De cazería otra vez
-¿Qué tenemos? -preguntó el castaño-.
-Desaparición de personas... familias enteras... durante un período de ocho años, en una casa de fin de semana en New Hampshire, quien sabe... tal vez algo ahí adentro pueda desaparecer la marca.
-Y a nosotros con ella de seguro..
Ignorando ese pequeño comentario pesimista (Dean no creía ni remotamente en esa posibilidad) continuó:
-Mi diagnóstico... el Necronomicón debe estar ahí dentro...
-¿Estás pensando que eso existe y que podría haber algo?... ¿un hechizo...? -preguntó el menor seriamente.
-El Necronomicón no existe -le aseguró él entonces- y tú no deberías tener cosas así en mente -agregó- dije que quería patear traseros de ojos negros y es lo que haremos en ese lugar, necesito desesperadamente hacer algo de ejercicio.
-No se diga más, estoy listo para pasar un fin de semana de locos en una casa embrujada para hacerte feliz ¿Empaco la ouija? -.
-Ya está en mi mochila -le respondió Dean-.
Sobre las siete p.m. llegaron al lugar.
Se veía completamente normal, la heladera había sido enchufada por el personal de la inmobiliaria que le había tomado al mayor la reserva, asi que Dean solo tuvo que descargar en ella las cosas que habían comprado en el super y se puso a cocinar.
-Huele delicioso -expresó Sam sentado a la mesa frente a la computadora-.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó su hermano-.
-Estaba repasando el marco histórico para tenerlo presente. Al parecer todo está tranquilo, me gustaría echar un vistazo a los alrededores antes de que la claridad se acabe... -un crugido se escuchó entonces a través de la ventana entre abierta de la cocina que hizo que Dean apagara la hornalla y quitara el seguro de su arma- y de paso verificar qué provocó ese ruido...
-Espero que se trate de algún animal... -respondió su hermano y ambos salieron armados de la casa.
En el jardín no encontraron ninguna forma de vida pero si una especie de atrapasueños colgando de la rama de uno de los árboles, los dos estaban seguros de que no lo habían pasado por alto la primera vez.
Claramente parecía un artefacto indígena. Había un símbolo extraño delineado en el patrón del atrapasueños.
Cuando Sam lo investigó con ayuda de internet descubrió que se trataba de una inscripción que prohibía a los extraños permanecer pues se trataba de un lugar sagrado.
-Qué vengan a intentar sacarme... -no dudo en expresar Dean al enterarse de la advertencia.
-Para personas inocentes esto no sería más que un atrapasueños puesto en un árbol, poco más que una broma -reflexionó Sam-.
-¿Entonces qué, estamos parados sobre las ruinas de un antíguo cementerio Mic Mac? -preguntó el mayor referenciando la película "cementerio de animales".
-Este era un centro de convivencia pacífica de diversas tribus indígenas pero antes de eso hubo muchas batallas, todo parece indicar que se trataría más de un caso de fantasmas.
-No hubo alteraciones en el campo electromagnético, lo comprobé cuando te tiraste a descansar hace un rato -le informó el mayor-.
-A lo mejor no estaban en casa en ese momento... -sugirió Sam-.
-Tienes razón, estaban haciendo manualidades... -dijo haciendo referencia al atrapasueños hecho con trozos de ramas y con piedras incrustadas-.
La enorme incubadora que vió moverse en el techo sobre la cabeza de Sam y salir por la ventana, le confirmó que no estaba errado respecto a los demónios, si alguna vez había habido fantasmas en ese lugar habían salido de la preparatoria de "ser más espeluznantes todavía" hacía muy poco tiempo.
Ojos negros, o tal vez de otros colores, recién graduados, los estarían esperando y Dean estaba listo para cuando decidieran aparecerse.
-Mejor comamos, esta podría ser nuestra última cena -agregó el mayor a modo de chiste y Sam estuvo de acuerdo-.
Nada los interrumpió pero como a las una de la madrugada Sam se dió cuenta de que Dean estaba muy cansado y lo mandó a dormir un poco.
Sin gustarle demasiado la idea el mayor terminó sediendo, no sin advertirle al más joven que lo despertara ante el menor problema, pues había percibido olor a azufre en el baño (con esto evitaba explicarle acerca de la enorme tarántula de dos veces su tamaño que había visto escapar por la ventana).
Para que se quedara tranquilo el menor delineó un sello de protección anti demonios que casi abarcaba la habitación entera y se quedó sentado en una silla cerca de Dean.
A los veinte minutos, rompiendo la tranquilidad de la noche, Sammy empezó a oír tambores lejanos, cada cinco minutos el sonido aumentaba de intensidad, hasta que empezó a sonar como terribles y salvajes golpes en la puerta, por lo que Sam no tuvo que despertar a su hermano.
-¡Ven a sacarme! ¡Te estoy esperando puta! -le tiró Dean sabiendo que el sello anti demonios los mantendría a distancia.
Los tambores sesaron, y al cabo de un corto silencio, los golpes en la puerta se volvieron más violentos, y pronto se abrió dejando entrever una figura humana oscura, como un indio Siux.
Tenía un antifaz de pintura negra sobre el rostro, el pelo largo ligeramente ondulado recogido en una media cola y un tocado de plumas, posiblemente de águila, asomando por detrás en la cabeza, en uno de sus brazos, tenía pintada una franja roja, su expresión era amenazante y su mirada como la de un cazador que hubiera escogido una presa, Sam tragó duro al notar sus intenciones. pronto aparecieron más luego de que el primero desgarró el piso de madera con un hacha de mano rompiéndo la integridad del sello. En un abrir y cerrar de ojos estuvieron rodeados.
El menor volteó a ver a su hermano, tenía los ojos completamente negros y la espada de hueso en mano. Con un movimiento rápido Dean atravesó al espectro que tenía detrás, con su arma, haciéndolo pronto desaparecer. Antes de que pudiera procesar lo que había visto, Dean volteó de nuevo y sus ojos eran verdes, haciéndole dudar de su percepción anterior.
El indio que había observado a Sam con ansias de sangre, era alguien diferente. Él era el guardián de aquel lugar sagrado, todos los demás en torno a ellos eran demonios (Dean medio demonio, por lo tanto un poco más manejable) y el espíritu protector, sólo podría expulsar a esos indeseables intrusos activando la marca que había en el suelo, mediante un sacrificio humano, siendo Sam el único ejemplar a disposición.
Así mientras la espada de hueso seguía cosechando fuerzas a través de la asimilación de demonios, el indio logró apresar a Dean contra la pared mediante un sello y abordó al castaño encontrándo en él resistencia.
Entonces el nativo sopló un polvo blanco sobre su rostro, que Sam no pudo evitar que entrara en su sistema.
La idea era atontarlo para poder terminar con él, pero entrando en estado alterado, lo que ya había empezado a despertar en el interior del castaño, se había liberado por completo, desplegándose en él la consciencia expandida.
Entonces notó, que los demonios estaban ligados a determinados objetos presentes en la casa, y por supuesto, por el mensaje descubierto en el atrapasueños, supo que estaban en un lugar sagrado, lo que implicaría, la presencia de una marca anti espíritus malignos en algún lugar cercano,
Manteniendo a todos los presentes lejos de él por la fuerza de su poder mental, pronto identificó el punto exacto de la marca, estaba precísamente en ese cuarto, y haciéndose un corte en la muñeca con la daga que siempre traía a mano, la dejó caer sobre el símbolo, activándolo sin necesidad de entregar su vida.
Para el momento en que este acto había sido realizado, los objetos a los cuales los demonios estaban aferrados habían sido reducidos a trocitos por la voluntad de Sam actuando sobre la materia, por lo cuál no habían tenido asidero los mismos para resistir el poder del sello.
El despliegue de energía alrededor del chico había causado múltiples daños materiales, la alfombra del cuarto... ventanas, paredes, muebles, lo que no estaba rasgado estaba roto.
Sam había pensado que el cazador Siux sería expulsado, pero el guardián lo miró fijamente, y viendo en él ahora a un ser divino, un guardián de la tierra, retrocedió en una profunda reverencia en señal de respeto, en la que no le quitó los ojos de encima, y con una última mirada de aprobación se marchó.
Sam miró hacia Dean y este quedó liberado, el castaño se incó de rodillas en el suelo, tocándose la cabeza un poco adolorida y aún sintiéndose raro.
-Sammy ¿estás bien?...
-Ese polvo blanco... creo que me dió alguna clase de droga... me siento algo cansado... confuso... pero el efecto debería retirarse en quince o veinte minutos...
-No te duermas, ¿sí? -le puso Dean la mano en el hombro. Un segundo después reparando en su entorno agregaba- espero que un terremoto se desate al otro lado del oceano en un par de horas, así no tendremos que responder por este desastre... -su sonrisa divertida dejaba entrever que no le interesaba realmente-.
-Intentaré repararlo -le respondió Sam que se encontraba en estado de somnolencia- y haciendo movimientos con las manos de aquí para allá acabó restaurando lo roto (le tomó Diez minutos), en todo ese tiempo Dean no dijo nada por no quitarle concentración.
-Genial, quedó como si no hubiera pasado nada... -agregó cuando el castaño acomodó la última pieza- ahora espero que ese terremoto no ocurra mientras estemos dentro de la casa...
El rostro cansado del menor se iluminó con una pequeña sonrisa, y para sus adentros pensó, que no dudaría en sostener toda la estructura en derrumbe por una hora con tal que Dean no saliera lastimado.
-Tengo sed... -soltó de repente Sammy-.
-Vamos a la cocina -lo tomó Dean para ayudarlo a levantarse y lo llevó a sentarse a la mesa.
Viendo al menor con una actitud triste y lejana cuando le acercó el vaso de agua, le dijo:
-¿Te sientes mal...?
Sam negó con la cabeza.
-Dícelo a tu cara...
-Ya sabes... yo... creí que había dejado de ser el monstruo que creó Azazel...
-No quiero que vuelvas a decir eso, no seas injusto contigo... acabas de salvarnos la vida, además tener este tipo de habilidad no te convierte en un monstruo sino en un chico "x"...
-¿Un mutante? -otra vez volvió a sonreír el menor tímidamente-.
-Hay más personas como tú, que pueden mover cosas con la mente, no es algo de monstruos, definitivamente estoy seguro de que es algo de humanos... si tienes miedo de lastimar a alguien, y es natural, busquemos a quien halla atravesado lo mismo para que te enseñe a controlarlo...
Refugiándose en su hombro y aferrándolo, le confesó de corazón:
-No quiero volver a hacer esto...
-Sólo estabas muy asustado ¿sí?... Y ya no hay nada que temer, todo está bien ahora... -respondió Dean tranquilizador.
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