contesto el niño entre sollozos abrazando al mayor.
-Lo entenderás cuando seas mayor, algun día esas estrellas te mostraran tu camino – el mayor respondió al abrazo acariciando el pelo del pequeño.
- Te quiero hermano – solto ocultándose con él.
- Mañana será un nuevo día, todo estará mejor, yo estaré a tu lado Adrien – aquel hermano hablo sacando las lágrimas del menor – Vamos, no me gusta ver estos ojos llorando y prométeme algo.
- ¿Qué cosa? – contesto el menor tallando su carita.
- No vuelvas a dejarme solo, me sacaste un susto ¿Qué hubiera pasado si hubieras tenido un accidente? – dijo vacilando, causando una risa en el menor.
- No me paso nada, además no te libraras de mi tan fácil – menciono el menor tratando de hacer reír al mayor.
- Eso espero, ya que tengo toda una vida para molestarte pequeño travieso.
Los dos hermanos rieron a la par admirando el cielo cual estaban, deseando que el momento durara para siempre, cosa la cual no ocurrió.
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