Capítulo 1.
Amber Williams
Logro deshacerme de la presión que ocasionan sobre mi cuerpo los asientos completamente destrozados por el impacto. Alzo la vista en busca de John, quien se encuentra aún inconsciente.
Acudo en su salvación y realizo la técnica de primeros auxilios. Cuando consigo que abra sus ojos, me mira confuso, sin recordar absolutamente nada de lo sucedido. Sus ojos claros como el océano Atlántico se clavan sobre los míos oscuros como la noche.
—¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde estamos? —pregunta débilmente.
—Hemos sufrido un accidente y caímos en la selva —aclaro mientras aparto todo lo que se encuentra alrededor de su cuerpo.
—Tienes el rostro muy magullado, Amber.
Llevo mis manos a mi propio rostro y muerdo mi labio inferior al sentir el escozor de las heridas con el tacto. La cabeza comienza a darme vueltas y mi mano derecha viaja hasta posarse en mi frente, donde un gran corte me hace gimotear de dolor.
John, cuando se ha recompuesto, me coge en brazos como puede y se adentra en la selva. Los numerosos sonidos de la naturaleza, mezclados con el cantar de las aves de la zona y el ambiente cálido y hostil que nos rodea, hacen que nos compenetremos con el entorno de un modo inexplicable y rápido.
Para mí este lugar resulta muy asolador. Me atemoriza saber que cientos de animales salvajes podrían atacarnos en cualquier instante, cuando menos lo esperemos, cuando la distracción se haya apoderado de nuestras mentes. En cambio a John...¡le encanta! Está realmente asombrado con lo que ve y disfruta pese a estar lleno de rozaduras, cortes y heridas rojizas y sangrantes con un dolor latente e insufrible, al menos para mi persona.
—¿Qué hacemos, John? —pregunto horrorizada.
—Sobrevivir —musita, dejándome realmente perpleja.
Le observo con cara de pocos amigos, pues sabe perfectamente que temo a todo animal salvaje, sea de pequeño o gran tamaño. Y de la nada, suelta una leve risa que paraliza el atronador sonido de la naturaleza vigente a nuestro alrededor.
—No temas, pequeña —dice tan tranquilo— fui boy scout cuando aún era un niño.
Mi mandíbula roza el suelo, metafóricamente hablando, del asombro que su confesión ha ocasionado en mí. Jamás me había narrado hechos de su infancia. Bueno, quizás sí, pero solamente hechos familiares y alegres para él. Ha decir verdad, no tiene pinta de tener ciertas dotes de supervivencia, pues siempre se ha mostrado como un hombre serio, trabajador y consecuente con sus actos.
Asimismo, y aún con la sorpresa impregnada en mi rostro, le indico que busque algo que comer. Estoy hambrienta.
Nos disponemos a buscar comida que provenga de algún árbol frutal pero para nuestra desgracia, lo único que hay son insectos y plantas. Suspiro profundamente y John se acerca a mí. Acaricia mi rostro despacio, con sigilo, como si fuese una víbora a punto de atacar a su presa.
—Encontraré cualquier cosa comestible. No te vengas abajo, mi vida —me anima con una media sonrisa.
—Es más fácil decirlo que hacerlo, John —musito cabizbaja.
Suelto un gran suspiro que acapara el ambiente y lo tensa irremediablemente. Sus manos viajan hasta mi mandíbula. La sujetan y sus labios rozan la punta de mi nariz. Tiemblo, y no precisamente por el frío que está comenzando a hacer.
—Confía en mí —murmura sobre mis labios.
Se acerca aún más y cuando ya se encuentra a dos escasos centímetros de finalizar con mi espacio vital, me besa con furor, con ansias de mí. Todo esto es difícil. Él sabe perfectamente que no sirvo para vivir en la jungla. Sabe que no podré sobrevivir mucho tiempo y que de supervivencia sé bien poco.
—Te enseñaré todo lo que sé, Amber. No descansaré hasta que aprendas a construir una lanza y sepas usarla. No permitiré que desfallezcas sin intentarlo —dice muy seguro de sus palabras.
—¿Cuánto tiempo crees que podremos estar aquí con vida? —pregunto sin rodeos, nerviosa por una respuesta que ronda por mi cabeza sin cesar.
—No pienses en eso, pequeña —contesta alejándose.
—¿Cómo no voy a pensarlo, John? Estamos perdidos en una selva, ¡¿cómo pretendes que evada esos pensamientos cuando sé perfectamente toda la clase de seres que nos rodean y que convivirán con nosotros el tiempo que estemos aquí?! —espeto seriamente.
—Si piensas en eso, no durarás ni dos minutos con vida, Amber. Entiéndelo, por favor. No quiero que te ocurra nada. Quiero que sepas defenderte. Que uses armas creadas por ti. Que luches contra la naturaleza para alimentarte. Quiero que pienses que nos rescatarán —anuncia con el semblante serio.
Me cruzo de brazos con la furia impregnada en el rostro. Lo observo de reojo y veo que me está mirando. Esboza una leve sonrisa y se dispone a afilar un enorme trozo de madera con una piedra gruesa. Se sienta en una gran roca con ambos instrumentos y comienza a darle forma de lanza.
—Acércate, no muerde —dice riendo.
Le fulmino con la mirada mientras cojo madera seca y busco piedras más o menos grandes y proporcionadas para hacer una hoguera. No tengo ni la más remota idea de cómo se hace pero por intentarlo que no quede.
Comienzo a formar un círculo en una zona bastante limpia y despejada, donde podremos construir un pequeño espacio para dormir. Efectivamente, una caseta de hierbajos, piedra y ramas de árbol. Así, preparo una especie de hoguera a mi manera bajo la atenta mirada de John, que sonríe mientras me pongo manos a la obra.
Cuando concluyo mi tarea de arquitecta en prácticas, comienzo a hacer la caseta. Coloco hojas secas como si fuese el suelo y varias ramas costosas y pesadas a ambos lados para montar un techo que nos proteja de las lluvias torrenciales y las tormentas.
Termino incorporando ramas de árboles como techo. Coloco un par de piedras a cada lado del intento de refugio para sujetar las ramas y llevo mis manos hasta la cintura. Sonrío orgullosa y aplaudo emocionada.
Dirijo la mirada hacia John, quien ríe ante mi espontaneidad y mi labor ya concluida.
—¿Qué te parece? —pregunto curiosa.
Él analiza el trabajo y se lleva las manos al rostro. Comienza a soltar débiles carcajadas que se ahogan al colocar su mano en la boca. Frunzo el ceño muy seria y espero una respuesta.
—Deja de reírte y dime qué te parece —exijo.
—Mi amor...no te dediques a la arquitectura.
—Se me da de pena, lo sé.
—Lo importante es la intención, cariño. Servirá de algo —dice levantándose para comprobar que está todo bien sujeto y que no hay riesgo de desprendimiento.
Se aproxima a mí y deposita un dulce beso en mis finos labios. Me abrazo a él aferrándome a su cintura y me devuelve este amoroso abrazo mientras besa mi cabeza.
—He hecho una lanza para cada uno. Vamos a cazar antes de que anochezca.
Asiento y cojo mi instrumento de cacería. Avanzamos adentrándonos en el corazón de la selva. Miles de animales habitan a nuestro alrededor esperando a quién sabe qué. Escucho rugidos, cánticos y el caudal del río. Y de repente, la tensión se apodera de mi cuerpo. Me aferro a la espalda de John y él sostiene mi mano para tranquilizarme.
—No temas. Recuerda que te atacarán si sienten tu miedo a flor de piel —murmura intentando apaciguar mis nervios.
—Así me produces más miedo, querido.
—Haz lo que quieras, Amber. Ahora estate callada mientras cazo. Si ves algo, grita —explica escuchando todo lo que se cuece en su entorno.
—Si voy a gritar, ¿para qué quiero una lanza? —cuestiono sin más. Cuando me percato de la cara de John, comienzo a reír y pide que me calle bruscamente.
Escucho hojas siendo pisadas y no es él. Sin moverme del sitio, giro sobre mis talones muy lentamente, buscando una referencia, o más bien, de dónde proviene ese sonido.
De repente, un animal se abalanza sobre mi cuerpo sin darme tiempo a reaccionar. Grito por instinto, como si me fuera la vida en ello, alertando a John para que me socorra de tal peligro.
—¡Amber! —grita desde lejos.
Y cuando me puedo dar cuenta, el animal ya no está sobre mí. Abro los ojos temerosa y completamente temblorosa. John corre a abrazarme y me refugio en sus brazos mientras su calor corporal seca mis lágrimas.
Alzo la vista sin soltarle y veo a una especie de pantera con la lanza clavada como estaca en el lomo. Observo cómo se desangra y la pena invade mi interior.
—Lo siento bichito, serás mi cena.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro