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Tyson necesita ir al gimnacio


—¿Saben? Podríamos negociar—murmuré.

Estaba sentado frente al lago del campamento, mirando el atardecer mientras el bosque se extendía a mi alrededor.

—Sé que fui un poco grosero antes con ustedes, pero... ¿ayudaría si les digo que lo siento mucho mucho?

Aguardé un momento. Nada.

—Según su padre, parece ser que intentan hacerme alguna clase de favor al traerme aquí, pero realmente apreciaría poder regresar a casa... así que, ¿de verdad no hay nada que hacer para que me dejen regresar?

La voz de las Moiras retumbó en mi cabeza con un único mensaje, fuerte y claro:

"Derrota a Crono"

Bufé.

—Lo dicen como si fuera fácil—gruñí—. Claro... sé que se supone que ya logré más o menos eso antes, pero... ¿de verdad tengo que pasar aquí cuatro años de mi vida?

Nuevamente sólo el silencio me respondió.

—¿Hola? ¿Cloto? ¿Láquesis? ¿Átropos?

Suspiré.

—Siempre un gusto hablar con ustedes.

Me puse en pie y me di la vuelta, volviendo hacia el campamento.







Me sorprendió descubrir que había sido llamado a la Casa Grande.

Quiero mencionar que el campamento se veía bastante distinto. Ya no parecía un centro de refugiados a mitad de la nada, sino que de verdad me emitía esa vibra a campamento de verano, cosa que agradecí.

Mientras caminaba hacia el edificio principal, Grover y Annabeth se me acercaron corriendo.

—Oye, ¿por qué te llamó Dionisio?—preguntó Grover—. Seguro no es nada bueno.

¿Podría alguien por favor pronunciar "Dioniso" como los dioses mandan? Está empezando a rayarme.

No es tan difícil.

DioNISO

NISO

NO DioNISIO

Continuemos.

—No debe ser nada—repuso Annabeth.

—Jamás te llaman a la mansión a menos que metas la pata.

¿Se considera "meter la pata" el ser secuestrado por un trío de ancianas estúpidamente poderosas?

—No tengo idea de qué esté pasando—respondí sin ánimos—. Pero cuanto antes lo arregle mejor.

—¡Aquí viene un hombre muerto!—anunció Grover, volviéndose hacia los otros campistas—. Percy está frito.

—Gracias, cabra. Eso sí es amistad.

—Oye, cálmate, me quiero divertir.

—Ya te divertiste mucho con Perséfone para toda una vida, relájate un poco.

—¿Me puedo quedar con tu cabaña cuando te expulsen?

Rodé los ojos. ¿A quién se le ocurrió que sería buena idea fusionar a Grover y a Blackjack en un sólo sujeto?

(Nota del autor: agregaría también a Leo a la combinación, pero se supone que Percy aún no lo conoce)

—En serio, no te preocupes—insistió Annabeth—. Dionisio fue quién te llamó. Si hubiera sido Quirón entonces...

Llegamos a la Casa Grande... la cual tampoco se parecía a la de mi mundo. No había porche, era mucho más pequeña y no era azul.

Me gusta cuando las cosas son azules y no me gusta cuando dejan de serlo.

Como sea, Quirón estaba esperándonos en la entrada, cruzado de brazos y sacudiendo el suelo con los cascos nerviosamente.

Se volvió para vernos llegar, a lo que Annabeth y Grover se pararon en seco.

—Estás en graves problemas—decidió Annabeth.

No comprendía bajo qué lógica.

Si hubiese estado en mi mundo, hubiese preferido un millón de veces ser llamado por Quirón que por Dioniso. Pero claro, no estaba en mi mundo.

—Hay algún problema—pregunté sin rodeos.

Quirón se volvió para verme y suspiró con cierto abatimiento.

—Como sabrás, todo el mundo cree que Poseidón sólo te engendró a ti...

Otra vez. ¿Bajo qué lógica? Poseidón tiene como el triple de hijos que Zeus en la mitología, y esas ya son palabras mayores por sí mismas.

Tampoco había oído nada similar a un pacto de los tres grandes por aquí, así que...

Entonces, las piezas en mi cabeza finalmente hicieron CLIC y pegué un brinco de emoción.

—¿Ya llegó?

Quirón parpadeó dos veces.

—¿Lo sabías?

Grover dio un pasó adelante, ladeando la cabeza.

—¿De qué están hablando?—quizo saber—. ¿Están diciendo que Percy tiene un hermano?

—¿O es una chica?—cuestionó Annabeth.

Quirón no respondió, se limitó a quedárselos mirando, sin saber muy bien exactamente qué o cómo responder.

—Santa Estigia, otro semidiós de Poseidón—sonrió Grover, admirado.

Quirón respondió en voz baja, casi un susurro, como quién anuncia la muerte de un ser querido:

—En realidad no.

Sonreí.

—No creí que este día llegaría tan pronto. Ni siquiera ha pasado un año—dije, y para no crear sospechas añadí:—. Recibí un sueño, hace no mucho. Un nuevo hijo de Poseidón llegaría al campamento... claro que, quizá no sea de la manera que pensé.







—En teoría, Tyson no es un semidiós—explicaba Quirón, mientras entrábamos a la Casa Grande—. Los semidioses siempre son mitad humanos.

—Déjeme adivinar—dije—. ¿Es mitad ninfa?

Quirón asintió con la cabeza, algo dubitativo.

—Ninfa marina—puntualizó.

—Claro que no iba a ser una ninfa de las nubes, o de un cactus—reí.

Quirón suspiró.

—En cualquier caso, si cruzas un dios con una ninfa obtienes...

Abrió la puerta del despacho de Dioniso, y le escena que me recibió fue bastante divertida.

—No toques eso—suplicaba el todopoderoso dios de la locura y la tragedia—. Es un Gewürztraimer...

Alejó una botella de vino de su curioso interlocutor como si protegiese a su propio hijo y se volvió para saludarnos con un gesto de la mano.

—Hola...

Entonces Tyson se dio la vuelta, mostrando su único y enorme ojo.

—Hola, hermano—dijo, con una tímida sonrisa.

No pude evitar soltar una carcajada.

—Oh, no sabes cuanto tiempo he esperado este momento—reí—. Realmente, tenía curiosidad por saber cómo serías.

No era mi Tyson, desde luego. Era muy delgado, le faltaba músculo y masa. Era alto, pero no tanto como debería si calculaba bien su edad... claro que calcular edades en este mundo me era del todo imposible.

Su único ojo era azul brillante, a diferencia del orbe marrón que tenía en mi mundo.

Tenía el cabello más largo, aunque igualmente enmarañado, sucio y grasoso. Supuse que estaba recién llegado de las calles. Poseía también una dentadura blanca y perfecta, lo que sin duda era lo más extraño, aunque era más fácil de mirar que los dientes torcidos de mi hermanito.

En resumen, tenía un aspecto mucho menos brutal, pero no por eso menos reconocible.

—Ven conmigo—dije—. Tengo mucho que mostrarte.

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