31 de mayo, 1916.

Perdí a mi hermano en la batalla del Marne en el frente francés, en 1914. Hoy, 31 de mayo de 1916, pondremos fin a estos enfrentamientos, Alemania obtendrá el prestigio y respeto que merece y vengaré la muerte de mi hermano.

8 a.m.

Nuestra flota ya se ha situado, preparada para el ataque contra los británicos. Los mares de la costa de Jutlandia están en completa calma, como si supiesen la oleada de muertes que se avecina.

En el "Caprivi", nuestro buque, me encuentro con otros marineros, a las órdenes del capitán Reinhard Scheer.

11 a.m.

Comenzamos el ataque y el enemigo muestra su estrategia, dejándonos aislados de toda provisión que nuestros compatriotas pudieran enviarnos. De repente, una fuerte ventisca se desata, nuestro buque cada vez está más inestable. Un misil británico nos alcanza, pero, por suerte, solo mi brazo se ve herido.

3 p.m.

Nuestro buque se encuentra aislado, junto a otro de nuestros barcos que está hundiéndose y salvamos a los pocos supervivientes. Ahora, no hay barcos en millas.

Devastados y completamente impotentes, reunimos las pocas provisiones de las que disponemos.

8 p.m.

Anochece. Estamos sentados y sin apenas fuerzas para continuar. El capitán Scheer comienza a dar nuevas órdenes, para que nos pongamos en contacto, a toda costa, con algún barco o submarino aliado.

Mientras escuchamos atentos sus planes, veo el brazo de uno de los marineros rescatados, su tatuaje era inconfundible. Levanto la mirada y le observo detenidamente, tiene una cicatriz que le recorre la cara. "Es imposible", pienso. Al volver a mirarle, veo en sus ojos que es él. "¡Hun, no puedo creer que estés vivo!"-grito. Me acerco a él, nos abrazamos y nos contamos todo lo que nos ha ocurrido, desde que lo dí por muerto, hasta este momento.

11 p.m

Nos acaba de alcanzar un proyectil enemigo, espero que lleguen a tiempo a rescatarnos.