33: Ganas
Salimos para ir a ayudarle, pero su mamá se va con ella, dejándome solo con su papá. Mientras le ayudo, pregunta algo que me hace mirarlo.
—¿Qué planes, aparte de casarte, tienes con mi hija? — su pregunta la considero válida, pero curiosa.
—¿Se refiere a planes a largo plazo?
—Hablo de un nieto.
—¿Un nieto? No, todavía es muy pronto para eso — agito la cabeza nervioso.
—Lo mismo pienso. Ambos son jóvenes todavía y pueden disfrutar de esa etapa a la que van a enfrentarse a plenitud, pero con responsabilidad.
Se siente raro hablar de este tema con su papá.
—Opino lo mismo que usted, señor.
—Te ves mucho más decente que la otra escoria que tenía —como que ya había escuchado algo parecido anteriormente —. Estaba seguro de que aquel tipo, tenía malísimas intenciones con mi hija. Tuvo suerte de haberse protegido y no quedar en embarazada. ¿Imaginas lo que hubiera sucedido si ella quedaba embarazada de ese sujeto? Nada más de pensarlo, siento escalofríos. Uno como padre se preocupa. Ella siempre ha sido bien independiente, inteligente y madura, pero cuando uno se enamora, se ciega por completo. No estoy diciendo que no tengan, pero creo que deberían limitarse por ahora.
—Puede estar tranquilo. Reconozco que sería muy irresponsable de nuestra parte tener un hijo ahora. Ambos necesitamos conocernos mejor, ver qué tal nos va ahora que estaremos conviviendo como una pareja.
—¿Van a convivir antes de casarse?
—Eso le propuse y ella aceptó. También considero que ella debe salir del apartamento donde está, por su bien emocional.
—¿A qué te refieres?
—Su expareja la ha estado visitando algunas veces y sé que eso le afecta, es una de las razones por la cual quise proponerle venir a vivir conmigo, aunque no le comenté sobre eso. Además de que, sería una carga menos para ella, por eso del trabajo en que está. A pesar de que, según ella es seguro, uno nunca sabe lo que pueda pasar. No obstante, puedo asegurarle que conmigo no le faltará nada. Más que nada quiero asegurarme de su seguridad, su tranquilidad y bienestar. Ella tiene unas metas y no quiero ser la piedra en su zapato, quiero ser partícipe en sus logros y también su apoyo. No digo nada de esto, con la intención de impresionarle o ganarme su confianza, lo hago porque realmente quiero mucho a su hija.
La risa de ambas nos lleva a nosotros a mirarlas. Estaban jugando con la bola, saltando y riendo como si fueran dos niñas pequeñas. No es un escenario que deba estar viendo ahora, no delante de mi suegro, ya que sus pechugas andan brincando a la par.
—Eres un buen muchacho. Ahora me quedo mucho más tranquilo sabiendo que mi hija estará en buenas manos — pone su mano en mi hombro y sonríe—. No te avergüences, ellas siempre tienen la forma de aparecer en el momento menos oportuno.
—¿Qué quiere decir?
—¿Quieres entrar al agua conmigo un rato? Esto va a tardar y hace mucho calor aquí — se adelanta al agua, acomodándose la playera y quedo paralizado al entender lo que estaba sucediendo. No puedo culparlo, yo también estaba en las mismas. No sé si sentirme avergonzado por él o por mí.
El día fue el mejor que haya podido tener. Disfrutamos mucho en familia. Hubiera querido que mi papá y mi mamá estuvieran aquí, eso lo hubiera hecho el doble de especial. Debería llevar a Mónica en la semana a visitar a mi mamá y contarle sobre nuestro compromiso. Estoy seguro de que se pondrá feliz al conocerla.
Cada uno estuvo esperando su turno para usar el baño portátil para bañarse, así que dejé a Mónica usarlo primero. Luego de bañarme, regreso a nuestra tiendita y veo a Mónica acostada boca abajo, con una pierna levantada y solo una de ellas cubierta con la sábana. No puedo creer que haya traído una pijama tan corta como esa, sabiendo que durante la madrugada lo más probable haga mucho frío. ¿Estará dormida?
—¿Mónica? — no hubo respuesta de su parte.
Levanto la sábana y, cuando voy a arroparla, observo nuevamente su pijama. Le queda increíble. Viéndola en esa posición, no puedo evitar pensar en lo de esta tarde. Se veía desanimada cuando nos interrumpieron. Ella me hizo sentir bien y yo no pude hacerlo.
—Mónica, ¿puedo tocarte? — mi pregunta, hace que ella se mueva un poco, pero no dice nada.
¿Está fingiendo estar dormida? ¿Acaso me está dando autorización? Mi corazón comienza a latir apresuradamente, y trago saliva al sentir que un bestial calor me agobia por debajo de la piel. Siempre que se trata de ella, todo mi ser se descontrola. Es mi prometida. No debe estar mal si quiero tocarla, ¿cierto? No, no solo quiero tocarla. Quiero volver a tomar de sus dulces fluidos; los mismos que han causado apetencia en mí desde ese día, los que cuando estuve sediento, calmaron mi sed. Quiero oírla, ver cómo sus expresiones cambian, teniéndome entre sus piernas o dentro. Quiero fundirme en su piel, ser el único que pueda amarla intensamente, de la misma manera que mi cuerpo arde.
—Quiero comerte, Mónica. Espero que esta vez no haya interrupciones, porque no podría sopórtalo más.
Mis manos se mueven solas para descansar en la mitad de su trasero expuesto. Este pantalón le queda muy corto. Me pregunto si tendrá ropa interior debajo. La curiosidad hace que lo levante y su cuerpo tiembla al hacerlo, puedo ver que no tiene absolutamente nada y que el pantalón en este momento parece un fino hilo, entremedio de sus labios y trasero. Para estar temblando, debe sentirse bien eso, ¿no?
Tras dejarme llevar por su reacción, continúo moviéndolo, hasta notar que sus fluidos han empapado la tela del pantalón con suma rapidez. Quito su pantalón para tener mejor visibilidad y el brillo de sus deliciosos jugos, me invitan a probarlos. Recuesto mi cuerpo para tener mejor alcance y adentro mis brazos por debajo de su cuerpo, mientras las coloco en su trasero y lo abro de par en par. Es una fantástica vista la que estoy contemplando ahora. Mi lengua está repleta de ella, de su adictivo y dulce sabor. Puedo percibir claramente su calor en la punta de mi lengua. Su cuerpo se tensa en el momento de subir mi lengua hacia el otro agujero.
—¿Qué crees que haces, Steven?
—¿Ahora sí estás despierta?
—Te has vuelto muy pervertido.
—Todo el día estás provocándome.
—No te preocupes, me haré cargo de eso — trata de voltearse, pero acomodo mi cuerpo entre sus piernas, evitando que pueda hacerlo.
—Quiero hacerlo así — levanto su trasero para poder tener mejor comodidad y ella también me ayuda, luego dejo expuesto mi pene y lo rozo entre sus húmedos labios, en busca de la correcta apertura.
—No pensé que estarías tan apresurado — sus palabras las arrebato de su boca, cuando siente que he entrado justo donde deseaba estar.
Los espasmos no puedo controlarlos, su estrechez se siente como si estuviera comiéndome. Incluso así puedo verlo mientras desaparece casi completamente dentro de ella. Puedo ver sus cremosos y deliciosos fluidos, alrededor de mi pene. Pese a que muerde la almohada, tratando de hacer el más mínimo ruido posible, escucho sus ahogados jadeos.
Sujeto firmemente sus caderas, presionándola contra mí y, aunque trato de no agudizar el choque de nuestros cuerpos, aun así se escucha. La presión y calor que emerge de su interior en cada estocada hace que tenga la sensación de flotar y derretirme. La primera vez no se sintió así, hoy se siente mucho más diferente e increíble. Tal vez porque moría por sentir esto de nuevo.
Aquel vídeo para adultos que vi en internet, me ha dejado con la curiosidad de saber lo que se siente. Posiblemente esa es la razón por la cual acabo de atreverme a intentarlo con ella, levantando su pierna y colocándola en mi hombro, mientras su cuerpo se mantiene de costado y está a mi entera disposición. Dejando su otra pierna debajo de mí y subiéndome un poco para alcanzarla más, vuelvo a penetrarla de un solo golpe y ella me mira sorprendida, mordiendo fuertemente sus labios. Puedo sentir como mi pene acaba de llegar a lo más profundo de ella y un cosquilleo se hace presente en la punta. Me mantengo quieto con temor a que fuera a terminar tan rápido por esa sensación tan placentera que siento con solo estar dentro de ella. Estoy eufórico, ya que por fin puedo volver a sentirla.
—Steven, harás que nos escuchen. En esta posición es demasiado para contenerme o soportarlo.
—¿No dijiste que ellos también hacen esto? Me has torturado todo el día, ahora solo has lo mismo que me has hecho hacer a mí — le doy repetidos y profundos golpes, mientras veo como aprieta los dedos de los pies. ¿Así que eso le gusta?
Lo hago varias veces seguidas, mordiendo mis labios por la forma en que se ajusta de momento; tal vez debido a la misma presión de mi pene.
—¿Cuándo te volviste tan cruel?
—¿Cruel? Tu cara, lo ajustada que estás y tus gemidos me está demostrando que esto te gusta. No tienes que fingir — vuelvo a darle otra estocada de golpe y su gemido fuerte, me puso más duro.
Mi piel se siente tan caliente, parece como si me estuviera quemando. Es ella quien está teniendo espasmos, puedo sentirlo intensamente alrededor de mí. Muerde la almohada y ese gesto sube la intensidad de mis escalofríos. Me aferro a su pierna, procurando darle todo lo que tengo y puedo, mirando por el lado la forma que acepta todo mi pene dentro. Su entrepierna brilla por la humedad, gracias a esos fluidos que siguen brotando de ella. Para ser totalmente honesto, ya ni siquiera me importa si nos escuchan, solo quiero disfrutar plenamente de este momento entre los dos.
Tiende su cuerpo completamente, temblando sin pausa, sumamente agitada y buscando aire. Recuerdo cuando ocurrió algo similar la primera vez y lo asocio de inmediato con un orgasmo. Aunque no sabía que eso podría ser posible, pero con ella he descubierto muchas cosas que, a decir verdad, me gusta saber y experimentar. Debería aprovechar este momento que tan sensible está y continuar. Eso posiblemente le ayude a sentirse mejor.
Me acomodo de vuelta entre sus piernas y cruzamos mirada por unos instantes, antes de volver a acomodarlo y continuar. Sus manos descansan en mis hombros y sus piernas se cruzan en mi espalda. Su interior se siente mucho más resbaladizo y caliente que antes, siendo ellos los causantes de que vuelva a presentarse ese cosquilleo. No sé si pueda seguir controlando esas ganas de terminar.
Nuestros labios se unen sedientos y hambrientos, mientras que su lengua juega ardientemente con la mía y la muerde. Mis manos se adentran por dentro de su camiseta, masajeando sus suaves y grandes senos. Sus pezones están endurecidos y tentándome a probarlos. Tras el impulso de momento, levanto su camisa hasta llevarla más arriba de ellos y juego con mi lengua deliberadamente en sus pezones, disfrutando de que están duros por mí.
Estoy a tope, no podré resistir un minuto más. Por esa razón, vuelvo a robar sus labios, sin dejar de masajear su seno entre mi mano. Sintiendo el escalofrío constante precipitarse, el calor y la energía centrarse en esa zona, acelero los movimientos segundos antes de estallar en su interior y mantenerlo completamente dentro.
—Te quiero mucho, Mónica — recuesto mi cabeza en su pecho tratando de buscar aire y sin nada de energía restante.
—Te quiero mucho más, Steven. Has estado increíble. No dejas de sorprenderme — acaricia mis hombros y se siente relajante.
Esa noche nos sentíamos tan agotados que, literalmente perdimos el conocimiento. Debo decir que fue el fin de semana más divertido e intenso que alguna vez haya tenido. Sus padres son un amor de personas. No puedo esperar a que tengamos más momentos como esos en un futuro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro