Marie despierta poco a poco, y lo primero que puede decir es.

—Elizabeth Butterfly —dijo en un tono débil pero audible.

—¿Qué es lo que pasó? —Pregunta Thomas

—Tal parece que cuando Marie impidió su propio nacimiento, terminó en algo llamado el subespascio. Y ahí conoció a una niña que es de otro universo y que también terminó ahí, las pesadillas de Marie y sus tormentos se deben a que Marie no a cumplido su promesa de volver con ella. —Responde Phineas.

Marie se quita la diadema y se levanta de la silla.

—¿Que sigue ahora? —pregunta Marie preocupada.

—Ferb, ¿conoces un buen psicólogo? —pregunta Phineas.

—¡Papá! —Grita Marie.

—¿Qué?

—Debemos salvarla.

—Marie, eso es imposible, no podemos entrar al subespacio, para eso debemos entrar del mismo modo que ustedes lo cual es peligroso, sin mencionar que no es como entrar, tomarla y después salir. La única forma de sacarla es procurar su nacimiento.

—Hagamoslo. Tenemos una maquina del tiempo, y al hombre más listo del mundo.

—Tus halagos no servirán aquí, recientemente volviste de un caos temporal, no me arriesgare a otro.

—Pero, ahora no habría peligro tío Phineas, porque viajarían en el tiempo de otro universo lo cual no altera este —interviene Thomas.

—Gracias por la ayuda Thomas. —responde Phineas.

—Por favor papá.

—No.

Marie pone ojos de perrito.

—¿Tienes que poner esos ojos?

Marie continúa.

—¿Porque son un arma de ternura? —Dijo eso mirando a Isabella quien responde encogiendose de hombros.—Esta bien —dice Phineas resignado.

—Yehi! —Grita Marie victoriosa.

—Pero que conste que sólo lo hago para que aprendas que siempre debes cumplir tus promesas, no porque en verdad me hayas convencido.

—Di eso hasta que te convensas. —Le dice Ferb a su hermano mientras le pone una mano en el hombro.