Buscando a las hadas
Lo ocurrido el día anterior en la cafetería le había dado a Sam una nueva perspectiva de cuan rápido podía irse todo al demónio, y en lo más profundo el Winchester rogaba hallarse en la víspera del final de su búsqueda.
Ya le había pedido a Gray por Wassap el número de teléfono de Missy, solo debía esperar que Dean se hubiera ido a trabajar para llamarla, y con algo de viento a favor, poder encontrarse con ella esa mísma noche.
Por la tarde, antes de que cenaran, inesperadamente un texto del rubio le avisaba, que la mujer se encontraba en terapia intensiva tras haber sufrido un accidente.
Un sentimiento de temor y de preocupación lo invadió, era como si el mal hubiese averiguado sus intenciones, pero no iba a dejar de acompañar a Travis en esa situación difícil, por lo que le avisó a Dean, que tenía que ir a la clínica con él, pues la tía de un amigo había sido internada y estaba grave.
El rubio se abstuvo de reprimirlo porque lo notaba muy triste, pero no le gustaba ni le parecía sano que Sammy tuviera esa clase de amigos, que ya lo habían metido en problemas la última vez.
-Me encantaría poder conocer a tus amigos... -escapó sin querer de sus labios-.
-Lo harás, en cuanto podamos resolver esto, te lo prometo -le respondió el menor-.
En la clínica, los tres jovenes Wiccas se encontraban juntos, aguardando fuera de la sala a que le dieran a Travis el último parte médico de esa jornada. Sammy fué directo al castaño y lo abrazó muy fuerte, a lo que éste respondió abrazándolo igualmente. Los ojos del Winchester estaban húmedos y su voz cargada de dolor cuando le dijo:
-Lo siento tanto...
-Gracias Sama -respondió él-.
-¿Qué pasó?... -quiso saber el menor-
-Perdió el equilibrio y se golpeó en la cabeza... si tan solo hubiera estado un poco más cerca podría haber evitado que se lastime- su relato trajo sin querer otra vez a la mente de Sam el recuerdo de cómo el Arcángel Methatrón había atravesado a Dean con la "Primera Espada" durante un enfrentamiento entre los dos, y el no había llegado a hacer nada por encontrarse demasiado lejos, así como el recuerdo de los últimos instantes del rubio, antes de que el demonio de la espada se apoderara de su cuerpo y alma tras su muerte, sensibilizándolo aún más -fué en la cocina... -terminó Travis la idea- sólo fui por un segundo a la habitación de al lado...
En ese momento un médico se asomó a la puerta y llamó su nombre para hacerle entrar a recibir el parte.
Al salir todos tuvieron la mísma reacción, interrogando a Travis al unísono:
-¿Qué te dijeron?
-Van a mantenerla en coma inducido hasta que empiece a desinflamarse el golpe, para minimizar el riesgo de un derrame cerebral... más o menos es lo que conseguí entender.
-Esta clínica tiene excelentes profesionales, estoy seguro que harán lo posible... sinceramente espero que se recupere pronto -nació de Sam decirle a su amigo-.
-Gracias Sama... -dijo conmovido tomándole por un momento la mano-.
-Estaremos orando permanentemente... -agregó Gray, quien le apretó el brazo por un momento como una expresión física de afecto.
-Mañana quiero que vengas a verla... -le respondió Travis- tu presencia le hará muy bien, estoy seguro... te has convertido en un padre para todos nosotros.
-Solo soy uno más... -dijo en alusión a que no era realmente alguien tan especial-.
-Siempre serás un guía, incluso si decidieras dejar la comunidad, sé que esa es tu verdadera naturaleza... -le marcó el castaño
para reforzar su postura de que Gray había crecido mucho como brujo-.
El poder de Anatema había puesto sobre Travis un camuflaje energético, confiriéndole una apariencia brillante y normal a su campo áurico que ya era en un noventa por ciento,una oscuridad tan densa, que casi parecía sólida, y que por supuesto, ella administraba.
Además estaba interviniendo a Gray para que pasara por alto cualquier sospecha, con el fín de frenar sus molestas y constantes intromisiones, ya que no dejaba a Samaél, ni a sol ni a sombra en ninguna reunión.
-Ya no hay nada que hacer aquí hasta la mañana... ¿les gustaría que fuéramos por unos tragos aprovechando que estamos juntos? -los invitó el jardinero-
-Por supuesto, hagámoslo -aceptaron inmediatamente la invitación subiendo pronto a su camioneta.
Cuando Ty se llevo a Gray a la pista de baile, luego de haberle echo beber bastante, Travis le expresó su preocupación a Sam, que se encontraba en silencio y cláramente afectado.
-¿Qué sucede Sama...?
-No es nada, no te preocupes...
-¿Tienes algún problema?... -insistió el castaño-
-Sí, bueno... más o menos... -le respondió tímido el Winchester sacando su teléfono, para mostrarle la foto y contarle la misma historia que le había dicho a Gray-
Iba a mostrárselos a Missy para consultarle si ella sabía algo, parece alguna clase de conjuro...
Ahora Travis comenzaba a vislumbrar el sendero de su venganza y tuvo que contener su felicidad delante de él-
-De hecho se me hacen familiares esos símbolos... -le confesó- me parece haberlos visto antes... en el libro de las sombras de mi abuelo... -.
Cada Wiccano poseía su propio libro de las sombras, una especie de diario en el que llevaban por escrito sus investigaciones místicas y los hechizos que iban desarrollando, a su muerte, el libro pasaba a la familia del difunto o bien a la comunidad.
-Podría echarle un vistazo cuando llegue a casa y avisarte si descubro algo -ofreció el jardinero enseguida-.
-¿Harías eso por mí? -dijo el menor conmovido y valorando profundamente su gesto-.
-Oye... lo que sea por mis amigos... además jamás me canso de leer ese libro -le sonrió-.
-Bueno... veremos que pasa... -dijo el Winchester con cierta resignación-.
-No sirve de nada estar preocupado... todo se arreglará, ya lo verás, solo es cuestión de tiempo... -lo animó Travis.
Sam pensó que ojalá y él tuviera tiempo, pero también pensó que Travis tenía razón y pudo liberarse un rato del peso de la ansiedad entre la comida, la música, la cerveza y las locuras de sus amigos.
Luego de dejar a Tyler, a Gray y Sam en sus respectivas casas (a éste último en la de Robin) mientras conducía de regreso, Anatema se le apareció a Travis en el auto.
-Reconocería la letra de mi señora en cualquier parte -se dirigió a la deidad en un tono íntimo, mientras no perdía de vista el camino-.
-Sam Winchester está buscando a las hadas... -le dijo la bella y despiadada criatura con alegría y templanza- es hora de que nos encuentre.
Una hora después de haber sido devuelto a la casa de Robin, desde donde se había regresado en un taxi, semi recostado en su cama, el menor recibió un mensaje de texto:
"Lo encontré, mi abuelo dibujó el diagrama completo... es un antiguo sello de protección, se utiliza para combatir entidades malignas, absorbe la energía negativa y la desata en tierra donde es neutralizada... ahora tu clan puede estar seguro de que cuentan con poderosos aliados allá afuera... Este sello data de antes de la aparición del lenguaje escrito, se cree que es un extracto de las Crónicas de Ávalon, el grimorio de la reina de las hadas, y que pudo haber llegado a la tierra durante la "Guerra Remota", en la edad oscura". Cuando los unicornios y otros seres místicos comenzaron a peligrar por las recurrentes amenazas de magos y orcos, que los utilizaban en sus rituales matándolos en altares de sacrificio"...
Ahora Sammy sabía que había todo un libro de hechizos, las Crónicas de Ávalon, y su objetivo era tratar de encontrarlo, y luego a alguien que pudiera interpretarlo, eso sonaba como más tiempo del que tenían y lo deprimía un poco, pero tal vez Crowley conociera un modo de hacer las cosas más fáciles, aunque ponerlo en contacto con un libro como ese, podría resultar en que se lo robara, después de todo su verdadero objetivo era ser cada vez más fuerte.
Así se debatía entre tantas preocupaciones hasta que decidió responder a Travis su mensaje:
"Y finalmente los unicornios desaparecieron...🙁"
"Yo creo que están en Ávalon... ¿te imaginas estar ahí Sama? ¿rodeado de Unicornios, Dragones y tal vez seres que ni siquiera imaginamos?..."
"Creo que me sentiría como Dorothy en el mago de Oz, porque iría hasta el castillo de la reina de las hadas para pedirle que me ayude a volver a casa"...
"Yo sería el hombre de ojalata... a veces me duelen tanto la espalda y las rodillas que me parece que están oxidadas 😄😉." -si Sam no hubiera creído ciegamente en él, podría haber notado la referencia de que el Hombre de Ojalata quería tener sentimientos. Al poco le envió un segundo texto-.
"Sama... ¿puedo contarte un secreto?... las Hadas son reales... las he visto... he hablado con ellas..."
"¿Estás seguro de que son Hadas? Podrían ser otras cosas haciéndose pasar por hadas..." -le respondió preocupado-.
"No... estoy bastante seguro de que no es un engaño... mañana iré a ver a mi amiga para pedirle consejo, tal vez las hadas conozcan alguna forma de asegurar que mi tía despierte y se recupere... no puedo volver el tiempo atrás y evitar que ocurra, pero tampoco puedo quedarme de brazos cruzados" -Sam estaba en la misma posición con Dean, por lo que lo comprendía perfectamente-.
"No voy a estar tranquilo dejándote ir solo, algún animal podría atacarte... ¿a qué hora nos encontramos?"...
"Pensaba salir de casa a las siete..."
"Perfecto, pasaré por tí"
"Sama... no es que me molestaría ir contigo, pero mañana por la noche vuelves al trabajo y he hecho esto sólo una docena de veces".
"Lo sé, pero... no creo mucho en las casualidades, y si decidiste contarme esto, y sé que no se lo has dicho a nadie, quizá de algún modo... es porque tengo que estar ahí".
"Sentí que tal vez ellas podrían saber algo más acerca de tu problema y ayudarte a resolverlo, creo que por eso me atreví a decírtelo.
Además después de haber visto ese símbolo, sabes que és cierto, que no estoy loco..."
Sam no solo había visto los símbolo sinó que había experimentado su enorme poder en las manos correctas.
De alguna forma el también tenía la esperanza de que las hadas quisieran ayudarle, después de todo ese hechizo había sido diseñado específicamente para pelear contra fuerzas oscuras, y si bien no había sido suficiente para detener a pesadilla la última vez, aún podía haber conjuros más poderosos entre las páginas de las Crónicas de la Reina de las Hadas.
A las siete en punto los dos subieron a la camioneta y se internaron en el bosque de siempre, dirigiéndose hacia el claro.
Dean ajeno a ésto desayunaba tranquilamente con su hombre, al que no podía dejar de admirar y del cual se estaba enamorando más a cada segundo, tanto que la cacería había pasado para él a un último plano. Las prioridades de Dean habían cambiado, primero Sam, después Lucian, luego investigar una posible cura para la Marca de Caín que lo mantenía prisionero de la Primera Espada y cazar solo si merecía la pena tomarse la molestia.
Ya en el claro Travis abrió un libro de aspecto muy antíguo y muy interesante justo sobre la marca que había dejado y pronunció palabras en una lengua desconocida.
Terminó de decirlas y tras un instante de profunda calma el viento comenzó a soplar como un augurio sobrenatural.
De la nada apareció una joven de sin igual belleza que encarnaba en sí misma la viva imagen de la inocencia.
Ella no dijo nada y miró a Sam con profundidad, como si no supiera como reaccionar ante él, y ante esta criatura tan pura el Winchester quedó impresionado. Un segundo después entendía que estaba delante de un hada de verdad y olvidando a Travis las palabras escaparon de sus labios desesperadas y sinceras:
-Necesito ayuda...
Pero entonces la hermosa visión, que no era sino Anatema disfrazada, abrió la boca y en lugar de hablar, una centella de luz azul emergió de su garganta entrando como un disparo directo a la garganta de Sam, quien inmediatamente comenzó a sentirse raro, además de asustado, y pronto calló al suelo en donde acabó por desvanecerse mientras sus pensamientos volaban hacia Crowley y hacia su hermano.
Travis sonrió, Anatema le había prometido que le haría ver a través de sus ojos para no perder detalle del dolor de Dean. Volvió a entrar en su camioneta y adoptando nuevamente el papel del chico bueno contactó a Robin por teléfono:
-¡Robín... Samaél... algo nos atacó en el bosque... necesita ayuda... creo que esto es algo de cazadores... esa cosa no era humana...!
Cuando el llamado de Robin entró en su teléfono, Dean acababa de dejar a Lucian en el departamento.
Conduciendo a toda velocidad estuvo en el bosque en veinte minutos.
Bajó del auto y corrió hacia el claro, en dirección a una luz azul que destellaba a través de los árboles gritando el nombre de su hermano con desesperados deseos de oír su voz.
Al llegar un montón de espinos se alzaron desde las profundidades de la tierra en torno de la bella luz azul.
-¡Castiél, donde m*** estás, te nececito por un maldito minuto! -rogó prácticamente fuera de sí, quien había estado llamándolo y contándole su situación desde el auto-.
-Aquí estoy Dean, perdón por la demora, qué le ocurre a Sam exactamente-.
-Estaba yendo a verificar que es esa luz y este alambrado me bloqueó el paso, ¿puedes ver si Sammy se encuentra ahí? dijeron que fué atacado en este lugar y tengo un presentimiento.
El ángel levantó vuelo y pronto pudo avistarlo, inconsciente sobre el césped, unos filamentos de luz azul parecían estar conectándolo con un capullo de energía azul a poca distancia de donde él se encontraba. En el interior del mismo había otra forma de vida que él no podía definir pero cuya alma veía perfectamente, y lo que también vió es que ésta, ya había consumiendo la mitad de la energía vital de castaño, por lo que se lanzó decidido a separarlos:
-¡Está inconsciente, voy por él! -
En ese momento una columna de energía oscura, ascendió arrojándolo hacia atrás y tomó la forma de un gigantesco dragón que arremetió contra Dean con una imponente exhalación de fuego que Castiel alcanzó a frenar proyectándo sobre él su gracia.
Con un violento batir de alas atacó al ángel, aturdiéndolo por un instante y haciéndole perder altura.
Cass se recuperó en el aire pero para entonces el dragón ya había vuelto a ensañarse con Dean quien esta vez fue protegido por Crowley, quien de la nada apareció cargando con él un enorme escudo redondo que interpuso entre el fuego y ambos.
-Esa cosa tiene a Sam -le gritó Dean mientras el fuego comenzaba a caldear las cosas.
-Lo sé, hay que derribar ese muro de espinos ahora -soltó el demonio y volvió el escudo, que comenzaba a estar demasiado caliente en su mano, en una superficie reflectante que antinaturalmente repelió el fuego en su totalidad, derramándolo sobre las plantas.
Pronto las flamas se apagaron sin causar el menor daño.
Ceñidos al escudo los dos hombres siguieron avanzando.
-Dean, sostenlo por un momento -le pidió y a continuación tocó la tierra, derramando una poderosa maldición.
La sequía debió presentarse de forma inmediata y sin embargo, parecía que nada podía detener el maleficio.
Tampoco Castiel estaba teniendo suerte con el colosal guardián y Dean pensó que no podría vencerlo sin una espada.
Fue entonces que entendió que un arma común no tendría éxito donde el fuego no había logrado nada y sin poder soportar más la impotencia ordenó:
-¡Cass... necesito que me regreses la Primera Espada!
El ángel podría haber cuestionado el pedido de su amigo, pero sabía que no había tiempo para titubeos, e inmediatamente fue por ella.
Apenas la tuvo, Dean la probó en los espinos, quebrando de una sola estocada los que tenía delante. Por desgracia, dos más volvieron a emerger y junto con ellos todos los espinos se hicieron más gruesos y fuertes.
-Te cubriré desde el aire -le avisó Crowley al notar que Dean no dudaría en abrirse paso, también le hizo notar- se regeneran muy rápidamente y cuando lo hacen se ponen más duros.
-No para el filo de esta espada -le respondió el Winchester sabiendo del increíble poder de corte de la Espada de Caín-.
Dean avanzaba sin dejar de abrirse paso pero a mitad de camino comenzó a menguar su resistencia física y el crecimiento de los espinos fue más veloz originándole heridas en diversas partes del cuerpo al clavarse las punteagudas y gruesas espinas en su carne.
Su sangre comenzó a resbalar por ellas y a caer en tierra, y aunque doliera a Dean no le importaba el dolor, sinó volver a un nivel más normal de respiración para poder reunir fuerzas para ganar la última parte del camino.
Al poco volvió a tomar fuerte la espada y volvió a abrirse paso, no obstante, no pudo hacer más que unos metros debido al extremo cansancio.
Cuando los espinos volvieron a crecer y se fortalecieron, mientras otras le causaban heridas, una espina gruesa como una estaca comenzó a expandirse rápidamente acabando por apuñalarlo en el corazón.
Tan pronto como éste sangró y la sangre tocó el espino, el poder oscuro que dormía dentro de Dean despertó y el arbusto se desintegró.
Al final todos se hicieron cenizas que se esparcieron en la tierra y desaparecieron.
Mientras aún sus amigos combatían, Dean arrojó la espada en dirección al dragón, y esta se clavó por voluntad propia en su pecho, matándolo al instante.
Tanto Crowley como Cass se quedaron sorprendidos y Dean, sintiéndose perfecto (sus heridas habían sido sanadas por la misma fuerza que aniquiló las plantas) pudo correr hacia Sam, que no despertó y tampoco quedó libre.
Al ver su condición (pálido como la nieve) el mayor dirigió el corte sobre los filamentos que lo estaban conectando a la criatura, a fin de poder romper sus extrañas ataduras, pero lo único que logró fue abrir la tierra sin que la energía azul se disipara, por lo cual intentó un ataque directo contra la cosa dentro del capullo.
Luego de rebotar unas cuantas veces hasta agotarse, sin poder llegar a hacerle daño, Castiel procuró ser él, quien a través de su gracia lograra exterminarla, más sus intentos también se vieron frustrados. Si tan solo tuvieran idea de contra qué se enfrentaban... -se lamentó el ángel en el límite de sus fuerzas-.
El de las iris rojas, por otra parte, había comenzado a atar cabos, ¿acaso podía ser que uno de los más antiguos relatos infantiles no fuera del todo una fábula?
Ya casi no quedaba tiempo, y esperando haber encontrado la clave, le ordenó:
-¡Dean, bésalo!... ¡ahora!
El rubio desorientado se atrevió a cuestionarlo.
-¡¿Qué?!
-¡Sólo hazlo no hay tiempo! Tú mataste al dragón... -intentó que lo entendiera-.
Arrodillándose sobre él, al tenerlo delante, al sentir que quizá ya lo había perdido, su corazón se rompió queriendo empapar sus ojos en llanto, y desde lo más profundo de sus sentimientos solo pudo súplicar- Por favor... no me dejes... -antes de posar sus labios tan cálidos sobre los otros fríos-.
Como Crowley había predicho el beso de Dean rompió el hechizo, la energía azul se tornó gradualmente roja y acabó por desaparecer, los restos del dragón muerto, también se desvanecieron en el aire, y el hada en el interior del capullo quedó convertida en una estatua de hierba seca que el viento comenzó a dispersar.
Anatema había muerto y Travis supo que el mayor lo había derrotado, llenándose nuevamente de ira y lágrimas.
En el claro, Sam por fín abrió los ojos y sintiéndose aún un poco extraño se incorporó mientras le anunciaba a su hermano:
-¡Dean, las hadas son reales, Ávalon es real y la reina ella tiene un libro... un grimorio...! -solo entonces se dió cuenta de que Cass y Crowley también estaban presentes-.
Dean tenía todas las ganas de darle un merecido bofetazo, en lugar de eso contuvo su ira pero no su enojo, por lo que pronto exclamó.
-¡Suficiente!... ¡Cass llévatelo, enciérralo en su habitación y quítale el teléfono! Perdíste tu oportunidad, no vas a regresar a ningún trabajo y Samaél se irá en el primer vuelo de mañana.
Antes de que el ángel obedeciera la órden, Crowley salió de inmediato en defensa de Sammy.
-Dean, ¿en donde está la Primera Espada?
-¡¿Qué?! -Dean se volvió en automático al bolsillo en el que la había guardado, pero ya no estaba a lo que agregó- algún gnomo del infierno debió tomarla-.
-Volvió a ser una con su portador... -corrigió el mayor al joven- significa que tu proceso ya ha comenzado... la distancia entre tu alma y la del demonio acaba de acortarse.
Dean se congeló, también Sam y el propio ángel por lo que Crowley continuó, esta vez dirigiéndose al menor de los hermanos:
-Aplaudo tu entusiasmo pero tienes que olvidarte de ese libro, las hadas no te abrirían las puertas de Ávalon a menos que ellas mismas se vieran beneficiadas, ni te permitirían poner jamás las manos sobre sus textos sagrados, aún si pudieras abrir una entrada por tu cuenta, no tienes aliados capaces de respaldarte en un enfrentamiento, ¿cómo podrías entonces entrar al castillo y tomarlo de todos modos? acabarías convertido en piedra mucho antes de alcanzar la recámara en la que se encuentre.
Sam no podía objetar nada contra esa lógica, entonces soltó el aire y solo agregó en su defensa:
-No busco criaturas míticas por gusto ¿ok? o por el poder, puede que lo tengan presente o no, pero Caín fue creado por Lucifer, asi que Dean, a menos que encontremos la forma de separarte de esa espada lo que ocurrirá es que ella vá a convertirme en el nuevo Abel, y a tí en el nuevo Caín, y después de que halla extraído el último rastro de humanidad de
nuestros cuerpos, el hijo pródigo enviará mi espíritu de regreso a la jaula con su padre... Lucifer no és de los que pierden sus juguetes, se que no se ha olvidado de mí y que no descansará hasta tenerme de nuevo... Caín por otra parte, sabes que te meterá tu título noviliario por el culo -le recordó a Crowley-.
-Y por eso es que estoy intentando por todos los medios que Dean te levante el castigo -respondió el demonio amablemente y con cierto humor-.
-¿Cuanto tiempo crees que me quede a partir de ahora? -le preguntó Dean al de las iris rojas realmente preocupado y asustado.
-Tanto como puedas resistirte a la idea de cortarle la cabeza a tu bella durmiente del bosque... -antes de irse el rey agregó- puedes encerrarlo, pero si lo haces te quedas sin aliados.
Juntos pero silenciosos no dijeron una sola palabra durante el viaje, Sam se estaba yendo triste y derrotado a dejarse caer en la cama cuando oyó detrás al mayor llamar su nombre.
Ni bien voltear lo tuvo sobre él en un abrazo:
-No quiero que todo termine así...
Sam también lo encaramó con fuerza a su pecho cuando solo fué capaz de pronunciar:
-Perdóname, yo... no tenía idea... -como única forma de poder expresarle, que en ningún momento había visto la posibilidad de "ya no regresar".
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