Página 2
Sentí como con una mirada me calló e intimidó lo suficientemente como para que ni yo me opusiera incluso siendo la situación algo absurdo.
Luego de quizá diez minutos a rastras, llegamos a una estación de metro, pasando su tarjeta por mi y luego seguido, ella también.
— ¿No piensas decirme nada? — Preguntó bajando un poco su cabeza a mi. —Es que yo no estudio aquí… — Respondí tímida. —Lo sé, por eso vamos Kanuma— Aclaró, no teniendo ni la más mínima de donde quedaba eso. —No estudio en Japón— Intenté aclarar un poco más, subiendonos en el metro.
— ¿Entonces eres una extranjera con un uniforme? — Preguntó, obviamente en un tono de broma, pero curiosamente acertando. —Si, justamente eso— Respondí.
— ¿Por qué un extranjero hablaría tan bien el japonés? — Preguntó incrédula. —Lo aprendí— Dije sin inmutarme. —Y yo puedo aprender el español a los veinticinco— Negó con aquella broma. —Tampoco es tan difícil— Cambié al español. —O bueno, creo que el japonés y chino están a la par con el español— Pensé en voz alta. —Bueno, es cierto, no es tan fácil— Cambié otra vez al japonés.
—Voy a suponer que dijiste cosas al azar— Seguía incrédula, a lo que intenté buscar mi celular, recordando que le había dado todas mis cosas a Mina.
— ¿Puedes prestarme tu celular un momento? — Dije con toda la vergüenza del mundo. —No— Negó rotundamente, cruzándose de brazos y mirando a otro lado.
Y así estaba en Japón, yendo a algún sitio lejano porque una mujer aleatoria pensó que era una estudiante fugada y para culminar, no tenía nada de mis cosas, mucho menos dinero.
Ya que mi aburrimiento y pequeño déficit de atención no eran buena suma, terminé viendo a la mujer por casi una hora, además de ver como habíamos salido de la zona metropolitana.
Si bien, no es que no quisiera visitar la zona rural a las afueras de Tokio, quería hacerlo con mis cosas, mis amigos, y sobre todo, haberlo planeado con anterioridad.
Al llegar a una zona quizá de las últimas del metro, me tomó con fuerza y bajamos, saliendo tal cual entramos. Y además de todo aquel trayecto, tomamos un taxi.
Ahora, en vez de verla a ella, por fin podía ponerme a ver el pueblito. — ¿Intentas hacerte pasar por turista ahora? — Preguntó al bajarnos luego de un buen rato de viaje. —Es que de verdad lo soy— Volví a aclararle.
—Dame una prueba— Paró a pensar. —Tu identificación, sería de otro país— Finalmente llegó a aquella conclusión. —Cuando te pedí tu celular era para llamar a mi amiga, tiene todas mis cosas— Solté.
— ¿Si estuviera estudiando no tendría un bolso con mis cosas? — Le pregunté yo a ella, cambiando toda su expresión.
—Supongo que ahora tengo que llamar desde aquella cabina— Señalé a efectivamente, una cabina. — ¿Puedes darme unas monedas? — Pedí, a lo que ella me dió un par.
Marqué mi número japonés, atendiendo Mina instantáneamente. —Mina, una mujer me tiene secuestrada— Miré a la susodicha. —Aunque es muy linda, solo piensa que soy una estudiante fugada— De primeras dije. Escuché como suspiró. —Pensabamos que si que te habían secuestrado— Escuché como sonaba preocupada.
—Dijo algo de un pueblo, pero ni siquiera recuerdo el nombre, supongo que nos devolveremos ahora— Expliqué. — ¿Estarás bien sin tu dinero? — Preguntó. —Espero que tenga lo suficiente ella— Volteé a verla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro