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Capítulo 5

Los pies le arden, y es en lo único que puede pensar mientras que continúa su larga caminata por pastizales que parecen no tener fin. Incluso el sol es más rápido que él posicionándose burlonamente a frente suyo, como alguien que se adelanta y espera a que corras para alcanzarlo. La luna aun no hace su aparición pero Minghao está seguro que cuando lo haga será otra carrera fallida entre él y un astro en el cielo, porque es más lento estando cansado. Por suerte no es un completo idiota, tiene agua suficiente y un mapa que le indica el camino a detalle.

Se detiene cuando encuentra la carretera que estuvo buscando por varios segundos, esta se encuentra por completo desierta, ni siquiera los animales salvajes o los insectos se acercan para pasar por ahí. Se deja caer sobre el pavimento y observa lo largo que es, se pierde con la luna divisoria entre el cielo y la tierra y no hay nada más que le cause tanta desmotivación. Quiere regresar y pedirle perdón a Joshua, tomar una ducha y cenar con él mientras ven las noticias falsas en la televisión.

—Espero que valgas la pena.— Le dice al nombre impreso en el mapa. —Si eres un estúpido o resultas ser alguien malo voy a matarte por hacerme caminar kilómetros.

Suspira recordando los pocos nombres que rondan en su cabeza; Joshua, Jun y Hansol. Ahora sabe quién es Jun, o al menos sabe cómo es, sin embargo Hansol se queda muy abajo en sus memorias, solo recuerda el nombre y poco más. Y recuerda los túneles, y los cadáveres que por alguna razón el Minghao de sus sueños nunca se encuentra asustado, él simplemente camina entre ellos, los toma y los empuja como si no fueran nada.

Minghao nunca se atrevería a tocar un cadáver, mucho menos a pasar entre ellos, la simple idea hace que un escalofría recorra su cuerpo y haga que el atardecer sea un poco más frio. De lo que si haría está explorar los túneles, porque un lugar tan misterioso y oscuro siempre tiene cosas que esconder, y es fácil encontrar cosas cuando sabes que debes buscar ahí para encontrarlas. Sonríe un poco ante la absurda idea, porque probablemente su cobarde ser jamás se atrevería a ello.

Un auto acercándose a lo lejos lo hace abrir los ojos y levantarse del lugar, gira hacía la derecha observando ese pequeño objeto haciéndose más y más grande, y hay humo que sale por detrás de él, como si fuera viejo o gastado. No sabe si debe huir o quedarse de pie, si aquella cosa pasará de largo o va a detenerse. De pronto siente nauseas recordando las pequeñas platicas con Joshua donde este le decía que el mundo podía ser cruel y temible.

Cuando logra ver bien el objeto reconoce que es un auto común y corriente, puede ver poco detrás del parabrisas, solo distingue la silueta de una persona. Se queda de pie intentando descifrar sus propios pensamientos, y cuando menos se da cuenta el auto se detiene justo frente a él. La ventana está cerrada y es oscura por lo que no puede ver a la persona. Pasan unos cuantos segundos así.

La ventanilla baja.

—¿necesitas que te ayude? Muchacho.— La voz anciana y amigable de una anciana lo confunde. —Pareces perdido.

Minghao asiente.



—Seguro que eres de la ciudad nueve— Dice la mujer mientras fuma otro cigarrillo, teniendo en cuenta que lleva dos. — vistes demasiado bien.

Ella es amable, arrugada, y con muchos cigarros, su actitud alegre y habladora hacen que Minghao se sienta un poco más abierto a sentirse cómodo a su alrededor, y el coche ayuda con ello; parece uno de esos lugares viejos que tanto veía en las películas con Joshua, es adorable porque incluso tiene dados peludos colgando del espejo retrovisor. Minghao sostiene entre sus manos su mochila y el mapa lo mantiene oculto entre su ropa.

—Soy de la ciudad cuatro.— Responde tímido porque realmente no sabe dónde está la ciudad cuatro, solo sabe que Joshua es de ahí.

—Oh, la adorable ciudad cuatro— Dice ella expulsando el humo por sus labios. —Estás algo lejos. De hecho, estás en medio de la nada, pensé que eras un cachorro cuando te vi desde lejos, tan flaquito y chiquito que estaba preparando los asientos traseros para que le hicieras compañía a lulú.

Minghao se gira para encontrarse con lulú; una perrita igual de arrugada que su dueña pero mucho más gorda y peluda. Sonríe ante el pequeño animal y alarga su brazo para acariciar unos segundos su cabeza y orejas canosas. La perrita de inmediato se da la vuelta para mostrar la panza.

—¿Hasta dónde va, señora?— pregunta con sutileza.

—Me dirijo a la ciudad catorce.— Responde la dama poniendo el cigarrillo de nuevo en su boca. —Con todo lo que está pasando quiero estar con mi hermana porque ella no sabe cuidar de si misma. ¿a que ciudad vas tú, muchacho? Te dejaré lo más cerca posible de ahí.

—Ciudad diecisiete.— Responde examinando bien la expresión de la dama, ella tan solo hace una mueca como si algo le pinchara.

—Uh...Vas a un lugar aún más peligroso. Bien, supongo que así son los jóvenes, siempre van contracorriente.

—No sé qué sucede en la ciudad.— Dice con timidez. —Estoy... necesito visitar a una persona importante para mi que se encuentra en ese lugar.

—¡¿Cómo que no sabes que pasa en esa ciudad?!— La mujer saca todo el humo con los gritos de sorpresa, comienza a toser y Minghao le da pequeñas palmaditas en la espalda. —¿has estado bajo una piedra los últimos años? Por dios, muchacho.— Ella esparce el humo con su mano y vuelve a tomar su cigarrillo. —Esa persona importante realmente debe ser muy importante como para que viajes tanto para verla, y de paso en un lugar tan peligroso.

—Disculpe... ¿puede decirme lo que pasa en la ciudad diecisiete?

—Es un caos. La ciudad diecisiete ha sido el centro de las protestas despues de que la ciudad trece fuera controlada por la cuatro, tu ciudad niño. Cerraron la ciudad diecisiete, es difícil entrar pero no es imposible, cada cuantos días van refugiados de la ciudad trece o aledañas para darse alojo ahí, es una situación muy tensa. Pero la ciudad nueve es quien tiene amenazas de usar fuerza militar si la diecisiete no diecisiete de sus ideas. Es un caos, y vas a ese caos sin saber nada, espero que esa persona importante te cuide bien.

—Yo también lo espero.— murmura. —¿Sabe algo de Wen JunHui?— La pregunta sale por si sola, la mujer casi escupe su cigarro.

—¡Niño! ¡Eres todo un caso! Tienes suerte de encontrarte conmigo, cualquier otra persona te hubiera dejado en la carretera con tanta pregunta tonta que haces.— La dama niega repetidas veces con cansancio sacando otro cigarrillo de la caja. —Wen Junhui es un traidor de la ciudad nueve, tiene cargos en su contra y tan pronto ponga un pie fuera de la ciudad diecisiete será llevado a ejecución, estoy segura de ello. Es una lástima, es un muchacho verdaderamente apuesto. Aquí entre nos se dice que Jun se enamoró de alguien que lo hizo desertar, pero solo son rumores.

—¿desertar por el simple hecho de estar enamorado?— se burla un poco ante la idea. —Eso es estúpido.

—Oh, niño, te hace falta saber mucho sobre el amor.

El amor es veneno.

—Quizás.



—Estás en la ciudad catorce muchacho, la siguiente ciudad al Este es la ciudad quince, y pasando esa ciudad es la diecisiete, llegarás muy pronto si tomas el tren de aquí a la quince, pero desde la quince no podrás llegar a la diecisiete, tendrás que buscar a los refugiados y pedir información. ¿Está claro?— La mujer habla fuerte para que su voz traspase el ruido del coche.

—Si, está claro.— Responde desde afuera. —Gracias por traerme. Y por el sándwich, estaba realmente delicioso.

—No hay de que niño, eres guapo y me recuerdas al sugar baby que siempre quise. Ten cuidado, la gente puede ser una idiota maleducada allá afuera. Espero que la persona que buscas se encuentre bien y puedan cuidarse. ¡Adiós!

El auto arranca dejando a Minghao con la mano despidiéndose.

—¿Qué es un sugar baby?— pregunta en voz alta para nadie.



Diez minutos caminando por una vacía calle de la ciudad quince, observando los puestos con luces led y los faros encendidos mientras que él camina. Es de noche y no tiene dinero o algo de valor para intercambiar, tan solo un mapa y poca ropa que empacó, amén de comida y cosas varias. Tuvo tiempo de hacer su maleta, tiempo de convencerse a si mismo y tiempo de escribirle una breve nota a Joshua.

"Si tú no me das respuestas entonces yo iré a buscarlas."

—¡Hey!— Escucha la voz entusiasmada de un joven, gira hacia la derecha encontrándose con un auto justo a lado suyo. Otro auto. —¿quieres que te lleve? ¿A dónde vas?

Da un paso hacia atrás. La anciana fue amable con él y le causaba cierta confianza, pero el joven que le habla desde el auto y que mantiene su vista sobre él no hace más que incomodarlo, como si algo no estuviera bien. Siente que lo ha visto antes pero no tiene ni la menor idea de donde ¿quizás televisión? Porque ni siquiera estando en la ciudad quince ha visto a otras personas fuera de Joshua y la anciana. Intenta negar, prefiere seguir caminando que subir al coche.

—¿no?— El auto se detiene por completo. —Pareces perdido y estas calles no son seguras, vienen muchas personas desde hace meses. Los refugios están abiertos por si necesitas quedarte en un lugar.

—Estoy bien, gracias.

—¿seguro? Tienes toda la pinta de venir de la ciudad nueve, aquí no son muy aceptados.

—Si, estoy bien.

—Tonterías, sube, te llevaré a un lugar seguro. — La puerta del copiloto se abre. —Si sigues por ese camino terminarás en lugares más peligrosos.

—Yo...

—Si, definitivamente no eres de aquí. Mira, niño— El joven toma algo de su bolsillo y lo levanta frente a Minghao. Es una placa. —Soy policía, aunque no estoy en horas de servicio puedo llevarte al refugio. ¿o prefieres hacer una llamada?

Minghao toma aire y se acerca un poco para observar la placa. Él realmente no sabe mucho de la policia, durante todo el tiempo que estuvo con Joshua solo se dedicó a aprender sobre arte y humanidades, las cosas generales o necesarias se quedaron afuera. Se arrepiente un poco pero ya no hay nada que puede hacer. Observa el rostro del tipo evaluando sus opciones.

—¿puedes levarme a un refugio cerca?— pregunta tímidamente.

—Claro, sube.

Se sube al auto y cuando cierra la puerta un escalofrío le recorre la espalda. Observa al hombre de perfil examinando cada uno de sus detalles. Siente que lo ha visto antes, pero no tiene idea de cuando ni donde ¿será un secreto más de su pasado? Pone su vista enfrente y espera a que el auto avance.

—Gracias. —Pronuncia quedito para evitar el silencio incómodo.

—¿de que ciudad eres, niño?— pregunta el hombre sin mirarlo. El auto se pone en marcha.

—Cuatro.

—¿y que haces en la ciudad quince? Es peligroso.— Minghao no responde. —Oh, eres de esos.

—¿Esos?

—Esos que quieren pasar a la ciudad diecisiete. Eres uno entre muchos, pero la ciudad diecisiete ya no está abierta para todos. Y dudo que lo esté para alguien de la ciudad cuatro.

—Ya veo.

Minghao gira hacia la ventana observando los puestos desaparecer poco a poco, las luces led haciéndose apenas puntitos en la oscuridad. Siente un poco de pánico al principio cuando el camino se torna oscuro, pero no puede hacer nada más que esperar y ver.

—Puedo llevarte a la frontera con la ciudad diecisiete.— dice el hombre de repente. —Ahí hay un refugio donde te ayudará a pasar

—Puedo quedarme en el refugio que dijimos e ir yo mismo mañana por la mañana.

—sería mejor que te llevara, llegarías más rápido y tendrías más posibilidades de pasar.. Solo es media hora de camino. ¿quieres ver?

El policía enciende una pantalla en el auto y escribe en los caracteres que Minghao aun no logra descifrar, entonces aparece un mapa con una línea roja. No comprende nada más que la división entre dos ciudades; la quince y la diecisiete, lo demás es algo que no puede leer. Alza la mirada al camino y suspira.

No se siente del todo confiado, pero por un segundo piensa que puede ser algo bueno.

—Está bien.— dice intentando sonar seguro de si mismo.



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