Capítulo 04
—Conde... —expresó Aisha con frialdad a manera de saludo...
—¡¿Este estúpido es el conde?! —indagó Aiker con la misma expresión de desprecio que el líder.
—¡Ah, sí! Se me olvidaba ese pequeño detalle —habló Noah con cierto deje sarcástico en su voz—. El ejército inmaduro contra el que me disputo el trono está al mando de mi querido cuñado, y también nuestro eterno rival en el mundo del espectáculo, el conde Kang...
—Jongin —terminó Aiker—. Si me hubieses dicho que este imbécil era un vampiro habría accedido a serlo mucho antes.
—¿Y para qué? —preguntó Eider—. ¿Para seguir con sus absurdas disputas también en el bajomundo? No te hace falta probarle nada, con eso solo lograrías rebajarte a su nivel. Ya deja tus inseguridades, incluso como normal has sido siempre mucho mejor que él.
—Pues parece que el novato no piensa así —expresó el conde con ironía—. ¿Me tienes miedo, «tigresito»?
—¡Yo no le tengo miedo a nadie!
—Lo que tu digas. —Jongin sonrió con cinismo y luego miró al rey—. Espero que tú y tu... grupito de novatos disfruten de su «visita», mi querido rey, y se vayan lo más pronto posible. No hay lugar para ustedes aquí.
—¡¿Quién te dijo que no?! —gritó Aisha, que como siempre, no era muy buena controlando su ira, y su hermano sabía como sacarla de quicio con facilidad—. Eres tú quien no cabe ya en este reino. El rey a vuelto, y piensa quedarse. Además, no son un «grupito de novatos», son el ejército real.
—¿Ejército? —El conde estalló en una desagradable carcajada al tiempo que hacía un ademán y las paredes del final de la cueva desaparecían.
Los chicos se quedaron atónitos. Ninguno pudo disimular el asombro al observar el lugar que se manifestaba delante de ellos. Noah tampoco pudo evitar la expresión en su rostro, pero esta era de espanto, nostalgia, lástima. Todo eso lo invadió al ver en lo que se había convertido su hogar... En lo que él lo había convertido al abandonarlo.
La tierra ya no era del brillante color negro que tanto le gustaba. Los árboles de Durian ya no tenían frutos, y el intenso rojizo del cielo que los ancestros le habían regalado, se había opacado por completo.
—¿Qué has hecho? —balbuceó más con indignación que con tristeza.
—Nada que no sea por el bien de nuestra raza —respondió el maldito conde con alardes de buen líder—. Nuestra casa parecía más el mundo idílico de Barbie que una tierra de vampiros... Ahora está... acorde a lo que somos en realidad.
—Los monstruos sanguinarios que tanto te gustan.
—No, Noah: Los monstruos sanguinarios ¡qué somos! No se puede tapar la luna con un dedo. ¡Somos demonios! Chupasangres. Criaturas de la oscuridad. No filantropos encargados de limpiar de sus desechos a la asquerosa humanidad.
—¿Qué mal te ha hecho la humanidad?
—¿Te parece poco? Casi acaba con nuestra raza, ¡nos odia! Somos seres superiores y no lo pueden soportar.
—Eso fue hace siglos, ya no son así.
—¡No! No seas iluso, Kim Noah. Ahora son mucho peores y solo están esperando la oportunidad para aniquilarnos sin piedad... Pero yo me les he adelantado. Yo sí que me he hecho de un buen ejército. Uno invencible, irresistible, con las únicas armas que pueden derrotarlos de una manera... «placentera».
—¿A qué te refieres? ¿Qué armas son esas?
—Parece que mi hermanita no te advirtió de todos los cambios que han habido por aquí.
—¿De qué cambios habla, Aisha? —preguntó el rey a su esposa que bajó la cabeza nerviosa, evitando responder.
—El conde... ha reclutado a casi todas las mujeres del reino —explicó Yirem—. Ha hecho un ejército poderoso, se ha rodeado de las más fuertes e inteligentes...
—¿No te parece algo ridículo? —cuestionó Aiker con sarcasmo—. ¿Por qué confiarías en mujeres en lugar de hombres para una guerra... o dirigir un reino?
—¿Y me lo preguntas precisamente tú, que has sido vencido por una? ¿Que estás dispuesto a ser su esclavo y no puedes resistirte ni un segundo a sus encantos? —El novato se quedó sin palabras y dio un paso atrás avergonzado. Noah no conseguía entender por completo las insinuaciones del conde—. ¡Es sencillo! Yo también he recorrido el mundo, mi querido rey. Aunque en lugar de intentar encontrar una razón para dejar de ser quien soy, he buscado la manera de ganarle la batalla a quien no me acepta. Si algo bueno tienen los normales, es que se vuelven locos por nuestras mujeres y en cuanto me di cuenta de lo fácil que sería, todos mis soldados pasaron a tener cabello largo y unas piernas de infarto. —Una carcajada estrepitosa e insoportable logró estremecer al resto de los chicos que mostraron repugnancia en sus rostros—. Deberías probarlo tu también mi «regio» amigo. Así tendrías más oportunidad de vencerme y no con tus seis patéticos aprendices de vampiro.
—No son para nada patéticos —replicó el monarca—. Juntos tienen los poderes del vampiro original. Literalmente, nadie puede vencerlos.
—Eso es mucho más exitante. ¿Entonces... solo tengo que separarlos?
—Noah, déjame quitarle esa estúpida sonrisa de la cara —gruñó Xiang—. ¡Nada ha podido separarnos nunca condesillo de cuarta! ¿Qué te hace pensar que lo lograrás?
—Les presentaré a mis niñas. —El conde hizo otro ademán y el cielo comenzó a cerrarce en algo muy parecido a una tempestad, pero sin lluvia—. Vengan con papá, mis adoradas maquinas de matar.
Al instante cinco chicas de belleza inigualable, se personificaron en el lugar. Dos bajaron de los árboles, otras dos cruzaron el firmamento, y la última, simplemente se apareció al lado del conde. Todos se quedaron petrificados ante aquellas mujeres, que vestían con toscas armaduras, pero que, a la vez, lucían tan tiernas e inquietantes como muñecas góticas. «¿Cómo rayos pueden verse tan apetitosas?», se cuestionó la mayoría de los chicos.
«¡Claro! A eso se refería el conde con "derrotar al enemigo de una manera placentera..." Lo que quiere con estas mujeres es seducir, hacer pecar, arrastrar la humanidad al eterno abismo de la perdición», reflexionó con rapidez el líder. «¡No lo pienso permitir!»
—Hermana... —musitó Yirem.
—Yo no tengo ninguna hermana... —respondió la mujer al lado del conde. De mirada nacarada y espeluznante.
La frialdad de la contestación descolocó a todos los presentes, pero más al rey. Eso sí no se lo esperaba. Que una de las vampiras más fuertes del reino estuviera del lado de su enemigo, era demasiado peligroso. No podía decir mucho de las demás, jamás las había visto, pero seguro como el mismo Jongin había dicho, contaban con cualidades excepcionales para poder estar en su «ejército».
—¡Ay, por mil demonios, Mila, no empieces! —espetó el conde cuando escuchó el peculiar «saludo»—. No estoy para estúpidas rivalidades fraternales. —Se dirigió a los visitantes y sonrió con malicia al tiempo que señalaba a la chica a su lado—. Les presento: Ella es Kimura Mila, mi consejera y como debieron adivinar por su «efusiva» demostración de cariño, hermana de Yirem. Claro que al contrario de ella, esta supo escoger el bando ganador. —Su tétrica y ya nada sorpresiva carcajada se desprendió de sus labios, para después continuar en un tono mucho más sarcástico si eso era posible—. Siguiendo la línea de liderazgo tenemos a Liu Eirym, ella es mi estratega. Escucha los pensamientos de todos en un radio bastante amplio, así que cuídense de ella... —La chica, más hermosa que la primera, hizo una pequeña reverencia y el conde prosiguió—. Este peligro con piel de mujer, a mi izquierda, es Choi Sully, su sed es algo peculiar. Puede cazar tanto a normales como a vampiros. Como podrán imaginar, es mi mejor arma.
La mencionada levantó la vista y cuando su mirada y la del rey se cruzaron, una sensación bastante extraña recorrió el cuerpo de Noah. Juraría que pudo ver en sus iris el reflejo claro de una triste llamada de auxilio. El maknae dio un paso al frente y el primer impulso del líder fue detenerlo. «¿Pero, qué rayos te pasa?», le dijo telepáticamente y agarró uno de sus puños apretados para abrir su mano, la cual tomó intentando calmarlo. Gracias a que su super fuerza también era mental, el menor podía mantener una conversación interna con los que tenían esa habilidad, como Kenji y Noah. «Estoy aquí, puedes contar conmigo para lo que sea», continuó diciéndole el monarca. «Pero para poder entenderte, debes decirme por qué esa chica te puso así. ¿La conoces acaso?». Aunque Gael no contestó, sus dientes chirríando de impotencia delataban que sí, y un escalofrío igual al que sintió antes con Joss, heló la piel de Noah, cuando una imagen borroza del menor, besando a esa chica, pasó frente a sus ojos.
—La siguiente es Wang Nina. Esta chica trabaja con los miedos —continuó el conde y el rey tuvo que enfocarse en lo que sucedía fuera de su mente, sin soltar a Gael.
No sabía de cuánto habían podido darse cuenta los chicos, e incluso el mismo Jongin. No podía permitir que ese tipo tuviera nada que pudiera utilizar en contra de sus muchachos. Debía actuar con cautela pues por lo que estaba viendo, las armas de su rival sí que eran fuertes.
—Como pueden ver, está oculta debajo de capas y capas de tela... —prosiguió el noble con su egocéntrico monólogo—. Todo su cuerpo es como visitar un cuarto del terror, con solo un roce es capaz de dejar paralítico a un hombre, y su beso se considera mortal para cualquier ser vivo. Es por eso que prefiere no arriesgarse a tocar a nadie.
—¿Y prefiere ponerse burka? —indagó Kenji sarcástico—. ¿No les parece demasiado? Solo tiene que contenerse y ya está. No son tan buenas tus soldados si no pueden hacer algo tan básico como controlar su poder.
La chica en cuestión ladeó su cabeza con lentitud, a un lado y a otro, con sus ojos, que eran lo único que lograba versele, fijos en Kenji como calculando algo.
—Veamos que tanto sé controlar mi poder —susurró y en cuestiones de segundos llegó a su lado.
Sin darle tiempo a reaccionar a los demás, se quito uno de sus guantes y rosó con suavidad la mejilla del chico. Al instante, en el pómulo del idol apareció una grieta que comenzó a ramificar con rapidez. Lo vieron desplomarse en el acto y Joss fue el primero que corrió a su lado. En el suelo, el vampiro «herido» no paraba de convulsionar y el rey no sabía qué hacer. El miedo invadió de nuevo su mente. Sería el único culpable si algo le pasaba a alguno de sus hermanos. No podría soportar que su egoísmo los condujera por un camino de soledad y muerte, y hasta ese momento, no estaba consciente de lo que significaba en realidad haberles pedido que le acompañaran.
Por fortuna, el poder sanador de Joss pudo detener el avance del veneno. La energía en forma de destellos púrpura, que emanaba de sus manos hacia la herida en el rostro de Kenji, se fue extinguiendo dentro de ellas y al retirarlas, el chico estaba curado. No obstante, aunque duró escasos minutos, la imagen fue espantosa y le sirvió al rey de preámbulo a lo que pasaría si se quedaban.
«No haré esto, no expondré a mi familia al peligro. ¡A la mierda el reino! Lo único importante para mí está a mi lado: son estos chicos que me enseñaron a aceptarme y amarme como soy. No pienso perderlos por nada de este, ni de ningún otro mundo». El rey concluyó sus pensamientos con la firme decisión de no necesitar un «hogar» sino mantener a su familia a salvo. Pero, ¿en serio su destino sería tan fácil de dictaminar?
—Veo que tú si sabes controlar tu poder —se burló Nina observando con insistencia a Joss.
—¡Bruja! Eres una bruja —respondió este alterado.
—¡Mitad! Soy mitad bruja, pero no es esa parte de mí a la que deberías temer. Mi mitad vampiro es mucho más fuerte y peligrosa que la mayoría.
La chica se agachó al lado de Joss, quien todavía se encontraba en el suelo con Kenji en sus brazos, recuperándose de su aturdimiento. Probablemente también iba a tocarlo, pero un ademán inesperado del conde, la hizo comenzar a enterrarse en la tierra.
—¡Eso es para que no te tomes atribuciones que no te corresponden! —vociferó el conde y acrecentó el producto de su poder, que consistía en la telequinesis, haciendo que Nina estallara en un concierto fúnebre de alaridos—. ¡Yo no te dije que lo hicieras! Que no se te vuelva ocurrir hacer nada sin mi consentimiento.
—¡Lo siento!... ¡Por favor detente! —gritaba Nina con evidente aflicción—. ¡No lo volveré a hacer, lo prometo!
—¡Jongin, déjala! —pidió Noah en tono autoritario. Sentía que a pesar de lo que la chica había hecho, sería faltar a sus principios guardarle rencor, y mucho más, verla sufrir de aquella manera—. Kenji ya está bien, no hay necesidad de castigarla.
—Maneja a los tuyos como quieras. Perdonales toda clase de reveliones, pero yo jamás lo haré. Si permito esto, el descontrol será inevitable después.
El conde intensificó aún más su ataque y los gritos de la chica se hicieron una tortura para todos los presentes. Segundos después, Aiker soltó lo más parecido a un aullido, agudo y terrible, y se sujetó fuerte la cabeza con ambas manos, como si un dolor insoportable lo estuviese martillando sin cesar.
—¡Están dentro de mí! —gritó mirándo a Noah con angustia e intentando sostenerse en pie—. Dile que deje de gritar, por favor, ¡no lo soporto más!
Actoseguido y sin permitirle al rey procesar una solución, dirigió su mirada penetrante y oscura hacia la chica, a la que desenterró, al parecer, por medio de un movimiento psíquico. Lanzó otra ojeada intensa, esta vez, contra Kang, quien terminó incrustado en uno de los árboles. Aiker cayó de bruces al suelo, sin duda aquellas acciones lo habían dejado exhausto. Yirem corrió y se arrodilló a su lado, abrazándolo y asegurándose de que estuviera ileso.
—Acabas de encontrar tu poder, mi amado —susurró con alegría—. Telequinesis: habilidad para mover y manipular con la mente lo que se te antoje.
—Me duele la cabeza.
—Lo sé, pero te adaptarás pronto, ya lo veras.
En medio de aquel diálogo tan emotivo, Kang luchaba con todas sus fuerzas para mantenerse con dignidad y a su vez, apartarse del árbol al que había quedado unido, gracias a la demostración de la inesperada habilidad del novato, misma que la de él, pero sin lugar a dudas, más poderosa. Fue entonces que la última de sus chicas, comenzó literalmente a hervir. De las femeninas manos, brotaron dos llamas de fuego que apuntó con rapidez hacia el abatido soldado.
—¡Jessi, no! —exclamó el conde para sorpresa de todos.
—¿Por qué? —reclamó la aludida en tono airado—. ¡Terminemos con toda esta mierda de una vez!
—¡He dicho que no! —centenció logrando salir al fin de su encierro—. Baja las manos o haré que te arrepientas.
—¡¿Pero por qué siempre me paras?! —continuó soltando la chica en lo más parecido a una rabieta de niños. Aún así, detuvo su ataque—. ¿No tengo ninguna autoridad en tu maldito ejército? ¿Para qué rayos me quieres en él si no vas a dejarme llevarlo a mi manera?
—¿Quién es la niña loca? —se atrevió a preguntar Xiang, mientras ayudaba a Aiker a levantarse.
—¡Más respeto, estúpido novato! Tengo, mínimo, quinientos años más que tú... Y soy general en este reino... Aunque ni siquiera mi propio comandante lo haga valer.
—Jessi ya hemos hablado de esto... —comenzó a explicar Kang acercándosele, pero esta se alejó como primer instinto.
—¿General? —volvió a indagar el metamorfo.
—Sí, Jessi es la general de mi ejército. Mi mayor orgullo, la persona en quien más confío... Desgraciadamente es demasiado temperamental y...
—Pero si es una niña, ¿no lo ves?
—Jessi luce así porque es descendiente directo de los vampiros originales —mencionó Aisha, siempre alerta para aclarar las inquietudes—. Una de sus magníficas habilidades es mantenerse eternamente jóvenes. También pueden manejar los elementos a su antojo, como pudiste ver... Y te aconsejo no meterte en su camino, como bien dice mi hermano, tiene un temperamento muy... explosivo.
—¡Bueno ya basta de habladurías! —verbalizó el conde haciendo ademanes incesantes a sus chicas, indicándoles al parecer, que se marcharan. «Que extraño, ¿por qué se resignaría a no continuar con la "discusión"?», pensó el rey—. Adelante mi querido monarca... —continuó haciendo una pequeña reverencia y apartándose de la entrada, al tiempo que las vampiras iban abandonado el lugar, de la misma manera en que llegaron—. No seré yo quien le impida a esta tierra despedirse como es debido de... «su rey».
—¡No me hagas reír! —carcageó el mencionado ante tanta prepotencia—. ¿Piensas que me estas dando ventaja o algo así? No la necesito, así que ahórratela y terminemos esto como lo amerita: una buena batalla, pero solo entre tú y yo.
—¡Oh, no, mi impaciente rival! Eso no me será posible. Llevo planeando nuestro «encuentro» por muchísimo tiempo y la puerta de nuestro reino, no es el lugar en el que quiero luchar contigo. Pienso ganarte de manera justa, aunque no lo creas.
—Sería la primera vez. Jamás has practicado algo como la justicia.
—He madurado... Por lo pronto, entiendo que si te tomaste las molestias de trae a tu séquito hasta aquí, pretendes mostrarle con tranquilidad el que fue alguna vez tu hogar.
—Está bien, fingiré que te creo. Veamos hasta donde piensas llegar con tu máscara benevolente. —Noah dio media vuelta para dirigirme a los suyos—. Muy bien, chicos, el castillo real nos espera.
Ni por asomo el rey se creía el ridículo teatro de su rival, pero si el conde quería jugar, a él no le molestaba en absoluto demostrarle que se erguiría como único ganador de cualquier partida que idealizara, por muy difícil que esta resultara. De todas formas, una guerra en medio de la puerta que unía los dos mundos, de verdad podría ser demasiado peligroso para los normales. Noah no estaba dispuesto a sacrificar a nadie y eso incluía también a los humanos.
Después de algunos minutos reflexionando, se dio cuenta de que tal vez, no quería irse como había pensado antes. Quizás la nostalgia había ganado, pero volver a pisar su tierra, lo había hecho sentir poderoso, lleno de energía, renovado. Creía con fervor que el lugar tenía propiedades curativas, balsámicas, y que a los suyos les vendría bien un tiempo terapéutico en el bajomundo. La justificación perfecta para quedarse. Y de todas formas, no permitiría que los suyos volvieran a estar en peligro tan fácil. Solo él se encargaría de luchar y poner en su lugar al conde... Cuando pudo percatarse, todos sus adversarios se habían marchado, menos uno...
—Gael, no vayas, te lo ruego —pidió Noah al tiempo que tomó con fuerza el brazo del chico y este detuvo sus pasos—. Muchos podrían sufrir si te le acercas.
—Y si no lo hago sufriré yo, hyung... Siento... que podría morir si no le pregunto, al menos, por qué me engaño... ¿Por qué jugó conmigo así?
Capítulo bien intenso y largo,
my cherry trees :)
No tengo más que decir.
Los rete amoooo.
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