Capítulo 06
—¡Malditos y mil veces malditos! —gritó Nina con ira al ver que ya no tenía influencia sobre Sully—. ¡¿Por qué rayos tenían que tener un sanador?!
—Calma, mi pequeña, eso no les servirá de mucho —la consoló Jongin—. Te prometo que vengaremos a Chanyeol esta misma noche...
—Te dije que no la marcaras —replicó Jessi—. Sabía que Sully nunca se olvidadaría de ese imbecil y que eso nos traería problemas
—¡Bueno, lo hecho ya no tiene remedio! No sigas calentando el fuego —salió Mila en defensa del conde—. Céntrate en el ahora y en hacer pagar a esa patética banda... Quiero que corra la sangre.
—¿Recuerdas que tu hermana está con ellos, verdad? —indagó la original con cierto tono sarcástico.
—¿Y tengo que decirte cómo hacer las cosas para que ella no salga herida, o eres lo suficiente capaz? —cuenstionó también la vampira, pero con tanta ironía, que Jessi estuvo a punto de atacarla.
—¡Ya déjense de niñerías! —ordenó el conde—. Jessi, sabes muy bien que tenemos un trato: A Yirem no se la toca y punto. No quiero tener que vermelas después con...
—¿Esto es por él? —interrumpió la telepata con una falsa sonrisa—. ¡Ja!, ya sabe que Yirem volvió al bajomundo y que además, trajo al rey y a todo su séquito consigo. Conociéndolo, no debe tardar en hacernos también la visita.
—Pero, si en un caso hipotético, Yirem resultara herida, ¿sabría él que fue intencional? —preguntó Nina un tanto confusa.
—No lo creo —contestó Eirym—. Su poder no llega a tanto, no tiene forma de saber que no hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para salvarla. Nosotros no tenemos la culpa de que ella esté en el bando incorrecto.
—¿Entonces? —protestó Jessi—. No me queda claro, ¿puedo o no, atacar a esa banda de inútiles, con todo lo que tengo?
—¡Quita, ya lo hago yo! —apartó Kang a su soldado y midió con sus manos la distancia que lo separaba de sus enemigos—. Eirym, intenta hacer contacto con su telepata. Lo necesito fuera de la batalla... Yo abriré el juego... sin piedad...
Después de comprobar que su vidente había entrado en trance, la mirada del conde lanzó algo parecido a un rayo que impactó contra el cuerpo de Kristal y la lanzó por los aires, a pesar del grito de aviso de Gael. Por suerte, Aiker logró asirla justo antes de que la chica se estampase contra el suelo y otro grito, esta vez proveniente del rey y ordenando el contraataque, se escuchó en medio de aquel páramo.
La reina y su prima corrieron cada una a un extremo. De sus manos salieron dos rayos luminosos que entrelazandose entre sí, formaron un domo perfecto e impenetrable, dejando a todos dentro y a salvo de los próximos ataques, o eso creía la mayoría.
—Tu turno, mi Jessi querida —sugirió el conde a su generala, como si se tratase de un amistoso partido de ajedrez.
—Como guste, señor.
La mencionada se fue al frente y comenzó a hacer lo que mejor sabía: Primero lanzó llamas de fuego, luego un maremoto completo cayó sobre el campo, después un torbellino amenazó con tambalearlo, pero las chicas se mantuvieron firmes. Estaban decididas a defender lo que amaban costara lo que costara y todo lo que amaban, se encontraba justo dentro de aquel domo. Por último, la tierra comenzó a undirse alrededor del círculo...
—¡Noah, haz algo, se están debilitando! —gritó Aiker con evidente desesperación en su voz y en su rostro.
—¡No, resistiremos!... ¡Por favor, dejennos hacerlo! —rogó Yirem y la reina asintió, secundando la petición de su fiel compañera.
—No, no lo lograrán —habló preocupado el monarca desde dentro del campo—. Aiker tiene razón, los ataques de la original son demasiado fuertes y rápidos. El constante cambio entre los cuatro elementos tampoco ayuda, cuando están adaptándose a un tipo de ataque, vuelve a cambiar.
—¡No te preocupes, aun así podremos lograrlo!... ¡Ganaremos! —reiteró Aisha pero temía que su esposo ya hubiera tomado una decisión... Y así era:
«¡Kenji, ¿me escuchas?!», llamó a su hermano a través de su psiquis, pero no recibió respuesta. «Necesito que me digas pronto si ya encontraste algún punto débil», volvió a decir, mas solo hubo silencio.
—¡Noah, por Dios, no te nos vayas tú también! —chilló Xiang en vista de que cada segundo contaba y el rey llevaba varios en off.
—No te va a contestar, no gastes tu tiempo en vano —le aconsejó Eider—. Hasta que no tenga una respuesta no volverá con nosotros.
—Entonces, déjenme enfrentarme a esa niñata. Sé que puedo con ella.
—Es muy peligroso —se apresuró a contestar Joss—. Sin la autorización de Noah no iras a ningún lado... Y además, puede que tu memoria fotográfica ni siquiera funcione.
—He estado practicado, tengo más de treinta animales en la memoria.
—No vamos a arriesgarnos, ninguno sale de aquí y menos sin que Noah lo haya ordenado —puntualizó Eider.
—¡La niña! —gritó Gael dejando a todos consternados por un momento.
—¿Qué niña? ¿De qué hablas, hermano? —acudió el mayor con rapidez, a su lado.
—Noah dice que saquen a la novata, que vio algo en los pensamientos de Eirym, a través de Kenji, y que aunque no puede distinguirlo, está seguro de que la niña es nuestra mejor alternativa.
—¿Cómo puede estar tan seguro? —indagó Aiker con ira, al tiempo que ponía a Kristal detrás de él—. Ni siquiera Kenji sabe lo que significa y aun así quieren sacarla del domo, ¡de la única maldita pontección que tiene contra la maldita muerte!... ¡Ni siquiera tiene poderes todavía! ¿Qué quiere, que la sacrifiquemos?
—¡No lo sé, Aiker! Las visiones de Noah son tan intensas que no me dejan ir más allá ni leer los pensamientos de Kenji. Solo dice que hagamos lo que pide... y yo confío en él. Esta es tu oportunidad para demostrar que crees en nuestro rey...
—Yo creo en él —seguía alterado el novato—, en lo que no confío es en tu maldita comunicación. ¿Por qué tengo que fiarme de lo que dices? ¡Pudiste malinterpretarlo! No tiene lógica que envíen a Kristal a una muerte segura, ¡es una niña!
—¡Aiker! —la voz del líder resonó dentro del domo y lo que casi se convierte en un motín, se disipó al instante—. No tienes derecho a dudar de los poderes de nadie, ellos tienen sus habilidades hace muchísimo tiempo y la perfeccionan cada día... Pero si lo que querías era mi confirmación, aquí la tienes: Kristal tiene que salir allí y no puedo decir el porqué. Eirym ni siquiera sabía que tenía esa valiosa información dentro de su mente y no pienso ponerla alerta de mi plan... Y lo siento, pero ni siquiera te corresponde esa decisión. Eres el conversor de Kristal y hasta cierto punto entiendo que te sientas como su padre y la quieras proteger, pero recuerda que ambos están bajo mi mando. Si no puedes obecer..., entonces habrá problemas.
—Pero es que... E-es que... hasta Xiang intentó salir y no lo dejaron —balbuceaba el vampiro con miedo en su mirada—. ¿Por qué tiene que hacerlo ella? No puedo creer que seas ese tipo de rey, mandando a los débiles por delante para ganar tiempo... Si es así... —Por un instante tomó valor y chilló—: ¡Vaya mierda de rey que eres!
—¡Aiker!, fuiste demasiado lejos esta vez. —Joss tomó al mencionado por el cuello, decidido a darle su merecido—. No puedo permitir que tus palabras queden impunes.
—Yo... Yo iré —habló Kristal, pero con tanto alboroto, apenas se escuchó.
—¡Aish, ya me harté! —espetó Eider y dirigió su mirada a la chica que sin objetar nada, caminó hacia el contorno del domo.
Todos gritaron, pues que el mentalista obligara con su poder a la joven, no era lo que querían, pero ya el daño estaba hecho y era muy difícil revertir la influencia que Eider ejercía en alguien. Si su poder era frenado de manera abrupta, podría traer consecuencias nefastas para la persona controlada. Así que el vampiro continuó sin obstáculos, mantuvo el contacto con los grandes ojos de la joven y esta, como sonámbula, se posicionó en uno de los extremos del campo, del lado de Aisha, quien se las arregló para crear una brecha por donde la chica pasó sin ningún esfuerzo. Una vez fuera, y totalmente desprotegida, los efectos del control de su mente cesaron y aunque paresca increíble, los embates de la generala, también.
—¿Pero estos están locos o qué rayos les pasa? ¿Piensan sacrificar a la chica? —replicó Jessi sin dar crédito a lo que veía.
—¡Qué importa!... ¡Continúa! —gruñó Kang con rabia, sin embargo, la generala se tomó su tiempo para obedecer.
—¡No, ¿por qué?! —se lamentaba Aiker a punto de llorar—. ¡No es justo! Es solo una niña, tiene toda su vida por delante.
—¡Kristal, entra! —rogó Yirem al ver al vampiro sufrir de esa manera por aquella chica.
—No te atrevas —ripostó la reina enojada—. Ella tiene que cumplir su función en esta batalla, sea cuál sea.
—La reina tiene razón, ya cálmense todos... —propuso con firmeza la chica—. Y tú, Aiker, déjame. Quiero hacerlo, quiero saber de qué soy capaz de una vez y por todas...
Y mientras la novata se fortalecía en su decisión, al otro lado un grito desgarrador hizo que Kang pegara un respingo. El conde corrió a socorrer a su telepata, quien lloraba desconsolada en el suelo.
—¿Qué sucedió? ¿Qué viste, Eirym? —chillaba el conde al tiempo que sacudía a su soldado, sin obtener respuesta.
—Ahora sí que no tendré clemencia —centenció Jessi al ver a su compañera en ese estado.
Las manos de la generala se llenaron de los cuatro elementos, en una mezcla que, sin duda, podría matar a un ejército. Todos gritaron al percatarse, un bando de dolor y el otro, de excitación.
—Kris, mira al frente y mantén la mirada en las manos de Jessi —explicó el rey y la chica obedeció sin titubear.
Aunque no entendía absolutamente nada, hizo lo que a Aiker, aun conociendo a su líder desde hacía tanto tiempo, le costó hacer: confiar en él. Segundos después, sucedió lo temible y esperado. Jessi lanzó por fin su ataque que impactó contra el menudo cuerpo de la joven, sin embargo, lejos de resultar herida o incluso, parecer adolorida, Kristal siquiera se inmutó. Es más, sin saber cómo, hizo que el ataque retornara golpeando así a su propia ejecutante. La original recibió un impacto bastante mortal para cualquier vampiro, no obstante, ella se repondría rápido gracias a la condición de su raza. Mas esto no quitaba que quedaría demasiado débil por el momento y el conde y todos los de su bando, tuvieron que correr a socorrerla.
—¡Era un espejo! —gritó Kenji asombrado. Había salido del trance justo en el momento del ataque—. Ahora todo encaja.
—Sí...Ya ven por qué no podía decirlo —respondió una vez más el rey con cara de resignación.
Lo hartaba que nadie nunca creyera en él desde el primer momento y sin poner peros. Pese a ello, siempre albergaba paciencia en su corazón para con su familia, de no ser así, las cosas serían muy distintas.
—¡Soy un espejo, soy un espejo...! —gritaba Kris saltando de alegría y hasta hacía burlas a sus adversarios que, a distancia, continuaban ayudando a Jessi a recuperarse del fuerte embate—. Pero, ¿qué es eso? —indagó confusa al detenerse por un momento y darse cuenta de que no tenía ni idea de cómo procesar todo aquello.
—Reflectas todos los poderes, al contrario que mi hermana, que los inhibe por completo —explicó Yirem con parsimonia.
—Interesante... —comentó la novata con sonrisita pícara.
—En otras palabras, cualquiera que quiera hacerte daño, estará probando una cucharada de su propio chocolate —agregó Aisha—, menos Eider, al parecer, ya que pudo controlarte con su mente... Pero también pudo ser que ese momento todavía no conocías tu poder. Veremos si es igual cuando alcances a controlarlo.
Kirstal se sintió invencible por un momento y, típico de la edad y las hormonas, quizo gritar a los cuatro vientos de lo que era capaz.
—¡Tiren pendejos, que aquí los reflecto! —vociferó en dirección a sus enemigos, riendo a carcajadas.
—¿Estas bien? —preguntó el conde a Jessi, al tiempo que lograba levantarla.
—¿Te parece que estoy bien? —respondió ella con ira—. ¡Suéltame, que ahora si voy a matar a esa chiquilla infernal!
—¡No te comportes como una niña estúpida, ¿no ves que es un espejo?! Hace siglos que no nacía un vampiro con ese poder. Lo único que lograrás con cada ataque es debilitarte... Esto no se resolverá hoy, es imposible ganar por la fuerza, así que retirémonos... ¡Eirym, Mila!, a partir de ahora no se descansa ni un solo segundo hasta que logren encontrar el punto débil de esa maldita niña, si no, jamás podremos hacernos con este reino.
Las mencionadas corearon un «sí» y se dispusieron a marcharse, pero la voz entrecortada de Nina las detuvo.
—¿Y yo, qué hago?
—¿Tú? —cuestionó en tono burlón el conde—. ¿Crees que se me ha olvidado que siquiera lograste utilizar bien tu mísero poder? A ti te espera un buen castigo en casa.
—¡Me prometiste que no la tocarías! —gritó Jessi y Jongin se estremeció por un segundo.
—¿Ah, sí? —El conde sonrió de manera maquiavelica y se acercó a Nina con lentitud, sin dejar de mirar a Jessi—. ¿Yo te prometí eso? —De una bofetada lanzó a la chica al suelo, provocando que todos sus soldados hicieran aspaviento y, el grupo contrario, que ya había bajado su guardia, volviera a ponerse alerta—. ¿Sabes?, me he percatado de que soy demasiado benévolo contigo... y ya va siendo hora de que te trate como a un soldado más, tal cual querías, ¿no es así? Así que, mi querida Jessi, deberás escoger con cuál mascotita te quedas: ¿o ella, o él? De todas formas no puedes salvarlos a ambos por muy descendiente de los originales que seas.
—Sí que podré, lograré salvarlos, a ambos —afirmó la original con los ojos empañados en lágrimas.
—Está bien. Si así lo crees, lo comprobaremos ahora mismo.
Diciendo esto, el conde miró con firmeza a la chica en el suelo y esta comenzó a gritar.
—¿Sabías que la chica que infringe miedo, es la más miedosa de todas? —indagó el conde sarcástico—. Tiene un miedo terrible al dolor. Es irónico, solo estoy usando una ínfima parte de mi poder, que no causaría daño ni a una mosca, sin embargo, ella se está retorciendo como si agonizara. Todo el trabajo me lo está haciendo su pánico.
—Déjala, por favor, te lo ruego —pidió la generala, pero solo consiguió escuchar más gritos por parte de su amiga.
—Acabo de decir que no estoy haciendo nada, es ella la que se está matando —carcageó el conde con cinismo y los gritos de Nina iban en aumento.
—¡Ya basta!... ¡La escojo a ella!, ¿me oíste? ¡Escojo salvar a Nina! —puntualizó la original y automáticamente la chica en el suelo dejó de gritar.
—¿Estas segura? Todavía estas a tiempo de cambiar tu elección.
—Estoy segura. Además... ya vi que él sabe cuidarse solito. No creo que puedas hacerle daño.
—Eso también lo veremos, en su momento.
—¡Jessi, no! —gritó la chica para asombro de todos—. Hay algo que no sabes, tu sobrino...
El conde le cerró la boca con una mirada y los ojos de la chica se llenaron de terror.
—¿Por qué no dejaste que Nina hablara? ¿A qué le temes, Jongin? —replicó la generala.
—¿Yo?, a nada. Es tu sobrinito quien debería estar temblando de miedo... Espero que disfrute sus últimos días en la tierra, ya que hasta su propia familia lo ha abandonado... —Kang tomó del cabello a Nina, quien todavía estaba en el suelo, y la levantó de un tirón para luego dirigirse al bando contrario, que seguía expectante, para gritarles—: ¡Nos rendimos!... por hoy. —Y junto a Mila y Eirym, desapareció dejando a la generala sumida en una profunda tristeza.
La reina y su prima, cuando vieron que solo quedaba aquella chica menuda y extrañamente decaída, descansaron al fin. Segundos después, Jessi también se marchó. La batalla había terminado, pero el peligro, lejos de terminar, no había hecho más que empezar... Y estaba al acecho de quien menos imaginaban.
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