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Es terrible la desesperación que puede sentir una madre cuando pierde todo.
Es más terrible ver que el mundo sigue cuando tú decidiste que te quedarías al lado de ese segundo antes de la tragedia.
La muerte se extendió sobre ambas.
Tú, sin siquiera un respiro, y yo, sin nada
a b s o l u t a m e n te n a d a,
que me hiciera sentir con algo de vida.
Cuando tú moriste, Samarí, yo morí contigo.
Recuerdo haberte cargado en mis brazos. Tu cuerpo rígido, mis pasos pesados, mi lengua seca dentro de mi boca mientras tu aún caliente sangre empapaba mi vestido.
Tuve que dejarte ir al
estómago de
la tierra.
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