── Eres un prefecto, deberías comportarte cómo tal ── le recriminó Bellona mientras comenzaban una discusión en una sala en desuso del segundo piso.

Ella no lo entendía ni un poco, ser su amigo no servía para nada, porque siendo honestos, ¿en qué ayudaba a Percy el que Bellona le reclamara por la cosa más insignificante que él hacía? ¿Por qué estaba tan mal que les devolviera a todos las cosas que le hacían a él? No había equidad por parte de sus propios padres, o los maestros, de alguna forma debía tomar justicia, incluso si era por mano propia.

── Y eso es lo que he estado haciendo.

── ¿Siendo un inmaduro incapaz de ver más allá de su propio metro cuadrado? Porque eso es lo que eres ── no entendía la molestia de Bellona, ni siquiera sus hermanos se mostraron así después del hechizo que les lanzó.

── ¿Y en qué te diferencias tú de mí? ── se mofó el pelirrojo, sentándose sobre el escritorio polvoriento ── ¿Desde cuándo eres tan moralista? Te afecta tanto el que esté respondiendo de la misma forma, pero nunca antes te habías preocupado por las acciones de los demás contra mí. Genial, eres la viva prueba de que el problema soy yo.

── No dije eso, no pongas palabras en mi boca.

── Pero eso es lo que quieres decirme, que no importa lo mierda que ellos sean conmigo, si les respondo de forma verbal o física, toda la culpa recae en mí. Está bien si quieres convertirme en un villano, da igual, si eso es lo que quieres que sea, eso seré.

── Creo que te falla un poco el cerebro ── la chica alzó su mano, apuntando su dedo índice a su sien y girándolo en el aire ──. Si tuvieras el dinero necesario, te diría que fueras con un psicólogo, porque te urge ayuda profesional.

El chico se echó a reír, mofándose de ella y de sus estúpidas ocurrencias, porque Percy no necesitaba la ayuda de nadie, ni siquiera de Bellona Malfoy.

── Terapia es lo que necesita tu papá.

── ¿Te das cuenta? ¡No se puede mantener una conversación seria contigo! No soportas nada, no te gusta que te digan las cosas, pero ruegas por atención y consejos. Anhelas la aprobación de los demás, pero los desechas porque al final, eres siempre tú quien tiene la razón.

── ¿Perdón? Te equivocas, porque yo no necesito de nadie ── aseguró Percy, cruzándose de brazos.

Quizás estaba en lo cierto, posiblemente no, pero daba lo mismo, porque al final los dos estaban errados en muchas cosas de las que estaban diciendo y de las cuales, terminarían por arrepentirse algún día.

── No, claro que no, solo pides que todos los demás te miren porque eres tan genial, tan aplicado y responsable ── su sarcasmo se podía notar con facilidad, porque sonaba tan falsa. En el fondo, Bellona era una hipócrita como todos ──. El chico de oro de Gryffindor, cuando solo eres un parásito.

── Al menos yo me gano las cosas, me esfuerzo por ellas, no espero a que me den todo en bandeja de plata. No soy un privilegiado como tú, trabajo duro día a día.

── ¿Y de qué te sirve intentar e intentar cuando te sigues viendo misero? ── espetó Bellona. Ya no le importaba si estaba siendo amable o no, su amigo ya había agotado toda su paciencia ──. No importa cuánto te esfuerces, Percy, sigues siendo el mismo de siempre, el hijo de los Weasley que se deja cegar por el poder y al final, permanece en la misma mierda en la que creció. Admítelo, no puedes surgir con una familia tan conformista y mediocre.

── Pero yo estoy siguiendo mis sueños, tú estás estancada desde siempre. No puedes ni estudiar en una universidad muggle porque estás atada a una familia purista que pone una ideología absurda por encima de la felicidad de sí mismos. No sé qué es peor.

Percy se recostó sobre el escritorio, sin importarle la suciedad del mueble. No le interesaba ya nada, qué más daba un poco de polvo en su uniforme.

── ¿Cuándo te darás cuenta de que estás equivocado al buscar la perfección en un mundo que solo pretende romper a aquellos que intentan alcanzar el éxito por su propia cuenta? Necesitas mover hilos para obtener todo lo que quieres.

── ¿Y tú cuándo vas a ver que no puedes romper los lazos que te unen con tu familia? No puedes borrar tu apellido, tienes escrito Malfoy en la frente, con tinta invisible que todos pueden ver.

Bellona sonrió con pena, porque por fin estaban en lo correcto en esas dos cosas. A veces solo se necesita que alguien más tire de las cuerdas para poner a alguien en un pedestal, y otras, sencillamente no se puede ocultar quiénes somos, nuestra naturaleza. Aquella esencia que somos incapaces de eliminar.
Esa era la verdadera guerra, sus propias batallas internas.