Capítulo 26🔥
"Prefiero vivir una vida mortal a tu lado, que enfrentarme a todas las edades de este mundo sola".
Cuando despierto, estoy acostada en la parte de atrás de un auto, con mi cabeza en las piernas de Iliana y escucho que hablan, pero no sé de qué.
—¿Ya tú sabías? —pregunta Ian con notable molestia en la voz. No sé de qué hablan.
—Sí. Escuché una conversación de Rose con Arianna. Pero me ha dicho Arianna que no está confirmado, aunque parece que es obvio ya, ¿no? —responde Xavier. Escucho un golpe seco en la parte de adelante. Conociendo a Ian, ha golpeado el volante.
—¡Maldición, ¿cómo es que tuvo la confianza de decírselo a Arianna antes que a mí?! —exclama molesto. Quiero hablar, pero a la vez no. Llámenme cobarde—. ¡Soy el padre de sus hijos y el hermano de ese posible niño que esté esperando, merecía saberlo! —continúa chillando Ian. Me enderezo y toco su hombro. Me mira por el espejo retrovisor.
—Perdoname por no haberte dicho antes, Ian. De verdad lo siento. No lo hice con mala intención o porque no confíe en ti. Simplemente tenía miedo y Arianna fue la primera opción que me vino a la mente porque ella está embarazada. Te prometo no volver a ocultarte nada que sea así de importante —propongo para que ya se calme. Antes no entendía su molestia, pero ahora sí lo hago.
Tiene razón, es el padre de mis hijos, es mi hijastro y hermano de los hijos que yo pueda tener con Marcus. Toda su vida quiso un hermano y se culpó durante mucho tiempo por creer que había acabado con la vida de uno, así que tiene motivos para querer ser el primero en enterarse. Ian suspira.
—Perdón, Rose, sé que no tengo derecho de reclamarte algo, es que estoy nervioso, es todo —admite. Le sonrío y me devuelve la sonrisa.
—Yo también estoy muriendo de nervios —reconozco. Cuando nos detenemos, me fijo que me han traído al hospital. Suspiro. Llegó la hora de saber la verdad, ¿cierto? Ya no más suposiciones, es ahora o nunca. Bajo del auto y todos caminamos hasta la entrada, adentro, me giro para verlos.
»—Quiero que sepan algo, si sale positivo, quiero ser yo la que le dé la noticia al resto. Si sale negativo, simplemente olvidaremos todo esto y nadie comentará algo, ¿de acuerdo? —Todos asienten—. Pero si sale que estoy embarazada y por algún motivo hay que interrumpirlo de nuevo, quiero que no digan nada ni al resto ni a mí. No quiero compasión ni lástima en sus miradas. Simplemente haremos como que nunca existió y seguirán tratándome como siempre, ¿si? —suplico, sintiendo los ojos llenarse de lágrimas de nuevo.
—Sé que estás embarazada, Rose. Y este bebé va a nacer sano y fuerte como sus padres —promete Iliana. Le sonrío agradecida y seco las lágrimas que derramé.
—Yo también estoy seguro de eso y van a ser un trío dinámico el bebé de Arianna, el de Iliana y el tuyo, lo sé. Serán niños grandes, hermosos y sanos —declara Ian. Se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas.
—No quisiera descubrir esto con otras personas que no sean ustedes —admito, mirándolos a todos por igual. Cada uno sonríe y caminamos hasta la taquilla de información para preguntar por las pruebas o que sé yo. Ni siquiera sé si debo tener una cita programada. Imagino que sí. Ay, ¿qué vamos a hacer si es con cita?
—Buenos días. Queremos preguntar para realizar un ultrasonido —habla Selene con un perfecto inglés que me encuentro admirando. Gracias a Dios no me pusieron a mí a hablar. No sé ni qué decir. La chica nos mira.
—¿Tienen cita? —pregunta en inglés.
—No —responde Selene sin titubear. La mujer suspira.
—Déjeme revisar si algún paciente ha cancelado para cederle el turno —dice la mujer educada. Sonrío agradecida y me encuentro pidiéndole al cielo que así sea. Por favor que alguien haya cancelado para que me puedan atender, sino tendríamos que ir a un laboratorio privado para que me lo realicen sin cita—. Hay un turno vacante, pero deben esperar al menos una hora —explica. Todos asentimos como locos.
—Ese nos sirve —declara Selene. La mujer teclea algo en el computador y luego nos entrega una pequeña hoja con algo escrito que ni logro leer.
—En el piso número tres. Área de laboratorio. Consultorio once —explica todo la mujer y nosotros le agradecemos antes de coger el elevador hasta el piso que dijo. Gracias a Dios tienen ascensor. Iliana está embarazada y no puede estar subiendo y bajando escaleras. Llegamos al piso número tres y buscamos las indicaciones que nos dijo la chica, damos rápido con el consultorio marcado.
Decir que ha sido fácil la espera es mentir. Esta ha sido la hora más larga de mi vida, es más, creo que ya han pasado más de una hora y todavía hay una mujer delante de mí para luego poder venir yo. Todos nos miramos cuando se escuchan por los altavoces del hospital a una mujer ordenar que los doctores no sé quiénes, acudan de inmediato al área de quirófano.
Cuando por fin la mujer sale, todos nos levantamos de nuestros asientos. El doctor nos mira. Sí, somos muchos, supongo.
—¿Quién es la paciente? —pregunta educado el doctor.
—Yo —respondo en inglés. Bueno, no es le mejor del mundo, pero hago el intento. Aunque nerviosa puede que salga peor aún.
—¿Entrará sola? —insiste el doctor. Todos mis acompañantes responden que no y el doctor suspira—. Solo puedo dejar entrar a una persona más aparte de la paciente —explica el hombre.
—Cuando estaba embarazada de los mellizos, fue Marcus quien me acompañó a los ultrasonidos, creo que es justo que ahora seas tú quien me acompañes en el primero —le digo a Ian, girándome para verlo. Él mira a Selene e imagino que ella asiente porque Ian me sonríe agradecido. El doctor se hace a un lado para dejarnos entrar y me indica dónde sentarme.
Siento que estoy retrocediendo diez años en el tiempo cuando entré en un sitio similar con Marcus para revelar el sexo de mi bebé. Es curioso que nunca he ido a hacerme un ultrasonido con el padre del hijo en cuestión, pero siempre he ido con un Lombardi. Me acuesto en la camilla y el doctor levanta mi suéter, Ian toma mi mano y la sujeta con fuerza cuando el doctor comienza a untar el gel.
—Pase lo que pase, recuerda que mi padre te ama y yo también. Nunca estarás sola. Te lo prometo —susurra Ian, haciendo que lo mire. Sonrío aunque tengo ganas de llorar.
Estoy tan nerviosa.
—Muy bien, felicidades señorita, está usted formando a una hermosa criatura —dice el doctor. Miro a Ian con lágrimas en los ojos. Las de él ya están rodando por sus mejillas.
Estoy embarazada. Estoy embarazada de Marcus y todo se ve bien.
—¿Se ve bien el niño? —pregunto porque necesito salir de dudas. El doctor deja de mirar la pantalla para verme a mí y sonreír.
—Se ve perfecto. Apenas tiene nueve semanas, pero hasta ahora, la evolución va bien. ¿Quieren escuchar los latidos de su hijo? —pregunta ahora. Ahogo un sollozo y asiento. El doctor presiona un botón y de pronto se escucha la melodía más hermosa que he oído en mucho tiempo. Es mi hijo. Es el corazón de mi hijo. Es la vida de mi hijo. Mi hijo con Marcus. Ian se inclina y besa mi frente con ternura.
—Gracias —susurra. Levanto mi otra mano para acariciarlo. El doctor termina de hacer el ultrasonido y me entrega un DVD con el video de todo el proceso. Además de entregarme unos papeles que Ian cogió. Cuando salimos, tanto Ian como yo tenemos una sonrisa enorme en el rostro que le dice todo lo que los demás necesitan saber para levantarse y gritar como locos.
Xavier me hace levantar del suelo y da vueltas conmigo en el aire gritando un largo "ah".
Luego de todas las felicitaciones, lágrimas y demás, regresamos al elevador para volver al primer piso e irnos. Estoy tratando de no pensar en Marcus y en su ausencia o en su carta. Es una estúpida carta a la que no quiero hacerle caso porque me niego a aceptar que me está abandonando.
Cuando salgo del ascensor ya en el primer piso, un grupo de doctores casi me atropellan al correr con una camilla y un paciente en ella. Mi mundo se me cae a los pies cuando veo el rostro del paciente.
—¿Ese era Marcus? —interroga Xavier.
¿Lo dejamos hasta aquí o qué? JAJAJAJAJA
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