Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2.

John Kerry

Después del pequeño indecente con la pantera que atacó a Amber, y tras clavarle la lanza, construimos una especie de barbacoa con el único fin de preparar la deliciosa carne de este animal salvaje.

-¿Hace falta más madera? -pregunta Amber animada.

-No, pero quizás haga falta para más tarde. Trae un poco más pero ve con cuidado -le aconsejo seriamente- recuerda, si ocurre algo, grita.

Ella asiente cansada de mis palabras, pues en lo que llevamos de día se lo habré repetido como diez veces. Y entiendo que pueda sonar muy cansino pero no quiero que le ocurra nada malo, o que otro animal la ataque y esta vez acabe con su vida. Por suerte, antes no ocurrió una desgracia y actué sin dilación alguna.

Afortunadamente, todo marcha bien. Pasados unos minutos, escucho pasos aproximarse hacia mí y me giro percatándome de la presencia de Amber. Me pongo en pie dispuesto a ayudarla con el cargamento de madera que trae y la coloco junto a la hoguera.

-¿Cuánto le queda? -pregunta refiriéndose a la carne que tenemos a la brasa.

-Ya está hecha -anuncio.

Ella, con una gran sonrisa en el rostro, aplaude animadamente por la noticia. Con una piedra de punta afilada, corto la carne como si se tratase de un cuchillo y la pongo en sus manos. Comienza a devorarla con ansias y actúo de la misma forma.

Cuando concluimos con el ataque a la pantera asada, le incorporamos ramas para disminuir el olor y evitar la presencia de otros seres carnívoros. Nos sentamos bajo el techo del refugio y la abrazo cuando veo cómo intenta calentar sus manos con el calor que la hoguera desprende.

-Hoy te has lucido -la halago consiguiendo una gran sonrisa por su parte.

-Mañana quiero que me enseñes a cazar, a buscar alimentos, a hacer fuego. A todo -dice con firmeza.

-Así será -respondo sujetando su mandíbula- ahora bésame.

Obedece mi petición y une sus finos y rosados labios con los míos. Mis manos viajan a su cadera descubierta e introduzco mis manos por su camiseta. Acaricio su suave piel y se estremece con mi tacto.

-Buenas noches, John -comunica con picardía.

Se acuesta sobre las hojas secas y apoya su cabeza sobre sus manos. La observo perplejo y suelto una leve risa ante la situación.

Finalmente, y cansado por el largo día de hoy, me acomodo a su lado abrazándola para que su calor se convierta en mi calor. Para que nuestros cuerpos se encuentren y la llama siga floreciendo.

Al día siguiente...

Amanece y abro los ojos desperezándome. Y efectivamente, no era un sueño. Seguimos en esta maldita selva amazónica sobreviviendo sin ser devorados por animales salvajes y despiadados.

Miro a mi derecha y Amber no está. Me pongo en pie en menos de lo que canta un gallo y observo todo mi entorno, buscando una señal de dónde puede encontrarse.

Me alejo un poco de la caseta y la veo nadar en el río con una amplia sonrisa. ¿Acaso no sabe que el agua está infestada de cocodrilos?

-¡Amber, sal del agua! -digo alzando la voz.

-Me estoy dando un baño para relajarme -me responde.

-¡Hay cocodrilos! -grito.

Dicho esto, su rostro cambia rápidamente. Se torna a pálido como sinónimo de que el temor se está apoderando de su ser.

-No vuelvas a meterte en el agua -sentencio cuando llega a mi altura y comienza a vestirse, pues solamente lleva la ropa interior.

-No sé cómo no me di cuenta. Algo rozó la planta de mis pies y pensé que era un simple hierbajo -musita asustada.

La abrazo y avanzamos hacia nuestro afincamiento. Se coloca ante la hoguera para calentarse, pues el frío vaga en el ambiente. Es temprano y hasta ya entrada la media mañana, el calor no nos sofoca. Por ello, decidimos ir a buscar provisiones.

Enseño a Amber a cazar. A buscar insectos comestibles en las cortezas de los árboles y bajo las rocas. Le indico cómo debe hacer fuego, cómo ascender hasta la copa de los árboles más altos, con el fin de buscar alguna fruta tropical que no haya sido alcanzada por primates.

-¿Me estás vacilando? No pienso subirme ahí. ¿Qué tal si me caigo y muero estrepitosamente? -cuestiona poniendo pegas.

-¿Quieres aprender a trepar sí o no? -pregunto alzando una ceja a modo de cuestión sugerente.

-Sí -suelta un suspiro.

Le indico cómo ha de colocar las manos y las piernas, y comienza a ascender por el tronco del árbol costosamente.

-Me pregunto cómo harán esto los monos -bromea mientras intenta subir.

Alza la mano y coge un par de plátanos de la rama. Desciende con una amplia sonrisa de orgullo y la observo con clara admiración.

-Me sorprende lo rápido que estás aprendiendo -anuncio con sinceridad.

-Si no aprendo, me muero de hambre -dice riendo a carcajada limpia.

Sonrío inconscientemente ante su gesto y me extiende un plátano. Lo cojo y lo devoro con ferocidad, igual que ella.

-Mmmm, está delicioso. Son buenísimos comparado con los de Estados Unidos.

-El sabor es muy notable y característico, preciosa. Los que nosotros consumimos son prácticamente pura química.

-Sabelotodo.

-Hermosa.

Fundimos nuestros labios en un cálido beso mientras nuestras narices rozan y nuestras manos se entrelazan entre nuestros cuerpos. A pesar de estar viviendo una verdadera aventura, seguimos unidos. Quizás más que nunca. Ambos estamos aprendiendo muchísimo acerca del mundo de la naturaleza. Sobre todo ella. Yo solamente he aplicado algunos consejos que me inculcaron cuando era boy scout.

-John -dice captando por completo mi atención.

-Dime.

-¿Por qué nunca me contaste nada de tu infancia, en referencia a la supervivencia? -pregunta dudosa.

-No era primordial y decidí mantenerlo en secreto, hasta ahora.

-Vaya. Eres una caja de sorpresas -musita asombrada.

Me encojo de hombros y sonrío ante su suspicacia. Comenzamos a dialogar sobre nuestras vidas pasadas pero sobre todo de nuestra infancia. Reímos y lloramos en un santiamén, pues nuestro estado anímico se ve afectado por la narración del momento. Y así pasamos las horas en esta selva durante el largo día de hoy. Aquí se hace todo más pesado. No existe la comodidad, sino el temor. No existe la familia, sino la naturaleza. No existen indígenas, que sepamos, con los cuales podamos relacionarnos u comunicarnos. No existe la delicadeza al comer, sino las ansias de devorar un plato de comida que nosotros mismos hemos cazado con nuestras propias manos. No existe nada más, solamente ella y yo, los seres salvajes que nos rodean y el sol abrasador que quema nuestras pieles hasta dejarlas rojizas como el fuego.

-¿Nunca ganaste insignias por realizar tus tareas como boy scout? -pregunta curiosa.

-Sí, pero muy pocas. Apenas llegan a diez. De pequeño era un niño muy miedoso, nada comparado con la valentía que represento actualmente.

-¿Te puedo confesar algo?

-Claro -contesto dispuesto a escuchar lo que sea que tenga que decir.

Se queda en silencio, por lo que nuestro alrededor se ve habitado por los cánticos de las aves que se encuentran en la copa de los árboles, y los rugidos de las panteras están muy alejados de nosotros.

-Yo también fui scout pero lo dejé al par de días. No me gustaba en absoluto. Me daba tanto pavor como ahora. Muchas veces me imaginé sobreviviendo en una playa inhóspita o en una jungla como esta, y siempre me echaba para atrás la idea de estar sola. No supe jamás guiarme e ir hacia el Norte como indicaba la brújula, acababa perdiéndome en el bosque y aparecía cuán cabritillo temblando por la pérdida de contacto con la raza humana y la soledad.

-El miedo se esfuma cuando luchas contra él -añado alzando la vista y clavando mi mirada en sus profundos ojos.

-Mi miedo a la soledad nunca se esfumó. Pasaba horas y horas encerrada en mi habitación, sin apenas dialogar con nadie, solamente con mi padre. Era una niña muy cohibida y miedosa. Pasé por una etapa de bullying muy intensa. Se burlaban de mí por no saber encontrar el norte, por perderme en el bosque y por ser la más bajita de la clase. Básicamente, se reían de mí por todo lo que hacía y eso conllevó a mi aislamiento social. Me convertí en una niña muy antisocial y no conseguí deshacerme del miedo hasta muy adentrada en la Educación Secundaria, donde aprendí que o pisas o te pisan -concluye con las lágrimas agolpándose en sus ojos.

-Eres muy valiente, Amber.

Dicho esto, un suave beso consigue reconfortarla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro