Empezando por los libros
Camino al baño el menor se encontró precisamente con su hermano quien al verlo lo saludó diciendo:
—Bienvenido de vuelta, te ves fatal...
—Supongo que bebí demasiado anoche —respondió sonriendo a pesar de su estado—.
—¿Lo crees? —cuestiomó el mayor y le mostró una foto en su celular donde él dormía sobre su brazo apoyado contra el migitorio— es una noche que jamás olvidaremos ¿verdad?...
—Al menos no mientras tengas esa en tu teléfono —respondió Sam quien en realidad apenas tenía registro de lo ocurrido, luego agregó— ¿Ah... Ibas a ocupar el baño? -—tenía el pelo revuelto y desordenado y los ojos aún un poco pequeños por su momentánea sensibilidad a la luz—.
—No, estaba yendo a ver si aún respirabas —le informó el mayor—.
—Ha sido mi peor borrachera hasta ahora...
—¡Sí, estabas muy mal, pero la estabas pasando super! No podías parar de reírte...
—No recuerdo nada de lo que me estás contando —reflexionó— ¿de verdad no lo arruiné? —sobrevino una duda repentina—.
—Para nada —le aseguró el mayor y después de una breve pausa hizo la siguiente consulta— entonces... ¿necesitas té y un anti ácido?
—Necesito que apagues todas las luces de la casa... —le respondió el menor divertido antes de desaparecer tras la puerta del baño—.
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—¿Y Cass?... —preguntó entrando en el comedor ya con aspecto normal—.
—Salió temprano —respondió Dean mientras vertía sobre su taza el agua hirviendo-—
—Espero que regrese con Caín.
—O al menos con algo de información —agregó el mayor—.
Unos minutos después de que se hubieron sentado el ángel apareció.
—¿Tuviste éxito? —preguntó el más joven de los hermanos—.
—Lo encontramos, pero... yo no lo llamaría éxito...
—Déjame adivinar... se les escapó... —intentó indagar Sammy—.
—De hecho esta muerto, descubrimos que se suicidó hace como un mes y medio.
—O sea que no tenemos nada... —respondió algo desanimado—.
—Encontraremos la manera... —-le dijo Cass apoyándole una mano en el hombro-—
El menor asintió con la cabeza y el ángel agregó:
—Ahora que soy un experto en los humanos y sus costumbres, podré avanzar en cualquier investigación sin problemas.
—Hay café caliente... ¿quieres? -—lo invitó el mayor—.
—Gracias, te acepto una taza —le respondió cortésmente y se sentó a la mesa-.
Inmediatamente después de haber servido el café de su amigo, Dean vio un chorro de sangre caer de la nariz de su hermano pequeño, que rápidamente al sentirlo, interpuso el dorso de la mano el cual vio mancharse de rojo.
—Genial... —gruñó por lo bajo, y tiró la cabeza hacia atrás hasta dar con un pañuelo en su bolsillo, el cual le permitió contener la sangre y al fin poder enderezarse—.
—¿Estás bien? —preguntó—.
—No es nada... —le respondió el menor restándole importancia—.
—Espera... —a Cass lo atravesó un pensamiento, algo relacionado con la medicina, y de inmediato comenzó a medir las pulsaciones con los dedos índice y mayor apoyados sobre la arteria del cuello de Sammy y mirando el segundero de su reloj:
—Tu presión es bastante alta... ¿seguro no sientes nada?
—No —mintió cuando en realidad le estallaba la cabeza de la forma más terriblemente dolorosa— a veces no se hace notar.
Entonces, al advertir, que los dedos del ángel acabarían indefectiblemente posados sobre el centro su frente, sus puños se cerraron en una reacción automática al estímulo del miedo.
En cuanto la energía de Cass atravesó su cuerpo lo invadió una sensación de terror más allá de lo racional, para cuando el contacto terminó ya había desaparecido aquel terrible dolor de cabeza pero él se encontraba completamente paralizado, tanto física como psíquicamente.
Dean advirtió de inmediato en su expresión que algo no andaba bien, pero no reparó en la tensión que había manifestado segundos antes, sino en el hecho de que se viera como extraviado.
Aún sentado junto a él, tomó la parte anterior de su brazo para despertarlo:
—¡Sammy, ey!...
—¿Qué? -—respondió prácticamente en automático—.
—¡¿Qué ocurre?
—Me quedé pensando en lo que sigue... tengo ir al archivo... ayer pude dejar algunos libros apartados, gracias por el desayuno, nos vemos en un rato —levantándose, palmeó la rodilla del mayor, le agradeció la taza de té y salió de la cocina, saludó al ángel con una sonrisa y procuró perderse lo antes posible—.
En tanto fue avanzando por los distintos ambientes un mareo comenzó a apoderarse de él y mientras todo parecía moverse un poco hacia la derecha, como si la casa entera girara, consiguió llegar hasta el archivo de los hombres de letras (que oficiaba también de cuarto de interrogatorios) donde cerró la puerta y procuró centrar su mirada en el escritorio en los tres libros de tapa dura y aspecto avejentado que descansaban sobre la tabla de madera del mueble.
De repente sintió mucho frío, y el mismo hedor putrefacto de una tumba abierta comenzó a invadir el cuarto en penumbras, haciéndolo desistir de permanecer en él.
Hubiera salido pero sus fuerzas lo abandonaron complétamente, cayó, y se encontró viendo el cadáver de su medio hermano, Adam, directo a los ojos, el olor que emanaba le traía una fuerte sensación de náuseas.
Apenas consiguió voltear para escapar a aquella visión macabra y el vómito salió con fuerza de sus entrañas mientras el hedor seguía laserando sus pulmones y contrayendo las paredes de su estómago, ahora pensaba que de seguro jamás había salido de la jaula.
De repente la pestilencia se volvió en un olor a azufre, y por un tiempo, no sabía cuanto, perdió el conocimiento.
Cuando despertó lo primero que notaron sus ojos fueron los libros. Luego el charco de vómito y él mismo en el suelo. También recordó todo lo sucedido con anterioridad, desayunar con Dean, sentirse aterrado, ni siquiera tenía idea de cuanto tiempo había estado inconsciente.
Salió a buscar algo para limpiar el piso y su hermano navegaba en la portátil, al fijarse en la pantalla notó abierta la página del FBI.
—¡Molder, deja eso!
—Sólo estoy leyendo las noticias Dana —respondió Dean divertido sin levantar los ojos de la pantalla—.
—Ok, tenemos que hablar pero este no es el momento indicado.
—¿Y eso? ¿No pudiste llegar al baño verdad? —lo interrogó el mayor tras ver el balde—.
—Ni siquiera estuve cerca.
—Esta noche te irás a la cama sin cena jovencito.
Sam volvió a agarrarse el estómago, al parecer pensar en comida no ayudaba en lo más mínimo.
Ni bien notarlo Dean ofreció:
—¿Quieres que llame al doctor Cass para que acabe con tu sufrimiento?
—¡Dean, es solo un poco de resaca! —le hizo notar— además el está en algo importante y yo también.
—Podrías relajarte un poco —insistió él—.
—Sí, eso fue ayer... —replicó Sam dándole a entender que aquella era toda la relajación que se permitiría-—
Ya estaba saliendo por la puerta cuando de repente volteó hacia Dean, que aún no le había despegado los ojos, con ademán de haber casi olvidado decirle algo importante:
—¿Me prometes que no vas a estar cazando apenas me de la vuelta?
—Puedo prometerte tres o cuatro horas cuando mucho.
—Pase lo que pase no salgas solo ¿de acuerdo?
—¿Puedes empezar con tu rollo de una buena vez Sammy? Quiero seguir navegando, más tarde intercambiamos notas.
—Si necesitas algo estoy atrás —se despidió finalmente—.
Sam regresó al archivo y encendió la luz, de inmediato su mente se llenó de imágenes de lo ocurrido hacía dos noches, cuando la cosa dentro de Dean lo había arrojado contra la pared. Mientras envolvía con el trapo gris el charco en el suelo y lo metía dentro del balde sin ningún tipo de ánimo en su cuerpo y mente, lo dejó en un lugar prudente lejos del paso y volvió a tomar asiento frente a la sencilla mesita abriendo el primer polvoriento libro y buscando en su apéndice para comenzar.
Como era de esperarse cuanto más leía menos le agradaba lo que estaba hallando, y en su mente seguían resonando las palabras que había dicho Crowley, como si hubiera oculto en ellas alguna especie de clave o ayuda para comenzar a buscar la salida al problema de la marca.
Casi no levantó la vista en tres horas, pero cuando lo hizo su mente comenzó a ir a toda velocidad, una vez más en dirección a las palabras que había dicho el demonio, y así acabó por determinar que si no podía contar con el cielo, y un poder del infierno contra otro había sido un desastre, existía una tercera fuerza, un tercer reino dotado de increíbles recursos y conocimientos aún inexplorados, el reino que se comprendía entre la superficie terrestre y el espacio intra terreno, explorada durante siglos por gente como los Alquimistas y los Wiccas.
"Wiccas" De pronto Sam recordó a la adorable tía Robin, una hechicera Wicca muy simpática que Dean y él habían ayudado en dos o tres ocasiones y que se portaba con ellos como si fuera su propia tía. También recordó que ella siempre hablaba de su adoración por su sobrino Samaél, el cual se había ido a vivir a la edad de tres años a China por circunstancia laboral de sus padres. Y entonces supo que tenía que ir a buscarla para pedir su ayuda. Cruzaría los dedos para que estuviera de acuerdo en introducirlo al círculo secreto de los hechiceros Wiccas como su sobrino, el cual viniera a New York por unos meses como estudiante de intercambio.
En ese momento sintió que alguien llamaba a la puerta y tras cesar los golpes Dean apareció con una bandeja de madera en sus manos, en ella trasportaba dos tazas de café caliente, tostadas y adheresos:
—Hola, ¿quieres un poco?...
—¡Gracias, qué hambre! —exclamó el menor haciendo lugar inmediatamente en la mesa, aquello le había significado tocar el cielo—.
—Pon sólo mermelada por las dudas... —le aconsejó el mayor por si su estómago estaba aún un poco delicado—.
Él sonrió por toda respuesta y lo hizo, luego de darle un buen mordisco al pan tostado con mermelada de fresas apuró un trago de delicioso café caliente.
—¿Entonces... tienes algo? —preguntó finalmente Dean—.
—Al parecer no existen registros entre los hombres de letras, de la primera espada o la marca de Caín, pero a un nivel más general, se trataría de un tipo de entidad parasitaria que opera a partir del trino principio... —el rubio levantó una ceja interrogativamente y Sam continuó— primero se vincula a un objeto y luego a su portador... es un doble anclaje, por lo que tienes que pensar en destruir el objeto antes de poder lograr con éxito el desarraigo del soldado demoníaco.
—Sólo que aquí hablamos de un general infernal con un arma indestructible —soltó el mayor profundamente desanimado—.
—Sí, bueno... sabemos que nada es realmente indestructible... siempre hay letra pequeña, así qué... sólo es cuestión de encontrar la herramienta indicada ¿la idea de asesinarme vino a tu mente en algún momento? ¿algún impulso o imágen, una voz malvada en tu cabeza o susurrándote al oido, o algo...?
Sam lo preguntó de una manera tan natural, como si se tratara de un médico buscando síntomas.
—¡Por Dios, no! —respondió Dean preocupado de que él pudiera no creerle—.
—¡Si me decías que sí estábamos jodidos...! —lanzó su hermano satisfecho—.
Con ganas de llorar, el mayor estuvo a punto de pedirle que le prometiera que si en algún momento tenía que matarlo para salvarse lo llevaría a cabo, pero entonces recordó que la espada no lo dejaría morir y se quedó callado, por otra parte ver al menor tan enfocado y seguro le proporcionó la suficiente serenidad como para preguntar sin que su voz diera el menor indicio de sentirse mal:
—Te ves confiado... ¿cuál es el plan?
—Si Castiel no conoce a nadie de confianza el cielo quedará descartado, el infierno automáticamente lo descartaré, pero en otras culturas existen también conocimientos, técnicas y artefactos, no estamos venciendos ni mucho menos, tenemos Alquímia... Chamanes Centroamericanos, Ocultismo Oriental, los Wiccas, Egipcios, Griegos... la lista es bastante extensa, y supongo que lo más sensato, si eres un amateur en la magia es buscar tutores Wiccas. Aunque tengo pensado que no puedo introducirme en un círculo así sin conocimientos de ninguna índole o no me van a ver como alguien con potencial, así que voy a empezar pidiéndole a Cass que me recomiende algunos libros de filosofía Oriental si es posible relacionados a la magia.
—¡Entiendo, qué interesante, definitivamente me apunto en tu club de lectura! —expresó el mayor con aparente entusiasmo mientras por dentro rogaba que Sammy no quisiera apartarlo-.
—¡Genial —sonrió— cuando me toque practicar convertir alguien en sapo lo tendré fácil—.
—¡¿De verdad, Harry Potter?!
—Tal vez un chihuahua... —divagó por un momento pensando en cuanto le gustaría al mayor estar en brazos de una rubia veinticuatro siete— no... el sapo es perfecto... —volvió a la idea original sólo por fastidiarlo también en su imaginación—.
—Para eso tendrías que dar en el blanco primero... pero como ciertamente soy más rápido -propuso Dean- lo que sucederá es que te convertiré en un caracol por las próximas dos semanas... de hecho serías uno muy bueno ya que ambos tienen la misma dieta, solo hojas verdes.
—Piénsalo Dean, una vez que te echan el conjuro del "príncipe sapo" automáticamente adquieres la capacidad de encontrar el verdadero amor en donde quiera que se encuentre —continuó Sam con su delirante fantasía-—.
—Yo ya encontré al amor de mi vida —dijo poniendo mermelada de arándanos sobre su tostada con queso crema— además para besar a un sapo no necesitas amor solo una dosis de LSD (una potente sustancia alucinógena).
Toda aquella situación era increíblemente cálida, y Sam sabía que el amor de la vida de Dean no era una persona, sino todos esos momentos memorables que ocurrían estando juntos. Era clara como el agua su vocación para cazar, misma que le venía de sangre. Que con un caso y una bebida, no necesitaba nada más para sentirse pleno, era algo que Sam no podía dejar de percibir en él, no obstante mirando hacia adentro, el apenas podía sentir una incipiente conexión con los hombres de letras a los que había pertenecido su abuelo paterno, mientras que en realidad nunca había dejado de habitar en él, la memoria demasiado fresca aún, del viaje en el tiempo donde el demonio de ojos amarillos le mostró los últimos minutos de la vida de su madre, como su llanto había desencadenado el horrible final de Mary, como de no haber llorado, este hubiera podido marchar sin hacerle daño y se sentía terriblemente responsable.
Después de aquella divertida merienda a Sam le apeteció tomar una ducha caliente y mientras se encontraba bajo esa deliciosa lluvia que lo abrigaba, sin querer tuvo un recuerdo de Crowley besándolo y rozándolo por debajo de la camisa.
¡¿Pero porqué tenía que pensar en ese hombre y más aún, sentir ese deseo tan fuera de lugar en su propio universo conceptual?!, se reprendía a sí mismo-.
Ciertamente él no era homofóbico pero había dejado ese mundo atrás hacía años, cuando había decidido instalarse en la normalidad. Esto le hacía pensar hasta qué punto no era él el responsable de que la marca no hubiera sucumbido, después de todo no podía autoengañarse, solo la primera vez entregarse a Crowley había resultado cien por cien un sacrificio.
Fuera lo que fuera entendía que no tenía vuelta atrás ni resultaba útil seguir pensándolo.
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Después de haber recorrido de una punta a la otra el infierno, administrado las diferentes tareas e impuesto los pertinentes tormentos, el rey encontró un espacio de soledad que aprovechó para sentarse en su trono.
Cerca de él, y puesta a la mano por su mayordomo, una pequeña mesita con un juego de té de plata labrada, reliquia de la edad oscura, aguardaba junto a unas tentadoras galletas de manteca y bizcochos. Con una extraña mezcla de placer y displacer dentro de él, tomó la tetera y al volcar el contenido, el delicioso aroma frutal ascendió rápidamente. Un poco de azúcar y se reclinó hacia atrás, sujetando la vajilla cerca de su cuerpo ya cómodamente instalado.
El recuerdo de su encuentro con la reina de "Los Cuervos" acudió a su memoria.
FLASHBACK
—¡¿Qué es esto?! ¡Otra vez está pasando...! —se quejó Crowley que en ese momento se encontraba solo en la intimidad de su cuarto, abriendo y cerrando repetidamente la mano derecha a causa de un hormigueo y sensación de frío en el brazo—.
Súbitamente el cuadro empeoró de forma exponencial cuando su poder comenzó espontáneamente a abandonarlo. Como proyectiles decenas de formas incorpóreas fueron catapultándose a toda velocidad a través de los dedos de su mano derecha, o por ósmosis desde el interior de su espalda y pronto la habitación se llenó de zombis incorpóreos mirándolo con sus expresiones vacías. Sus miradas eran inquietantes, aunque de momento no se movieran. Su catástrofe personal parecía inevitable cuando por el rabillo del ojo distinguió una sombra oscura saliendo desde dentro del enorme espejo en la pared ligeramente detrás de su campo visual.
Entonces al enfrentarla vió que se trataba de una hermosa joven, que aparentaba unos veintidos años de edad, de largos cabellos color avellana, ojos verdes, tez pálida y labios finos ligeramente sonrosados.
Su largo vestido negro, ajustado a su esbelta figura de estatura media, no tenía mangas sinó que era en la parte superior como un ajustado corset, y en el centro del mismo a la altura del busto, una enorme piedra de rubí incrustada.
También tenía lo que parecía ser una corona de plata sobre su cabeza, pero era un detalle completamente sutil y delicado.
La misteriosa dama abandonó su puesto avanzando directamente hacia él, mientras lo hacía le dirigió estas palabras:
—Soy la reina Toledana, de la Orden de Los Cuervos, y traigo un mensaje.
La reina tocó su pecho. Crowley sabía que en el estado en que se encontraba era absolutamente vulnerable y creyó que había venido a terminarlo. Finalmente las almas fueron absorbidas hacia el interior de la joya y posteriormente redirigidas hacia él, quien una vez más se vió revestido de enorme poder y fuerza.
Recobrando toda su confianza y ademanes gentiles tomó la mano de su salvadora galantemente:
—Usted dirá, a que debo el honor de tan alta visita su majestad.
—Estoy aquí para advertirle, para hablarle del porqué del fenómeno que acaba de experimentar hace un momento -explicó la joven- ahora mismo mientras hablamos la luz de la esperanza se encuentra atrapada en "La Jaula" la prisión de Lucifer, la dimensión más remota de la existencia.
—¿La luz de la esperanza?... —volvió a repetir un poco más despacio el demonio, en tono reflexivo—.
—Su contraparte mi lord, el rey blanco, y se está debilitando muy rápidamente. Luz y oscuridad son la materia prima que da origen y permanencia a cada cosa que existe, el rey blanco y el rey negro sostienen la realidad, si uno de los dos faltara entonces no habría nada, el silencio absoluto.
—¿Eso es lo que Lucifer pretende entonces? ¿Acabar con el principio mismo de la luz? ¿Una destrucción de la realidad a nivel sub atómico? No tiene sentido... eso también lo destruiría a él..
—Lo malo es que Lucifer no desconoce que es a través del rey blanco que los milagros llegan y se manifiestan en todas las realidades. Él entiende que si lo destruye su prisión dejará de existir y será libre, no comprende los verdaderos alcances de este acto.
—Y aún si lo sospechara no tendría nada que perder —reflexionó Crowley al respecto—.
—Por eso me atreví a venir a su presencia. A pedirle que intervenga para detener esta locura —casi rogó la dama—.
—Déjelo en mis manos señora mía, me encargaré personalmente de que sea liberardo de inmediato.
Fin del Flasback.
Sobre la taza de té que estaba hasta la mitad, pudo ver la imágen de Sam leyendo un libro junto a Dean los dos acomodados uno frente al otro en la cama del menor. Siete esferas de luz muy pequeñas giraban a su alrededor.
De cuando en vez Dean levantaba un poco la vista por sobre las páginas y lo espiaba estudiando sus expresiones. Evidentemente el libro le había atrapado.
Crowley apenas podía esperar para volver a estar a solas con el castaño.
Una vez más volvió a preguntarse si la estupidez de querer ligar con Dean no habría sido alguna extraña consecuencia de la sangre Winchester que aún corría en sus venas haciéndolo sentir conflictuado y cruelmente atraído por los hermanos.
Entonces volvió a centrar su atención en Sam, lo vió quedarse dormido involuntariamente aún sujetando firmemente las páginas.
Dean que había estado esperando que eso ocurriera, lo acomodó un poco mejor y luego salió a darse un baño.
La notebook estaba apagada con la pantalla levantada, el demonio la encendió a distancia y en lugar del fondo de pantalla de siempre apareció una pantalla blanca, extremadamente brillante.
Entredormido, el menor abrió los ojos y la extraña pantalla blanca llamó su atención de inmediato, por lo que se bajó de la cama y torpemente caminó a la mesita del escritorio, sentándose frente al monitor. En el costado superior izquierdo pudo leer:
K.O.H: ... ¿Estas despierto?...
En un primer momento creyo que estaba ante un típico fenómeno de fantasmas, hasta que reparó en que las letras conformaban una sigla: la sigla de King of Hell.
"No mucho..." Tipeó en el teclado y al apretar ENTER su frase apareció escrita debajo de la anterior con una letra S antecediendo el mensaje.
K.O.H: Lo estuve reconsiderando y puedo otorgarte un pase vip para mi biblioteca personal esta noche...
S: También estuve pensando y creo que voy a dejar esa opción como último recurso. Te lo agradezco de todas formas.
K.O.H: Ok, supongo que lo merezco...
S: Adios.
Ni bien terminar de tipearlo se levantó y a los pocos segundos, tras él, la pantalla se apagó dejándolo a oscuras. Sam regresó a la cama y apenas su cabeza tocó la almohada se durmió profundamente.
Crowley se quedó sentado, incómodo y desconforme con la negativa.
Por un lado sabía que dejar las cosas como estaban era lo más sensato, pero la sensatez se había esfumado tan rápidamente como solía ocurrir en las almas de los Winchester ante una crisis personal. Para no despertar sospechas el rey se movió hasta la recámara del Portal de Espejos, decidido y convencido de poder razonar con el complicado y atractivo joven.
A nadie le extrañaría verlo entrar ahí, pues lo usaba con gran frecuencia.
Desde el portal podía ver a través de cualquier espejo q el quisiera como a través de una ventana y pasar a ese espacio en el momento que así lo decidiera.
Después de unos minutos por fin llegó, tocó la superficie del portal y pensó en Sam. De repente pudo verlo recostado y también notó que las siete partículas se habían al menos triplicado en el lapso de unas pocas horas.
Estaba a punto de entrar al cuarto cuando Dean abrió la puerta. Unos ojos rojos se apagaron en el espejo antes de que el mayor pudiera reparar en él. Cuando lo vió acercar una silla supo que pasaría toda la noche despierto custodiando a su adorado hermanito. La frustración del demonio fue tan grande que su energía negativa hizo mella en el vidrio. Solo que con la oscuridad y los ruidos propios de la noche, Dean no notó nada raro.
Nota de la escritora: Crowley estuvo siguiendo de cerca a Sam pero no intervenía en sus días de padecimiento porque esas luces, salvo que le parecían extrañas nunca le significaron nada en particular. Nadie tenía idea acerca de la existencia del rey blanco con excepción de Lucifer y el planeta tierra que és, en sí mismo, una entidad con conciencia tambien.
Los cuervos son una comunidad de vampiros filántropos. Si bien ellos necesitan de sangre para llevar una vida saludable prefieren obtenerla de personas moribundas a las cuales ayudan a pasar el trance de la muerte sin temor y sin dolor. Son valientes, piadosos, poseen altos ideales y ponen su elevada espiritualidad al servicio de la ayuda al ser humano.
Su patriarca es el Rey Lionel, quien tiene dos hijos varones a quienes adoptó previamente haberlos convertido. El primero (y el mayor de los dos) Lucian, aparenta 26 años y el segundo Harrison solo 19.
El Rey Lionel era un vampiro común que quizo darle un sentido diferente a su vida previo haberse enamorado de una mujer q falleció víctima de una enfermedad repentina mientras él se encontraba llendo a buscar medicamentos. Al momento de su muerte, ella llevaba, y lo hacía siempre desde el primer día, una piedra enorme de rubí que él le había regalado. Por un misterio su alma no se elevó al morir sinó que quedó alojada dentro de la piedra. Cuando Lionel buscó ayuda para liberarla una sacerdotiza Cátara con habilidades psíquicas le dijo que ella había muerto queriendo convertirse en una inmortal como él, por lo cual había quedado ligada a aquel objeto amado, y que cuidaran de ese objeto porque su esposa estaba destinada a reencarnar a través de la sangre del rey, en algún momento del tercer ciclo.
Desde ese momento el rubí fué nombrado por ellos como el huevo. Custodiado y alimentado día tras día con la sangre de Lionel.
El huevo entró en actividad el mísmo día que Sam se llevó con él a Lucifer dentro de la jaula, y Lionel tuvo a una hermosa bebé en sus brazos a las pocas semanas. En menos de un año ella ya había alcanzado lo que sería su apariencia adulta y había desarrollado el don de la clarividencia.
Así la tierra encontró quien interpretara su pedido de ayuda.
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