Capítulo 07
—¿Han visto cómo se llevó Kang a esa pobre chica? —comentó Joss.
—Ahora es «esa pobre chica». Pensé que no simpatizabas con las brujas —le recordó Eider a manera de burla.
—Una cosa es «no simpatizar» como tú dices y otra, muy distinta, dejar que la maltraten así.
—Joss tiene razón —agregó Kenji afligido—. Kang se pasó esta vez, pero lamentablemente no hay nada que podamos hacer.
—¿Cómo que no hay nada que podamos hacer? Entiendo que sea normal aquí tener esclavos, pero ¿no hay ninguna ley que los proteja cuando sus «amos» se sobrepasan con los castigos? ¿Acaso tenemos que quedarnos a ver como la mata? ¿Para qué vinimos entonces si no fue para evitar este tipo de cosas?
—Tus sentimientos son buenos —se escuchó decir a Sully que despertó aturdida—, pero no debes preocuparte por Nina. La chica tiene a Jessi de su parte y la original nunca permitirá que toquen a su protegida, sin embargo... eso te deja a ti en peligro. Es por ti por quien debes preocuparte.
—¿Por mí?, ¿por qué?
—El conde ha discutido cientos de veces con Jessi y siempre que intenta de alguna manera, obtener ventaja, le hace la misma pregunta capciosa a la generala: ¿O él o ella...? Jessi nunca había respondido, hasta...
—Hasta hoy... —terminó la frase Kenji—. Y la eligió a ella por encima de ti...
—¿Por qué? ¿Qué tiene que ver la generala conmigo?
—Es... tu tía —respondió Sully y Joss palideció al instante —. Jessi es hermana de tu padre y le prometió protegerte desde el momento en que naciste... Noah no te convirtió realmente, solo activó lo que ya estaba en ti. No eres sanador por adquisición, sino... por linaje... Ni siquiera eras normal, naciste vampiro... Bueno, híbrido. Mitad vampiro, mitad normal.
—¡¿Estás loca?! ¡Qué estupidez, mi padre no es vampiro!... Bueno, no lo era antes.
—¡Sí lo era y puedo demostrarlo!
—¡Chicos, chicos! Eso no es lo importante ahora... —reclamó Kenji con una mezcla de enojo y tristeza en la voz—. Tenemos que preocuparnos por cómo proteger a Joss. Jessi no tiene ni idea de que su decisión hará que Nina se convierta en... la ruina de su sobrino...
—¡Qué ruina ni qué nada! —espetó Joss, más enojado—. Nada de lo que están diciendo es cierto. ¡Mi padre es normal!
—¡No lo es! —sostuvo la depredadora—. Lo desterraron hace años porque se enamoro de una normal, tu madre... y no la quiso convertir...
—Pero eso no es tan grave —interrumpió el rey—. ¿Qué más estas ocultando, Sully?
—Lo que pasó después... Eso es lo grave —siguió explicando el telepata—. Lee hizo pacto con las brujas para que ocultaran su naturaleza e inhibieran su sed. Desde entonces, ha vivido aparentemente como normal, pero era obvio que sus hijos nacerían híbridos.
—¡Estoy harto de todas estas estupideces!
—No son estupideces, Joss —pidió Noah dándose cuenta al fin de por qué había sentido todas esas cosas cuando tocó a Joss al momento de entrar al bajomundo. Su sanador era parte de él desde hacía mucho más tiempo de lo que imaginaba—. Por favor, intenta comprender. No creer no es una opción, tu vida está en juego —concluyó y su fiel soldado bajó la cabeza con impotencia.
Joss se negaba a aceptar todo aquello, pero ¿y si tenían razón? Si existía la más mínima posibilidad de que en realidad hubiese nacido vampiro. A su mente vinieron imagenes de episodios extraños de su vida. Cosas que no podía explicar. Familiares que desaparecían. El increíble rostro veinteañero que mantenía su padre, a pesar de sus casi sesenta años, mientras que su madre, llevaba una decena en cama debido a una penosa enfermedad... Todo era muy raro y abrumador, pero... ¿podría ser verdad?
—Supongamos... Solo ¡supongamos! que acepto toda esta mierda... ¿Qué tiene que ver la tal Nina en todo esto? ¿Por qué demonios sería mi ruina?
—En una cosa tenías razón, Joss: Nina es... mitad bruja —confirmó Sully—. Es híbrido como tú y el único motivo por el que Kang la reclutó, es porque ella puede acabar contigo... Están algo así como... destinados a enamorarse...
—¡Ja, no me digas! Puedo aceptar lo de que nací híbrido y todo, pero eso... ¡Nunca me enamoraría de una vampiro y menos, de una mitad bruja!
—Yo solo diré que nadie puede contra el destino —acotó la reina, recibiendo una dura mirada por parte del sanador.
—Es cierto —la secundó su fiel compañera de batallas—, aunque hemos tratado de evitar muchas cosas, increíblemente se están cumpliendo a cada segundo.
—Y se seguirán cumpliendo —sentenció Kenji—. Cada camino que tomemos nos seguirá llevando al mismo fin.
—¿Qué más viste en la mente de Eirym, hyung? —indagó Eider.
—Temo que si lo digo... acelere de alguna manera ese fatal destino...
—¡¿Qué... fue... lo... que... Viste?! —pronunciaba el conde cada palabra, al tiempo que propinaba fuertes latigazo en la espalda de su estratega y los gritos de esta viajaban por toda la habitación.
—¡No lo sé! —sollozaba la chica—. ¡No lo recuerdo, te lo juro! ¡Lo siento! ¡Por favor, no más!
—¡No te creo nada! ¡Vas a decirme lo que viste aunque para eso tenga que descuartizarte!
—¡No lo sé, te lo juro! —repetía una y otra vez la pobre mujer—. Borró mi memoria.. Por eso el dolor y el llanto... No sé cómo lo hizo, solo siento la maldita sensación de vacío que me dejó. ¡Por favor, debes creerme!
—¡Ya déjala! —pidió Mila angustiada—, yo le creo...
—Pues yo no y mi opinión es la que vale.
—Kang, estas muy alterado y no tienes control. Si la matas, perderás un magnífico soldado. Sabes que no encontarás a otro con tan valioso poder y que ahora la necesitamos más que nunca. Sin ella no podré conseguirte a la chica espejo.
—¿Y si nos está engañando? ¡¿Y si vio lo que ese estúpido significará para ella?!
—¡El estúpido eres tú! Ya no le hace falta verlo, acabas de ponerla sobre aviso...
Al escuchar aquellas palabras, la estratega dirigió toda su energía a intentar escudriñar los pensamientos del conde. Fue tan rápida, tan inesperada, que a Mila no le dio tiempo a esparcir sobre Kang la barrera protectora contra el poder de la soldado. Segundos después la chica flagelada, todavía en el suelo, pudo olvidar por un momento el terrible ardor que le provocaba la sangre chorreando de sus heridas y ostentó una maquiavelica sonrisa de satisfacción, señal de que había encontrado algo que le sería muy útil. El destino era juguetón después de todo. Se avecinaban tormentas no tan desfavorables para la telepata...
Al conde le costaba reconocer que había metido la pata hasta el fondo, pues si bien, Eirym no parecía haber querido traicionarlo hasta ahora, las cosas podrían cambiar después de haber logrado por fin adentrarse en su mente. Kang había sido muy meticuloso traspasando sus recuerdos a la memoria de Mila, ya que esta inhibía los poderes y era imposible que ningún vidente la leyera. Sin embargo, podían haber quedado vestigios de información en sus recuerdos, que ni el mismo sabía que guardaba. Y nadie podía siquiera imaginar el alcance que podía haber tenido Eirym, en aquellos pocos segundos metida en el laberinto mental de Jongin.
—¡Mírala, está feliz! —espetó Mila llena de ira—. ¿Quién demonios sabe lo que habrá descubierto en tu putrefacta psique? ¡¿De qué sirve que yo sea tu consejera si vas a hacer lo que te da la gana?!
—¡Aish! Debes evitar que yo hable de más, ¡para eso estás aquí!
—¡No! Estoy aquí para que no termines muerto a manos de...
—¡Cállate! —el conde casi le lanza fuego por la mirada y Mila se estremeció de miedo. Si continuaba intentando salvar a su compañera, podría terminar siendo brutalmente castigada en su lugar. Debía tener más cuidado, no le convenía enojar a ese maldito—. No se te ocurra ir más lejos, Mila. Tenemos un trato, ¿recuerdas? Tú mantienes mis secretos a salvo de esta perra... y yo te mantengo a salvo a ti. —La chica asintió apenas y el conde sonrió con cinismo—. Que bien que estemos de acuerdo... ¡¡¡Jessi!!!
—Señor... —La mencionada apareció en la habitación al instante y tuvo que contenerse para no correr a auxiliar a su compañera.
—¡Encierrala con la otra y encargate de sus heridas!
—¡Sí, señor!
Sin detenerse a mirar más allá, la original tomó a Eirym en brazos y se la llevó de allí. En el calabozo, Nina continuaba recuperándose del «ataque» del conde. Aunque si bien era cierto que no la había maltratado físicamente, como había hecho con su estratega, había contribuído a menguar la poca confianza que tenía en ella misma, y eso, podría causarle grandes estragos a su persona. Nina estaba devastada, no entendía su misión en el mundo, ni mucho menos, en el ejército de aquel maldito. ¿Habría algo que pudiera hacer para sentirse mejor?
—¡Dios, ¿pero qué fue lo que le hizo ese hijo de perra?! —chilló cuando vio a la original entrar a su celda con Eirym cubierta de sangre y casi desmayada.
—Tranquila... duele menos de lo que imaginas... —mintió la chica para intentar calmar a su amiga, mas Nina no le creyó.
—No debiste arriesgarte así —comentó Jessi mientras la depositaba con suavidad en la parte baja de una de las literas—. Solo espero que valga la pena proteger a ese chico como lo hiciste.
—Créeme, lo vale.
—Sí, lo que tú digas... Y tú... —alzó la voz y apuntó a Nina con un dedo acusador—, ni creas que se me olvidó lo que dijiste hace un rato. ¡Ahora mismo vas a decirme qué es lo que yo no sé! ¿Por qué rayos no podía escogerte por encima de Joss?
La destructora por exelencia trago en seco, imaginando tan solo lo que su mejor amiga le haría cuando se enterase de quién era ella realmente, pero ya no quería seguir ocultándolo. Quizás, decirle toda la verdad a la generala, era la forma de limpiar un poco su obscura conciencia. Además, tenía la certeza de que la profecía se había equivocado. Ahora que había visto bien a aquel largiducho y arrogante chico, de ojos expresivos y sonrisa amplia, sabía que jamás podría enamorarse de él. ¡Qué tonterías imposibles trazaba el destino, ¿verdad?! Ella no era un peligro para Joss y estaba completamente segura de que él, tampoco lo sería para ella... Así que, ¿por qué tener miedo?
—Jamás imaginé que pudieras ser tú... —comentó al fin la generala después de un rato callada. Nina le había contado parte de su historia y ella seguía sin poder dar crédito, pero comenzaba a mostrarse un poco receptiva—. Sabía de la profecía, sin embargo, las brujas dijeron que impedirían el nacimiento de la chica...
—Y lo hicieron, bueno, en sentido figurado, pues yo ya había nacido. Lo que hicieron fue un conjuro para dormir mi hilo de destino. Así ni siquiera yo sabría quién era realmente, mucho menos, conocería la profecía y por supuesto, esta nunca se cumpliría... No obstante, y no sé cómo, Kang se enteró y comenzó a reunir los ingredientes que hacían falta para «despertarme». El último creo que lo obtuvo cuando el poder de Joss fue reactivado.
—¡Es que el muy maldito lleva planeando esto hace un siglo! —exclamó Eirym—. Desde el momento en que supo que no sería rey, se dedicó a buscar las debilidades de Noah. Y las brujas juegan a dos bandos. Él les prometió un salvoconducto en nuestro reino y ellas le dieron los hilos de cada uno de los chicos. Kang sabe exactamente quiénes son las parejas destinadas de cada uno, por consiguiente, también las que podríamos ocacionar su perdición, por eso nos reclutó.
—¿Eso fue lo que viste en la mente de Kenji? —indagó Jessi.
—No, eso lo vi en la mente de Kang. En la de Kenji vi una posible manera de escapar... De ganar esta injusta guerra... De estar juntos, de ser felices... Creo que ni él mismo sabe que tiene la respuesta.
—Tal vez no le interese ser feliz. O simplemente no necesite de alguien más para serlo. No todos somos unos románticos empedernidos ni creemos en esas tonterías de las parejas destinadas por la eternidad y toda esa basura.
—No dirás lo mismo dentro de unos días.
—¡Ah, no! A mí sácame de cualquiera que sea tu plan de «felices por siempre». Yo no tengo nada que ver con eso. ¡No hay nadie en ese estúpido grupito de intentos de vampiros mezclado con imcopetentes comediantes musicales, que llame mi atención!
—Sí, lo que tú digas... —Eirym sonrió y se acomodó en la dura cama para intentar descansar.
La original continuó exponiendo un sin fin de puntos, por los cuales, sostenía que ninguna profecía tendría cumplimiento si se trataba de ella y el «estúpido amor», pero las chicas fingían no escucharla, así que rabiando de ira se retiró del lugar dando un portazo que estremeció hasta los cimientos de la mazmorra... ¿A quién intentaba convencer? ¿Al destino? ¡Buena suerte con eso!
—Tengo mis dudas, no estas preparada —recalcó el conde y la chica bufó de impotencia.
—Sí lo estoy, además, no tienes a nadie más de confianza.
—Mila, es muy peligroso. No quiero perderte a manos de ese idiota. Hemos logrado burlar al destino, pero si ahora vas y te le entregas en bandeja de plata, no podrás resistirte.
—¿Crees que no tengo la fuerza de voluntad para resistirme a los encantos de un simple vampiro? ¡Vamos, soy una inhibidora! Eso es pan comido para mí.
—Sabes que no es un simple vampiro. Y no es porque dude de tu capacidad que estoy preocupado, es porque... me está matando que quieras ir por porpia decisión.
—¿Quieres a la chica espejo o no?
—¡La quiero!, pero no a costa de perder a mi consejera, ¡entiéndeme! Ya perdí a Sully. El silencio de Eirym no me convence. La lealtad de Jessi está en una cuerda floja. Sabes que ve por los ojos de Nina y esa perra no tardará en contarle su parte de la historia. Solo tendrá que unir las piezas y ¡bam! ¡Mis planes se están yendo al carajo y tú solo piensas en abandonarme!
—¡Tú eres quien no te conformas y quieres todo lo que ves! ¡Más poder, más fama! ¡Si hasta fuiste capaz de armar una banda con normales, porque querías experimentar lo que sentía Noah! ¡Jamás tendrás lo que él tiene! Ellos son como hermanos... son familia... ¡Y tú no sabes qué demonios es eso!
—¡Pues debía haberse quedado allá arriba! Con sus hermanitos, ¡con su estúpida familia de ilegítimos! ¿Por qué quiere quitarme lo que es mío? ¡Este reino es lo único que me queda!
—Pero tampoco es tuyo... —se atrevió a sentenciar la vampira y dejó al conde sin palabras—. Ahora que si me dejas ayudarte... puedo hacer que lo sea para siempre... Nadie volverá a intentar quitártelo. No habrá otro rey que no seas tú, Kang... —Se acercó al hombre y acarició con suavidad su rostro. Este tomó su mano y la besó con vehemencia.
—¿Y tú... reinarías conmigo? —susurró el conde muy cerca de su boca y Mila sonrió.
—Estaba esperando que me lo pidieras.
Mila lo besó y Jongin se apresuró a rodearla con sus brazos y hacer de aquel beso algo más fogozo. Quería abarcarla toda con su boca, dejarla sin respiración, saborear hasta lo más profundo de aquella mujer, que desde hacía tiempo, lo traía completamente loco. Mila lo sabía, se había estado haciendo de rogar y ahora, había llegado el momento de utilizar la mejor arma que tenía contra el conde: su deseo por ella.
—Está bien... —confirmó él cuando por fin cesó «la guerra» entre sus lenguas—. Confiaré en ti. Tu plan es bueno. Aceptaré hacerlo a tu manera, pero... si por algún motivo llego a sentirme traicionado, si ese maldito rosa aunque sea un centímetro de tu piel... te rajaré el cuello con la misma pasión con la que te he besado. —Dirigió las manos hacia la parte del cuerpo de la chica que había mencionado, y apretó tanto que le provocó una tos aguda, y unas lágrimas se desbordaron de sus cuencas corriendo con rapidez por sus mejillas, hasta caer en su pecho—. Si no eres mía, no serás de nadie, Mila. Y no te podrá salvar ni siquiera esa estúpida profecía.
—Des-des-cuida... m-mi... mi amor —balbuceó como pudo, todavía siendo víctima de aquel intenso agarre—. E-ese maldito n-no me pondrá un dedo encima... No necesito... de nada de eso para... para ganarme su confianza...
—Más te vale... —Y la soltó dibujando una amplia y tétrica sonrisa, como si no hubiese estado a punto de estrangularla segundos atrás.
¿Acaso Mila tenía idea del verdadero peligro en que se estaba metiendo? Traicionar al conde no parecía ser la mejor opción, pero ¿sería eso lo que estaba tramando?
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