Cuando Harry se acercó hasta la oficina de la jefa de enfermeras, para avisarle de unos nuevos ingresos que habían ocurrido durante las últimas horas, y dejarle las indicaciones que su hermano había hecho constar en una planilla de informes, notó a Jason complétamente dormido en una silla, y sabía que restaba media hora apenas para que terminara su turno, por lo que resultaba lógico que la señora Norris no hubiera querido despertarlo.

Aún seguía presente en él la curiosidad de saber algo más acerca del chico misterioso y su asombrosa habilidad para sanar, y a pesar de que sabía cuanto Lucian podía llegar a enfadarse si se enteraba, algo le impulsaba a hacerlo sin poder ya luchar contra su propia naturaleza.

Tras despedirse de la jefa de enfermera, y perderse de su vista, Harry aceleró sus partículas volviéndose invisible, atravesó la pared, que en ese estado no representaba para él ningún obstáculo, y en un segundo que la mujer salió a buscar algo, conectó con la mente del chico, le indujo un sueño más profundo y a continuación clavó sus colmillos succionando sólo un poco de sangre, las imágenes que comenzaron a acudir a él le dieron una visión completa de Dean y su situación.

Entonces supo que el cáliz sagrado de los templarios no era un objeto sino la persona que tenía delante, y todo acabó de cobrar sentido.

Dispuesto a guardar silencio de cuanto había descubierto para no tener que confesar a Lucian lo que había hecho, se marchó a seguir trabajando,
afirmándose aún más en su inquebrantable decisión de proteger a Jace.

Ningún demonio se interpondría entre su hermano mayor y su nuevo cuñado.