Capítulo 16
—¿Regresar a la ciudad cuatro?— repite como si fuera irreal, pero el rostro de Minghao sigue tan serio que cuando se lo dijo. —Eso es absurdo...
—Estarás seguro allá, retomarías tu vida— Al parecer Minghao no ha notado lo absurdo de la situación porque sigue hablando, como si realmente Jun fuera a regresar con un "lo siento ¿me dejan pasar?" Las cosas no son así. —Y los niños podrán estar a salvo, por fin.
Suspira apartando a Minghao, por más que piensa en un escenario realista de regresar a la ciudad cuatro nada encaja correctamente. Jun no es capaz de hacerlo; regresar a un lugar que intentó fabricar un arma para acabar con inocentes por el simple hecho de controlarlos, con una idea estúpida de dominio, esa fue la idea que ellos mismos inculcaron como antagonismo en la casa de las personas, eran los mismos argumentos con el que señalaban el pequeño país de Minghao.
Jun mató indirectamente a las personas inocentes que acusaban de ser "peligrosas" mientras que él estaba del lado equivocado. Aunque a decir verdad su idea antes era de que no existían bandos buenos y malos, solo guerras, y ahora se siente equivocado porque está apuntando con el dedo al peor bando de todos; la ciudad cuatro, la nueve y la tres.
—¿a salvo en una ciudad que puede eliminarlos si no son como ellos quieren?— su molestia sube por su estómago pero no logra fluir por completo, se ha vuelto tremendamente suave. —¿crees que solo nos dejarán regresar y ya? ¿Qué olvidarán que estuvimos contra ellos? Me llaman traidor, Minghao, no van a recibirme con los brazos abiertos.
—Jun...— Minghao parece dispuesto a insistir, sin embargo la puerta se abre casi de golpe y ambos giran hacia ella.
—Solo acéptalo, Jun.— Es Hoshi. —Si vuelves a trabajar para ellos créeme que olvidarán estos últimos dos años. La ciudad nueve sabrá apreciar tus aportes, lo mismo le dijeron a Woozi.
—¿Qué?
—Quieren negociar Jun.— Su amigo entra a la habitación ignorando a los padres de Jun que siguen intentando mantener distancia. —Se jactan de ser misericordiosos y darnos arresto domiciliario a cada uno para evitar que este conflicto se vuelva más grande. Es su última oferta.
—Lanzaron una jodida bomba a un centro comercial.
—Por eso, tienen a las demás ciudades al borde de una guerra.— Hoshi apenas y sonríe. —Iré a la ciudad nueve y aceptaré lo que me den. Y quiero que hagas lo mismo.
Suspira y aparta su mirada de ambos, está cansado de escuchar tonterías y desde que despertó no ha sido más que golpe tras golpe, necesita volver a dormir o u espacio para poder respirar. Le hace a los dos un gesto con su mano esperando a que se vayan, escucha pasos y despues la puerta cerrarse. Sabe que Minghao sigue ahí.
—Necesito pensarlo.— murmura.
—Tenemos esta semana para decidir, Jun.
—¿tu ya lo hiciste?
—Si.
Cuando por fin puede ver a sus hijos sus padres siguen ahí, solo que se mantienen un poco callados mientras que los niños entran a la habitación. Es incomodo, apenas y puede disfrutar que Minghao recuerda todo y ellos están ahí a la espera de su atención. Jun quiere hablar con ellos, quiere acercarse y disculparse por un montón de cosas, pero no sabe cómo hacerlo cuando ellos siguen manteniendo el semblante preocupado y confuso.
—Papá.— Hansol llama a Minghao y Jun no puede hacer más que sonreír. —¿Cuándo vamos a salir del hospital? Quiero ir a casa.
—Deja que papá Jun se recupere ¿sí? —Dice Minghao con cariño. —En cuanto todos estemos bien podremos ir a casa.
Jun adora la suavidad y tranquilidad con la que habla Minghao, como si ya no tuviera nada de qué preocuparse y se dedicara a disfrutar de su hijo y de su hermana. Pocas veces lo ha visto así, sin nada que llevar en su espalda y solo viviendo feliz. Es una vista casi irreal para él tratándose de Minghao. ¿no podría quedarse así para siempre? Detener el tiempo y solo ser feliz con su familia sin que ningún problema los toque.
Quizás si pueda hacerlo. Tal vez aceptando lo que la ciudad cuatro les propone.
—Papá ¿Quiénes son ellos?— pregunta Sofía en un susurro apuntando la puerta, los padres de Jun se mantienen callados ahí.
—Ah...Tus abuelos.— Responde con simpleza. —¡mamá! ¡papá! ¿no quieren conocer a sus nietos? — Cuando los dos señores se acercan Jun apunta a Hansol y a Sofí. —Condón roto y la adoptada.
Minghao parece estar a punto de golpearlo pero se detiene, recobra la compostura y obliga a Hansol a saludar a los abuelos, y ellos los saludan con amabilidad y una sonrisa temblorosa. Por un segundo nadie tiene nada que decir.
—Me llamo Hansol— se presenta el niño abrazado a la pierna de Minghao.
—Hola Hansol— Saluda amablemente la mujer. —¿Qué edad tienes, pequeño?
Jun sonríe sintiendo el sudor frio bajar por su espalda. Sabe que la respuesta que está a punto de dar el niño no será para nada bien recibida, porque sus padres pueden hacer cálculos con facilidad en cuestión de segundos, se darán cuenta del...detalle que hay detrás de Hansol. Y cuando el niño responde por fin la pregunta la mirada sorprendida de sus padres regresa a él.
—Jun...— Su padre lo mira con ese mismo gesto de preocupación de siempre.
—Es una larga historia.— Interrumpe Minghao.
—Si, aparte he hecho cosas peores.— Responde Jun encogiéndose de hombros.
No puede evitar pensar que es culpa de ellos. Si Jun ha pasado mil y un cosas de las que no podrían imaginarse es porque no lo aceptaron de vuelta, porque ni siquiera recibían sus llamadas los primeros años en los que lo intentó. En nueve años pasaron cosas, la vida de Jun no estuvo en pausa por ese tiempo y no quiere pensar que sus padres lo creen así. Se volvió un adulto y tuvo decisiones tanto buenas como malas. Da un largo suspiro queriendo levantarse de la camilla.
—Aun así, Jun, creímos haberte criado distinto, sabes que eso era ilegal ¡pudiste haber ido a la cárcel!— Su madre lo regaña como a un niño mientras que él intenta apartar a Sofí y a Hansol de todo eso, para su suerte Hoshi aparece por la puerta y se los lleva, porque siempre sabe cuándo necesita que lo haga y cuando no.
—Su esperanza de vida era de cuarenta años, teníamos que ir rápido.— Habla rodando los ojos y dejándose caer contra el delgado colchón. —Si piensan que regañándome como a un niño vamos a llegar a algo...
—Jun ¿sabes lo que nos dijeron afuera?— su padre lo interrumpe. —si no tomas conciencia de tus actos el castigo será mayor. Ya no eres un niño como para no saber que están haciendo mal. ¡Solo nos hemos enterado de cosas malas desde que llegamos!
Siente la mano de Minghao tomar la suya, es un alivio, porque estaba hundiéndose sobre la almohada lastimando la herida de su cabeza. Se fue joven de su casa, tanto que nunca tuvo tiempo de confrontar realmente a sus padres, aunque las discusiones eran constantes Jun siempre terminaba huyendo como cualquier niño. Y no puede hacerlo ahora, no puede huir y dejarlos discutiendo solos.
—No eres responsable de tus actos, Jun— Regaña su madre. —Tomas tus delitos, tus tonterías, como si fueran un juego, y no es así. Tener hijos no te hace madurar automáticamente.
—Minghao lo hizo.— Dice sin pensarlo.
Las miradas de sus padres caen sobre Hao.
—Tal vez lo haya hecho.— habla su padre. —Pudimos hablar antes ¿no, Minghao? ¿Recuerdas lo que nos dijiste?
—Dijiste que Jun era capaz de decidir. Pero no lo es. Y el que no puedas verlos nos dice que ninguno de los dos son capaces de cuidar de sus hijos.
—He cuidado de mi hermana desde que ella nació, y cuide de Hansol también.— Se defiende Minghao. —Jun y yo los hemos cuidado bien hasta ahora.
—¿cuidar bien significa que vivan así? ¿entre hospitales y guerras?— Su madre parece a punto de estallar en llanto. —¿Cuánto han vivido esos niños? ¿Cuánto han vivido ustedes por estar envueltos en todo esto?
—Jun...— Su padre se inclina un poco para tomar el brazo de Jun en forma de consuelo, o algo así. —Eres padre, y tienes que ver por el bien de tus hijos... Los dos lo son y saben que lo correcto es tomar lo que se les ofrece ahora.
Jun quiere desaparecer. No sabe que decir frente a sus padres, y cuando gira hacia Minghao todo se vuelve peor, porque el chico se ve triste, delicado, con sus ojos a punto de llorar ¿habrá sido por lo que dijo su madre? Sabe que Sofía y Hansol han pasado por mucho, pero ellos son buenos niños, amables e inteligentes... Y en algunas ocasiones estuvieron a punto de morir. Al igual que Minghao.
Su pequeña familia no debería de estar al borde de la muerte en cada oportunidad. Jun no les ha podido dar un lugar seguro y estable durante todos esos años. Toma con fuerza la mano de Minghao y suspira. Pensaba que estaba haciéndolo bien, pero no, Jun solo ha estado huyendo de sus actos.
—¿me dejan hablar con Minghao a solas?— pregunta con una pequeña sonrisa y ambos señores asienten. Su madre se acerca a él dejando un suave beso en su frente.
Ellos solo se van.
Exhala profundamente cuando la puerta se cierra, había estado conteniendo la respiración por quien sabe cuánto gracias a la pesadez del ambiente, incluso sus músculos se relajan y puede soltar la mano de Hao. Bien, eso fue peor que antes, como si sus padres no hubieran perdido el tiempo para regañarlo y tratarlo como un niño. Ellos fueron claros; quieren que Jun acepte la propuesta de la que todos hablan pero nadie le ha explicado por completo.
—Tus padres son encantadores— Dice Minghao con la voz tan seca que tiene que ser una broma. —Supongo que quieren lo mejor para ti.
—Me siguen viendo como un niño. — Se ríe Jun. —Es estresante.
—Por fin lo notas.
—Si...—observa la ventana, todo se ve tranquilo afuera, como si no hubiera estallado nada. —¿Quieres que aceptemos, Hao?
—Si.— La respuesta de Minghao no le sorprende en lo absoluto. —Me dijiste que no había bandos buenos o malos... y creo que tienes razón. Quiero que Hansol y Sofía puedan vivir en paz.
Jun no está del todo seguro, pero si Minghao acepta a él no le queda de otra más que seguirlo, ya lo ha perdido dos veces y una tercera no será por su voluntad. Si es mejor para sus hijos y para Minghao entonces estará bien, no le importa la incomodidad que le cause. Suelta una pequeña sonrisa tomando la mano de Minghao y jalándola para llamar más su atención, el chico baja la mirada y ambos se encuentran.
—Bien, aceptaremos.— Dice tan firme como puede. —Pero cásate conmigo.
Hay un par de segundos de silencio en los que Minghao parece confundido. Jun no lo duda, sabe que terminará aceptando, despues de todo tienen un hijo en común y está clarísimo que responden sus sentimientos, así que no se preocupa realmente. Hay una pequeña sonrisa que nace de los labios del chico y para Jun eso es un "si" en automático.
Extiende su mano como si fuera a cerrar un trato.
Y Minghao lo acepta.
16.1
—Minghao pudo recordar todo.— Habla Jihoon intentando no subir demasiado la voz, siente que incluso con eso puede romper a Jeonghan. —Pero es algo raro ¿no te parece?
—¿en que sentido?— pregunta Jeonghan.
Están tan cerca el uno del otro que Jihoon duda que alguien más pueda escucharlos, aun así se acerca un poco más y murmura. El bip de la máquina que mide el estado del menor hace más sonido que él.
—La identificación que Minghao lleva en su brazo está encendida. Y sus datos están actualizados.
—¿Qué tiene eso de raro? Mi cerebro no está funcionando ahora, Woozi, así que dilo sin rodeos.
Jeonghan entrecierra los ojos, su cuerpo tendido sobre la camilla no ayuda para nada a que Woozi se sienta tranquilo, y menos cuando los bebés pueden no pasar esa noche. Es triste, pero mientras Jeonghan esté vivo todo estará bien.
—Minghao nos está entregando Jeonghan, la ciudad nueve sabe perfectamente donde estamos, y el milagroso trato no se hizo solo. Lo hizo nuestro querido Xu Minghao, embajador de las ciudades rebeldes.
—¿embajador?
—Si, al menos eso es lo que dice su identificación. Minghao ha decidido rendirse por nosotros, y lo han reconocido como un líder.
—Pero tú... ¿Qué dicen las demás ciudades de esto? La ciudad trece, la diecisiete...
—No hay nadie en el poder que pueda quejarse, se han encargado de ello. Minghao es quien nos representa ahora al parecer. — Woozi se ríe. —Hemos logrado una independencia que no pedimos.
El puesto de embajador es solo un adorno para Minghao, y Woozi sabe lo que eso significa.
...
En realidad creo que esto se acaba en el siguiente capitulo, dependiendo de como salga la cosa.
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