Capítulo 21🔥
¿Qué sería de nosotros sin el deseo ferviente de amar?
—La mia regina. —Despierto por la repetición constante de mi nombre en los labios de Marcus. Lo primero que veo son sus preciosos ojos mirarme con amor y sus sonrisa deslumbrante, alegrando mi vida entera.
—¿Llegamos? —cuestiono. Él asiente y me ayuda a levantar. En algún momento del viaje me vine a la habitación para dormir porque simplemente no podía conciliar el sueño estando sentada. Lo sé, estoy loca.
Marcus toma mi mano y así bajamos del avión, ya los empleados se han encargado de bajar nuestro equipaje y está todo afuera. No me sorprende en lo absoluto ver dos autos esperando por nosotros.
Subo en el que veo que acomodan mis maletas, entro en el asiento del copiloto y bostezo. Estoy muriendo de sueño. Los niños decidieron irse en el auto de Ian con Selene para ir todos con Liam. Marcus sube en el asiento del conductor y ríe al verme bostezar de nuevo.
—Mi reina, sé que estás cansada del viaje, pero tenemos que ver a los demás en unas cuantas horas. Puedes dormir una y luego ya estar lista. ¿O prefieres posponer la comida para mañana? —Niego con la cabeza.
—Estaré lista. Solo debo dormir un poco más y ya —digo. He dormido mucho, pero quién sabe porqué tengo tanto sueño.
—Está bien. —Es todo lo que dice y comienza a conducir. Me mantengo despierta viendo los edificios de Orlando. La verdad es la primera vez que vengo a esta ciudad. Hemos venido a Estados Unidos antes, pero siempre ha sido a New York en Navidad o a Las Vegas cuando fuimos para hacer el cumpleaños de Ian ahí el año pasado.
Llegamos al hotel y abro los ojos mirando a Marcus al notar que nos quedaremos en un Walt Disney Resort World, según lo que leo, y claro, toda la vista. Puedo imaginar a los niños gritando en el carro de Ian al ver todo.
—Se merecen lo mejor —dice Marcus al sentir mi mirada sobre él. Suspiro.
¿Qué me sorprende? Su fortuna crece diariamente. Cada día los niños son más ricos que lo que eran hace dos días. No lo sé, supongo que a mí me costó tanto tener mis cosas que ahora que Marcus e Ian pueden darnos todo de buenas a primera, me siento extraña. A pesar de ya tener tanto tiempo conociéndolos.
—¿Mis mujeres se quedarán también acá? —inquiero.
—Todos reservamos en el mismo sitio. Lo de tu familia, Rocío y Luisana corre por mi cuenta. Yo los invité, yo pago —declara. Alzo ambas cejas.
—¿Y con quién van a quedarse los niños? —pregunto ahora. Mi cerebro va a mil por segundo. Normalmente nos turnamos a los niños cuando viajamos.
—Tendrán una habitación especial para ellos —explica. Ahora mis cejas casi tocan el inicio de mi cabello.
—¿Dormirán solos? —replico. Marcus asiente.
—Sí. Estarán entre nuestra habitación y la de Ian. Ya lo hablamos. Incluso Selene aceptó que Liam se quede con sus hermanos mayores —anuncia.
—¿Y yo por qué me vengo enterando ahora? —insisto. Me siento excluida. Marcus me mira brevemente al estacionar adentro. Enseguida se acercan dos jóvenes al auto.
—Porque no quería darte motivos para negarte. Estarán bien, mi reina. De todas maneras, Rocío ofreció quedarse con ellos. Sin embargo, también estoy pagando una habitación para ella y Luisana, si ella quiere quedarse con los niños, puede hacerlo, lo mismo que si no quiere hacerlo. Simplemente quiero poder tenerte para mí todo este tiempo. Quiero que tomes este viaje como una luna de miel antes de la renovación de votos, ¿si? —pide. Suspiro. ¿Cómo puedo decirle que no cuando lo pone de esa manera? Este hombre me conoce y sabe qué decir para embobarme. Asiento lentamente.
—Está bien, pero tendremos que ponerles reglas —advierto. Marcus sonríe y se desabrocha el cinturón para inclinarse hacia adelante y besarme suavemente.
—Lo que quieras, la mia regina. Pero debo confesarte algo más —avisa. Arrugo el rostro. ¿Ahora qué me oculta?
—¿Qué? —replico ante su silencio.
—La verdad no creo que duermas porque quiero empezar la luna de miel desde ahora —avisa y sale del auto, dejándome sonrojada y cachonda. Estúpido. Tengo ganas de que me haga el amor desde que me dijo todas esas cosas lindas. Tomo un par de respiraciones y salgo también. Los niños están mirando todo a su alrededor. Sonrío.
Después de subir todas las maletas, observamos el espectáculo que hacen los niños al saber que se quedarán solos en una habitación, por supuesto que es a mí a la que le toca bajarlos de su nube, informándoles que hay reglas para conservar la habitación.
—Regla número uno, nada de acostarse luego de las once de la noche. Créanme qué vendré personalmente para supervisarlos —advierto. Todos los niños asienten—. Regla número dos, nada de celulares o dispositivos electrónicos en la habitación y fuera de ella. Las fotos que quieran tomarse, serán por nosotros. Los quiero alejado de sus teléfonos móviles durante estas vacaciones porque han venido a disfrutar, no a vivir esclavos de sus celulares —aclaro e inmediatamente, mis hijos sacan sus teléfonos y se lo entregan a Marcus. Liam no tiene celular sino una tablet, que le entrega a su madre. Sonrío. Estos niños se ganan las cosas.
»—Tercera y última regla, antes de dormir deben ir a dar las buenas noches a sus padres, tanto a Ian y Selene, como a Marcus y a mí. Obviamente también deben despedirse de Rocío cada noche. ¿Quedó claro? —interrogo y todos hacen una señal militar. Sonrío feliz.
—Yo también tengo una regla para ustedes —habla Selene. La miramos—. Nada de comida en la habitación. Ni dulces ni nada. Al subir a la habitación saben que no podrán comer nada —advierte. Los niños vuelven a asentir. Ya parecen muñequitos de carro.
—Muy bien, ya aclarado todo. Tiene dos horas antes de que vengamos a buscarlos para que vayamos a cenar con el resto, ¿entendido? Ropa elegante —aclara Marcus. Me siento como si se fueran a un campamento y estamos dando una larga listas de cosas que deben hacer.
—¿Elegante con vestido o con pantalón? —pregunta Zoe, haciendo que a Marcus se le ilumine el rostro. Es la niña de sus ojos. Los míos se llenan de lágrimas al pensar que puede que este embarazada de una niña. Nuestra niña.
—Elegante como quieras, mi niña. Tú te ves elegante hasta con pijama —la halaga y Zoe se sonroja. Todos sonreímos.
—Nos vemos en dos horas aquí —anuncia Ian, una vez estamos afuera de la habitación de los niños. Marcus y yo a sentimos y entramos a nuestra habitación. Adentro todo es en tonos blanco y naranja. Elegante y con clase. Ahora que veo el balcón, creo que debimos prohibirle a los niños acercarse ahí, aunque sé de antemano que no lo harán. En nuestra casa tienen un pequeño balcón que ni usan.
—Muy bien, mi reina. Dime ahora si quieres dormir o puedo empezar a deleitarme de ti, porque sabes que cuando empiece, no querré parar —confiesa, haciendo que todo sueño que tenía, se disipe.
—¿Cómo posponer el toque de tus manos sabiendo en cómo termina eso? Es imposible —declaro. Marcus ríe bajito.
—Ven aquí, pero desnúdate en el proceso —pide, caminando a la cama y sentándose en la orilla. Se quita el saco y desabotona los gemelos de su camisa, subiendo sus mangas. Tomo aire.
Yo tengo puesto un pantalón de jean blanco con un suéter rosa palo, empiezo primero con el suéter, subiendo suavemente la prenda mientras doy los primeros pasos en su dirección. Lo quito por completo, revelando mi sujetador del mismo tono del suéter. Sonrío al ver ya los ojos de Marcus oscurecerse varios tonos. Me detengo un momento a mitad de mi recorrido para darme la vuelta y así, bajar mi pantalón para que lo primero que vea sea mis nalgas. Lo escucho gruñir y yo sonrío satisfecha.
¿Quién quiere llevarme a Disney? Jajajaja.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro