Abrí los ojos y lo primero que vi fue el techo pintado de blanco. Algo estaba diferente. Este no se parece a mi cuarto, pero se siente familiar.

Como si hubiera estado aquí antes.

Quizás sí lo estuve y no lo recuerdo. Esas cosas pasan. Para asegurarme de todo, me levanté, sentándome en la cama. La recordaba más suave y cómoda.

Y esta definitivamente no es ninguna de mis habitaciones. No es del palacio y tampoco de la Academia Santors. Camino por la habitación, algo desorientada, pero el sentimiento de que yo reconozco el lugar no me deja.

Miro a mi alrededor. Esto es como una habitación del mundo normal de donde vengo. Salgo de allí. Estoy en una casa. Atravieso una cocina, paso delante de unos... Tres cuartos, creo.

Todo es bien raro.

—¡Mamá! ¡Landon me apagó la televisión! —Escucho la voz de un niño pequeño corriendo hacia mí.

Me volteo. ¿Me ha llamado "Mamá"? El rostro del niño es borroso. Detrás de él vienen otros dos niños de la misma edad. Deduzco eso porque comparten una altura igualada y noto otra cosa más: son trillizos. No alcanzo a ver ningún rostro. Los tres tienen el cabello blanco.

Al igual que yo...

Cuando se acercan a mí los reconozco como mis hijos. Pero, soy muy joven para tenerlos. ¿Qué rayos es esto?

—Niños, no molesten a su mamá. —Levanto la mirada, la nueva voz en la sala me obliga a hacerlo porque la reconozco—. Cariño, vamos, llegaremos tarde a la boda. Vístete.

Él va vestido con un traje elegante de tres piezas. La corbata negra hace juego con el resto de su vestimenta. No puedo negar que se ve muy bien. Repaso su rostro y no hay dudas de algo, aunque se ve un poco mayor, todo está claro.

Es Hiram.

—Nevesk, ¿te sientes bien? —preguntó con una sincera preocupación—. Te veo un poco rara.

—Hiram —pronuncio su nombre como si aún no pudiera creerlo—. Hiram, ¡tienes que ayudarme! Estos niños han llegado de la nada y uno me ha llamado "Mamá", ¡pero, yo no los conozco!

Él se rió en mi cara. Como si algo de lo que hubiera dicho le resultara gracioso.

—Somos tus hijos, mamá. —Uno de los niños habló, cruzándose de brazos—. Somos Landon, Byron y Théodore.

Y con eso me desperté.

Dios. Menos mal que todo había sido un sueño. Entonces me ubico como corresponde. Estoy en mi habitación del castillo. Me senté en la cama y me pasé las manos por la cara. Aspiré una pequeña bocanada de aire. El sueño me había dejado una extraña sensación en el cuerpo que no era capaz de reconocer.

Caminé por la recámara. Tenía que hablar de esto con mis mejores amigos, así que salí a buscarlos. Pasaron al menos diez minutos hasta que los encontré en el jardín. Los tres estaban reunidos en una mesa hablando sobre no sé qué.

—¡Yvett! —Ariana fue la primera en notar mi presencia.

—Chicos, necesito hablar sobre algo. Un sueño —aclaré.

Sus miradas se volvieron curiosas e intrigadas. Se notaba que deseaban que yo soltara el chisme rápido. Me senté en una silla vacía y me acomodé.

—¿De qué se trataba? —preguntó Mabelle, inclinándose hacia adelante.

La menos chismosa del grupo.

—Era como si estuviera en una casa que no reconocía, pero a la vez me parecía familiar —expliqué—. No sé si me entienden. Bueno, también había unos niños, trillizos, y uno de ellos me llamó "Mamá". Puede que parezca extraño, pero, siento que sí eran mis hijos.

Yordrick mostró algo de confusión, al igual que las chicas.

—¿Trillizos? Sinceramente, no te imagino —habló él—. ¿Y quién era el padre?

—Hiram. —Decirlo me daba algo de vergüenza—. Él estaba allí, vestido para una boda, preocupado por mí.

Ariana soltó una risa nerviosa.

—¿Hiram? Creo que alguien por ahí no nos ha contado algo sobre él.

—Nosotros... Emm, nos hemos besado un par de veces. Pero, nada importante. —Le resté importancia, fingiendo que no me estaba poniendo nerviosa.

Mabelle me miró con la boca abierta. Yord y Ari rieron por lo bajo.

—¿Por qué no nos habías contado antes? —inquirió Mab, haciéndose la dolida con dramatismo.

Buen punto. Podríamos haber hablado antes.

—No lo sé —respondí con sinceridad—. En fin, volviendo al tema principal, creo que no es solo un sueño cualquiera. Era tan real. Sentí la conexión con esos niños y con Hiram. Como si realmente fuéramos una familia.

Ariana se cruzó de brazos, pensativa.

—¿Y si hay algo más ahí? ¿Qué tal si tiene alguna relación con el mundo de donde vinimos y esto?

—¿Será que tendremos la oportunidad de regresar? —Esta vez fue Yordrick quien intervino.

—Quizás tengas razón —mencioné—. Pero, yo no quiero regresar.

Ninguno de nosotros lo queríamos en realidad. Aquí la vida es difícil, sin embargo, es mil veces mejor que el orfanato. Y yo sentía que muchas cosas más estaban por venir.