En el ascensor
En el ascensor, camino al segundo piso, donde estaba la habitación del paciente que tenía que cuidar (el mísmo hombre de la noche anterior) Sam sintió dos poderosos manotazos repentinos en la espalda que lo hicieron voltear.
Lo que lo había golpeado, claramente era invisible.
Atento a un nuevo ataque, siguió alerta incluso después de descender del elevador, pero la actividad paranormal había sesado, y recuperando la calma, con una última exhalación de aire antes de entrar, saludó al señor Jhonson, que estaba despierto, y a su hija Adeline, que estaba con él.
Cuando la mujer se fué, los dos se quedaron conversando, en un determinado momento el hombre le pidió ver la televisión, y unas horas más tarde, cuando se había quedado dormido, el chico apagó el aparato y un silencio muy reconfortante puso el ambiente en completa calma.
Pensando en el misterioso episodio del ascensor, recordó de repente, una vez más, aquella cosa con la que se había cruzado en el pasillo, y se preguntó si acaso había querido darle un mensaje... aunque no tenía tiempo para preocuparse por él, mientras la marca de Caín estuviera en el brazo de su hermano.
-Capuchino para la 214 -dijo Dean despacio, entrando en el cuarto-.
-Pero Dean, estas trabajando, no tenías que molestarte... -se preocupó el menor también en voz baja-.
-Adelante, es tu favorito, el de la máquina...
-Mmm... está riquísimo... -lo probó y le sentó de maravilla con el frío que tenía-.
-Además no deberías preocuparte, siempre disponemos entre ronda y ronda de algo de tiempo libre.
Sam buscó, en la mochila colgada detrás del asiento que estaba usando, unos chocolates que había guardado, para cuando le diera hambre, y también galletas de arroz, para compartir con su hermano.
-En dos horas tendré que regresar a cambiárselo... -reflexionó el mayor reparando en que el suero del señor Johnson estaba hasta la mitad-.
-Sabes que estoy muy apenado por hacerte pasar por todo esto... -volvió a recordarle Sam-
-Yo no estaría nada apenado de golpearte, no seas tonto Sammy, elegí mi propio campo y estoy más que satisfecho.
-¿Mantén los ojos abiertos, ¿sí?, algo incorporeo me golpeó apenas entré en el ascensor, me imagino que no le agrada la gente como nosotros...
-¿Te lastimó, te dejó marcas?... ¿en donde fue? -preguntó el mayor algo preocupado-
-En los hombros... casi me tira al suelo...
-¿Puedo echarle un vistazo?...
Sam no le respondió con palabras pero se quitó el pullover, se desabotonó la camisa hasta la mitad y la echó un poco hacia atrás para que sus hombros quedaran al descubierto.
Después de examinarlo, ayudándose con una pequeña linterna para no molestar a los que dormían con la luz, el mayor dijo lo que el más pequeño jamás hubiera esperado:
-Es mujer...
-¡¿Qué!? -respondió divertido el castaño... ¿cómo sabes eso?
-Te dejó las uñas marcadas.
-¿Es broma verdad? -su respuesta fue casi una reacción medular-
-No, ¿quieres que tome una foto? -ofreció el mayor-.
-Está bien... en realidad eso explica la picazón que tengo en la espalda... ¿Tú no has visto nada extraño?... ¿sombras... alguna criatura gigantezca?
-Salvo Finn Perkins, de radiología, no. No he visto nada que los supere a ustedes en tamaño... de todos modos puedo investigar si ocurrió algún asesinato o muerte violenta en el ascensor para tener un panorama más claro... -tras un momento de silencio agregó- y cambia el perfume antes de que te terminen violando...
El más joven se sonrió, y hechó otro trago a su café.
El perfume nuevo que estaba usando había sido un regalo de Crowley y no pensaba dejar de usarlo pués le fascinaba.
-Bueno... te veo al rato enano... gracias por la comida...
-A tí por el café... -le respondió él-.
-Y no vuelvas a pensar tonterías... -no se privó de regañarlo-.
Sam acomodó un poco las mantas del señor Jhonson y volvió a sentarse.
Pero poco más de una hora después tuvo una aterradora experiencia.
Se vió, y se sintió, cayendo a gran velocidad por una especie de hueco profundo hacia el oscuro fondo en el que encontraría su final horriblemente.
Habrían sido unos quince segundos, pero fueron suficientes para provocarle unas irrefrenables náuceas y una salvaje taquicárdia.
La enfermería estaba en el primer piso, y allí de dirigió con un poco de esfuerzo.
-Permiso, tendrían algo para poder limpiar, acabo se ensuciar sin querer en la 214 -irrumpió en la sala de enfermería-.
Dean que se encontraba con una compañera en ese momento fue el primero en hacer contacto visual:
-¡Sammy, ¿qué tienes...?!
-Vomité.
-¡Descuida, me encargaré de ubicar a Don! (el que limpiaba en el turno de la noche) -dijo Jaquelín y salió-.
-Gracias -fue la respuesta del rubio que llevó al menor a sentarse en una silla pues no existían camillas en la enfermería, también se percató de que éste temblaba-.
-Aguarda aquí, iré por el tensiómetro, quiero sacarme una duda- dijo apresurado y en pocos segundos el brazo de Sam ya estaba siendo apretado por el aparato-.
Al medir, pudo saber que ésta estaba baja, lo cual lo tranquilizó ya que era más fácil de controlar y menos peligrosa que su contraria.
-Tu presión está baja, tenemos que levantarla un poco -hurgó en su bolso y le alcanzó una botella de agua y un tuvo de papas fritas, luego se sentó junto a él.
-Gracias... -respondió su hermano-
-Primero el agua... -le recomendó el mayor- ... que sucedió... ¿tuviste un encuentro con la criatura?
-Fue una visión... -le contó él- ...caía a través de un hoyo... o un tunel -colocó la palma de la mano presionando su frente y agregó- fue muy real... sentí que iba a matarme...-.
-Probablemente te hallas quedado dormido y fuera una pesadilla.
-Tiene que haberlo sido, porque cuando me dí cuenta de que estaba en el cuarto todos seguían durmiendo, y si mis cuerdas vocales no actuaron entonces tengo que haber estado inconsciente -hizo una pausa y agregó- tal vez mi cerebro creo esas imágenes porque sabía que debía permanecer despierto... pero fue... demasiado real, no se sentía como un sueño para nada.
-Tu sentido de la responsabilidad puede ser todo un problema -dijo Dean con voz muy cariñosa- Por fin vuelves a tener algo de color...
-Tengo que regresar al trabajo nos vemos más tarde... muchas gracias por las papas -dijo y procuró ponerse de pie, pero Dean le indicó con un movimiento que no se levantara todavía-.
-Espera, yo también tenía que ir para la 214 déjame cargar un par de cosas y salimos enseguida.
-Está bien...
Al poco, el mayor tuvo todo listo y salieron a llamar el ascensor.
Mientras esperaban que llegara al piso, el rubio soltó pícaramente:
-Si esa chica traviesa fue capaz de arañarte quizá yo consiga un rapidito gratis...-.
-¡Eres un imbécil Dean -rió sin poder evitarlo- sigue jodiendo hombre, algún día vas a terminar embarazado... de Godzila...!
****************
Por supuesto en el ascensor nadie fué atacado.
Solo en el cuarto, mientras seguía de guardia, Sam recibió un mensaje a su celular, el rey del infierno lo estaba invitando a almorzar con él.
Alegre y sonriente, el menor aceptó encontrarse y pasaron la tarde juntos entre fabulosa comida y sábanas de seda.
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